En esta ocasión, apreciados seguidores del Club del Lenguaje no Verbal, el artículo que nos place nos acerca al maravilloso mundo de las emociones, en concreto a la emoción de asco (repugnancia) y la ira. El presente artículo ha sido elaborado por Alexis E. Whittona y Jessica R. Grishama, ambas de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), Julie D. Henryb de la Universidad de Queensland (Australia) y Peter G. Rendell de la Universidad Católica Australiana (Australia).
La repugnancia moral puede ser una forma biológicamente ampliada del asco físico. Sin embargo, no hay muchos estudios que comparen los efectos de la repugnancia física con los de otras emociones como la ira, por lo que es difícil determinar si el vínculo entre el asco y la moral es único. La presente investigación evaluó la especificidad de la relación entre el asco y la moral mediante la comparación de los vínculos con la ira, el uso de medidas de estados fisiológicos y los rasgos de emotividad. Los 90 participantes en el estudio fueron asignados al azar para experimentar asco, ira o, bien, ninguna de estas emociones inducidas. Las respuestas a las imágenes que representaban temas morales negativos o neutrales se registraron usando electromiografía facial. Se dieron unos resultados que proporcionaban una fuerte evidencia de la existencia de un único vínculo entre la repugnancia física y moral.
La palabra «asqueroso» se utiliza en respuesta a inputs relacionados con enfermedades o contaminación, así como para adjetivar actos moralmente incorrectos. Esta superposición semántica ha llevado a algunos teóricos a sugerir que la repugnancia expresada en un contexto moral puede constituir un ejemplo convincente de extensión biológica de la repugnancia física al ámbito moral. Esta investigación indica que el aumento de la sensibilidad al disgusto es un rasgo que se asocia con un aumento de hipervigilancia moral, conservadurismo social y favoritismo en el grupo. A pesar de que esta investigación demuestra la evidencia de un vínculo entre el asco y el juicio moral, pocos estudios han comparado este enlace con otras emociones negativas y los críticos argumentan que la repugnancia expresada en respuesta a las transgresiones morales puede utilizarse metafóricamente para expresar enojo. Por lo tanto, se necesitan más investigaciones para determinar la especificidad de la relación entre la moral y el asco.
Los estudios han demostrado que la inducción de sentimientos de disgusto a través de, por ejemplo, la exposición a un mal olor que recuerda una experiencia físicamente repugnante o la visión de un vídeo asqueroso, en un entorno de prueba o por medio de la sugestión hipnótica, aumenta la severidad de los juicios morales emitidos por la persona. Aunque estos estudios muestran que la repugnancia incidental es capaz de aumentar la severidad de los juicios morales, ninguno ha comparado los efectos del disgusto incidental con los efectos de la ira, lo que limita las inferencias que se pueden realizar acerca de si las respuestas a las transgresiones morales se ven afectadas por el asco de manera específica.
La repugnancia se asocia principalmente con una motivación de evitación, por lo que puede conducir a respuestas conductuales coherentes con el rechazo. Por el contrario, la ira se asocia a un enfoque de la motivación, lo que puede conducir al deseo de castigar u obtener una retribución. Nuestras reacciones a las transgresiones morales pueden ser configuradas por el contexto emocional en el que se da la transgresión. Una transgresión que provoca un alto grado de disgusto o se presenta de una manera a fin de evocar el asco puede provocar un deseo de rechazar o condenar al ostracismo social al transgresor. Una transgresión presentada de una manera que provoque la ira o la indignación puede producir el deseo de atacar, castigar o vengarse del transgresor.
Se describen tres tipos de violación moral: de la comunidad (deslealtad o la insubordinación), de autonomía (causando daño a otro) y de la divinidad (causando sensación de impureza o degradación del mismo o de otros). En este estudio se pidió a los participantes que indicaran si una persona expuesta a una de estas violaciones había experimentado ira, asco o desprecio y se pudo demostrar que existía un vínculo específico entre el asco y las violaciones de la divinidad.
Las expresiones faciales de ira y repugnancia pueden diferenciarse en los patrones de actividad muscular. La actividad del músculo junto a la fosa nasal que se retrae y causa que la nariz se arrugue es el componente central de la expresión característica facial de disgusto, además de ser sensible de forma selectiva ante las imágenes repugnantes. Por el contrario, la actividad en el músculo corrugador (el que dibuja el ceño fruncido) es indicador de ira. La actividad muscular sobre estas regiones puede ser indexada correctamente por electromiografía facial (EMG), lo que implica la colocación de pequeños sensores en los músculos faciales que detectan y amplifican los impulsos eléctricos que se generan cuando se contraen los músculos.
Los participantes en este estudio fueron 90 estudiantes de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sídney: 36 varones y 54 mujeres, con un rango de edad 17 a 57 años. Todos los procedimientos fueron aprobados por el Comité de Ética de Investigación Humana de la Universidad de Nueva Gales del Sur. El objetivo del presente estudio fue evaluar la especificidad de la relación entre el asco y la moral mediante la comparación de los vínculos entre el asco y las transgresiones morales con la ira, el uso de medidas de rasgo de emotividad o el estado fisiológico. A quienes se les indujo disgusto tuvieron una actividad mayor del músculo elevador del labio cuando vieron imágenes de transgresiones morales en comparación con aquellos que experimentaron ira o ninguna emoción inducida. La investigación actual también examinó si la sensibilidad al disgusto fue el rasgo más fuertemente correlacionado con las respuestas a las transgresiones morales que al rasgo de ira.
Para las personas que no fueron sometidas a ninguna inducción de la emoción la característica disgusto se correlacionó positivamente con el músculo elevador del labio durante la visualización de imágenes que mostraban transgresiones morales, mientras que la ira no se asoció con ninguno de los índices de EMG de respuesta emocional. Aunque se puede argumentar que los diferentes métodos de inducción tienen efectos dispares sobre la calidad de la emoción evocada, los resultados no se modificaron después de la inducción de la emoción. Esto indica que, independientemente de cómo se obtuvo la emoción, el estado de asco predijo significativamente las respuestas fisiológicas a las transgresiones morales, mientras que la ira no lo hizo.
En conclusión, el presente estudio es el primero en utilizar un enfoque multimétodo para evaluar la singularidad de la relación entre el asco y la moral, mediante la comparación de este vínculo con la ira, el uso de medidas de rasgo de respuesta y los estados emocional y fisiológico. Los resultados indican una relación única entre el asco y los temas morales, mostrando que tanto el disgusto incidental como el rasgo de sensibilidad disgusto se asocian con mayores respuestas fisiológicas a las transgresiones morales, mientras que la ira no. Los datos de EMG indican que una mayor respuesta a los temas morales se corresponde con el asco, en lugar de una expresión facial de enojo. Esta investigación proporciona una fuerte evidencia de que la repugnancia expresada en un contexto moral no se usa metafóricamente para expresar la ira. Este trabajo facilita una sólida plataforma desde la que investigar la noción de que la repugnancia moral representa la expansión biológica de repugnancia física en el dominio moral.
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