Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Serial murder in medical clinics and care homes”, de Beine, K. H. (2022), en el que el autor recopila información sobre asesinatos en serie en residencias y hospitales perpetrados por enfermeros en el contexto de Alemania, Austria y Suiza. 

En los últimos años se ha visto cómo una serie de asesinatos en clínicas y residencias de ancianos han salido a la luz en los tribunales de todo el mundo. 

Debido a la oscuridad y al desconocimiento que rodea a este tipo de crímenes, podemos echar un vistazo a los juicios por los casos ya descubiertos y observar si arrojan pistas para ayudar a la prevención del fenómeno, evitando futuros casos. 

Además, la identificación temprana, por parte de compañeros de trabajo, de aquellas personas en riesgo de cometer estos delitos es crucial para la seguridad del paciente. Sin embargo, parece ser que esta detección a menudo se ve obstaculizada por el hecho de que compañeros y jefes consideran que es “imposible” que ese tipo de conductas se lleven a cabo en sus instituciones.

En los países de habla alemana (Alemania, Austria y Suiza) se han tramitado judicialmente un total de 12 asesinatos en serie con estas características. En todo el mundo, se han documentado 57

Este estudio se limitó a los asesinatos cometidos en Alemania, Austria y Suiza hasta febrero de 2022. El autor examinó las características de las víctimas, las escenas del crimen, los tipos de asesinato, los perpetradores y sus motivaciones, entre otros puntos de interés. 

Hubo un total de 205 víctimas confirmadas con una edad comprendida entre los 31 y los 96 años. 

En algunos casos de homicidios en residencias y hospitales no es posible confirmar que algunas víctimas hayan sido asesinadas. Esto sucede porque existen largos períodos de tiempo entre el delito y la investigación. Por tanto, es posible que el número real de víctimas sea mucho mayor. 

Solo en casos contados las víctimas se encontraban en un proceso de muerte irreversible. Por otro lado, había otras que se estaban recuperando e incluso iban a ser dadas de alta. 

En 8 escenas del crimen se descubrió una manipulación de los medicamentos sumamente negligente. En la mayoría de casos se utilizaron fármacos considerados agentes letales, como la insulina, sedantes y relajantes musculares, anestésicos, atiarrítmicos o cloruro de potasio, entre otros.

Es importante saber que los exámenes post-mortem no se realizaron a fondo ni de manera competente en ninguna escena del crimen, por lo que es posible que la utilización imprudente de medicamentos se diese con más frecuencia de la que se pudo probar. 

Además, en varios casos los hematomas extensos y las marcas de pinchazos visibles no se cuestionaron y se pasaron por alto. 

En todos los asesinatos en serie quedó claro que los compañeros de trabajo habían notado conductas extrañas por parte del inculpado. Incluso se informó a los jefes sobre este comportamiento. 

Los 17 perpetradores condenados por los 12 casos fueron en un 53% de los casos, mujeres. El 47% restante fueron hombres. Su edad promedio fue de entre 33 y 34 años. Todos ellos eran profesionales de la enfermería. La mayoría vivían solos y a 5 de ellos se les prohibió ejercer la profesión.

En cuanto a características psicológicas, se observó un mayor retraimiento, desarrollo de relaciones interpersonales distantes y frías, una personalidad reservada y tensa, existencia de comentarios denigrantes y un lenguaje áspero, así como arrebatos de agresividad

Se encontró que los asesinos tenían una inseguridad mayor que la media, así como rasgos de personalidad narcisistas. Percibían la inseguridad como una debilidad incompatible con su imagen y, por tanto, la ocultaban y reprimían. 

En todos los casos no hubo un sólo motivo determinante para cometer el delito, sino combinaciones únicas. Por ejemplo: la búsqueda de poder, querer atención de los demás o una supuesta compasión hacia las víctimas

Debido a la complejidad de este tipo de casos, se requiere de una investigación minuciosa para aumentar la eficacia de su prevención. 

Además, es necesaria una mayor atención entre compañeros de trabajo que sea recíproca, información detallada sobre cada paciente, trabajo en equipo y buena comunicación.

Dedicar esfuerzos a mejorar las labores de prevención es imperativo precisamente porque sabemos muy poco sobre el oscuro trasfondo de los homicidios en hospitales y residencias. 

En resumen, el autor insta de manera urgente a que los expertos en la mente del asesino se pongan manos a la obra para conseguir frenar la expansión de este fenómeno criminal.

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