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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Automatic Nonverbal Mimicry Detection and Analysis in Medical Video Consultations” de Wu, K.; Liu, C. y Calvo, R. A. (2020), en el que se estudia cómo la mímica no verbal entre paciente y doctor influye en la calidad de la consulta médica.

La importancia de las buenas habilidades de comunicación en las interacciones interpersonales está ampliamente reconocida. El impacto de las habilidades de comunicación también se ha estudiado en la comunicación médico-paciente. Entre otras cosas, se ha dicho que los médicos con buenas habilidades de comunicación pueden reconocer la enfermedad de los pacientes con mayor precisión y estos están más satisfechos con su atención, logrando mejores resultados de salud.

El mimetismo o mímica no verbal se ha investigado durante décadas y su impacto en la calidad de la comunicación es ampliamente aceptado. Se define como un comportamiento que una persona copia de un interlocutor mientras interactúan.

Muchos estudios también han demostrado la importancia del mimetismo en la comunicación médico-paciente. Por ejemplo, los médicos imitan a los pacientes para establecer una proximidad y empatía durante la interacción. Otro estudio reveló que la imitación conductual de los médicos es uno de los factores que influyen en la confianza del paciente en la terapia.

Así, el mimetismo puede ayudar a desarrollar un sentido de conexión entre las personas, aunque por lo general ocurre inconscientemente. Los interlocutores lo interpretan como un comportamiento amistoso, que ayuda a crear una buena relación y permite ganarse el favor de la persona imitada. Además, se cree ampliamente que el mimetismo está relacionado con la transmisión de empatía. Pero en situaciones de la vida real, esta relación tiene más matices a tener en cuenta, por ejemplo, el género de los interlocutores.

Así pues, los autores realizaron un estudio propio de julio a noviembre de 2017 para investigar la relación entre la mímica no verbal de estudiantes de medicina (130), de una universidad australiana, y su habilidad de comunicación general durante las consultas por vídeo. Se contó con 29 pacientes voluntarios simulados como participantes, además de los estudiantes.

Los 130 estudiantes debían completar una consulta de video con un paciente simulado a través de una plataforma de videoconferencia en línea. Todos los estudiantes estaban matriculados en cursos de formación en habilidades de comunicación médica. Los pacientes simulados fueron entrenados para actuar como pacientes. No obstante, no se les enseñó cómo comportarse, sino que solo se introdujo el proceso de entrevista y cómo evaluar a los estudiantes.

Bien, los pacientes simulados y estudiantes fueron grabados mientras tenían una consulta de video de práctica, y los primeros completaron una encuesta posterior a la consulta para medir el desempeño del estudiante. Después de recopilar los datos, se utilizaron algoritmos informáticos para detectar las características no verbales de los estudiantes y los pacientes simulados. También para identificar el momento en que el estudiante imitó comportamientos no verbales de los pacientes simulados. Por último, se investigó cómo la mímica no verbal de los estudiantes influyó en la calidad de la consulta.

Tras todo este proceso, se detectaron cuatro tipos de comportamiento no verbal tanto de los pacientes simulados como de los estudiantes: sonreír, fruncir el ceño, asentir con la cabeza y sacudir la cabeza.

Seguidamente, se detectó la mímica no verbal de los estudiantes al hacer coincidir sus características no verbales con la de los pacientes simulados. En este caso, se consideró que los estudiantes se comportaban de forma mímica en función de cuando iniciaban y/o terminaban sus interacciones, distinguiendo en total 4 tipos de mímica. Las características de la mímica no verbal incluían el número de ocurrencias, la frecuencia de la acción no verbal y la duración en segundos de los diferentes tipos de mímica.

Los resultados mostraron que, en una conversación, la conducta más común de los estudiantes era sacudir la cabeza, seguido de sonreír y asentir. Por otro lado, el comportamiento más común para los pacientes simulados era asentir y sonreír o fruncir el ceño menos tiempo. De media, los estudiantes imitaron mucho más sonreír y asentir que fruncir el ceño y sacudir la cabeza en cada conversación.

Así, ciertas conductas de mímica no verbal de los estudiantes se correlacionan con los resultados de la evaluación de su comunicación médica. Por ejemplo, la frecuencia de la mímica de fruncir el ceño resultó significativamente positiva en las puntuaciones de su desempeño general. Esto es interesante ya que es menos probable que se imite fruncir el ceño, al asociarse generalmente con ser una expresión negativa.

Por su parte, el modelo de regresión múltiple reveló que la mímica no verbal era un factor predictivo de las habilidades de comunicación del estudiante. Por ende, la cantidad de imitación no verbal puede influir en los resultados de la comunicación. De hecho, resulta curioso que, en el estudio, incluso la mímica de gestos no verbales “negativos” como fruncir el ceño repercutía positivamente sobre la comunicación y la relación médico-paciente. Esto puede deberse a que se considere como un signo de empatía.

Asimismo, en el estudio de los autores no se diseñaron comportamientos controlados. La investigación constató que cuánto se imite el comportamiento no verbal del interlocutor puede influir en el resultado de la comunicación. Además, se observó que la imitación de la conducta no verbal debe usarse, en conjunto, para afectar a las emociones de la contraparte. No obstante, como decíamos, el comportamiento no verbal por sí solo no fue un factor predictivo de las habilidades de comunicación del estudiante. La conducta no verbal no tiene muchos efectos sobre el desempeño comunicativo en la interacción médica.

Finalmente, se encontraron dos estilos de mimetismo por agrupamiento, los cuales podrían ser los mejores indicadores de una buena comunicación. En primer lugar, quienes imitaban los asentimientos (y seguían asintiendo incluso si el paciente simulado se detenía) se consideraron mejores comunicadores. En segundo lugar, el paciente simulado calificaba mejor al estudiante cuando realizaba combinaciones específicas de asentir y sonreír durante la comunicación. Sin embargo, debe mencionarse que imitar con mayor frecuencia la sonrisa de los pacientes no garantiza una calificación más alta o positiva.

En cambio, quienes realizaban más imitaciones de asentir con la cabeza, pero no demasiadas de sonreir, podían lograr mejores puntuaciones de comunicación. Consecuentemente, esta evidencia lleva a varias implicaciones prácticas. Particularmente para aquellos involucrados en la formación de habilidades de comunicación y el diseño de plataformas de aprendizaje.

A modo de conclusión, cabe señalar que un estudiante que imita al paciente sin reconocer o entender la razón por la cual el paciente realizó la conducta probablemente no sería un comunicador eficaz.

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