Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Thin Slices of Athletes’ Nonverbal Behavior Give Away Game Location: Testing the Territoriality Hypothesis of the Home Game Advantage” de Furley, P.; Schweizer, G. y Memmert, D. (2018), sobre la territorialidad en deportes competitivos, en el que se investiga si se puede detectar quién juega en casa o fuera en partidos de fútbol por la conducta no verbal de los jugadores, así como si los que juegan en casa exhibían una mayor territorialidad a través de su comportamiento.
La territorialidad puede definirse como la ocupación de un área «por un animal o grupo de animales por medio de la repulsión mediante la defensa abierta o los avisos».
Algunos autores sostienen que los humanos a veces muestran una respuesta territorial similar a los animales, pudiéndose observar en contextos de deportes competitivos. Por ejemplo, se descubrió que los niveles de testosterona eran mayores antes de partidos de fútbol en casa que fuera de ella. Este mayor nivel de testosterona se asoció con niveles más altos de confianza y niveles más bajos de ansiedad cuando se juega en casa en comparación con fuera.
Por lo tanto, la investigación de los autores abordó la cuestión de si jugar en casa o fuera está asociado con ciertas señales no verbales asociadas con la territorialidad. Concretamente, con demostraciones de dominio, agresión y asertividad.
Para ello, la investigación se basa también en la teoría de “thin slices” o cortes finos. Esta consiste, esencialmente, en observar una breve interacción a partir de la cual sacar conclusiones sobre la actitud y emociones de quienes interactúan.
Así las cosas, los autores llevaron a cabo tres experimentos. En el primero, 80 participantes, sin gran experiencia futbolística, observaron videos escogidos aleatoriamente de los jugadores antes de los partidos. En los videos se evitó mostrar características del estadio y se modificaron algunos de los jerséis de los jugadores. De este modo, se pretendía no dar pistas sobre la localización del partido.
Como resultado, los observadores fueron capaces de distinguir a los futbolistas que jugaban en casa de los que jugaban fuera. Este dato está en consonancia con la hipótesis de la territorialidad. Es decir: parece que los jugadores mostraron algunas señales válidas que estaban asociadas con la localización del juego.
En consonancia con dichos resultados, en el segundo experimento se pidió a los participantes que volvieran a ver los videos. Esta vez, el objetivo era centrarse en el comportamiento no verbal de los jugadores. Los participantes se dividieron en dos grupos de 102 (quienes vieron a los jugadores con los jerséis modificados) y 101 (estos vieron a los jugadores sin los jerséis modificados) personas. Con respecto al comportamiento no verbal, se midieron específicamente las demostraciones aparentes de dominación, agresividad y asertividad de los futbolistas.
Pues bien, los resultados mostraron que, para el grupo con los jerséis modificados, se detectaron principalmente signos de dominación y asertividad, pero no tanto de agresividad, en base a la territorialidad. Con respecto al grupo con los vídeos sin jerséis modificados, los resultados son los mismos, añadiendo efectos significativos en cuanto a la agresividad percibida.
Cabe añadir que, en ambos grupos de participantes, no existieron diferencias significativas en lo referente al género.
Así pues, los resultados de ambos grupos son similares, si bien el efecto de la territorialidad era más pronunciado en el grupo que vio a los jugadores con el jersey original (no modificados). Por consiguiente, el comportamiento no verbal de los jugadores varía según la localización (si juegan en casa o fuera). Así, los que juegan en casa demuestran mayor dominación y asertividad, pareciendo también más agresivos pero de manera menos significativa.
Puede decirse, entonces, que los atletas que juegan en casa se sienten más confiados y amigables que al jugar fuera de casa. Por tanto, parece probable que los resultados se refieran a comunicar no verbalmente la territorialidad y no a otras cuestiones.
Finalmente, el tercer experimento tenía como finalidad comprobar si en partidos de fútbol de aficionados también era posible distinguir esto. Es decir, si los jugadores estaban en casa o fuera, así como los tipos de comportamiento no verbal medidos previamente. En total, 112 personas nuevas sin conocimientos particulares de fútbol visionaron una serie de videos al respecto.
Los resultados reflejaron que, en partidos aficionados o menos profesionales, también se distinguió a quienes jugaban en casa o no. Una vez más, no se apreciaron diferencias de género entre los participantes en los resultados. Asimismo, los jugadores demostraban dominancia, asertividad y agresividad en base a localización del juego, siendo mayor cuando jugaban en casa.
Sin embargo, este comportamiento no verbal también podría estar influenciado por otros factores aparte de la territorialidad. Consecuentemente, se requiere de más investigación al respecto.
En consecuencia, los atletas tanto profesionales como aficionados indicaban una relativa mayor dominancia, asertividad y, posiblemente, aunque en menor medida, agresividad a través de signos no verbales cuando el partido era jugado en su casa. Así, tanto la comunicación de la territorialidad como la dominación pueden considerarse un importante mecanismo de adaptación que promueve el orden social en los grupos y ayuda a evitar una agresión abierta dañina.
El principal hallazgo de la investigación de los autores apoya la hipótesis de la territorialidad en los deportes competitivos. Esta sugiere que los humanos muestran una respuesta protectora natural (evolucionada) en incursiones territoriales.
La ventaja de jugar en casa se basa en una gran cantidad de investigaciones que muestran que los atletas y equipos suelen rendir mejor cuando compiten en casa en comparación con fuera. ¿Por qué esto es así?
Entre todas las explicaciones, una posibilidad es la respuesta territorial, que incluye niveles más altos de testosterona. Esta contribuye a que los atletas incrementen conductas de riesgo y mejoren las tasas metabólicas de los músculos y la habilidad espacial. En adición, el comportamiento no verbal más dominante y confiado puede afectar a oponentes en su propia confianza y expectativas.
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