Author

Lydia Gonzalez

Browsing

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “The effect of contextual information on decision-making in forensic toxicology” de Hammett, H. J. y Dror, I. E. (2020), en el que se describe la importancia de la información contextual a la hora de tomar decisiones en el ámbito de la toxicología forense.

La toxicología forense consiste en el análisis de fluidos biológicos en busca de drogas, alcohol o venenos. El fin consiste en evaluar el papel de estas sustancias en casos de actuación humana, muertes súbitas y casos penales.

Aunque a menudo se percibe como “objetiva”, muchos aspectos de la toxicología forense implican la interpretación y toma de decisiones subjetivas que dependen del examinador forense. Por tanto, es importante comprender el papel de los factores humanos cognitivos en la configuración de las decisiones en esta disciplina. El sesgo cognitivo puede surgir de diferentes fuentes. Algunas de estas fuentes pueden estar relacionadas con el caso en cuestión, como materiales de referencia o información irrelevante del caso. Otras no tienen nada que ver con el caso en cuestión, sino más bien con el examinador.

Tres aspectos clave de un caso de toxicología pueden verse afectados por el sesgo cognitivo: la selección de las pruebas o estrategia del caso; la identificación de una sustancia durante la detección de drogas; y la interpretación de los resultados de las pruebas.

Por ejemplo, la selección de pruebas puede verse influenciada por el sesgo de frecuencia esperada. Si el toxicólogo basa incorrectamente sus decisiones en experiencias pasadas y suposiciones sobre las personas involucradas en el caso, entonces el tratamiento del caso está sesgado. Durante la detección de drogas, las comparaciones pueden verse afectadas si, por ejemplo, el analista recibe información contextual sobre el caso. La interpretación en toxicología forense a menudo es subjetiva; se basa en el toxicólogo individual específico que realiza el trabajo, su propio conocimiento y experiencia personal. Esto puede crear expectativas que conduzcan a sesgos de confirmación o visión de túnel.

Sin embargo, a excepción de los autores, ningún estudio ha examinado empíricamente los posibles sesgos en la toma de decisiones de toxicología forense. El inmunoensayo se utiliza en toxicología forense para examinar rápidamente muestras biológicas en busca de grupos o “familias” de fármacos. Los resultados no proporcionan evidencia inequívoca de la presencia de un fármaco. Así, cualquier hallazgo positivo debe ser confirmado por otra técnica más sofisticada. Esto se debe a que se sabe que los inmunoensayos pueden presentar falsos positivos.

Los inmunoensayos son pruebas simples de cambio de color. En el penúltimo paso de la prueba se observa la intensidad del color producido por la muestra y se convierte a un valor numérico. Al igual que muchas pruebas en toxicología forense, el cribado de inmunoensayos se realiza en lotes. Esto es, se analizan varios casos juntos, a veces con repeticiones de muestras de cada caso, así como muestras de control positivas y negativas. También es común que el analista que realiza el inmunoensayo sea diferente al toxicólogo que informa e interpreta el caso.

Por tanto, al igual que con otras disciplinas forenses, los métodos utilizados en toxicología forense pueden producir datos ambiguos. Para los toxicólogos que deciden sobre las pruebas, puede haber un marco existente dentro de la organización que pueda guiar la elección de los análisis. Esto es más común en los laboratorios acreditados. En otros laboratorios no existe un conjunto estándar de pruebas de detección y las decisiones se toman ad hoc, caso por caso. En este escenario, la elección de las pruebas es subjetiva y, en consecuencia, puede verse afectada por el sesgo de frecuencia esperado.

Teniendo estos datos en cuenta, los autores investigaron en su estudio el efecto de la información contextual en el análisis de los datos producidos durante una prueba de inmunoensayo, concretamente para opiáceos. El estudio se centró en la elección de pruebas de drogas para cinco casos post-mortem. Los participantes fueron 58 estudiantes de tercer año de Ciencias y Química Forense. Recibieron capacitación para analizar datos de inmunoensayos y determinar la estrategia del caso antes de completar las tareas. Estos completaron la tarea de inmunoensayo (experimento 1); de estos, 53 participantes completaron la tarea de estrategia de caso (experimento 2).

Los resultados muestran que los participantes eligieron diferentes formas de abordar el siguiente paso de la prueba a partir de los mismos datos cuando contaban con diferente información contextual irrelevante.

En el experimento 1, la presencia de información del caso provocó una disminución en la precisión al analizar los datos brutos de los inmunoensayos. Esto fue incluso cuando el contexto reforzó la decisión matemáticamente correcta. Esto podría deberse a la carga cognitiva general de la tarea. Así, el acceso a la información del caso afecta a la toma de decisiones.

Aunque la respuesta matemáticamente correcta es clara, se sabe que el inmunoensayo produce tanto falsos positivos como falsos negativos. Dado esto, una estrategia científica válida podría ser repetir o confirmar todos los casos límite. No obstante, esto solo debería hacerse si es un procedimiento pre-documentado en el laboratorio, no si depende de que los resultados sean los ‘esperados’ o no.

Sin embargo, lo que es más probable que ocurra es que el analista derive el caso a un toxicólogo experimentado. Este leería las circunstancias del caso para tomar la “mejor” decisión. En este curso de acción encontramos tres problemas.

El primero es que analizar los datos de los inmunoensayos es una decisión científica, la cual debe tomarse sobre la base de criterios científicos. La exposición a la información del caso compromete esta independencia científica. La información contextual se utiliza para “llenar los vacíos” de pruebas difíciles. El segundo problema son las consecuencias de una confirmación innecesaria; esto puede hacer perder tiempo y recursos, generando costes innecesarios. En el peor de los casos, podría destruir una muestra limitada, dando un resultado incorrecto. El tercer problema son las consecuencias de que, al no producirse la confirmación, no se detecte una sustancia que está presente.

En el experimento 2, se demostró que la información demográfica (edad y origen étnico) afecta a la elección de las pruebas realizadas para los casos post-mortem, aún cuando las circunstancias entre casos son idénticas. En el estudio, las diferencias en la elección de las pruebas por parte de los participantes se basaron en sus experiencias personalespasadas, suposiciones o percepciones sobre el uso de drogas entre ciertos grupos de edad y/o etnias.

En consecuencia, no se aboga por limitar el acceso a la información contextual. En su lugar, buscar un enfoque coherente y documentado para elegir las pruebas reduciría los sesgos en estas decisiones. Los límites de edad se utilizan comúnmente en los laboratorios de toxicología forense cuando se toman decisiones sobre las pruebas, para minimizar la carga de trabajo. No obstante, es importante que estos se basen en pruebas científicas fiables y actualizadas sobre el uso de drogas en determinadas poblaciones, no en las experiencias pasadas o percepciones del toxicólogo.

Por lo tanto, los autores proponen que, cuando sea posible, los laboratorios de toxicología forense utilicen un marco coherente para elegir las pruebas, así como que las variaciones o decisiones de cada caso se documenten y justifiquen debidamente.

Si quieres saber más sobre Toxicología Forense y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “An Overview of 3D Printing in Forensic Science: The Tangible Third-Dimension” de Carew, R. M. y Errickson, D. (2020), en el cual se estudia la utilidad potencial de las impresiones 3D en el ámbito forense.

A pesar del desarrollo de la impresión 3D, hay muy pocos ejemplos de su aplicación en escenarios forenses en la literatura publicada. Sí se ha observado su aplicación en otros ámbitos como, por ejemplo, la medicina. En las ciencias forenses, gran parte del modelado 3D que se ha realizado está en formato virtual. Inicialmente, esto se debió a la inaccesibilidad de la tecnología de impresión 3D. Sin embargo, en general, es evidente que la creación de réplicas 3D en el ámbito forense puede ser beneficiosa.

La impresión 3D utiliza capas sucesivas de un material para construir un objeto en tres dimensiones. También se puede conocer como fabricación aditiva, debido al proceso de adición de materiales o creación rápida de prototipos. Hay varias fases para pasar de un modelo digital a una réplica impresa, que incluyen: adquisición y procesamiento de imágenes, creación de modelos 3D y traducción de los datos del modelo al lenguaje de la impresora 3D.

Así, las aplicaciones potenciales de las reconstrucciones impresas en 3D en la ciencia forense son numerosas. Las réplicas podrían utilizarse en todo el proceso de la ciencia forense: en las escenas del crimen, recopilación de inteligencia, análisis e interpretación de materiales, en las investigaciones policiales y en la presentación de pruebas en los tribunales. Además, las réplicas en 3D podrían ser beneficiosas para la enseñanza de las ciencias forenses y la divulgación pública. Para que la impresión 3D se utilice en la ciencia forense, particularmente en los tribunales de justicia, la disciplina necesita una base de evidencia reconocible que respalde su confiabilidad y aplicabilidad.

Los diferentes métodos de impresión 3D se estandarizaron en siete grupos. La selección del método dependerá del uso deseado y del aspecto visual de la réplica, las propiedades del material requeridas y las limitaciones de la impresora. El modelado de deposición fundida es generalmente una técnica popular, debido a su asequibilidad y la simplicidad del método. Por el contrario, el material jetting es un método muy preciso, pero también el más caro.

Así, encontramos diversas aplicaciones forenses en potencia de la impresión 3D en este ámbito. La documentación de las escenas del crimen mediante un escáner láser terrestre no es un concepto nuevo. Sin embargo, la literatura sobre la impresión de estos modelos es limitada. La creación rápida de prototipos puede ayudar a crear un modelo reducido de una escena, que podría ilustrar información compleja. Estos podrían aplicarse tanto a escenas interiores como exteriores. Por ejemplo, Liscio, en 2013, imprimió en 3D un accidente de coche que ayudó a visualizar su posición final en relación con otros objetos.

La reconstrucción de las trayectorias de las balas también ha progresado. Pueden generarse utilizando una variedad de técnicas de imágenes digitales (como el escaneo láser) como parte de una reconstrucción virtual de la escena del crimen. Las trayectorias dentro de un cuerpo humano, tanto vivo como fallecido, también se pueden modelar para mostrar lesiones, o comprender una secuencia de eventos.

Ahora bien, no hay evidencia de que esto se extienda a la impresión 3D. Sin embargo, es perfectamente factible que la trayectoria de una bala pueda imprimirse como una fuente alternativa de visualización. Además, esto no se limita a las trayectorias de las balas, y se puede aplicar un flujo de trabajo similar en el análisis de patrones de manchas de sangre para demostrar su distribución; sin embargo, esta noción aún no se ha explorado.

Como evidencia de rastreo, el uso de la impresión 3D se ha centrado en hacer coincidir las marcas de trazas o herramientas con las lesiones. Un ejemplo de esta aplicación se encuentra en el uso de marcas en huesos mediante la impresión 3D. Asimismo, esta tecnología podría aplicarse a la documentación in situ de marcas de trazas en objetos procedentes de una entrada forzada a una casa o una caja fuerte. Esto podría preservar las estrías antes de que se hayan aplicado los medios de yeso.

Por otro lado, se ha discutido el concepto de impresión 3D de una huella dactilar a mayor escala. Sin embargo, se cree que imprimir una huella dactilar latente (de una superficie) sería, posiblemente, más difícil que hacerlo con una huella natural, obtenida directamente de la yema de los dedos. La recuperación óptica del calzado se ha discutido en profundidad.

Esto también ha incorporado la documentación de alta resolución de las impresiones de los neumáticos. Así, se ha demostrado que la impresión 3D permite ilustrar características que no se pueden ver en un caso tradicional. Para la interpretación, esto es importante ya que las pequeñas características se visualizarán mejor. A su vez, el modelo impreso en 3D podría ampliarse para demostrar estas características en un juicio.

Asimismo, el uso de la impresión 3D en arqueología forense es extremadamente novedoso, pero tiene el potencial de complementar las prácticas arqueológicas forenses. Supone una herramienta útil para demostrar visualmente características que, desde entonces, han sido destruidas o eliminadas mediante excavaciones. Del mismo modo, las impresiones 3D son útiles para documentar los cambios internos y externos de los tejidos blandos y los huesos. La impresión 3D anatómica no solo supone una ayuda para la enseñanza y formación. Existen numerosos beneficios para el uso de la impresión 3D en la medicina forense; sin embargo, existen implicaciones éticas que también deben tenerse en cuenta.

Por su parte, la antropología forense es una de las pocas áreas de la ciencia forense (fuera de la medicina) donde la aplicación de la impresión 3D está comenzando a explorarse por completo. Cuando esta se combina con imágenes volumétricas, las estructuras óseas internas que normalmente no serían visibles pueden imprimirse para su análisis. Del mismo modo, también podría ser útil realizar análisis en impresiones 3D si los elementos del esqueleto no son inmediatamente accesibles, como cuando el tejido todavía está presente.

Además, referente a la impresión 3D de restos humanos, existe la posibilidad de crear un modelo impreso “multicapa”, el cual podría tener capas o piezas removibles para ayudar a demostrar los procesos tafonómicos. Dichas réplicas serían beneficiosas para la enseñanza, la divulgación pública o las demostraciones en los tribunales.

Más recientemente, la impresión 3D está comenzando a aplicarse en odontología forense. Una gran ventaja es que las réplicas de huesos y dientes humanos se pueden imprimir en 3D con métodos sencillos. Dentro de la odontología forense, podría aplicarse para el análisis de marcas de mordidas, reconstrucciones faciales, estimaciones de edad o para la identificación de personas. La impresión 3D ha sido un desarrollo útil en las reconstrucciones faciales forenses con cráneos impresos en 3D, utilizados en lugar de los métodos tradicionales basados en arcilla o yeso. Finalmente, la ingeniería forense y la reconstrucción de accidentes pueden involucrar tipos de muestra como edificios, estructuras grandes y vehículos.

En consecuencia, la incorporación de la impresión 3D en el ámbito forense presenta múltiples ventajas, como la interacción física, la visualización de objetos y escenas transitorias, su demostración o recreación en los tribunales, o una mayor comprensión del objeto o áreas de estudio. Por otro lado, existen cuestiones como la posibilidad de que las pruebas se vuelvan inadmisibles. La discusión sobre la precisión y representación es, por tanto, necesaria. Con el creciente potencial de la impresión 3D y su aplicación en las ciencias forenses, deberán crearse pautas de buenas prácticas que, a su vez, incrementen el uso futuro de esta técnica.

Si quieres saber más sobre investigación delictiva y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Assessing the reliability of a clothing-based forensic identification” de Nightingale, S. J. y Faird, H. (2020), en el que se investiga la validez de la identificación forense por medio del análisis de tejidos de la ropa, concretamente los “jeans” o pantalones vaqueros y sus patrones textiles.

En 2006, un comité de expertos evaluó el estado de la ciencia forense, haciendo recomendaciones para mejorar el desarrollo y uso de técnicas forenses. El informe que emitieron argumentó que los forenses ofrecían, con demasiada frecuencia, pruebas basadas en técnicas forenses que habían demostrado ser inválidas o poco fiables. Asimismo, también alegaron que muchos examinadores forenses exageraban su testimonio, inflando la fiabilidad de sus métodos y conclusiones.

Por tanto, es evidente que se requiere de más investigación para examinar la fiabilidad de la evaluación humana de la evidencia forense. Un marco útil para este examen es la jerarquía de desempeño experto, que identifica ocho niveles de desempeño que deben probarse para cada tipo de técnica forense.

Una de las técnicas forenses que podemos encontrar es el análisis e identificación de tejidos. Por ejemplo, un examinador del FBI analizó las imágenes de un robo y testificó que las similitudes en las marcas de desgaste a lo largo de las costuras de los pantalones jeans, vaqueros, usados ​​por el perpetrador coincidían con las de unos encontrados en posesión del acusado. Esta identificación de mezclilla también se utilizó en 1997 para identificar a los sospechosos de una serie de delitos violentos en Washington. Este análisis llevó a la conclusión de que uno de los pares encontrados en casa de un sospechoso, los cuales coincidían con los usados por uno de los atacantes.

Esta identificación se describió en un documento técnico en el que el autor, examinador del FBI, describió un análisis de patrón fotográfico para identificar los vaqueros de mezclilla a partir de características —supuestamente— distintas a lo largo de las costuras que resultan del proceso de fabricación y el desgaste posterior. No obstante, no hubo resultados o juicios concluyentes. Hasta donde sabemos, en las dos décadas intermedias, no se ha informado previamente de un análisis exhaustivo de la confiabilidad o reproducibilidad de esta técnica forense.

Dada la importancia del análisis original de los vaqueros de mezclilla como técnica forense aceptada por los tribunales, y como precedente para la introducción de otras técnicas fotográficas de coincidencia de patrones, es fundamental que comprendamos mejor esta técnica.

Así, los autores llevaron a cabo su propia investigación para analizar la fiabilidad de la técnica. Para ello recolectaron imágenes de 211 pares de vaqueros y extrajeron un patrón de desgaste a lo largo de las costuras verticales izquierda y derecha, e interiores y exteriores. Asimismo, describieron el carácter distintivo de estos patrones entre diferentes vaqueros de mezclilla, así como la reproducibilidad de estos patrones dentro de múltiples imágenes del mismo par de vaqueros. Estas dos medidas se combinan para proporcionar las tasas de falsas coincidencias esperadas (que coinciden incorrectamente con dos costuras distintas) según el patrón de desgaste de las costuras.

La distinción es la distribución de las diferencias mínimas basadas en píxeles entre diferentes pares de vaqueros o jeans “denim” para las costuras interiores y externas de la longitud variable. Así, estas distribuciones se colapsan en las costuras izquierda y derecha, ya que las seminas individuales y las desviaciones estándar de las costuras izquierda y derecha son casi indistinguibles.

Con respecto a la independencia, si las diferencias entre las costuras son independientes, entonces sería posible combinar múltiples análisis de costura para mejorar la precisión general. Para determinar si las diferencias de cualquiera de los pares de costuras (izquierda/derecha e interna/externa) son independientes, los autores midieron la correlación entre las diferencias de pares de todos los pares de costuras. Además, la reducción del patrón de costura original a crestas y valles discretas no altera las características del material. De hecho, la señal completa no contiene información más identificable que las crestas y los valles.

En consecuencia, los autores demostraron que el patrón de desgaste en las costuras de los vaqueros de mezclilla no es tan distintivo como se ha argumentado previamente. Contrariamente, alegan que es muy variable debido a la no rigidez inherente del material de mezclilla. Incluso en las condiciones de imagen casi ideales del análisis, en un entorno controlado y uniforme, y empleando imágenes bien iluminadas, de alta resolución y calidad, se apreció una combinación de la falta de distinción entre los vaqueros y la falta de consistencia dentro de estos.

En conclusión, los resultados parecen sugerir que la identificación basada en vaqueros hechos de textil de mezclilla debe usarse con extrema precaución, si es que se usa.

Además, es razonable esperar que la confiabilidad de esta técnica pueda degradarse al trabajar con imágenes del mundo real. Esto es, con poca luz, baja resolución, distorsión de la perspectiva, distorsiones del material… condiciones que surgen naturalmente cuando se usan vaqueros, a diferencia de aplanar el tejido sobre una superficie rígida, como fue el caso de la investigación.

No obstante, puede darse el caso de que la confiabilidad de esta técnica mejore con información adicional, como la marca y el tamaño del vaquero, junto con otras marcas identificativas como roturas y rasgaduras, así como otras prendas de vestir. Sin embargo, sin una evaluación a gran escala, es imposible determinar si este es el caso.

Un componente fundamental de la unidad de análisis fotográfico del FBI es la identificación de personas a partir de imágenes de vigilancia. Cuando no es posible realizar un reconocimiento facial estándar, los analistas examinan otras características potencialmente identificativas, como la ropa y otras marcas distintivas. Ahora bien, dados los resultados sobre la falta de carácter distintivo del patrón en los vaqueros de mezclilla, es natural considerar si otras técnicas de identificación forense sufren el mismo problema de precisión y reproducibilidad.

Se han utilizado marcas supuestamente distintas en ropa, manos y rostros para identificar a las personas a partir de las imágenes de vigilancia. Pero los errores en estas identificaciones son costosos.

Por ello, los autores abogan por que todos y cada uno de los análisis de patrones fotográficos forenses se sometan un análisis riguroso. Incluso recomiendan que estos estudios sean realizados por grupos independientes, en vez de por las instituciones descritas.

Si quieres saber más sobre investigación delictiva y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Financial literacy and fraud detection” de Engels, C.; Kumar, K. y Philip, D. (2019), en el que se analiza si tener conocimientos sobre la literatura financiera sirve a las personas para detectar fraudes.

Dado que los sistemas automatizados de detección de fraudes no siempre los reconocen, los bancos hacen hincapié en que sus clientes detecten y denuncien fraudes en sus cuentas.

Esto hace plantearse, ¿cuánta importancia tienen la educación financiera, la capacidad de procesar información económica y tomar decisiones financieras informadas para la detección de fraudes?

El conocimiento financiero puede proporcionar las habilidades para distinguir mejor la información genuina de la fraudulenta, hacer que alguien esté más atento al riesgo de fraude, reducir su ignorancia al respecto y permitirles cultivar una mayor efectividad en la detección de fraudes. Por tanto, un comportamiento financiero prudente puede reducir la exposición de un individuo a ser blanco de fraude.

Existe una creciente evidencia de que existe una fuerte relación entre la educación financiera y los resultadoseconómicos. Por ejemplo, se observa que las personas con conocimientos financieros son más conscientes de los productos y servicios financieros, se involucran mejor en las actividades de gestión financiera cotidiana. Así, el conocimiento financiero puede proporcionar las habilidades necesarias para mejorar la atención de las personas a las prácticas fraudulentas, aumentar sus capacidades de detección y capacitarlas para disuadir el fraude.

Con el fin de ahondar en esta cuestión, para analizar la relación entre la educación financiera y la detección de fraudes, los autores utilizaron la información de 5.698 encuestados estadounidenses de la Encuesta Nacional de Bienestar Financiero (NFWBS en inglés), realizada en 2016, diseñada para ser representante de la población adulta de EE.UU. Además de la información socioeconómica y demográfica, la encuesta preguntaba si han experimentado fraude en el pasado. La encuesta también captura la educación financiera de los encuestados, el uso de productos financieros y la información sobre el comportamiento financiero.

Los resultados de la estimación muestran que el conocimiento financiero juega un papel importante en la detección del fraude. Este hallazgo se mantiene incluso después de controlar el nivel de uso de productos financieros por parte del individuo. Aunque faltan datos, los resultados apoyan la conjetura de que un mayor uso de productos financieros alternativos expone a las personas a más incidentes de fraude.

Entre los atributos demográficos, observamos que la educación y los ingresos juegan un papel importante en la detección del fraude. Teniendo en cuenta el estado civil de los encuestados, los solteros detectan relativamente menos fraude financiero, en comparación con las personas casadas. Con respecto a las ubicaciones geográficas de los encuestados, ninguna tenía un impacto significativo en la capacidad de detectar el fraude financiero, lo que sugiere que no son importantes en la era digital.

Asimismo, los resultados indican que las personas con el comportamiento financiero más alto autoinformado detectan el fraude solo cuando su conocimiento financiero también es alto. Por otra parte, los resultados sugieren que, en general, la gestión eficiente del dinero a través de un buen comportamiento financiero es inadecuada para detectar el fraude. El fraude al consumidor es complejo y sus incidencias son inesperadas. Por lo tanto, es necesario un cierto grado de sofisticación financiera a través del conocimiento financiero para detectar dicho fraude cuando ocurre.

Así, los hallazgos descritos establecen una fuerte asociación entre el conocimiento financiero y la detección de fraudes. Las personas con tales conocimientos tienen las habilidades para detectar mejor el fraude cuando ocurre. Sin embargo, los individuos con niveles más bajos (más altos) de bienestar subjetivo generalmente estarán menos (más) atentos a sus necesidades generales de bienestar y tendrán menos (más) capacidad cognitiva para detectar el fraude.

Esto es: el bajo bienestar subjetivo debilita la relación positiva entre el conocimiento financiero y las propensiones a detectar el fraude. En contraposición, con niveles más altos de bienestar subjetivo observamos que el conocimiento financiero emerge como un determinante significativo de la capacidad del individuo para detectar el fraude. Curiosamente, sin embargo, también observamos que en estos niveles puede romperse la relación entre el conocimiento financiero y la detección del fraude.

En este caso, las personas parecen demasiado positivas y optimistas para realizar una detección eficaz del fraude. Así, cuando se trata de detectar fraudes, vale la pena no ser demasiado optimista. Consecuentemente, el bienestar subjetivode un individuo juega un importante papel moderador en la relación entre el conocimiento financiero y la detección del fraude.

En cualquier caso, los resultados indican que cuanto más informado financieramente es un individuo, mayor es la detección del fraude. Esto corrobora la conjetura de que, con conocimiento financiero, las personas se vuelven más hábiles para detectar fraudes cuando ocurren. El conocimiento financiero proporciona la sofisticación financiera necesaria para detectar el fraude.

Asimismo, cabe señalar que, por conductas de administración del dinero, nos referimos a establecer y perseguir metas financieras; establecer y consultar un presupuesto; si las facturas se pagan a tiempo y se revisan en busca de errores, etc. Pero, como se ha expuesto, los resultados sugieren que la gestión eficiente de las finanzas no se correlaciona directamente con una mayor eficacia para detectar comportamientos fraudulentos.

De hecho, es el conocimiento financiero en sí el que proporciona el grado de sofisticación necesario para poder detectar el fraude.

El efecto positivo del conocimiento financiero en la detección del fraude sigue siendo un factor de gran influencia, incluso tras tener en cuenta los niveles de uso de las personas en productos y servicios financieros tradicionales y alternativos.

Además, tampoco debe olvidarse que, como recalcábamos, el bienestar subjetivo juega un papel moderador importante en la relación entre el conocimiento financiero y la detección del fraude. Los niveles más bajos de bienestar subjetivo pueden reducir la atención a los casos de fraude debido a una mayor carga cognitiva y, por lo tanto, atenuar dicha relación entre conocimiento financiero y detección del fraude.

Si quieres saber más sobre prevención y conductas de gestión del fraude, y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster en Análisis de Conducta en Gestión del Fraude o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Testing Application of Geographical Information Systems, Forensic Geomorphology and Electrical Resistivity Tomography to Investigate Clandestine Grave Sites in Colombia, South America” de Martin, C.; Wisniewski, K. D.; Drake, J.; Baena, A.; Guatame, A. y Pringle, J. K. (2020), en el cual se exponen los beneficios de emplear la geomorfología forense y la geofisica para identificar lugares de entierro clandestinos.

En muchos países de América del sur, hay un número significativo de personas tanto desaparecidas como víctimas de desapariciones forzadas.

Particularmente en Colombia, en los últimos 15 años, las autoridades encontraron 14 personas desaparecidas que fueron identificadas positivamente, todas enterradas en pequeñas fosas comunes. Sin embargo, dada la falta de comunicación entre las organizaciones gubernamentales y las técnicas de búsqueda deficientes ha significado que la localización y recuperación exitosa de personas desaparecidas en estas áreas sigue siendo baja. Los equipos de búsqueda han utilizado, cada vez más, métodos geocientíficos para detectar y localizar materiales clandestinos enterrados de interés forense.

Las búsquedas de entierros clandestinos a menudo comienzan con métodos a gran escala, como sensores remotos, fotografía aérea y ultravioleta, imágenes térmicas u observaciones visuales de cambios en la vegetación a nivel del suelo. También es posible observar cambios en la geomorfología de la superficie, tipo de suelo, estudios de excavación y sondeo de áreas anómalas, entre otros, antes de remover la capa superficial del suelo y finalmente realizar excavaciones controladas y recuperación de restos.

El radar de penetración terrestre es el método geofísico más común para la búsqueda forense, aunque se ha planteado que la mejor práctica radica en un enfoque por fases de múltiples métodos. Los métodos de búsqueda difieren en todo el mundo. No todos los países utilizan un enfoque muy metódico y estandarizado. Las búsquedas colombianas a menudo se basan en el testimonio de testigos para identificar áreas de interés, seguidas del despliegue de pequeños equipos de búsqueda para evaluar visualmente, investigar y cavar pozos de prueba. A veces se utilizan métodos geofísicos, pero se han publicado pocos estudios en Colombia al respecto.

Los sistemas de información geográfica se pueden utilizar para vincular datos geoespaciales (ubicación) y otros (topografía, cobertura vegetal, uso de la tierra y redes de transporte) con otra información descriptiva. Entre esta, encontramos la contaminación acústica, la conservación animal y el registro de delitos. Esta tecnología ya está ayudando a predecir delitos futuros mediante la inteligencia. También ha tenido éxito para determinar la ubicación de entierros clandestinos.

Dichos sistemas se han aplicado en casos forenses para rastrear y analizar datos sobre delitos que pueden revelar patrones, incluida la reincidencia. Por ejemplo, utilizando Sistemas de Información Geográfica fue posible establecer la relación espacial entre la ubicación de los secuestros, las zonas de intersección entre las rutas de transporte público y las áreas territoriales de pandillas y sitios de depósito de cadáveres.

Así, los autores llevaron a cabo su propio estudio en la materia. El modelado espacial y estadístico predictivo (MESP) utiliza el software de modelado de máxima entropía, una técnica de aprendizaje automático. En el estudio se utilizó para predecir las ubicaciones probables de las personas desaparecidas.

Para ello, se emplearon los siguientes pasos. Primero, se utilizó la base de datos colombiana existente para centralizar, compilar y triangular información relevante sobre personas desaparecidas, actividades y/o ubicaciones delictivas y paramilitares conocidas y búsquedas anteriores e información de exhumación. Asimismo, se realizó una actividad paralela para recopilar información de la familia de la víctima (principalmente el lugar de la desaparición si se conoce, testimonios de testigos y las actividades sociales del individuo).

Estos dos pasos se utilizaron luego para procesar, clasificar, analizar y visualizar dos ubicaciones previstas para la investigación del terreno en la misma provincia colombiana.

La primera ubicación se corresponde con el área de Chameza, identificándose un posible sitio de entierro. El sitio se encontraba a una altitud de 2018 m sobre el nivel del mar, con terreno boscoso, escarpado y estrecho. A pesar de no encontrarse fotografías históricas del sitio, la ubicación aislada y la vegetación madura bien establecida sugirieron pocos cambios con respecto a cuando se pensaba que había ocurrido el entierro, hace 14 años.

Como segunda ubicación se identificó un posible sitio de entierro cerca de Teguita Alta. Esta área estaba ubicada alrededor de una escuela ahora en desuso, que fue un campamento paramilitar durante los 80 y 90. Los testimonios de los supervivientes y las familias de las víctimas, que habían estado detenidos allí, ayudaron a identificar el área de estudio para investigaciones más detalladas.

Los resultados fueron los siguientes. Aunque se realizaron experimentos previos sobre tumbas simuladas, este fue el primer estudio de caso publicado que utilizó métodos de geociencia forense (modelado espacial, geomorfología forense y geofísica cercana a la superficie) para intentar localizar fosas clandestinas en Colombia.

Dado el terreno montañoso y boscoso de Chameza, las encuestas y subsiguientes investigaciones no tuvieron éxito, aunque eso no es inusual en tales casos. La segunda área de estudio presentó resultados exitosos, ya que se identificó una depresión topográfica superficial. Así, se recopilaron datos geofísicos que identificaron una anomalía de resistividad. Esta se investigó y se encontró que era un pozo de entierro, aunque contenía animales bovinos. Muchas tumbas clandestinas descubiertas se encuentran cerca o dentro de estructuras construidas y, por lo tanto, vale la pena priorizar su investigación.

Las depresiones del suelo se vuelven más pronunciadas cuando las cavidades del tórax de los cadáveres subyacentes colapsan, con las correspondientes depresiones en la superficie del suelo. Por ello, las depresiones de la superficie son importantes durante las inspecciones visuales. Los estudios geofísicos simulados y de cementerio han demostrado que las tumbas más antiguas son cada vez más difíciles de localizar por métodos geofísicos cercanos a la superficie. En ambos lugares del estudio, la edad de las tumbas sospechosas (14 años) significó que habría una respuesta geofísica reducida, en comparación con las tumbas relativamente recientes.

Así, utilizando datos de entrada relevantes, el uso de estos métodos puede ser fundamental para reducir las áreas de búsqueda potenciales. Para búsquedas de sitios específicos, la geomorfología forense también puede identificar rápidamente áreas sospechosas para una investigación posterior, geofísica en este caso.

A este respecto, los futuros estudios podrían investigar otros sitios en Colombia y otros países de América Latina, profundizando en esta estrategia de detección de lugares de entierro, la cual solo puede mejorar a medida que se recopile y utilice más información para definir mejor los métodos de búsqueda detallados y efectivos.

Si quieres saber más sobre geomorfología forense, técnicas de investigación criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Artificial intelligence and crime: A primer for criminologists” de Hayward, K. J. y Maas, M. M. (2020), en el que se analiza la potencial aplicación de la inteligencia artificial al ámbito criminológico.

Recientemente, en la criminología han surgido nuevos campos de actuación como la criminología digital, computacional y de la era del Big Data. También un creciente cuerpo de investigación sobre el cibercrimen que involucran cifrado, criptomonedas, comercio ilícito, “dropgangs” en la web oscura, etc.

Así, la inteligencia artificial es, a grandes rasgos, la inteligencia de máquinas u ordenadores diseñados para llevar a cabo determinadas acciones que emulan a la inteligencia humana.

En la última década, tres desarrollos —avances en “Big Data”, potencia de procesamiento e innovaciones algorítmicas— han precipitado el surgimiento del aprendizaje automático (en inglés, machine learning), que es un enfoque de la inteligencia artificial más dinámico y menos frágil. El aprendizaje automático implica que el sistema se enseñe, gradualmente, a sí mismo las reglas correctas o útiles que necesita para realizar las tareas de manera eficaz.

Un tipo específico de aprendizaje automático, responsable del auge actual de la inteligencia artificial, es el aprendizaje profundo (en inglés, deep learning). Este implica redes neuronales profundas, una técnica de inteligencia artificial inspirada en cómo las neuronas se comunican entre sí en los cerebros biológicos.

Es importante destacar que la forma en que se entrena una determinada inteligencia artificial depende del tipo específico de algoritmo de aprendizaje automático y del tipo de datos utilizados por los desarrolladores. Hay una serie de enfoques distintos en uso. Estos son: aprendizaje supervisado, aprendizaje no supervisado, aprendizaje reforzado y redes generativas de confrontación. Mediante las últimas, una red neuronal se entrena para generar datos falsos, eventualmente indistinguibles de los datos reales.

Esto no significa que la inteligencia artificial no tenga límites. Actualmente existe una serie de condiciones previas para la aplicación eficaz de la inteligencia artificial a un problema determinado. Estos incluyen principalmente el acceso a grandes conjuntos de datos, pero también cuestiones pragmáticas relacionadas con el hardware, el talento humano y la disponibilidad de inversión.

Primeramente, la inteligencia artificial suele ser propensa a la incapacidad de transferir fácilmente el aprendizaje de un contexto a otro. En segundo lugar, la inteligencia artificial es susceptible a datos diseñados para alterar la forma en que el sistema procesa los estímulos. En tercer lugar, los sistemas de inteligencia artificial no tienen sentido común. No es raro, por ejemplo, que un programa de inteligencia artificial resuelva técnicamente un problema, aunque no de la manera esperada.

Con respecto al ámbito propiamente criminológico, la inteligencia artificial puede servir como una potente herramienta para el uso delictivo, expandiendo y cambiando la naturaleza de las amenazas existentes, o al introducir nuevas amenazas por completo.

Uno de estos usos es propagar las amenazas de phishing y malware existentes. Los investigadores ya han desarrollado nuevos malwares capaces de pasar por los filtros de seguridad. Otro uso es la ampliación de los ciberataques de ingeniería social. Hoy en día, el 91% de los delitos o ataques cibernéticos comienzan con un correo electrónico de phishing, invitando a alguien a acceder a un enlace que, luego, lo lleva a un sitio web que permite a los delincuentes obtener información personal confidencial con fines de robo de identidad o fraude. Hasta la fecha, la mayoría de correos electrónicos de phishing son genéricos y, por tanto, los filtros de spam los detectan fácilmente o no son convincentes para todos.

En comparación, los ataques de phishing más personalizados (“spear phishing“) son hasta cuatro veces más efectivos. Sin embargo, requieren de más elaboración, ya que deben adaptarse a personas o grupos demográficos específicos. No obstante, con la inteligencia artificial “DeepPhish“, los sistemas pueden aprender automáticamente y combinar funciones de otros ataques de phishing, evitando así los filtros de spam y mejorando su éxito.

Al mismo tiempo, la inteligencia artificial también puede desempeñar un papel en la mejora de la defensa. El sistema de inteligencia artificial ‘Panacea’, desarrollado recientemente, utiliza el procesamiento del lenguaje natural para responder a los correos electrónicos fraudulentos entrantes. Esto involucra a los atacantes en conversaciones para obtener información sobre su verdadera identidad, haciendo que, a su vez, pierdan el tiempo.

Los delitos contra la inteligencia artificial (inteligencia artificial como superficie de ataque) implican ataques que explotan y realizan ingeniería inversa de las vulnerabilidades del sistema, en un intento por engañar a los sistemas de inteligencia artificial.

Los delitos cometidos por inteligencia artificial (inteligencia artificial como intermediario) se refieren al posible uso indebido de esta como escudo o intermediario criminal (por ejemplo, una botnet que compra drogas en la Deep web). Ya se ha sugerido la posibilidad de que ya sea posible otorgar a determinados algoritmos cierta apariencia de personalidad jurídica. Específicamente, el uso de la inteligencia artificial como intermediario criminal independiente plantea serias dudas sobre los estándares legales vigentes.

Con respecto a los usos policiales de la inteligencia artificial, tanto para los delitos tradicionales como nuevos, ¿cómo pueden aprovecharse estos avances?

Podría compararse esta situación con avances pasados, por ejemplo, en análisis de huellas dactilares o de ADN. Ciertos aspectos de la tecnología funcionan de manera autónoma, pero aún requieren información y análisis humanos, como los algoritmos de predicción de delitos.

A medida que el impacto de la inteligencia artificial en el ámbito policial y criminológico, los castigos, sentencias y la criminalidad continúan creciendo, la necesidad de que los criminólogos se involucren plenamente con la tecnología y su complejidad no solo es deseable, sino esencial. Así, las nuevas tecnologías están redefiniendo los contornos del orden liberal existente, con profundas implicaciones para el crimen y el castigo.

La criminología debe adaptarse si quiere seguir siendo relevante. Esto, por supuesto, implicará volver a imaginar nuevos horizontes teóricos y metodológicos, revisando los existentes en la materia. De lo contrario, podría significar arriesgarse a que la criminología, tal y como la conocemos, pueda llegar a quedar obsoleta.

Si quieres saber más sobre ciberdelincuencia, nuevas tecnologías y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Has COVID-19 Changed Crime? Crime Rates in the United States during the Pandemic” de Boman IV, J. H. y Gallupe, O. (2020), en el que se investiga la influencia de la influencia de la pandemia en la criminalidad de EE.UU.

¿Ha cambiado el crimen en los EE.UU como consecuencia de los confinamientos en casa por el COVID-19? Si es así, ¿ha disminuido o aumentado?

Casi todos los noticieros importantes que informaron sobre este tema desde que comenzaron los confinamientos han encontrado un fenómeno similar. Esto es, el crimen ha disminuido en EE.UU. La métrica más común de estos informes son las llamadas de servicio a la policía (al 911). Sin embargo, en dichas noticias, la medida en que la delincuencia ha disminuido desde el inicio de los confinamientos varía drásticamente.

Si bien casi toda la evidencia anecdótica apunta a que el crimen está disminuyendo, es importante darse cuenta de que todavía hay muchas incógnitas acerca de en qué medida el crimen ha disminuido en EE.UU. Tres factores complican esto más. Primero, para determinar definitivamente que la delincuencia ha disminuido en todo el país, se necesitan datos nacionales. O al menos datos representativos a nivel nacional.

En segundo lugar, las llamadas de servicio son una de muchas métricas para determinar si la delincuencia ha disminuido. En tercer lugar, la mayoría de los medios se centran en las grandes ciudades. Así, se necesitan análisis en ciudades pequeñas y medianas y áreas rurales para determinar si dicha disminución está sucediendo en todas las áreas de EE.UU.

A pesar de las evidencias de disminución del crimen, hay un estudio científico de Ashby que se publicó recientemente. Se enfoca en cómo el crimen pudo haber cambiado durante el COVID-19. Los hallazgos no mostraron un patrón consistente en cuanto a si el crimen había disminuido, aumentado o permanecido igual durante la pandemia. De hecho, su hallazgo más común fue que no hubo cambios en las tasas de criminalidad antes y después del COVID-19. Cuando hubo cambios, fueron aleatorios y parecían muy dependientes de qué ciudad o condado en particular se estaba analizando. Casi todas las pruebas de las llamadas de servicio en todo el país demuestran que la delincuencia ha disminuido. Sin embargo, Ashby descubrió que los delitos graves no han cambiado demasiado, dependiendo también en gran medida de la ubicación. ¿Cuál es la razón de esta diferencia?

La explicación más probable radica en los tipos de delitos investigados: la mayoría son delitos graves y delitos índice; por ello estaban en datos policiales disponibles públicamente. La naturaleza grave de estos delitos puede hacer que se comporten de manera diferente a los delitos menores más comunes o “cotidiano”.

Esto llama la atención sobre la distinción de Warr entre lo que él llama delitos grupales y no grupales. Los delitos grupales son en su mayoría delitos menores que se cometen en grupos que generalmente consisten en delincuentes más jóvenes. El propósito de estos delitos es aliviar el aburrimiento y ganar status y capital social. Por ejemplo: el vandalismo, allanamiento de morada y uso de sustancias.

Por otro lado, los delitos no grupales tienden a ser cometidos por individuos que actúan solos como los robos o agresiones graves o el homicidio. Así, los delitos estudiados por Ashby fueron casi todos delitos no grupales y graves que, generalmente, se cometen en solitario, no en presencia de otros, en redes o en grupos de pares.

Durante la pandemia, las dinámicas sociales entre amigos, conocidos, etc, claramente se ha visto alterada debido a los confinamientos y requisitos de distanciamiento social. Estas alteraciones de los patrones sociales son la fuerza impulsora detrás de la reducción de la delincuencia durante el curso de la pandemia. Sin acceso a grupos de pares, se elimina el contexto en el que ocurre gran parte del comportamiento delictivo.

Ahora, si bien estos requisitos han tenido un impacto claro en la delincuencia grupal, es poco probable que tengan relación con los actos delictivos que generalmente ocurren en situaciones en las que los grupos de pares no están presentes. En otras palabras, es poco probable que los confinamientos afecten a los delitos no grupales. En este caso, tendría sentido que delitos graves como el homicidio y la violencia de género no cambiaran durante un confinamiento. Especialmente al tratarse de un clima cargado de estrés mental y ansiedad.

Si esto fuera cierto, esperaríamos ver una estabilidad relativa en las cifras de homicidios de 2020 en comparación con 2019. Usando datos de dos ciudades que recientemente han sido puntos calientes de homicidios, Chicago y Filadelfia, no parece haber cambios notables en los homicidios en comparación con 2019. En consecuencia, los datos sugieren que los confinamientos no parecen haber tenido ningún efecto en los homicidios de Chicago. De hecho, pueden haber contribuido a un aumento del 15% en los homicidios en Filadelfia en 2020 en comparación con 2019. Así pues, también hay evidencia anecdótica de que la violencia de género puede haber empeorado como resultado de los confinamientos por la pandemia.

Los encierros han obligado a quienes cohabitan a permanecer en estrecha proximidad entre sí. Por tanto, han aumentado las oportunidades para cometer violencia doméstica y de género. Además, existen abundantes oportunidades de acceso a las víctimas y opciones limitadas para estas. Esto se debe a que la posibilidad de fuga y la probabilidad de intervención de las agencias de servicios sociales, muchas de las cuales están cerradas, ya no es una opción viable.

En resumen, los delitos menores, muchos de los cuales ocurren en grupos de pares, son bastante comunes en los EE.UU. Los comportamientos individualistas como la violencia de género y el homicidio son más infrecuentes, pero son mucho más perjudiciales para la sociedad. En consecuencia, las reducciones de los delitos menores terminarán haciendo que la tasa general de delitos disminuya también, incluso a pesar de los aumentos de delitos más graves.

Si bien la delincuencia en general ha disminuido, la razón por la que ha disminuido es probable que se deba a una disminución en los delitos menores, cometidos en gran parte por personas en grupos de pares. Al decretar confinamientos a raíz de la pandemia del COVID-19, los grupos de pares desviados –gente relativamente joven que cometen delitos menores por el capital social– fueron efectivamente eliminados durante la duración de los confinamientos.

Si la delincuencia en el lugar y el espacio disminuye, generalmente se considera algo bueno. Sin embargo, dada la posibilidad de que los confinamientos puedan haber hecho que los infractores menores tengan nuevas oportunidades de cometer delitos graves, es recomendable tener precaución contra una interpretación generalizada de que la caída del crimen durante el COVID-19 ha sido beneficiosa para sociedad.

Si quieres saber más sobre delincuencia, técnicas de investigación criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Model precision in partial least squares with discriminant analysis: A case study in document forgery through crossing lines” de Valderrama, L.; Março, P. H. y Valderrama, P. (2020), en el que se estudia la detección de falsificación de documentos mediante el cruce de líneas.

La falsificación de documentos es un tema de gran relevancia policial. Dichos fraudes pueden ocurrir por el mal uso de documentos en blanco o por la adulteración de un documento oficial.

Ahora bien, el análisis de documentos para detectar fraudes puede emplear metodologías destructivas o no destructivas. Con metodologías destructivas, una pequeña parte del documento debe eliminarse antes del análisis. En el análisis no destructivo se emplea la combinación de técnicas instrumentales y herramientas quimiométricas para la evaluación de tintas de pluma. Entre estas técnicas, la identificación de documentos falsificados mediante el cruce de líneas de tintas se investigó de varias formas.

También es posible trazar la evolución de este tipo de investigación. La década del 2000 fue importante por el empleo de espectroscopias vibracionales y otras, como la microscopía de fuerza atómica y la microscopía óptica, para la caracterización superficial de las líneas de tinta que se cruzan.

Actualmente, la imagen hiperespectral parece ser la técnica más utilizada en la evaluación del cruce de líneas.

No obstante, las metodologías desarrolladas mediante el uso de imágenes hiperespectrales no mostraron un éxito del 100%. Esto indica que todavía existe la necesidad de metodologías eficientes para resolver los problemas relacionados con la falsificación de documentos. Además, la introducción de las técnicas digitales en el estudio de documentos ha animado a los examinadores forenses de documentos a trabajar con mayor exactitud y precisión.

Así, los autores condujeron su propia investigación para examinar la eficacia de la técnica del cruce de líneas, o líneas cruzadas. Se generaron muestras para el análisis de líneas cruzadas en documentos en dos situaciones: documentos que se imprimieron y luego se firmaron (modo correcto — Situación 1) y documentos que se firmaron y luego se imprimieron (documentos fraudulentos — Situación 2). Después de una semana, las hojas que se habían impreso recibieron una cruz de trazas de las mismas muestras de pluma. Se imprimieron las hojas con las huellas de los diferentes bolígrafos de distintas marcas o modelos para realizar la firma. Por lo tanto, se obtuvo una línea cruzada de la impresión a través de las distintas impresoras utilizadas.

Las muestras descritas se utilizaron para producir un total de 60 muestras, empleando una impresora de inyección de tinta, y otras 60 muestras utilizando una impresora láser. El siguiente paso consistió en tomar una fotografía desde un iPhone sin flash, bajo una cinta de luz LED. La distancia desde la cámara a la hoja de papel era de unos 30 cm y el teléfono inteligente se sostenía de forma manual.

Estas imágenes se importaron al software Matlab R2007b y las regiones de líneas de cruce se utilizaron para obtener las matrices empleadas en el desarrollo de los modelos mínimos cuadrados parciales, con análisis discriminante (en inglés PLS-DA). Los modelos PLS-DA se desarrollaron para cuatro tipos de bolígrafos azules (bolígrafo, rollerball, gel y punta de fieltro) para discriminar la tinta específica de cada bolígrafo utilizando la impresora de inyección de tinta. La impresora láser se utilizó para probar la robustez de los modelos PLS-DA.

La distinción entre las dos situaciones consideradas en este estudio puede ser muy difícil de hacer sólo visualmente. Por esta razón, se utilizaron los PLS-DA para desarrollar modelos de clasificación supervisados. Para ello, cada línea de cruce representa una muestra.

Los resultados de los modelos PLS-DA mostraron que el método desarrollado presenta un gran potencial para la identificación de las secuencias de las líneas de cruce con respecto a los fraudes de documentos. Esto se debe a que suponen un análisis rápido y no destructivo sin preparación de la muestra.

La solidez, evaluada mediante el cambio de marca de impresora, modelo y modo de aplicación de tinta, mostró influencias significativas con los modelos de bolígrafo, rollerball y rotuladores. Sin embargo, esta influencia no se verificó para los bolígrafos de gel. Una posible explicación es que el bolígrafo de gel no se ve afectado por el modo de aplicación de la tinta de la impresora.

Por otro lado, para los otros tipos de bolígrafos, el modo de aplicación de tinta de la impresora influye en la predicción, disminuyendo la distinción entre las dos situaciones. Además, las diferencias en el tipo de punta, las características físicas de la tinta y sus composiciones químicas pueden influir en los resultados de la predicción. Asimismo, el modelo PLS-DA para el bolígrafo de gel se validó mostrando resultados comparables para los tres niveles, considerando la reproducibilidad con un iPhone 7.

La precisión en el nivel de reproducibilidad con iPhone presentó el menor valor. Sin embargo, la imagen obtenida de los documentos pudo ser predicha por el modelo, sin verse afectada por el modelo de iPhone y la resolución de la cámara. Las imágenes digitales junto con el modelo PLS-DA pueden considerarse robustas y precisas para el tipo de bolígrafo de gel.

Así, la metodología propuesta también se considera un aporte relevante al análisis forense de los documentos, proporcionando una evaluación simple, rápida, no destructiva y eficiente para dirigir la secuencia de cruces de líneas.

Si quieres saber más sobre documentoscopia, técnicas de investigación criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster en Pericia Caligráfica y Documentoscopia o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Confusing Stalking for Romance: Examining the Labeling and Acceptability of Men’s (Cyber)Stalking of Women” de Becker, A.; Ford, J. V. y Valshtein, T. J. (2020), en el que se estudia el ciberacoso de mujeres.

¿Dónde trazamos la línea divisoria entre romance normativo y violencia sexual?

Aunque esta pregunta se ha explorado para la violación y el acoso sexual, otras formas de violencia sexual no han sido tan estudiadas. Este sigue siendo el caso del acoso, el cual no se estudia tanto en sus manifestaciones offline como las cibernéticas.

Aunque las definiciones varían dentro de la literatura y legislación, los académicos suelen definir el acoso como una serie de acciones dirigidas a una persona específica. Estas incluyen avistamientos visuales repetidos o proximidad física; comunicación no consensual; amenazas verbales, escritas o implícitas; o una combinación de ellas. El acoso online es el que se lleva a cabo principalmente mediante el uso de tecnología, como las redes sociales, teléfonos, mensajería y rastreo por GPS. El acoso a menudo incluye tácticas tanto online como offline. Aunque no todo acoso es de naturaleza romántica o sexual, la mayoría sí lo es.

Investigaciones recientes sugieren que los aumentos del uso de las redes sociales e Internet pueden estar creando nuevos lugares para el acoso online. Así, las tácticas de acoso online han impulsado la prevalencia del acoso en los últimos años. A pesar del trauma psicológico que todo acoso conlleva, el acoso online generalmente no se considera un problema serio. Similar a la cultura de la violación, la cultura del acoso es aquella en la que las conductas de acoso son aceptadas y perpetuadas a través de creencias culturales y estructuras sociales en torno al género y la sexualidad.

Entonces ¿debería entenderse y analizarse el acoso como un fenómeno propio?

Según diversos estudios, las creencias sexistas impactan en las percepciones del acoso y otras formas de violencia sexual. Estas creencias a menudo se refuerzan a través de guiones sexuales, definidos como los esquemas generalizados a través de los cuales se aprende y se comprende la sexualidad. Actúan como hojas de ruta para etiquetar y dar significado a los comportamientos sexuales, así como para identificar la violencia sexual.

El papel del género también es importante, ya que puede afectar al respaldo de creencias heteronormativas y sexistas. Las investigaciones muestran que las personas, en general, y las mujeres, en particular, expresan un mayor miedo a los extraños, la noche y estar al aire libre, a pesar de que la mayor parte de la violencia es perpetrada por parejas íntimas en espacios íntimos. Este miedo, o miedo percibido en lugar del peligro real en ocasiones, se manifiesta en las estrategias que utilizan las mujeres para evaluar y minimizar continuamente el riesgo de peligro.

El estudio de los autores examina cómo el género de los participantes, las creencias de género y el contexto particulardel acoso dan forma a las percepciones del acoso online en las redes sociales. Además, también faltan investigaciones sobre el papel de la relación entre el acosador y el objetivo.

Así, se contó con 727 participantes (380 mujeres y 347 hombres) de entre 18 y 72 años estadounidenses. La mayoría de nuestra muestra se identificó como heterosexual; Además, la mayoría vivía en entornos suburbanos, seguidos de entornos urbanos y rurales. Primero se les pidió a los participantes que leyeran y respondieran a una de las cuatro viñetas ficticias asignadas al azar que representan un escenario entre Paul (un hombre) y Kim (una mujer). Después de leer la viñeta asignada, se les pidió que dijeran si la situación leída se calificaba como acoso, así como el grado en que consideraban aceptables estos comportamientos. Las viñetas describían cuatro contextos de acoso: por un extraño, una cita única, un compañero de trabajo y un ex novio.

Todas las viñetas se complementaron con “capturas de pantalla” de mensajes de Facebook. En estas viñetas, el acosador, Paul, se está acercando activamente a Kim de varias formas: mensajes repetidos en Facebook, comentando fotos y encontrando las cuentas de redes sociales de Kim. Después de que esta bloquee a Paul para que no pueda contactarla o ver sus perfiles, él comienza a llamar a su casa y enviar flores a su oficina. Los términos “violencia sexual”, “sexismo” o “heteronormatividad” no aparecieron en la descripción de la encuesta, y la palabra “acoso” apareció después de leer el escenario.

Los resultados muestran que, en comparación con los hombres, es más probable que las mujeres identifiquen correctamente el ciberacoso y consideren que es menos aceptable socialmente. El género tiene una influencia significativa en la identificación y etiquetado de conductas de acoso online. Además, aunque la mayoría de los encuestados etiquetan los comportamientos de Paul en las viñetas como “acoso”, existen persistentes diferencias de género en su aceptabilidad.

Así, los participantes calificaron el acoso del ex novio como más aceptable, en comparación con el de un extraño. También sugieren que la minimización y normalización del acoso online puede estar impulsada no solo por el género en sí, sino por una jerarquía culturalmente aceptada de narrativas de acoso y creencias de género actitudinales. Destaca, así, la importancia del sexismo hostil en la configuración de las percepciones del acoso. Ser hombre se relacionó con creencias sexistas hostiles más altas, lo que a su vez se asoció con una menor probabilidad de identificación del acoso y una mayor aceptabilidad.

En cualquier caso, el 72,6% de los hombres y el 82,1% de las mujeres consideraban que estos comportamientos de acoso no eran nada aceptables. Esto deja aproximadamente al 20% de las mujeres y al 30% de los hombres que creen que el ciberacoso es aceptable en algún nivel.

Que las mujeres, de media, experimenten más acoso y violencia sexual en sus vidas que los hombres podría explicar que sean más propensas a identificar comportamientos de acecho. Las personas eran mucho menos propensas a reconocer el acoso entre compañeros de trabajo y las citas de una noche. Esta falta de reconocimiento del acoso fue la más pronunciada para los ex novios / parejas. Cuando ocurre con un extraño es más probable que se identifique correctamente la situación como acoso. Además, este se consideraba menos aceptable cuando lo realizaba un extraño en vez de un ex novio.

Los hallazgos indican que las actitudes sexistas y los dobles raseros sexuales influyen en las percepciones del ciberacoso. Estas actitudes difuminan el límite entre la búsqueda romántica online ordinaria y el ciberacoso. Las investigaciones sugieren que vivimos en una “cultura del acoso“, donde este se normaliza, minimiza y/o romantiza a través de instituciones culturales.

Si quieres saber más sobre el acoso, los delitos sexuales y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Evaluation of plant seed DNA and botanical evidence for potential forensic applications” de Lee, C.; Huang, Y.; Hsu, I. C. y Lee, H. C. (2019), en el cual se investiga el potencial de extraer y tipificar ADN de semillas para individualizar aún más las muestras botánicas en investigaciones forenses.

Tal y como ya sabemos, se pueden encontrar varios tipos de evidencia botánica en la escena del crimen, como en la ropa, el calzado o armas. Así, una de las posibles técnicas de identificación de esta evidencia es mediante el ADN. Si somos capaces de extraer ADN de semillas no digeridas u otros materiales vegetales, podrían proporcionar pruebas valiosas durante las investigaciones penales.

Como resultado de la reproducción sexual en las plantas, se forman semillas con su propia genética única. La semilla incluye tres regiones: el embrión, la fuente de nutrición y la cubierta de la semilla.

El embrión es la planta esporofita joven que se convertirá en la planta adulta completa. Alrededor del embrión se encuentra la fuente de nutrición para alimentar al embrión antes de que este establezca un sistema de raíces y hojas para apoyar su propio crecimiento. Finalmente, alrededor de toda la semilla hay una capa denominada cubierta de la semilla. Cuando las condiciones de crecimiento son favorables (es decir, existe suficiente agua y luz), la cubierta de la semilla puede desencadenar la germinación o el brote de la semilla.

Actualmente, solo unos pocos resultados publicados ilustran cómo estos materiales vegetales pueden usarse con fines forenses. La mayoría de estos se basan en observaciones microscópicas que son útiles si es fácil identificar las semillas por morfología. Para explorar más el uso de evidencia vegetal en investigaciones forenses, las semillas solo pueden identificarse mediante métodos de ADN.

La catalogación de la diversidad genética en cualquier especie se puede lograr utilizando diferentes sistemas de marcadores morfológicos o de ADN.

En cualquier elección de un sistema de marcadores de ADN, es fundamental seleccionar marcadores que lo suficientemente variables en una población para distinguir entre individuos, incluso si son parientes cercanos. Esto ocurre con las semillas que pueden compartir un alto porcentaje de ADN común. En la mayoría de las aplicaciones forenses, se examinan las semillas u otras evidencias para determinar de qué tipo de especies de plantas pueden haberse originado. En última instancia, esto nos permitiría establecer un vínculo entre las personas y las ubicaciones geográficas.

La comida ingerida puede ser una evidencia forense importante obtenida durante la investigación de la escena del crimen o la autopsia médico-legal. Muchos materiales que contienen semillas pasan a través del sistema digestivo humano y aún son reconocibles, por lo que pueden ser valiosos para proporcionar pistas de investigación.

Por ejemplo, en un homicidio reciente, se encontraron muchas semillas de pasto adheridas a una manta envuelta alrededor de un cuerpo que, luego, podía correlacionarse mediante análisis microscópico a nivel de especie con semillas similares asociadas con los zapatos de un sospechoso. Para ampliar aún más el uso potencial de semillas como evidencia, es posible la tipificación del ADN.

En la escena del crimen, un investigador puede encontrar varios tipos de evidencia de tomate, como salsas, tomates enlatados, frescos o semillas en armas o en la ropa debido a vómitos, defecación o en el contenido del estómago autopsiado. Por esta razón, se utilizaron semillas de tomate como sistema modelo en el estudio de los autores, ya que el tomate es un alimento común en muchas cocinas de todo el mundo.

En la investigación se emplearon 12 marcas diferentes de productos de tomate. Había 5 tipos de tomates enlatados y se utilizaron 7 tipos de salsas de tomate para espaguetis. 9 de los 12 productos de tomate comerciales contenían semillas. Los productos de tomate caseros se prepararon cocinando tomate fresco con tres métodos para diferentes períodos de tiempo. Las semillas de tomate se recolectaron después de cada uno de los tratamientos de cocción y en los intervalos de tiempo especificados. Después de recolectar todas las semillas, tanto cocinadas como no, estas fueron separadas, limpiadas y, a continuación, se realizaron extracciones de ADN. El tomate fresco, no digerido, se utilizó como control positivo en el estudio.

Los resultados muestran que se podría extraer una cantidad suficiente y de buena calidad de ADN de un embrión de semilla fresco o de una cubierta de semilla. Sin embargo, no se pudo extraer ADN de una semilla completa de tomate enlatado. Se observó, además, que después del tratamiento a alta temperatura, el ADN de la mayoría de las semillas de tomate se destruyó.

El examen microscópico resultó útil para seleccionar rápidamente las semillas para identificar los rasgos característicos de la superficie de una semilla para distinguir mejor entre muestras de tomate fresco y cocido. La semilla fresca tenía un aspecto suave mientras que la cocida tenía pelos epidérmicos evidentes. Este descubrimiento podría usarse para seleccionar semillas valiosas rápidamente, de las que pueda extraerse ADN, en casos forenses.

No obstante, el uso de evidencia botánica forense de la escena del crimen para la tipificación del ADN aún se encuentra en etapas de desarrollo para muestras difíciles, como las provenientes del estómago y excrementos.

En el caso de los autores, se extrajo y analizó el ADN de semillas de tomate de productos comerciales como salsa para espaguetis, salsa de tomate y tomate enlatado. Los resultados mostraron que ninguno de los protocolos de extracción de ADN produjo rendimientos satisfactorios en cuanto a cantidad y calidad de ADN cuando se utilizaron semillas de tomate comerciales como materia prima. Consecuentemente, parece sugerirse que el rendimiento de ADN está directamente relacionado con la temperatura y/o presión de cómo se procesaron los productos de tomate.

Finalmente, se desarrolló un procedimiento novedoso para combinar el análisis microscópico de la morfología de la semilla y la determinación del ADN de la semilla.

Si bien la identificación microscópica de una semilla de planta a nivel de especie puede ser suficiente para analizar algunos casos forenses, muchos otros tipos de semillas requerirán identificación de ADN. Esto podría deberse a que no son morfológicamente distinguibles como semillas intactas, o porque la fragmentación ha limitado sus características identificables más externas.

Si quieres saber más sobre botánica forense, técnicas de investigación criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club Forenses.

Club de Ciencias Forenses