Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Characteristics of Sexual Homicide Offenders Focusing on Child Victims: a Review of the Literature”, de Page, J.; Tzani-Pepelasi, K. y Gavin, H. (2022), en el que las autoras realizan una revisión de la literatura existente sobre los perfiles criminales de los asesinos sexuales, centrándose, específicamente, en aquellos casos donde las víctimas son niños o adolescentes jóvenes.
El homicidio sexual se ha vuelto cada vez más popular en los últimos años desde el punto de vista de la investigación científica, especialmente aquel en el que las víctimas son niños.
Aunque el homicidio sexual es un fenómeno raro, que representa sólo entre el 1-4% de los homicidios registrados en Norteamérica y Reino Unido en los últimos años, el público considera estos delitos como los más abominables, y les suele dar mucho más protagonismo.
Cuando la víctima es un niño, además, atrae intensos niveles de atención de los medios, además, el escrutinio público hacia las fuerzas policiales investigadoras y la presión para realizar un arresto rápidamente son severos.
Sin embargo, ha habido problemas para definir el homicidio sexual, lo que ha hecho difícil clasificar estos delitos. La mayoría de los estudios revisados en este artículo han utilizado la definición del FBI, que considera un homicidio sexual aquel en que, en la escena del crimen hay: “ropa de la víctima o falta de ropa, exposición de las partes sexuales de la víctima, posición sexual de la víctima, inserción de objetos extraños en las cavidades del cuerpo de la víctima, y/o evidencia de relaciones sexuales”.
Sin embargo, esta definición puede quedarse un poco corta. En 2015, Chan amplió el concepto incluyendo criterios que pueden no estar disponibles en la escena del delito, como la confesión del delincuente o los efectos personales del agresor, ampliando el ámbito de lo que puede calificarse como homicidio por motivación sexual.
El objetivo principal de este estudio fue revisar la literatura existente sobre los homicidas sexuales y comparar los hallazgos con los homicidas sexuales de niños, para comprobar si existen similitudes. Para ello, se utilizaron bases de datos y bibliotecas online, donde se encontraron estudios relevantes para su revisión, llegando a un total de 72.
En 2002, Beauregard y Proulx desarrollaron un modelo de homicidas sexuales que sugería dos tipos de modus operandi: sádico e iracundo, luego ampliaron este modelo para incluir el tercer tipo: oportunista.
El sádico tenía una tendencia a premeditar el asesinato, a la mutilación, a la humillación y a esconder el cuerpo. Tenía una personalidad ansiosa, con rasgos de una personalidad evitativa, dependiente y esquizoide, así como algún tipo de desviación sexual e hipersexualidad. Además, eran más propensos a tener baja autoestima. Su modus operandi del delito estaría caracterizado por las fantasías sexuales desviadas del sujeto.
Los comportamientos sádicos en la escena del crimen incluirían la estrangulación, inserción de objetos extraños, mutilación y uso de restricciones en la víctima, lo que podría demostrar las fantasías sexuales sádicas del delincuente.
El iracundo no planea el delito, pero es más probable que deje el cuerpo en la escena y experimente soledad antes del asesinato. Tienen rasgos de personalidad dramáticos, incluidas las características de personalidad narcisista y dependiente, un estilo de vida antisocial y su modus operandi se basa en su deseo de venganza contra las personas que creen responsables de sus problemas, incluyendo altos niveles de ira, impulsividad y violencia extrema. Debido a esto último, el asesinato puede darse, a pesar de que al principio, las circunstancias sexuales hayan sido consentidas.
El oportunista tiene un perfil de personalidad también dramático, que incluye rasgos del trastorno de la personalidad narcisista y antisocial. No tendrían problemas en su vida, pero estarían sexualmente insatisfechos. Su modus operandi estaría caracterizado por su necesidad de gratificación sexual y la creencia de que las demás personas sólo existen para satisfacer sus necesidades. La agresión sexual suele ser un delito de oportunidad, por ejemplo, el delito principal puede haber sido un robo y luego ocurrió una agresión sexual como resultado de la disponibilidad de la víctima.
¿Y con respecto a este tipo de delitos en niños? Estos mismos autores exponen su propio modelo en 2019, tras una revisión de la literatura existente, sobre 72 casos de homicidios sexuales cometidos en Francia.
La primera de las categorías es la del asesino “intencional/prepúber” (20,9%), con víctimas mayoritariamente masculinas y de corta edad (9 años). Los delincuentes estarían familiarizados con el lugar del crimen y atacarían a sus víctimas dentro de una residencia. La mayoría de ellos penetraban y tocaban sexualmente a las víctimas y trasladaban el cuerpo tras la muerte. Este tipo de delincuente era el más propenso a consumir drogas o alcohol antes de cometer el homicidio.
Por otro lado, está el tipo “involuntario/preadolescente” (11,1%), con víctimas mayoritariamente masculinas. Se dirigían a víctimas desconocidas (75%) y la mayoría eran asesinadas por estrangulamiento, pero no fueron penetradas sexualmente.
El grupo más común fue el “intencional/preadolescente” (22,2%). Las víctimas masculinas también fueron las predominantes. Estos delincuentes eran propensos a consumir drogas antes del delito. La penetración sexual siempre se realizaba y la humillación ocurría con frecuencia. Además, las víctimas también eran golpeadas con asiduidad. No intentaron ocultar el cuerpo y normalmente lo enterraban de forma parcial.
El agresor “involuntario/preadolescente” (11,1%) fue uno de los menos comunes y se caracterizó por la exclusividad de mujeres víctimas, además de elegirlas por su corta edad (10 años o menos). En su mayoría, eran niñas desconocidas (75%). Se practicaba siempre la penetración sexual, rara vez movían el cuerpo de la víctima y no intentaban ocultarlo.
El tipo “intencional/adolescente” (16,7%) se dirige a víctimas de aproximadamente 12 años de edad. Practicaban la penetración sexual y el estrangulamiento, movían el cuerpo de la víctima después del crimen, parecían evitar el contacto social con los demás y eran los más propensos a exhibir comportamientos sexuales sádicos en la escena.
Finalmente, está el grupo “indiscriminado/adolescente” (18,1%) que se caracterizó por la criminalidad y antecedentes previos. La mayoría de víctimas eran mujeres de aproximadamente 14 años, normalmente desconocidas.
Este modelo propuesto es bastante bueno, ya que menciona la edad de las víctimas, los comportamientos en la escena del crimen, y brinda características aproximadas del delincuente que la policía podría utilizar en las primeras etapas de una investigación. Sin embargo, podría ampliarse para incluir más detalles sobre los antecedentes criminales anteriores o datos geográficos en relación con las víctimas y el criminal, lo cual reforzaría el modelo y lo convertiría en una herramienta de investigación mucho más útil.
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