Amigos del Club de Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “When social perception goes wrong: judging targets’ behavior toward gay versus straight people” de Goh J. X., Ruben M. A. y Hall J. A. (2019), en el cual se analiza cómo inferimos características de personas que no conocemos ni vemos, en base al comportamiento no verbal de otra persona que sí vemos y que interacciona con la primera.

Imaginemos tener la tarea de detectar los rasgos de personalidad de 10 personas a partir de los que vemos y/o escuchamos de ellas durante 2 minutos. Ante esta situación, se pueden dar generalmente tres resultados. Uno es acertar sistemáticamente sus rasgos.

Otra opción es situarnos en el nivel de azar. Es decir, si acertamos no es porque detectemos rasgos, sino que respondemos sin ningún criterio y sin intentar inferir realmente. Por último, podemos errar sistemáticamente. Es decir, percibimos repetidamente rasgos que no tienen esos 10 sujetos y, por tanto, el nivel de acierto estaría por debajo del azar.

En cuanto a la primera opción, en muchos estudios se ha mostrado la capacidad de las personas a detectar acertadamente características de otros en función de las señales no verbales que muestran. Las personas, por lo general, tienen la habilidad de percibir de forma precisa rasgos de personalidad, atributos sociales, estados emocionales, pensamientos y otros.

Se ha observado una percepción acertada incluso ante estímulos degradados, incompletos o de muy corta duración. Un ejemplo es acertar a la hora de evaluar la pertenencia a grupos políticos o religiosos a partir de fotografías que no contienen ninguna señal de esa pertenencia. Detectar expresiones faciales a partir de foto presentadas durante muy poco tiempo también es posible.

No obstante, en algunos temas, como la detección de mentiras, obtener una percepción acertada se hace más difícil. En cualquier caso, aun siendo difícil, las investigaciones previas siguen mostrado un nivel de acierto algo superior al azar.

Claramente, también debe de haber un montón de situaciones en las cuales las personas no aciertan características de los demás. Y estas situaciones son las otros dos posibles resultados que mencionábamos. Es muy difícil conocer más sobre estas situaciones, dado que las actuaciones a nivel de azar y por debajo de él no suelen publicarse.

Por ello, este estudio se enfoca en las percepciones erróneas sistemáticas, detrás de las cuales puede encontrarse el uso de principios de razonamiento o creencias erróneas. Cuando la inferencia social es sistemáticamente errónea, las premisas de las que se parte suelen ser erróneas. Estas premisas erróneas pueden ser creencias, conocimiento, estereotipos o expectativas que sirven de lente para la percepción y para el razonamiento.

Se analiza la capacidad de las personas de inferir la orientación sexual, pero no de la persona que los participantes ven, sino de una tercera persona a la cual se dirige la observada por los sujetos. Se llevan a cabo tres estudios: uno para obtener datos experimentales y los otros dos para comprobar la capacidad de inferencia de los sujetos.

En el primer estudio, 171 participantes heterosexuales son informados de que deben escribir una autobiografía corta que se intercambiará con otra persona (ficticia). Después de ello, los investigadores intercambian las autobiografías de los participantes con las de la persona ficticia. Estas autobiografías falsas podían ser de 4 tipos: hombre o mujer, cuya orientación sexual es hetero u homosexual.

El siguiente paso es que los participantes deben grabarse en video presentándose ante esa persona cuya autobiografía han leído. También se les informan de que tendrán un encuentro con esa persona al final del estudio, pero eso en realidad no ocurre.

Tres investigadoras entrenadas evalúan estos videos sin sonido y determinan si el comportamiento de los sujetos fue más o menos positivo. En este primer estudio, los participantes mostraron un lenguaje no verbal mucho más positivo cuando creían dirigirse a una persona gay (vs. heterosexual). En cambio, no se observaron diferencias en el comportamiento en función del género de la persona ficticia.

Se pueden hacer varias interpretaciones. Una de ellas es que los sujetos expresaron actitudes positivas reales hacia la población homosexual. No obstante, otra opción es que estos comportamientos mostrados puedan ser un disfraz de las actitudes reales.

Los videos del primer estudio sirven de variable independiente para el segundo y tercer estudio. Los sujetos del primer estudio serán, por lo tanto, targets que observarán otros nuevos participantes. Así, en el segundo estudio, participan 77 sujetos heterosexuales. Estos observan 40 videos con sonido, de 15 segundos de duración y con targets de ambos géneros. La tarea de los participantes consistió simplemente en inferir cuál es la orientación sexual de la persona a la cual se dirigen los targets a partir del comportamiento no verbal de estos.

En este segundo estudio, los sujetos infirieron erróneamente de manera sistemática la orientación sexual de la persona ficticia solo cuando observaron targets masculinos. Por lo tanto, es posible que los participantes hicieran inferencias a partir de premisas erróneas. Por ejemplo, que los hombres suelen exhibir comportamientos más negativos hacia los gays y lesbianas y que suelen tener más prejuicios antigay.

Cabe destacar que todos los participantes de los tres estudios eran alumnos de una misma universidad privada situada en una de las ciudades más amigables con el colectivo LGBTIQ+ de EE. UU. Esto es curioso por dos razones. Primero, los sujetos del primer estudio mostraron actitudes más positivas hacia los homosexuales. Segundo, los sujetos del segundo estudio asumieron que estos tendrán actitudes más negativas hacia el mismo colectivo.

¿Los primeros fingieron? ¿Los segundos asumieron prejuicios en los targets como reflejo de sus propios prejuicios? ¿O es distinto evaluar de interaccionar con personas de otra orientación sexual? Los autores apuestan por un mayor peso de los propios prejuicios a la hora de hacer inferencias.

El tercer estudio fue similar al segundo y los resultados fueron idénticos. Por lo tanto, los resultados fueron replicados. Esta investigación muestra la utilidad de tener en cuenta también el porqué de las inferencias erróneas. Analizar los procesos subyacentes de las inferencias solo cuando estas son acertadas puede suponer una forma de limitar conocimiento valioso.

El impacto de los prejuicios sobre personas que no vemos pero que interaccionan con otras que sí vemos se puede tener en cuenta incluso a nivel personal. Con ser conscientes de que las inferencias sociales que hacemos pueden no ser muy fiables, a veces puede bastar.

Lo más destacable en cuanto al tema de la orientación sexual y también de las inferencias sociales en general es que podamos atribuir nuestros propios prejuicios a otros. Los sujetos del segundo estudio fueron capaces de detectar diferencias en el lenguaje no verbal de los targets (más o menos positivo), pero no el significado de las diferencias (más positivo-homosexualidad). Es decir, detectar diferencias comportamentales no asegura una interpretación correcta. Esta última se basa más en prejuicios personales que en inferencias acertadas.


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