Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “C3-Sex: a Conversational Agent to Detect Online Sex Offenders” de Ibáñez Rodríguez, J.; Rocha Durán, S.; Díaz-López, D.; Pastor-Galindo, J. y Gómez Mármol, F. (2020), en el que los autores prueban una herramienta de inteligencia artificial creada para detectar posibles agresores sexuales interesados en menores.

Desafortunadamente, el tráfico de personas, de drogas, el abuso sexual o el bullying son realidades que, a pesar de los esfuerzos de la sociedad, siguen presentes.

Con el desarrollo de la tecnología en los últimos años, una de las figuras delictivas que más ha proliferado ha sido el abuso de menores y la creación, distribución y consumo de pornografía infantil.

Hoy en día no es difícil encontrar foros, comunidades online y redes sociales dedicadas a ello. La INTERPOL registró, a fecha de julio de 2020, casi tres millones de imágenes y vídeos de abusos a menores.

Sin embargo, la tecnología también ha sido capaz de proporcionarnos herramientas para perseguir este tipo de conductas.

Una de ellas es la ya conocida inteligencia artificial, o IA, se utiliza para, por ejemplo, ayudar a los humanos a tomar decisiones, detectar patrones en bases de datos o predecir eventos futuros.

Una de las técnicas utilizadas en las redes sociales por las IA es el PNL, o procesamiento del lenguaje natural. Su función es analizar y entender el lenguaje humano, incluso replicarlo, y una de sus aplicaciones más comunes es la de las entidades de conversación artificial, también conocidas como chatbots.

Los chatbots, grosso modo, serían aplicaciones con las que se puede mantener una conversación, es decir, sin necesidad de que ésta sea entre dos personas humanas.

Es por esto por lo que los autores se plantearon, siguiendo investigaciones anteriores que parecían prometedoras, si existía la posibilidad de desarrollar un chatbot cuya función fuese detectar posibles agresores sexuales de menores interesados en pornografía infantil.

Así nació C3-Sex, una inteligencia artificial, un chatbot, que interactúa con usuarios de una plataforma de chat anónimo, llamada Omegle, y analiza el comportamiento de los usuarios en torno a la pornografía infantil.

Después de pasar por todo el complejo proceso de creación del software, los creadores de C3-Sex decidieron ponerlo a prueba.

¿Cómo lo hicieron?

Los pasos a seguir eran simples. C3-Sex entraría en una sala de chat de Omegle, seleccionando “sexo” como tema de interés. Allí, usuarios de todo el mundo podrían abrir una ventana de chat privada con el bot y comenzaría una conversación. En caso de que el usuario estuviese interesado en compartir contenido multimedia, C3-Sex le sugeriría utilizar Snapchat para intercambiarlo.

Snapchat es una red social famosa entre los jóvenes porque se pueden enviar fotografías y vídeos que tienen caducidad y sólo se pueden visualizar una vez, a gusto del usuario. Además, la aplicación te envía una notificación cuando alguien ha hecho una captura de pantalla de la imagen o vídeo que le has enviado.

En algún momento, la conversación entre el usuario y C3-Sex terminará, siendo el usuario quien de el primer paso para ello, pues sólo si éste cierra el chat, lo hará también C3-Sex.

Es en este momento cuando el software analizaría de forma exhaustiva la conversación, que habría sido guardada en su totalidad.

Tras utilizar C3-Sex durante un total de 50 días, se obtuvo una clasificación de tres enormes grupos de usuarios en función de cómo interactuaron con el chatbot.

El primer grupo fue el de usuarios indiferentes, 1489 personas del total. Estas personas demostraron tener una opinión negativa sobre el abuso sexual infantil y la pornografía de este tipo, manifestando emociones de rechazo. Obviamente, estas personas no enviaron imágenes sexuales ni manifestaron querer recibirlas. Además, fueron los más rápidos en responder, probablemente para manifestar esta negativa.

El segundo grupo fue el de usuarios interesados, 4041 sospechosos. Estas personas tenían una opinión favorable sobre el abuso infantil y sus emociones presentadas hacia una interacción sexual eran positivas. No parecían interesados en intercambiar contenido multimedia, centrando la mayor parte de su actividad en Omegle, sin llegar a Snapchat.

Por último, el grupo de los usuarios pervertidos, un total de 1669. Estas personas estaban interesadas en la interacción sexual y también en compartir contenido multimedia, mostrando en todo momento una actitud receptiva. Además, registraron una alta actividad en Snapchat y eran muy rápidos en responder.

Con estos resultados, se probó que C3-Sex era, en efecto, un software poderoso, útil y con mucho potencial para detectar sospechosos de abuso online de menores, así como de consumo y distribución de pornografía infantil.

Una de las limitaciones de C3-Sex es que, si bien perfila a los sospechosos a través de una gran cantidad de información, la versión actual del software no permite saber la posibilidad real de que los sospechosos se conviertan en pedófilos. Eso es un trabajo que debe hacer el analista de ciberinteligencia.

Los autores señalan que, para futuras publicaciones, están trabajando de forma que el software subsane los pequeños errores y limitaciones que posee, además de instalarle mejoras. Por ejemplo, quieren implementar un porcentaje de peligrosidad del individuo en función de la conversación, proporcionándole una función predictiva.

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