Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Confusing Stalking for Romance: Examining the Labeling and Acceptability of Men’s (Cyber)Stalking of Women” de Becker, A.; Ford, J. V. y Valshtein, T. J. (2020), en el que se estudia el ciberacoso de mujeres.

¿Dónde trazamos la línea divisoria entre romance normativo y violencia sexual?

Aunque esta pregunta se ha explorado para la violación y el acoso sexual, otras formas de violencia sexual no han sido tan estudiadas. Este sigue siendo el caso del acoso, el cual no se estudia tanto en sus manifestaciones offline como las cibernéticas.

Aunque las definiciones varían dentro de la literatura y legislación, los académicos suelen definir el acoso como una serie de acciones dirigidas a una persona específica. Estas incluyen avistamientos visuales repetidos o proximidad física; comunicación no consensual; amenazas verbales, escritas o implícitas; o una combinación de ellas. El acoso online es el que se lleva a cabo principalmente mediante el uso de tecnología, como las redes sociales, teléfonos, mensajería y rastreo por GPS. El acoso a menudo incluye tácticas tanto online como offline. Aunque no todo acoso es de naturaleza romántica o sexual, la mayoría sí lo es.

Investigaciones recientes sugieren que los aumentos del uso de las redes sociales e Internet pueden estar creando nuevos lugares para el acoso online. Así, las tácticas de acoso online han impulsado la prevalencia del acoso en los últimos años. A pesar del trauma psicológico que todo acoso conlleva, el acoso online generalmente no se considera un problema serio. Similar a la cultura de la violación, la cultura del acoso es aquella en la que las conductas de acoso son aceptadas y perpetuadas a través de creencias culturales y estructuras sociales en torno al género y la sexualidad.

Entonces ¿debería entenderse y analizarse el acoso como un fenómeno propio?

Según diversos estudios, las creencias sexistas impactan en las percepciones del acoso y otras formas de violencia sexual. Estas creencias a menudo se refuerzan a través de guiones sexuales, definidos como los esquemas generalizados a través de los cuales se aprende y se comprende la sexualidad. Actúan como hojas de ruta para etiquetar y dar significado a los comportamientos sexuales, así como para identificar la violencia sexual.

El papel del género también es importante, ya que puede afectar al respaldo de creencias heteronormativas y sexistas. Las investigaciones muestran que las personas, en general, y las mujeres, en particular, expresan un mayor miedo a los extraños, la noche y estar al aire libre, a pesar de que la mayor parte de la violencia es perpetrada por parejas íntimas en espacios íntimos. Este miedo, o miedo percibido en lugar del peligro real en ocasiones, se manifiesta en las estrategias que utilizan las mujeres para evaluar y minimizar continuamente el riesgo de peligro.

El estudio de los autores examina cómo el género de los participantes, las creencias de género y el contexto particulardel acoso dan forma a las percepciones del acoso online en las redes sociales. Además, también faltan investigaciones sobre el papel de la relación entre el acosador y el objetivo.

Así, se contó con 727 participantes (380 mujeres y 347 hombres) de entre 18 y 72 años estadounidenses. La mayoría de nuestra muestra se identificó como heterosexual; Además, la mayoría vivía en entornos suburbanos, seguidos de entornos urbanos y rurales. Primero se les pidió a los participantes que leyeran y respondieran a una de las cuatro viñetas ficticias asignadas al azar que representan un escenario entre Paul (un hombre) y Kim (una mujer). Después de leer la viñeta asignada, se les pidió que dijeran si la situación leída se calificaba como acoso, así como el grado en que consideraban aceptables estos comportamientos. Las viñetas describían cuatro contextos de acoso: por un extraño, una cita única, un compañero de trabajo y un ex novio.

Todas las viñetas se complementaron con “capturas de pantalla” de mensajes de Facebook. En estas viñetas, el acosador, Paul, se está acercando activamente a Kim de varias formas: mensajes repetidos en Facebook, comentando fotos y encontrando las cuentas de redes sociales de Kim. Después de que esta bloquee a Paul para que no pueda contactarla o ver sus perfiles, él comienza a llamar a su casa y enviar flores a su oficina. Los términos «violencia sexual», «sexismo» o «heteronormatividad» no aparecieron en la descripción de la encuesta, y la palabra «acoso» apareció después de leer el escenario.

Los resultados muestran que, en comparación con los hombres, es más probable que las mujeres identifiquen correctamente el ciberacoso y consideren que es menos aceptable socialmente. El género tiene una influencia significativa en la identificación y etiquetado de conductas de acoso online. Además, aunque la mayoría de los encuestados etiquetan los comportamientos de Paul en las viñetas como «acoso», existen persistentes diferencias de género en su aceptabilidad.

Así, los participantes calificaron el acoso del ex novio como más aceptable, en comparación con el de un extraño. También sugieren que la minimización y normalización del acoso online puede estar impulsada no solo por el género en sí, sino por una jerarquía culturalmente aceptada de narrativas de acoso y creencias de género actitudinales. Destaca, así, la importancia del sexismo hostil en la configuración de las percepciones del acoso. Ser hombre se relacionó con creencias sexistas hostiles más altas, lo que a su vez se asoció con una menor probabilidad de identificación del acoso y una mayor aceptabilidad.

En cualquier caso, el 72,6% de los hombres y el 82,1% de las mujeres consideraban que estos comportamientos de acoso no eran nada aceptables. Esto deja aproximadamente al 20% de las mujeres y al 30% de los hombres que creen que el ciberacoso es aceptable en algún nivel.

Que las mujeres, de media, experimenten más acoso y violencia sexual en sus vidas que los hombres podría explicar que sean más propensas a identificar comportamientos de acecho. Las personas eran mucho menos propensas a reconocer el acoso entre compañeros de trabajo y las citas de una noche. Esta falta de reconocimiento del acoso fue la más pronunciada para los ex novios / parejas. Cuando ocurre con un extraño es más probable que se identifique correctamente la situación como acoso. Además, este se consideraba menos aceptable cuando lo realizaba un extraño en vez de un ex novio.

Los hallazgos indican que las actitudes sexistas y los dobles raseros sexuales influyen en las percepciones del ciberacoso. Estas actitudes difuminan el límite entre la búsqueda romántica online ordinaria y el ciberacoso. Las investigaciones sugieren que vivimos en una «cultura del acoso«, donde este se normaliza, minimiza y/o romantiza a través de instituciones culturales.

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