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Lydia Gonzalez

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo ““Place or Character” of a Business: Environmental Criminology and Negligent Security Litigation” de Fox Gotham, K. (2020), en el que se analizan el uso y aplicación de la criminología ambiental en casos judiciales que involucran negligencias de seguridad.

La responsabilidad de una empresa por una demanda de seguridad negligente es una reclamación por daños en un tribunal civil, en nombre de una víctima de un delito, contra el propietario o gerente del local donde ocurrió el delito. En estos casos, las lesiones pueden surgir por robo, violación, secuestro, agresión… Asimismo, es habitual que la víctima del delito afirme que el propietario de la empresa no evitó que ocurrieran ataques previsibles y, en consecuencia, evitables.

Aunque el propietario de la empresa no cometió el delito, la víctima puede alegar que el tribunal debe responsabilizarle por este y, por tanto, indemnizar a la víctima. Para imponer responsabilidad civil en casos de negligencia en materia de seguridad, debe establecerse primero que los propietarios de la empresa tenían el deber legal de proporcionar las medidas de seguridad adecuadas, o tomar las precauciones necesarias para proteger a la víctima de actos delictivos.

Las demandas de seguridad negligentes o inadecuadas pueden surgir en muchas situaciones y contextos socio espaciales diferentes. La naturaleza de las reclamaciones y contrademandas variará según el conjunto único de hechos, circunstancias y pruebas que se presenten en cada caso. Diferentes jurisdicciones emplean sus propias pruebas para evaluar dicha previsibilidad, y depende de un jurado determinar si un evento delictivo en un local era razonablemente previsible. Así, encontramos distintos enfoques.

El enfoque de peligro inminente sugiere que el propietario generalmente no es responsable de proteger a otros de las actividades delictivas de terceros, a menos que haya una razón para saber que un agresor era propenso a la violencia. Un enfoque de incidentes similares anteriores se centra en la similitud de eventos delictivos pasados ​​en ¾o cerca de¾ las instalaciones para establecer la previsibilidad y, así, determinar si el dueño de una propiedad es responsable por negligencia en la seguridad.

La prueba de la totalidad de las circunstancias considera la existencia de incidentes similares anteriores, pero también otras circunstancias fácticas relevantes, como las tasas de delincuencia en el área circundante, lugar y carácter del uso de la tierra o el negocio que puede atraer a los delincuentes… Finalmente, la prueba de equilibrio evalúa la previsibilidad y gravedad del daño frente a la carga proporcional impuesta a la empresa para protegerse contra ese daño.

Varias variantes de la criminología ambiental proporcionan la base teórica y analítica para investigar denuncias por seguridad negligente y determinar la previsibilidad del delito. Estas incluyen la teoría de la actividad rutinaria, la teoría del patrón delictivo, la teoría de la elección racional, la prevención situacional del delito y la protección del delito mediante el diseño del entorno.

Es importante destacar que los tribunales distinguen entre la previsibilidad como determinante del deber de cuidado del propietario de una empresa para con sus clientes, y como determinante de si un incumplimiento del deber es una causa próxima de una lesión. Un paso analítico para determinar la previsibilidad del delito es examinar la historia y naturaleza del área en el que ocurrió el delito.

Los factores socioeconómicos y demográficos pueden sugerir la probabilidad o no de una convergencia de objetivos adecuados, delincuentes motivados y falta de tutores capaces. El entorno socioespacial es el contexto dentro del cual evaluar la previsibilidad del delito, ya que los factores espacio-temporales pueden sugerir oportunidades para que los delincuentes motivados victimicen a los objetivos en propiedades particulares.

La criminología ambiental proporciona los fundamentos teóricos para este tipo de análisis delictivo en la medida en que los lugares, y no los individuos, se convierten en la unidad fundamental de análisis.

Así, se ha planteado que un acto delictivo es más previsible si numerosos delitos anteriores se concentran en un período corto de tiempo que si pocos delitos anteriores se difunden a lo largo de un período prolongado. En tanto que no existe una definición o medida estándar y universal acordada de la previsibilidad del delito, los tribunales pueden definir la “previsibilidad razonable” como probable, posible y/o predecible.

Las medidas de seguridad también pueden convertirse en un problema en casos judiciales si un demandante argumenta que tales medidas o, su ausencia, estaban relacionadas con la lesión o daño. Para que se apoye una reclamación por negligencia, debe haber una conexión razonablemente previsible entre el acto negligente del demandado y el daño sufrido por el demandante.

Asimismo, los tribunales habitualmente han concluido que, por sí mismos, el lugar o carácter de una empresa pueden no ser condiciones que determinen si un ataque criminal contra clientes es razonablemente previsible. No obstante, sí pueden influir en el riesgo. El lugar o carácter solo tienen sentido como componentes en el contexto de otros factores.

Un aspecto fundamental del análisis de la previsibilidad del delito es comprender el delito como un evento que ocurre en el tiempo y el lugar. Tanto la criminología ambiental como la investigación en seguridad negligente se interesan por las características del lugar y el entorno socioespacial que pueden atraer o generar actividad delictiva. La criminología ambiental busca respuestas a preguntas sobre la delincuencia, estructura de oportunidades y características de una empresa que pueden invitar a la delincuencia.

En conclusión: los casos de seguridad negligente son complejos. Los tribunales necesitan expertos capacitados para ayudar a los jueces y jurados a comprender la evidencia, determinar los hechos de un caso y decidir entre interpretaciones rivales de los hechos.

Los sociólogos y criminólogos que trabajan como expertos en seguridad de las instalaciones tienen acceso a una gran cantidad de datos sobre delitos y seguridad. Asimismo, los resultados de la investigación que se derivan de la investigación de un caso pueden ser fuentes valiosas para realizar contribuciones sustantivas, teóricas y metodológicas a la criminología y otras disciplinas y campos científicos.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Patterns of Necrophilic Behaviors in Sexual Homicide: A Criminological Perspective” de Chopin, J. y Beauregard, E. (2020), en el cual se investigan la necrofilia y los patrones de comportamientos necrofílicos en casos de homicidio sexual.

La necrofilia se define como la gratificación sexual que se obtiene al tener relaciones sexuales con cadáveres. Este comportamiento está clasificado por el DSM V, describiéndose como una “excitación sexual intensa y recurrente que involucra cadáveres”.

La mayoría de los necrófilos no mantienen relaciones sexuales con los muertos, contentándose con fantasear con actos sexuales post-mortem. Si deciden actuar, los individuos necrófilos utilizan diferentes contextos para encontrar cuerpos de personas que ya están muertas. En algunos casos, el homicidio puede preceder al acto necrofílico. Algunos estudios han considerado a los homicidas sexuales necrofílicos como un tipo específico de delincuente.

Sin embargo, pocos estudios han examinado casos de homicidio sexual, incluyendo actos necrofílicos, basándose la mayoría de estos en informes de casos. Aunque dichos estudios brindan una visión única de las características de los homicidas sexuales necrofílicos, son difíciles de generalizar, pudiendo representar los casos más extremos o inusuales.

En cuanto a las características demográficas de estos homicidas, son siempre hombres y en su mayoría solteros, aunque a menudo viven con alguien. Otros autores encontraron que la edad promedio era de 26 años, siendo la mayoría trabajadores o desempleados. Asimismo, casi todos tenían detenciones previas. En cuanto a su estilo de vida sexual, se ha identificado que los asesinos pseudonecrofílicos (es decir, con atracción transitoria por los cadáveres) tienen más probabilidades de ser heterosexuales en comparación con los asesinos necrofílicos genuinos, mientras que otros estudios encontraron que algunos de ellos pueden sufrir disfunciones sexuales.

Las tipologías teóricas y clínicas a menudo consideran las conductas necrofílicas presentes en el homicidio sexual como una categoría en sí misma. El estudio de los autores investiga las características del delincuente, la víctima y el crimen de los homicidios sexuales donde se perpetraron actos necrofílicos para determinar si la motivación principal para matar está asociada con la obtención de cadáveres o si los actos sexuales post-mortem fueron conductas desviadas secundarias.

La muestra utilizada en este estudio se extrajo de la base de datos internacional de homicidios sexuales. Esta incluye homicidios sexuales resueltos y no resueltos ocurridos entre 1948 y 2018 en Francia y Canadá. Para responder a esta pregunta de investigación, se utilizó una muestra de 109 casos resueltos, donde se identificaron actos sexuales post mortem.

Las características del delincuente, comportamientos sexuales y no sexuales están asociados con esta parafilia. A diferencia de ciertas clasificaciones, las clasificaciones empíricas se identifican a partir de un número adecuado de observaciones, lo que aumenta la generalización de los hallazgos. El mejor modelo sugirió que los homicidas sexuales involucrados en conductas necrofílicas pueden dividirse en cuatro grupos: oportunistas, experimentales, preferenciales y sádicos.

Los oportunistas constituyen el grupo más importante del modelo. Estos son en su mayoría solteros, consumieron alcohol antes del delito y es más probable que tengan condenas penales previas. Estas características son congruentes con estudios previos sobre individuos para los cuales los actos necrofílicos no son la motivación principal del delito.

Curiosamente, los delitos perpetrados por este tipo se caracterizaron por dos aspectos principales: la presencia de robo y la baja diversidad de actos sexuales ante-mortem. Por un lado, la toma de objetos pertenecientes a la víctima puede suceder después de la agresión sexual y el homicidio. Por otro, quitarle objetos a la víctima puede ser la motivación principal, mientras que los actos sexuales y el homicidio suceden como una ocurrencia tardía, siendo esto más probable.

Los experimentales suelen estar en una relación, consumieron alcohol o drogas antes del delito y agredieron solo a mujeres víctimas. Se observaron dos tendencias principales. En primer lugar, estos delincuentes cometieron una importante diversidad de actos sexuales ante-mortem. En segundo lugar, los hallazgos indicaron que estos delincuentes no participaron en actos sádicos ante-mortem y post-mortem. Con base en la diversidad de actos sexuales ante-mortem perpetrados, puede suponerse que estaban motivados principalmente para tener relaciones sexuales con una víctima viva.

Los preferenciales son en su mayoría solteros, presentan disfunciones sexuales y tienen un estilo de vida más solitario. Esto sugiere que presentan dificultades relacionales y no logran establecer relaciones normales (sociales, sexuales…). Se observan dos posibles patrones de “verdadera necrofilia”.

En algunos casos, estos agresores intentaron tener interacciones sexuales ante-mortem pero, ante el fracaso de completar con éxito el crimen, optaron por matar a su víctima para tener una pareja que no se resistiese o le rechazara. Asimismo, la principal motivación puede ser obtener un cadáver con fines sexuales. En estos casos, la muerte de la víctima está motivada por el impulso necrofílico. En tales situaciones, es más probable que las actividades sexuales post mortem se combinen con la mutilación corporal y el desmembramiento.

Finalmente, los sádicos tienen un perfil relativamente común y están bien socializados (sin un estilo de vida solitario). Estas personas poseían una colección sexual (es decir, películas, imágenes mostrando comportamientos sexuales desviados…) que alimentaba sus fantasías sexuales desviadas. La necrofilia en un proceso sexual sádico puede tener diferentes propósitos. Los actos necrofílicos pueden considerarse como una forma definitiva de degradación y humillación.

Asimismo, en algunos casos se perpetraron actos necrofílicos porque los comportamientos ante-mortem y el asesinato no fueron suficientemente satisfactorios para el delincuente. Para los agresores sádicos, los actos sexuales post-mortem se consideran actos secundarios de un proceso centrado en la humillación, tortura y muerte de las víctimas.

Por tanto, los hallazgos proporcionan evidencia empírica de que los homicidas sexuales involucrados en conductas necrofílicas constituyen una población heterogénea de delincuentes. Consecuentemente, los investigadores criminales deben ser conscientes de que la presencia de actos sexuales post-mortem no se refiere a una sola categoría de homicidas sexuales. Es importante observar otros comportamientos en la escena del crimen para determinar la hipótesis de trabajo y priorización de sospechosos. Los profesionales también deben adaptar el tratamiento de estos individuos en función de la motivación de los actos necrofílicos.

Así, la investigación futura, entre otras cuestiones, debe probar la validez de esta clasificación con datos de otros países. También se necesita más investigación empírica para analizar los factores de riesgo psicológicos y del desarrollo de los diferentes tipos de homicidas sexuales involucrados en conductas necrofílicas.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Fraud detection via behavioral sequence embedding” de Liu, G.; Guo, J.; Zuo, Y.; Wu, J. y Guo, R. (2020), en el cual se analizan los patrones conductuales secuenciales que permiten detectar el fraude.

El fraude se puede considerar como un tipo de comportamiento anómalo con beneficios ilegales. Para ocultar estos propósitos ilegales, los estafadores pueden pretender actuar como usuarios normales. Por tanto, la detección de conductas fraudulentas sigue siendo una tarea desafiante.

Sin embargo, algunos comportamientos fraudulentos se manifiestan en períodos de tiempo consecutivos, ya que la mayoría de los estafadores no tendrían éxito a través de un único contacto con la víctima potencial. En otras palabras, cuando los comportamientos consecutivos se ordenan en una secuencia conductual, podrían observarse patrones de conducta potencialmente más anómalos indicativos de fraude, estafa…

A excepción de los atributos independientes para describir un comportamiento en las secuencias, la estructura de interacción formada en estas secuencias ¾es decir, con quién interactúan los usuarios, etc¾ también puede ayudar a sondear la normalidad de sus comportamientos. De hecho, el comportamiento fraudulento generalmente involucra a dos partes. A saber, las fuentes y los objetivos. Las que lanzan los comportamientos fraudulentos serían fuentes y las víctimas potenciales de estos actos fraudulentos los objetivos.

Las interacciones entre las fuentes que realizan el fraude y los objetivos afectados pueden formar una red dinámica bipartita. Así, los patrones de interacción pueden manifestarse naturalmente en la estructura de la red. En realidad, varios estafadores pueden formar un grupo para llevar a cabo fraudes simultáneamente, atacando consecutivamente a un grupo focal de usuarios en un corto período de tiempo.

En escenarios de fraude, un grupo de estafadores puede desempeñar diferentes roles y trabajar juntos. Por lo tanto, se considera que la estructura de interacción juega un papel importante en la distinción entre comportamientos fraudulentos y normales y que, de hecho, se origina en las secuencias de comportamiento.

Para abordar estos desafíos en la detección de fraudes, los autores propusieron modelar las secuencias de comportamiento en lugar de detectar el fraude a partir de momentos instantáneos, concretos o aislados de comportamiento. Así, los autores realizaron un análisis exploratorio en un conjunto de datos de telecomunicaciones real, con el fin de descubrir los patrones de comportamiento de los estafadores en comparación con los de los usuarios normales.

El modelo propuesto por los autores fue una nueva red neuronal recurrente. Esta se denominó modelo de memoria histórica de largo y corto plazo, basado en la atención histórica y mejorada por la red neuronal (NHA-LSTM en inglés). Su objetivo es conocer las representaciones secuenciales de conducta para la detección de fraudes.

De acuerdo con el análisis, se apreció que los estafadores pueden diferir de los usuarios normales en términos tanto deregularidad secuencial como de modo de interacción. Consecuentemente, los autores propusieron codificar comportamientos secuenciales combinando las secuencias conductuales atribuidas con la estructura de interaccióndinámica. Posteriormente, es posible emplear las representaciones conductuales aprendidas para la predicción y clasificación de secuencias, con el fin de detectar los comportamientos fraudulentos.

Específicamente, cada individuo tiene una secuencia conductual atribuida; por ello, era interesante introducir la secuencia en memoria a corto plazo. Teniendo en cuenta la influencia de los diferentes intervalos de tiempo en la distinción de patrones de comportamiento, podemos aumentar la unidad recurrente básica con los intervalos.

Además, el desarrollo de un módulo de atención autohistórica permitiría detectar ocurrencias repetidas en las interacciones para capturar patrones temporales de rutina particulares. Así, aquellos que divergen de los patrones de rutina tienen el potencial de ser identificados como fraudes, o defraudadores. Estas nociones producen, finalmente, el modelo NHA-LSTM.

De acuerdo con el objetivo de la detección de fraudes a partir de secuencias conductuales, el modelo propuesto por los autores se centra en dos tareas. Esto es, predecir el siguiente objetivo del fraude, realizado a través de la llamada en el contexto de telecomunicaciones propuesto, y clasificar las secuencias conductuales en base a determinadas etiquetas.

Así, los autores implementaron los experimentos basados ​​en ambos enfoques. Con respecto a los métodos de referencia, los autores compararon su método con varios métodos de aprendizaje de secuencias, incluida la memoria a corto plazo y sus variantes.

Los resultados mostraron lo siguiente. El modelo basado en la predicción de los objetivos de la llamada se aplicó en el conjunto de prueba para obtener la “pérdida promedio”. Esta es: los errores promedio en la predicción de los objetivos de llamada de cada individuo. Se considera que las personas que llaman con grandes errores de predicción se desvían de los patrones secuenciales regulares. Por tanto, es más probable que se identifiquen como usuarios fraudulentos.

Entre los otros métodos de referencia, la memoria a corto plazo en fases funciona mejor que otros, lo que garantiza que la información de periodicidad temporal sea realmente útil para modelar los patrones conductuales. Esto también sugiere que es necesario y efectivo integrar la dinámica del comportamiento y el modelado del contexto, lo que mejora el desempeño del modelo NHA-LSTM. Sin embargo, sin un diseño específico para dependencias a largo plazo, dicho modelo funciona peor que el tradicional de memoria a largo plazo.

Así, los usuarios normales se diferencian enormemente de los estafadores en términos de patrones de comportamiento, lo que motiva a diseñar el módulo de atención en el modelo. Para diferentes usuarios, las características cíclicas específicas de los comportamientos también son variadas. No obstante, no se detectó ninguna regularidad interpretable destacada por parte de los defraudadores, lo que ilustra que el comportamiento del defraudador tiene cierta aleatoriedad. En consecuencia, encontramos dificultades para construir características de similitud o periodicidad al considerar los comportamientos históricos.

Dados los módulos de atención autohistórica e interactivo, basado en la atención y la memoria a largo y corto plazo, el modelo logra un mejor rendimiento en la predicción de objetivos y la clasificación de estafadores. Esto contribuye a la detección de fraudes basada en las secuencias observadas.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Development of Necrobia rufipes (De Geer, 1775) (Coleoptera: Cleridae) under constant temperatures and its implication in forensic entomology” de Hu, G.; Wang, M.; Wang; Y.; Tang, H.; Chen, R.; Zhang, Y.; Zhao, Y.;Jin, J.; Wang, Y.; Wu, M. y Wang, J. (2020), en el que se investiga el desarrollo del escarabajo Necrobia rufipes y su implicación para la entomología forense.

La entomología forense se refiere a la aplicación del estudio de insectos y otros artrópodos a las investigaciones legales. La aplicación más común médico criminal está relacionada con las investigaciones de la muerte, como el intervalo post mortem. La edad de los insectos inmaduros más antiguos en un cadáver proporciona una estimación de cuándo una hembra adulta ovipositó (depositar los huevos de larvas) por primera vez, lo que se define como el intervalo post mórtem mínimo.

La investigación en entomología forense está dominada por estudios sobre moscas necrófagas. Los escarabajos (coleópteros) son los insectos dominantes presentes en los cadáveres en las últimas etapas de descomposición, lo que proporciona evidencia para estimar el mencionado intervalo post mórtem mínimo. Durante la última década, los escarabajos han atraído gradualmente la atención de los investigadores en este campo de estudio. Los experimentos de sucesión indicaron que dichos escarabajos llegan a los cadáveres en diferentes etapas de descomposición. También hubo diferencias con respecto a sus hábitos biológicos.

Necrobia rufipes (De Greer, 1775) (Coleoptera: Cleridae) es un insecto cosmopolita que causa daños considerables en productos de almacenamiento, como el queso, pescado seco, jamón… y otros ricos en proteínas. También es de importancia forense, encontrándose comúnmente en los cadáveres, y se utiliza para estimar el momento de la muerte. Experimentos previos de sucesión de insectos indicaron que N. rufipes estaba presente principalmente en la etapa de descomposición cuando ya no hay tejido fresco en los cadáveres. Sin embargo, este momento difiere según las diferentes regiones.

En la mayoría de las situaciones, estuvieron presentes principalmente en la etapa de descomposición avanzada y en la etapa seca. Además, con el aumento de temperatura, los Cleridae llegan a los cadáveres en etapas de descomposición más tempranas. Otros experimentos de sucesión indicaron que Cleridae solo llega a los cadáveres en la etapa seca de la descomposición tardía.

Varios investigadores de todo el mundo realizaron estudios sobre esta especie. Tratándose de una plaga de insectos importante, durante años los investigadores se centraron, principalmente, en los efectos de N. rufipes en productos almacenados, así como en la prevención y tratamientos de dichos productos para evitar la infestación. Sin embargo, hasta ahora, los datos del desarrollo sistémico siguen siendo insuficientes.

En el estudio de los autores se investigó el desarrollo de N. rufipes en el laboratorio a diferentes temperaturas constantes. Se realizaron mediciones in vivo para monitorear los cambios morfológicos de las larvas de N. rufipes durante el desarrollo, para una mejor aplicación en investigaciones reales.

Se recolectaron 15 adultos de N. rufipes de un experimento de sucesión en canales de cerdo, en la primavera de 2018 en China. Estos individuos se utilizaron para establecer una población de laboratorio. La caja de cría se introdujo en la incubadora a una temperatura de 25ºC y una humedad del 70%. Los adultos fueron alimentados con carne magra de cerdo que se había secado en la secadora y se utilizó una esponja absorbente de agua como fuente de agua. Se cortó una máscara estéril de tres capas y se remojó en agua, que después se agregó a la caja de reproducción donde los adultos la usaron como sustrato de oviposición. Se presentaba encima de la carne magra de cerdo deshidratada y se reponía todos los días. La gasa con los huevos recién desovados se colocó en otra caja de cría. Antes de los experimentos formales, para determinar el rango de temperaturas experimentales, se llevaron a cabo experimentos previos.

Los resultados revelaron lo siguiente. El canibalismo en esta especie, a temperaturas más altas, fue más frecuente que a temperaturas más bajas. Del mismo modo, si no hubiera un lugar adecuado para la pupa de las larvas maduras, el tiempo de pupa se alargaría. La mortalidad osciló entre el 16% y el 100%, lo que incluyó la mayor mortalidad a temperaturas extremas y la menor a temperaturas intermedias. La muerte de las larvas ocurrió principalmente en el primer y cuarto estadío hasta la formación de la cámara pupal. En un rango de temperatura de 22–36 ºC, los huevos tuvieron el tiempo de desarrollo más largo a 22ºC y el tiempo más corto a 36ºC.

Cuando N. rufipes se encuentra en la etapa no larvaria, se puede realizar una inferencia completa de acuerdo con la duración del desarrollo de N. rufipes. Sus hábitos le permiten alimentarse y desarrollarse en los tejidos residuales de los cadáveres, lo que amplía el rango de tiempo de la estimación del intervalo post mortem. Sin embargo, en el estudio, aún a temperatura óptima, la mortalidad de las larvas fue relativamente mayor. Esto podría ser debido al comportamiento de presa caníbal de las larvas de N. rufipes. Además, la infección por microorganismos en el entorno de alimentación también puede provocar la muerte de las larvas.

Asimismo, se mostró que, sin un sitio de oviposición adecuado, los adultos pondrían menos huevos o incluso ningúnhuevo. Además, si las hembras adultas ovipositaban en sitios sin un ocultamiento suficiente, otros adultos y larvas de N. rufipes, o de otras especies, se alimentarían de los huevos. El sitio de pupa adecuado también afecta al desarrollo de las larvas. A 25ºC, los resultados de este estudio indicaron que el período de desarrollo de N. rufipes desde la oviposición hasta la emergencia adulta fue de 66.15 días. Dentro de un rango de temperatura de 22 a 36 ºC, con el aumento de la temperatura, la tasa de desarrollo y mortalidad también aumentaron.

A temperaturas de 19ºC y 39ºC, aunque los huevos eclosionaron, las larvas no pudieron lograr su desarrollo; la mayoría murieron en el primer estadío. Esto sugiere que ambos valores pueden estar cerca de los umbrales de temperatura de desarrollo más bajos y altos, respectivamente. Asimismo, los resultados indicaron que el umbral de desarrollo de baja temperatura de N. rufipes fue más alto que el de otros insectos necrófagos.

Los cambios de los índices morfológicos y de estimación de estadíos durante el desarrollo permanecían desconocidos, impidiendo la aplicación de N. rufipes para estimar el intervalo post mortem mínimo en entomología forense. Para una deducción más precisa del tiempo de desarrollo, se seleccionaron los anchos de la cápsula de la cabeza y el pronoto de las larvas de N. rufipes como índices para deducir los estadíos. Al estimar la duración del desarrollo, todos los índices deben combinarse para obtener un intervalo post mortem mínimo más preciso.

En comparación con las moscas, la cría de Cleridae en el laboratorio es relativamente difícil debido a su baja tasa de reproducción y su largo ciclo de crecimiento. Además, dado el tamaño de las larvas, era necesario observar su desarrollo con un microscopio estereoscópico, aumentando las dificultades del experimento.

Consecuentemente, en este estudio, las duraciones de desarrollo solo se obtuvieron para 30 muestras que lograron todo el desarrollo y para cada temperatura. Ya que no es un tamaño de muestra grande, pueden existir ciertas diferencias entre los datos del estudio y los valores reales. Esto podría afectar la precisión de la estimación del intervalo post mortem en cierta medida. En futuras investigaciones de seguimiento sobre la especie, la frecuencia de muestreo deberá aumentarse adecuadamente para obtener resultados más precisos.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Psychopathy and COVID-19: Triarchic model traits as predictors of disease-risk perceptions and emotional well-being during a global pandemic” de Sica, C.; Perkins, E. R.; Latzman, R. D.; Caudek, C.; Colpizzi, I.; Bottesi, G.; Caruso, M.; Giulini, P.; Cerea, S. y Patrick, C. J. (2021), en el que se analiza los roles de los rasgos psicopáticos y las percepciones de los riesgos relacionados con el COVID-19 en la predicción del estrés y el afecto positivo durante la pandemia.

La evidencia de epidemias anteriores sugiere que el aislamiento social puede tener importantes impactos psicológicos, incluido un mayor estrés y una disminución del bienestar emocional. El impacto en la salud mental en la pandemia del Covid-19 puede estar moderado por factores individuales, como la probabilidad percibida de contraer covid y sobrevivir a una infección.

Los rasgos psicopáticos pueden representar características adicionales que influyen en las respuestas psicológicas al Covid-19. La psicopatía se caracteriza por características afectivas (insensibilidad, falta de empatía), interpersonales (manipulación, dominio social) y conductuales (impulsividad, búsqueda de sensaciones). Aunque solo el 1% de la población se consideraría clínicamente psicopática, los rasgos componentes varían sustancialmente en la población general y pueden proporcionar información sobre otros fenómenos psicológicos.

El modelo triárquico de la psicopatía postula que las medidas alternativas de la psicopatía reflejan constructos comunes de audacia, mezquindad y desinhibición. Es importante destacar que los rasgos triárquicos muestran relevancia transdiagnóstica, más allá de la psicopatía, exhibiendo patrones distintos y robustos de asociaciones con problemas clínicos, así como con variables fisiológicas y conductuales de tareas.

La audacia abarca el dominio social, la resistencia al estrés y la asunción de riesgos sin miedo. Por otro lado, muestra relaciones negativas con las medidas fisiológicas de temor y ansiedad. También se ha sugerido que la audacia es un estilo afectivo-conductual resiliente y orientado al enfoque. La mezquindad abarca la insensibilidad emocional, la empatía deficiente y la falta de vínculos estrechos; reflejaría deficiencias en el procesamiento de señales sociales afiliativas.

El tercer rasgo, la desinhibición, implica una propensión a los problemas de control de los impulsos (incluida la conducta antisocial, el uso de sustancias y el trastorno por déficit de atención/hiperactividad), una insistencia en la gratificación inmediata y una regulación deficiente de los afectos y los impulsos. Se asocia con una mayor susceptibilidad a la angustia y un control deficiente, reflejado en la regulación de las emociones, la función ejecutiva y las medidas de respuesta cerebral.

El Covid-19 ha tenido efectos sustanciales y perjudiciales para la salud mental. Se sabe que la cuarentena y el aislamiento están asociados con la angustia emocional. Esto incluye la ansiedad, depresión y el estrés postraumático relacionado con la cuarentena, así como la disminución de la experiencia de emociones positivas.

Debido a la ubicuidad sin precedentes de las restricciones, esta pandemia puede representar una amenaza psicológica aún mayor que otros brotes recientes. Así, el estudio de los autores investigó la relación entre los rasgos psicopáticos descritos y el impacto psicológico de la pandemia.

Dadas las circunstancias únicas de un cierre nacional, se reclutaron un total de 619 participantes adultos en Italia en el período de marzo a junio de 2020. Se administró una batería de cuestionarios online a través de redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram).

La medida de psicopatía triárquica se utilizó para operacionalizar los tres constructos triárquicos: audacia, mezquindad y desinhibición. El cuestionario de vulnerabilidad percibida de las enfermedades se utilizó para evaluar las creencias sobre la propia susceptibilidad a las enfermedades infecciosas en general. El cuestionario sobre la peligrosidad percibida de la infección se desarrolló para evaluar las percepciones de los participantes sobre la peligrosidad de la infección por Covid-19. Los tres cuestionarios fueron traducidos al italiano.

Los resultados mostraron lo siguiente. La audacia —que se ha relacionado con la insensibilidad a las amenazas y la baja reactividad defensiva— se relacionó directamente con un menor estrés y un mayor afecto positivo. Indirectamente, se asoció con percepciones más bajas de susceptibilidad personal a la infección y peligrosidad del Covid-19. La mezquindad, que representa el extremo inferior de una dimensión de afiliación bioconductual, se relacionó con un menor estrés y un mayor afecto positivo solo indirectamente, a través de una menor peligrosidad percibida del Covid-19. Por el contrario, la desinhibición se relacionó solo directamente con un mayor estrés y un menor afecto positivo durante el Covid-19.

Estos hallazgos amplían la comprensión científica de las características disposicionales relacionadas con el bienestar emocional durante una crisis. Sobre la base de otros estudios recientes de psicopatía, estos resultados sugieren que los rasgos bioconductuales vinculados a distintas características psicopáticas pueden desempeñar funciones protectoras o promotoras de los problemas de salud mental durante la pandemia del Covid-19.

Los resultados proporcionan evidencia inicial de que las bajas percepciones sobre una amenaza pueden explicar parte de la asociación de la audacia con el afecto positivo y el bajo estrés durante la pandemia. Es de destacar que la baja sensibilidad a las amenazas y las características afectivo-interpersonales de la psicopatía también parecen estar asociadas con una menor participación en conductas protectoras.

A pesar de sus limitaciones, el presente estudio contribuye a la literatura existente al demostrar las influencias diferenciales de los rasgos relacionados con la psicopatía en las percepciones de la enfermedad y el bienestar emocional durante la pandemia del Covid-19. Los resultados apoyan el valor heurístico de los rasgos triárquicos como una forma de explicar fenómenos socioemocionales complejos. Esto amplia trabajos previos centrados en modelos unidimensionales o bifactoriales de la psicopatía.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Assisting the Investigation of Stranger Rapes: Predicting the Criminal Record of U.K. Stranger Rapists From Their Crime Scene Behaviors” de Almond, L.; McManus, M.; Bal, A.; O’Brien, F.; Rainbow, L. y Webb, M. (2018), en el que se investiga la predicción de antecedentes penales de agresores sexuales desconocidos mediante el análisis de las escenas del crimen en casos de violación en Reino Unido.

Los métodos de investigación policial utilizados actualmente en el Reino Unido para delitos graves sin resolver han combinado la investigación y el uso de investigadores conductuales, quienes brindan apoyo y asesoramiento en la investigación de dichos casos.

Las estadísticas publicadas por el Ministerio de Justicia en 2013 mostraban que alrededor de 97.000 personas son violadas cada año en el Reino Unido, siendo el 87% mujeres. Asimismo, el 10% de las agresiones sexuales contra una mujer las cometió un extraño. Los casos de violación por extraños o agresores desconocidos pueden ser particularmente difíciles de resolver. A menudo se carece de evidencia física, y a veces solo el relato proporcionado por la víctima está disponible para los investigadores.

El marco central de la elaboración de perfiles criminales es que las acciones en la escena del crimen se utilizan para hacer inferencias sobre las características un delincuente desconocido. La gran mayoría de los agresores sexuales tiene antecedentes penales; investigaciones previas sugieren que alrededor del 84% de los violadores desconocidos tienen condenas previas. Estos infractores, por tanto, ya están registrados en el sistema. Así, la elaboración de perfiles sobre antecedentes penales tiene el potencial de ser una poderosa herramienta de investigación. Para la práctica forense, los psicólogos han examinado la relación entre los comportamientos en la escena del crimen y los antecedentes penales del delincuente.

Sin embargo, existe poca investigación internacional sobre las relaciones entre los comportamientos en la escena del crimen y los delitos cometidos por los delincuentes reincidentes. Entre estos estudios, Lea, Hunt y Shaw intentaron explorar las asociaciones entre la conducta criminal y los antecedentes penales. Con una muestra de 106 violadores desconocidos del Reino Unido, encontraron que los delincuentes que robaron a la víctima tenían más probabilidades de tener condenas previas por robo, respaldando hallazgos de investigaciones anteriores. También se observó que los delincuentes que tomaron precauciones usando disfraces tenían más probabilidades de tener antecedentes penales.

En contraposición, no se encontró una asociación significativa entre los comportamientos delictivos violentos y las condenas previas violentas. En consecuencia, los estudios anteriores indican que existe alguna evidencia de que los comportamientos delictivos pueden ser útiles para predecir los antecedentes penales de violadores desconocidos, lo que posteriormente puede ayudar con la posible priorización e identificación. Por esta razón, los autores llevaron a cabo su propio estudio para comprobar la validez del potencial de esta teoría.

La muestra de datos consistió en 474 violadores desconocidos condenados contra una víctima femenina. En este estudio, la violación por un desconocido se definió como una violación en la que el autor y la víctima no se conocían entre sí. El comportamiento en la escena del crimen constaba de 22 variables en total. Estas variables pueden clasificarse ampliamente como: ocultación de identidad, comportamiento delictivo, precauciones de salida tomadas, acercamiento, ubicación, vestimenta y escena. Los antecedentes o preconvicciones consistieron en 9 variables: antecedentes penales, robo, daños penales, drogas, robo, delito sexual puntual, delito sexual, hurto y violencia.

Los resultados revelaron varios hallazgos significativos. Por un lado, los comportamientos instrumentales, que mostraban experiencia criminal, eran indicativos de antecedentes penales de tipo más instrumental (ej. Delitos contra la propiedad). Solo se observaron unos pocos factores asociados con preconvicciones violentas y no con preconvicciones sexuales. La “referencia a la policía” y la “entrada forzada” se asociaron significativamente con antecedentes de robo y hurto. No obstante, también se consideró que la referencia a la policía estaba asociada con daños criminales y drogas.

Por su parte, la entrada forzada estaba relacionada con robos y antecedentes penales en general. Las condenas anteriores vinculadas a la entrada forzada indican una tendencia hacia los tipos de delitos adquisitivos. Investigaciones anteriores encontraron que la entrada forzada es un comportamiento predictivo en la escena del crimen en todos estos tipos de delitos.

Robar a la víctima se asoció significativamente con tres antecedentes de condenas penales: robo, hurto y delitos adquisitivos para los violadores desconocidos que muestran esta conducta en la escena. Investigaciones anteriores no han explorado la relación entre el daño criminal y las conductas delictivas en violadores desconocidos. El hecho de que una condena previa por daño criminal incluyera la mayoría de las conductas delictivas es alentador y sugiere que la investigación futura debería considerar explorar más a fondo esta variable de condena. No se encontró ningún comportamiento asociado con las preconvicciones por delitos sexuales.

Así, muchos de los hallazgos revelados son nuevos y no se capturaron ni midieron previamente. Esto se ha atribuido al hecho de que las conductas delictivas entre la población de delincuentes sexuales estén cambiando. Este cambio puede facilitarse por el crecimiento de Internet y el aumento general de la actividad online para las actividades del día a día y las delictivas. Por ejemplo, en los últimos años se ha observado un aumento en el fenómeno de las citas online iniciaba en determinados casos violaciones de desconocidos, dando lugar a un nuevo tipo de delincuente sexual.

El análisis de dichas citas ha revelado marcadas diferencias en comparación con otros violadores desconocidos. Por ejemplo, en el caso de las citas online, los agresores tienen menos probabilidades de tener condenas penales (49%) en comparación con otros violadores desconocidos (84%). Así, la investigación futura debería explorar más a fondo este nuevo tipo de delincuente sexual, para conocer mejor la práctica investigativa de sus conductas y dinámicas.

Además, el hallazgo de que algunas conductas predijeron las convicciones previas de un violador desconocido tiene varias implicaciones importantes. Entre estas, ayudar a priorizar los antecedentes potenciales que investigar del agresor es una gran ventaja para las investigaciones de delitos sexuales. Además de mejorar las tasas de detección y detención de agresores sexuales, podría llevar a un empleo más eficiente de los recursos de investigación.

Los hallazgos actuales también son útiles para la investigación conductual, ya que esta depende de la información estadística para respaldar cualquier afirmación conductual realizada.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Analysing criminal profiling validity: Underlying problems and future directions” de Ribeiro, R. A. B. y Soeiro, C. B. B. M. (2021), en el que se analiza la validez de los estudios sobre la perfilación criminal.

La elaboración de perfiles criminales o delictivos es una técnica de análisis del comportamiento utilizada para ayudar a identificar determinadas características de un agresor, como patrones conductuales y de personalidad, mediante el análisis de la escena del crimen, el modus operandi y la victimología. Otro método consiste en analizar las características comunes a los delincuentes más violentos. No obstante, se han realizado relativamente pocos estudios que evalúen su validez.

La mayoría de los estudios realizados sobre esta técnica se han realizado sobre delitos sexuales, homicidios e incendiosprovocados, ya que son los ámbitos en los que se han utilizado con más frecuencia. En contraposición, existe cierta controversia en cuanto al uso de perfiles criminales para delitos, por ejemplo, de hurto, teóricamente más simples y comunes. Algunos apoyan su uso, mientras que otros lo refutan, dada la dificultad para identificar características de comportamiento comunes utilizadas en la elaboración de perfiles.

Al elaborar dichos perfiles, es importante tener en cuenta la existencia de dos enfoques diferentes. El enfoque idiográficoconsidera los rasgos específicos de los delincuentes para determinar las características distintivas. Se enfoca en información fáctica basada en el razonamiento deductivo combinado con un método basado en la evidencia forense. Con este enfoque, se desarrolla un perfil criminal analizando un caso (o casos) particular, cometido por un solo delincuente.

En contraste, el enfoque nomotético examina las características comúnmente inferidas de grupos de delincuentes. Este enfoque estudia lo abstracto, subrayando el razonamiento inductivo y un proceso estadístico, comparativo y/o correlacional. Parte de la premisa de que, si ciertos delitos son similares pero cometidos por diferentes delincuentes, entonces estos delincuentes pueden compartir rasgos de personalidad comunes. En este enfoque se pueden identificar dos métodos principales diferentes de elaboración de perfiles criminales: el método clínico frente a los métodos estadísticos.

Estos son solo algunos de los métodos de perfilación criminal existentes. Teniendo en cuenta las cuestiones de validezrelativas a la elaboración de perfiles delictivos, los autores realizaron una revisión sistemática. Dicha revisión sistemática examinó artículos publicados entre 1995 y mayo de 2020 sobre la validez de perfiles criminales de múltiples bases de datos. Finalmente, se seleccionaron un total de 8 artículos.

En general, los estudios se distribuyen en Australia (3), América (3) y Asia (2). Cinco estudios utilizaban métodos cuantitativos y cualitativos; los tres restantes utilizaban métodos retrospectivos. En cuanto a participantes y muestras: dos estudios se basan en información recopilada por agentes de policía, dos por estudiantes universitarios y un estudio realizado por profesionales forenses de salud mental. Los tres estudios restantes, que empleaban métodos retrospectivos, versaban sobre casos de homicidio. En cuanto a los tipos de validez explorados, cinco artículos se centran en la validez aparente, tres en la predictiva y uno analiza la validez de constructo.

En general, los resultados muestran que la elaboración de perfiles delictivos aún requiere más investigación sobre su validez. No obstante, se identificaron algunos problemas, con respecto a los que los autores sugieren una guía para abordarlos. Un hallazgo interesante es la confusión entre precisión y validez, lo que lleva a algunos autores a considerar estos dos conceptos diferentes como idénticos. Mientras que la precisión mide la exactitud de un instrumento (ausencia de errores), la validez evalúa el objetivo subyacente del instrumento (midiendo si, de hecho, evalúa lo que pretende).

No obstante, cabe señalar que ambos son fundamentales para que la elaboración de perfiles delictivos se convierta en una herramienta sólida de investigación científica. Teniendo esto en cuenta, es importante que los estudios futuros sobre psicometría de perfiles delictivos aclaren con precisión qué se está evaluando (validez, precisión, etc.) y que recurran a definiciones consensuadas y empíricas.

La validez predictiva es el segundo tipo de validez más discutido en los estudios de perfiles criminales. Esto es de gran importancia, ya que la validez predictiva evalúa si la elaboración de perfiles criminales tiene éxito en la predicción de las características de los futuros delincuentes. Algunos autores evaluaron la elaboración de perfiles delictivos para casos de homicidio utilizando métodos estadísticos (modelos de regresión multivariante). Sus estudios indican que, aunque existe validez predictiva, podría mejorarse teniendo en cuenta variables de la escena del crimen. Aun así, estos estudios fueron innovadores y probaron estadísticamente la validez de la elaboración de perfiles criminales para los infractores de homicidio japoneses.

Con respecto a la evaluación de los modelos de perfiles criminales, se ha encontrado que el modelo de Keppel y Walter para asesinatos y/o asesinos sexuales tiene problemas estructurales empíricos y, como tal, no es posible validarlo. Este intento de validación es, sin embargo, importante ya que utiliza un enfoque estadístico (escala de proximidad) para validar la elaboración de perfiles criminales por asesinatos sexuales.

Cuanto más se acerque la elaboración de perfiles criminales a la validación estadística, mayor será la posibilidad de que sea reconocida como una herramienta empírica que contribuya a las investigaciones penales.

Aunque puede que no sea posible probar todos los tipos de validez de los perfiles criminales, pueden esbozarse algunas sugerencias. Así, sería prudente desarrollar categorías para evaluar las características de las variables de la elaboración de perfiles, que luego deberían someterse a pruebas mediante determinados procedimientos estadísticos.

Para mejorar la validez de la elaboración de perfiles criminales, los autores proponen también la elaboración de una lista de verificación con variables basadas en teorías y modelos adaptados a tipos específicos de delitos violentos (por ejemplo, homicidio, delitos sexuales e incendios provocados).

Esto debería facilitar la evaluación de diferentes tipos de validez y contribuir a una metodología más rigurosa de elaboración. Por tanto, se sugiere un modelo integrador que incluya varios procedimientos estadísticos comparativos y confirmatorios, junto con un enfoque inductivo basado en modelos psicológicos y teóricos.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Is insulin intoxication still the perfect crime? Analysis and interpretation of postmortem insulin: review and perspectives in forensic toxicology” de Bottinelli, C.; Cartiser, N.; Bévalot, F.; Fanton, L. y Guitton, J. (2020), en el que se analiza la insulina en muestras biológicas y la interpretación de sus concentraciones en la situación de las investigaciones de muerte relacionadas con insulina.

La insulina es una hormona anabólica esencial para la homeostasis de la glucosa. La desregulación de su secreción o de la respuesta celular a esta hormona pueden provocar diabetes. El tratamiento de los pacientes diabéticos tiene como objetivo prevenir la hiperglucemia y sus complicaciones a corto y largo plazo. La terapia con insulina es necesaria para la supervivencia en la diabetes tipo 1 y en muchas de tipo 2, después de unos años.

Más allá de los accidentes terapéuticos, la terapia con insulina puede ser mal utilizada, como en el dopaje o con fines suicidas o delictivos. Indudablemente, se subestima la tasa de administración de insulina exógena como causa de muerte.

De hecho, el uso de la insulina en la muerte es difícil de detectar, y aún más difícil de probar en un tribunal. La intoxicación por insulina sigue siendo difícil de reconocer debido a los síntomas inespecíficos del inicio de la hipoglucemia, el retraso en la ocurrencia de la muerte, la falta de hallazgos anatómicos en la autopsia y las dificultades para encontrar marcas de agujas. Entonces, ¿sigue siendo la intoxicación por insulina el crimen perfecto?

La insulina humana es una hormona involucrada en el metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas. En las células hepáticas y musculares, la insulina humana estimula el almacenamiento de glucosa (azúcar) e inhibe su degradación. Sin estimulación, la insulina humana se secreta a un ritmo bajo, lo que se conoce como secreción basal o constitutiva.

Después de la distribución a los tejidos sensibles y la acción a través de receptores de insulina específicos, la insulina humana se elimina rápidamente, respondiendo así a los cambios en el nivel de glucosa en sangre. La insulina humana secretada por una persona sana tiene una vida media de, aproximadamente, 5 minutos. Todas las células que presentan receptores específicos de insulina pueden degradar la insulina humana. Aunque el hígado y los riñones son los principales lugares de depuración de la insulina, otros tejidos, como el muscular, desempeñan también un papel importante.

La terapia con insulina se prescribe a pacientes diabéticos como reemplazo de la deficiencia parcial o total de la secreción de insulina humana o la resistencia a la insulina. La inyección subcutánea sigue siendo la más común. El lugar de la inyección debe cambiarse con regularidad, ya que sino podría terminar por retrasarse la absorción. El principal mecanismo de intoxicación por insulina es la hipoglucemia, que conduce a hallazgos neurológicos. Los síntomas se dividen en dos categorías. Los síntomas principales están relacionados con la hiperactividad parasimpática: sudoración, temblores, taquicardia, ansiedad y hambre.

La neuroglucopenia induce manifestaciones neurológicas como confusión, mareos, dolor de cabeza, visión nublada, pérdida de la motricidad fina y alteración del habla, convulsiones y pérdida del conocimiento. Estos síntomas pueden estar asociados con cambios de comportamiento, como irritabilidad, ira irracional y agresividad.  Finalmente, se desarrolla encefalopatía, con coma hipertónico, caracterizada por una dilatación pupilar y baja reactividad, palidez y respiración profunda. Si la hipoglucemia persiste, puede producirse la muerte o secuelas neurológicas. El inicio tardío del tratamiento es un factor importante que influye en el resultado. Se han descrito algunas formas atípicas de intoxicación por insulina: agravamiento de una condición psiquiátrica, edema pulmonar e infarto de miocardio.

La intoxicación por sobredosis de insulina puede ser accidental, por un error en la dosis o tipo de insulina. Pero puede ser también intencional; esto es, suicida o criminal. En sujetos vivos, la sobredosis se diagnostica fácilmente por hipoglucemia asociada con una concentración inadecuada de insulina en sangre. En una situación post mórtem, estas demostraciones se complican por la relativa falta de fiabilidad del ensayo de glucemia, incurriendo en una serie de dificultades.

Así, los autores del artículo, tras una revisión literaria, proponen un diagrama lógico de dos pasos para la evaluación post mortem de la sobredosis de insulina.

El primer paso analítico destaca la importancia de conocer la técnica de ensayo. El inmunoanálisis es el método más utilizado. Pero, aparte de la insulina humana fisiológica y su precursor, la proinsulina, otras moléculas y, particularmente, los análogos de la insulina, pueden interferir en esta técnica. Por tanto, el inmunoanálisis mide una concentración de insulina correspondiente a todas las moléculas que reaccionan con los anticuerpos del kit.

Dependiendo de la selectividad de los anticuerpos, el resultado puede referirse a insulina humana libre o análogos, productos de degradación y metabolitos, o moléculas similares. Así, para la interpretación es indispensable un buen conocimiento de la reactividad cruzada de un kit específico. Una diferencia en los hallazgos entre un kit específico de insulina humana y uno que interactúa con análogos puede sugerir la presencia de uno o más análogos, aunque sin determinar el tipo o la proporción.

El segundo paso del diagrama lógico se refiere a la interpretación de los resultados de la insulina en sangre. El riesgo de descartar falsamente una sobredosis radica en la determinación post mortem de una concentración considerada fisiológica o terapéutica, o en la no detección de insulina a pesar de la sobredosis.

Es decir, producirse una subestimación. También debe tenerse en cuenta la posibilidad de degradación de la insulina e, incluso, sus análogos. Por tanto, es importante tener en cuenta la posible degradación in corpore durante el intervalo entre la muerte y la toma de muestras. También la degradación in vitro debida a hemólisis de la muestra, o a las malas condiciones de almacenamiento.

Cuando la muerte ocurre después de una intervención médica por intoxicación, puede ser útil analizar muestras anteriores a la muerte, menos afectadas por la degradación y el metabolismo. Otra posible fuente de error es una patología o tratamiento médico que aumenta el nivel de insulina humana en sangre. La evidencia de la investigación y la buena comunicación entre los diversos actores clave (investigadores, médicos forenses y toxicólogos) son clave.

Establecer la sobredosis como causa de muerte parece requerir ir más allá de los simples hallazgos del análisis, teniendo en cuenta las circunstancias de la muerte, los datos de la autopsia, el estado diabético de la víctima y la sensibilidad a la insulina y glucémica en el momento de la muerte. Determinar la muerte debida o relacionada con la sobredosis de insulina sigue siendo un desafío. No obstante, los avances en las técnicas están haciendo que el “crimen perfecto” sea cada vez más difícil de cometer mediante el uso de la insulina.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Cyber Stalking, Cyber Harassment, and Adult Mental Health: A Systematic Review” de Stevens, F.; Nurse, J. y Arief, B. (2020), en el cual se analiza el impacto del acoso y el ciberacoso en la salud mental de víctimas adultas.

Internet y las aplicaciones online se han convertido en componentes fundamentales de la sociedad actual. Y, si bien han supuesto beneficios indiscutibles, su aparición también presenta amenazas. Entre estas, ha de destacarse el ciberacoso.

El ciberacoso y el acoso tradicional (offline) se han asociado con causar una gran cantidad de impactos negativos en la salud mental de las víctimas, como ansiedad, depresión, pesadillas o, incluso, pensamientos suicidas. En consecuencia, es fundamental reflexionar periódicamente sobre las investigaciones existentes referentes a la salud mental de las víctimas. Esto permite examinar, a su vez, qué investigaciones faltan en el campo de la ciberpsicología.

Por ejemplo, los autores sostienen que aún no se ha realizado una revisión sobre el impacto del acoso y el ciberacoso en la salud mental de las víctimas adultas (mayores de 18 años). Estas experiencias de abuso cibernético pueden diferir de las de los niños y adolescentes.

Por ello, los autores realizaron esta revisión, a fin de profundizar en la materia. La búsqueda de artículos para la revisión la realizaron entre diciembre de 2019 y enero de 2020. El número de artículos seleccionados fue de 38. No obstante, se realizó una segunda búsqueda de estudios recientes, en 2020, que produjo un total de 43 artículos más, suponiendo un total de 81 artículos. Los resultados referentes al fenómeno del ciberacoso fueron los siguientes.

Por un lado, la variedad de definiciones presentadas demuestra la ausneica de una comprensión universal de qué constituye un acto de acoso y/o, sobretodo, ciberacoso. Esto puede ser problemático con respecto a las tasas de prevalencia. Esta ausencia de coherencia en las definiciones también da como resultado que las personas que han experimentado tales formas de abuso no necesariamente lo reconozcan como tal. Cuando las víctimas no identifican sus experiencias como abuso, esto puede hacer que la victimización continúe.

Los problemas de percepción relacionados con lo que realmente es el ciberacoso también pueden surgir cuando las personas deliberan si deben contar su experiencia y denunciar oficialmente. Esto es un desafío cuando se analizan los impactos en la salud mental, ya que las mediciones son inconsistentes o no se usa ninguna escala. Consecuentemente, se basa en la autoevaluación.

Las encuestas fueron el método más común para realizar investigaciones, y la mayoría se realizaron online. Sin embargo, la revisión sistemática descubrió que las víctimas de ciberacoso, a veces, se alejan de la tecnología como mecanismo de supervivencia. Las muestras de los 43 artículos destacan la necesidad de una gama más amplia de participantes, en lugar de mujeres predominantemente caucásicas de países occidentales.

Cuando las muestras carecen de diversidad, es posible que las circunstancias del abuso no se comprendan íntegramente. Factores como la raza, el origen étnico, el género, la sexualidad y las discapacidades podrían condicionar la forma en que las personas experimentan el abuso de diferentes maneras. El único estudio con una muestra representativa a nivel nacional, realizado en Canadá, en el que los resultados se pueden generalizar, encontró que la experiencia era muy similar entre los dos géneros.

De los 10 estudios publicados más recientemente (2019-2020), solo 5 enumeraron las plataformas que usaron los perpetradores, sin incluir las salas de chat, aunque los participantes las enumeraron en varios artículos. Además, ningún artículo mencionó los dispositivos inteligentes; no obstante, las sociedades están presenciando un aumento de esta forma de abuso. Las investigaciones futuras deberían tener en cuenta esto. También puede ser difícil hacer inferencias sobre si el impacto en la salud mental difiere según la tecnología que eligió el perpetrador.

La desconfianza de las víctimas hacia la tecnología debe abordarse y reducirse para facilitar relaciones más saludables con ella en el futuro; aislarse de la tecnología puede resultar más perjudicial. Esto ilustra la necesidad de educar sobre el uso de la tecnología, para ayudar a evitar que las personas se conviertan en víctimas o sean revictimizadas. Además, debe reflexionarse sobre cómo educar a los adultos que no están en la universidad, sino a un espectro más amplio de la población.

El ciberacoso y el acoso offline afectan de manera adversa a las personas psicológica, social, física e, incluso, financieramente (cuando se produce la pérdida del empleo o la interrupción académica). Los impactos van desde la angustia, la vergüenza y el pánico hasta la ansiedad, las autolesiones e intentos de suicidio. Esto afecta a la vida de las víctimas en el momento de la victimización y posteriormente. Es preocupante que las investigaciones ilustren cómo las víctimas no han recibido el apoyo adecuado. O, al menos, cuántas víctimas no se han sentido apoyadas adecuadamente.

Asimismo, 42 de los 43 estudios revisados ilustran el impacto negativo que dicha victimización ha tenido en la salud mental de las víctimas. El bienestar de los adultos se ve afectado por estos abusos, resultando en una amplia gama de daños psicológicos. Se entiende ampliamente que el acoso offline, tradicional, es un problema importante de salud pública. No obstante, el ciberacoso también debería tratarse como tal, pues sus consecuencias dañinas son similares al abuso offline.

Las investigaciones futuras deben buscar la concreción de una definición o medición ampliamente aceptada del ciberacoso. Esto podría lograrse preguntando a las víctimas qué consideran que es el ciberacoso y sus definiciones.

También sería beneficioso involucrar al personal gubernamental pertinente, las organizaciones benéficas y las organizaciones no gubernamentales. Además, las escalas y medidas utilizadas para evaluar los impactos emocionales, incluida la depresión y la ansiedad, deben tener uniformidad para mejorar la validez de estos hallazgos.

Del mismo modo, deberá prestar suficiente atención a las plataformas utilizadas por los agresores para comprender mejor dónde está ocurriendo la victimización. Esto también ayudaría a la formación de programas educativos para adultos con respecto al uso más seguro de la tecnología.

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Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Skeletal tissue, a viable option in forensic toxicology? A view into post mortem cases” de Vandenbosch, M.; Rooseleers, L.; Van Den Bogaert, W.; Wuestenbergs, J.; Van de Voorde, W. y Cuypers, E. (2020), en el cual se estudia la viabilidad de utilizar el tejido esquelético como matriz alternativa para evaluar el consumo de xenobióticos.

En toxicología forense, la sangre y la orina son las muestras estándar para realizar análisis, pues se dispone de mucho material de referencia. Esto hace muy factible la identificación inequívoca y la determinación cuantitativa de fármacos. A veces, sin embargo, en los casos en que el cuerpo está extremadamente putrefacto, la sangre y orina no están disponibles, por lo que se requieren alternativas.

Aunque en los últimos años se investigan muchas muestras alternativas para detectar la presencia de drogas u otras sustancias toxicológicas, se ha prestado muy poca atención al uso de tejido esquelético. De hecho, se ha demostrado que este es un depósito para ciertos medicamentos. El tejido esquelético también resiste la putrefacción mejor que muchas otras muestras. Así, este tipo de tejido consta de dos partes: el tejido óseo y la médula ósea.

Específicamente, las partes del hueso que contienen más tejido óseo trabecular parecen tener una concentración más alta en comparación con el tejido óseo cortical, más compacto. Aparte de la variación observada dentro de un solo hueso, también se observa una gran variación en la concentración de fármaco que se encuentra dentro de los diferentes huesos del esqueleto. Los huesos largos tienden a dar concentraciones más altas en comparación con los huesos pequeños e irregulares.

Por su parte, la médula ósea tiene la ventaja de que está bien protegida de cualquier contaminación siempre que el hueso esté intacto, lo que incluye casos de descomposición extrema. Algunos estudios han comparado la capacidad de detectar sustancias entre la médula ósea y la sangre. No obstante, llegaron a conclusiones diferentes según el analito, la dosis y el intervalo entre la muerte y la administración. Por el momento, la ausencia de datos de referencia de las concentraciones de fármaco en el tejido esquelético humano plantea un problema para realizar pruebas toxicológicas de manera significativa y confiable en material esquelético humano.

Entonces, ¿se pueden detectar todos los xenobióticos en la médula y el tejido óseo? ¿Los niveles de fármacos encontrados en los huesos o la médula ósea son representativos de los niveles encontrados en sangre en el momento de la muerte?

En el estudio de los autores se evaluó la capacidad para detectar fármacos de interés forense en hueso (médula), así como la idoneidad del hueso como muestra válida para análisis toxicológico. En una primera etapa, los especímenes se compararon con respecto a su capacidad para detectar drogas en un cribado rutinario estándar. En la segunda etapa de la investigación, se aplicaron métodos validados a estas muestras para cuantificar las siguientes drogas: citalopram, clomipramina, metadona y sus metabolitos.

Se obtuvieron muestras post mortem humanas de 11 casos en Bélgica desde abril de 2018 a septiembre de 2019. Los casos se seleccionaron después de detectar metadona, citalopram o clomipramina en sangre. El hueso de la clavícula se eligió como muestra de elección debido a su alta accesibilidad durante la autopsia. Los huesos se limpiaron de tejidos blandos con un bisturí y una máquina lijadora. Tras cortar del hueso un anillo, el interior de este se limpió aún más de los rastros de médula ósea. También se tomó una muestra de sangre.

Cabe señalar que los procedimientos de recolección de tejido esquelético para el análisis de medicamentos no se han estandarizado. En la mayoría de estudios publicados, las muestras se obtienen de ubicaciones aleatorias. Los autores, sin embargo, tomaron las muestras de forma estandarizada, como es recomendable para el desarrollo de una base de datos de referencia. Esto se debe a que la ubicación anatómica influye en las concentraciones de fármaco encontradas.

Aunque la médula ósea mostró intensidades más altas de varios elementos, la mayoría de las sustancias se detectaron usando sangre. En algunos casos, los metabolitos estaban ausentes en la sangre pero se detectaron en la médula ósea. Como explicación podría observarse que el alto contenido de grasa de la médula influye en el número de compuestos detectados. En cualquier caso, el 80,5% de las veces la médula ósea demostró ser una alternativa válida para el análisis de sangre.

Al comparar los resultados de la precipitación de proteínas de la sangre con los resultados de la extracción de hueso, se detectaron menos compuestos en el tejido óseo. Este menor rendimiento del tejido óseo para detectar fármacos podría explicarse por el método de extracción. Los huesos se extrajeron durante 72h a temperatura ambiente, lo que podría provocar la degradación de determinadas sustancias no estables a temperatura ambiente. Otra explicación podría ser que estos medicamentos simplemente no se incorporan al tejido óseo.

Solo se detectó una sustancia (bromazepam) en el tejido óseo que no estaba presente en la sangre o la médula ósea. No obstante, un método altamente sensible desarrollado para las benzodiazepinas mostró que esta sustancia también está presente en la sangre. Esto significa que todos los fármacos que se detectaron en el tejido óseo también se detectaron en la sangre. Así, los hallazgos muestran que, al detectar estas sustancias en el tejido óseo, podría haberse producido una ingesta reciente de dicha sustancia.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que las drogas estudiadas fueron la metadona, citalopram y clomipramina. Estos medicamentos deben tomarse crónicamente para mantener un estado estable. Por tanto, los compuestos detectados en el tejido óseo pueden representar un uso crónico de sustancias. Esto confirmaría la hipótesis de que el tejido óseo sirve como depósito de drogas para casos de abuso crónico de sustancias. Lamentablemente, se carecía de antecedentes médicos del individuo en los 11 casos.

Así, se identificaron con éxito múltiples fármacos en todas las matrices de la muestra. Se detectaron menos sustancias en los huesos que en la sangre, pero se confirmó que el tejido esquelético es una alternativa válida cuando no hay sangre disponible. En especial, la médula ósea mostró un gran potencial.

En conclusión, bajo las condiciones experimentales del estudio de los autores, se reveló una indicación de que el tejido esquelético puede usarse para estimar las concentraciones en sangre de metadona y citalopram. Por ende, tanto el hueso como la médula ósea son de gran interés potencial y pueden ser útiles para determinar la posible implicación de fármacos en casos de toxicología forense.

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