Hemos querido hoy recoger un estudio publicado en el año 2008 por el departamento de psicología de la Universidad de Princeton. Según los propios autores, Nikolaas N.Oosterhof y Alexander Todorov, las personas automáticamente evaluamos el rostro de nuestro interlocutor en búsqueda de determinados rasgos de personalidad, siendo además, esta evaluación, de importancia trascendental en las interrelaciones sociales. El mensaje subconsciente que obtenemos del rostro de la otra persona tendrá un efecto importante en situaciones que pueden ir desde el éxito electoral hasta la decisión de un jurado. Esta investigación concluye que la evaluación del rostro de una persona supone un mecanismo adaptativo que nos hace inferir las intenciones y la capacidad que la otra persona puede tener de hacernos daño y nos previene de ara a obtener una rápida respuesta por nuestra parte.
Los autores de esta investigación llegan también a la conclusión de que el reconocimiento facial podría medirse a través de dos dimensiones: la valencia y la dominancia. La valencia puede definirse como la percepción de pistas faciales que me inducen a acercarme o a evitar a la persona. La dominancia será la evaluación del poder o indefensión física de mi interlocutor a través de su expresión facial. En el caso de que no existan pistas claras sobre estas dimensiones en el rostro de la persona que tenemos enfrente, evaluaremos su rostro en busca de similitud con la expresión de ira o de alegría para inferir de esta manera sus intenciones.
Os dejamos a continuación un enlace al texto completo en inglés.