La psicopatía y el cine: ¿realidad o ficción? (I). Club Ciencias Forenses.
Cine y Psicopatía: ¿realidad o ficción? (I). Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, en esta ocasión les ofrecemos la primera parte del resumen del artículo “La psicopatía y el cine: ¿realidad o ficción?”, de los autores Samuel J. Leistedt y Paul Linkowski de la Universidad Libre de Bruselas (Belgica), que analiza la caracterización de los personajes psicopáticos a lo largo de la historia del cine.

Las películas son especialmente apropiadas para representar los estados psicológicos y la enfermedad mental. Su influencia en la percepción del público sobre las enfermedades mentales es especialmente notable ya que suele haber mucha desinformación acerca de los trastornos mentales. El principal interés aquí es la representación de los psicópatas de ficción en las películas. En lugar de evaluar su éxito comercial o “calidad estética” y reclamo, se analiza el grado de realismo de su caracterización desde el punto de vista clínico y psicopatológico de psiquiatras, psicólogos clínicos, y profesionales de la salud mental. Los autores obtuvieron la mayor cantidad de información posible sobre cada personaje de ficción, basándose principalmente en las películas, y utilizando asimismo cualquier otra fuente o documentación disponibles para hacer un diagnóstico psiquiátrico preciso, concretamente en términos de psicopatía. Actualmente, existe un creciente apoyo a la heterogeneidad de la psicopatía; sin embargo, hay poco acuerdo sobre cómo diferenciar e identificar subtipos. En base a una revisión bibliográfica exhaustiva, los autores optaron por dos clasificaciones. La primera clasificación es una expansión de la idea original de Karpman (1941) de psicopatía primaria y secundaria. La psicopatía primaria se caracteriza por un déficit afectivo hereditario. Por otro lado, la psicopatía secundaria está caracterizada por una perturbación afectiva ambientalmente adquirida. Según la teoría, ambas psicopatías primaria y secundaria son fenotípicamente similares, difiriendo sólo en el origen de los síntomas: un déficit afectivo de origen constitucional o una perturbación afectiva resultante del aprendizaje psicosocial temprano. La segunda clasificación está relacionada con el estudio sobre subtipos psicopáticos realizado por Hervé en 2003. Cuatro grupos principales surgieron de este: (1) clásico/idiopático/prototípico, (2) manipulador, (3) “macho” y (4) pseudopsicópata o sociopata.

Las primeras representaciones de psicópatas en el cine solían elaborarse en base a un conocimiento deficiente o incompleto de las personalidades psicopáticas. En general, eran caricaturizados como sádicos, impredecibles, sexualmente depravados, y emocionalmente inestables, con una compulsión a cometer actos de violencia indiscriminada, asesinatos y destrucción, presentando normalmente una serie de extrañas particularidades (risa nerviosa, carcajadas, o tics faciales), generando a menudo personajes famosos e irreales. El desconocimiento general del público acerca de la enfermedad mental o los trastornos psicológicos llevó a aceptar esta representación e incluso a considerarla como prácticamente “realista”. Generalmente, hasta finales de 1950, los convencionalismos cinematográficos estadounidenses relegaron al psicópata al género de villanos, tales como gángsters, científicos locos, súper villanos, asesinos en serie, etc. Incluso la homosexualidad fue retratada como conducta psicopática antes de la retirada de la homosexualidad del DSM en 1973. Un cambio muy interesante ocurrió en 1957 con la detención de Ed Gein en Plainfield, Wisconsin. Debido a la atención recibida, la representación de los psicópatas en el cine fue desviada hacia un género cinematográfico casi independiente y exclusivo: el terror. Tras lo cual, surgieron dos notables discrepancias en la representación típica del psicópata: (1) el inadaptado socialmente funcional con una compulsión sexualmente motivada para matar (Norman Bates de Psicosis) y (2) el extremadamente violento caótico asesino en masa, con conductas y apariencia idiosincrásicas (Leatherface de La matanza de Texas). Las hazañas de muchos psicópatas reales y asesinos en serie durante los años 60 y 70 generó una cantidad cada vez mayor de información relativa a las conductas, sobre todo acerca de la descripción clínica de los psicópatas con formas ritualistas de matar, haciéndose de conocimiento público. De este modo, empezaron a surgir las películas slasher. Estas películas se basan en un villano idiosincrásico recurrente con una firma, un modus, un arma, y, en particular, una apariencia estética (una “máscara distintiva”) en una historia que implica la masacre secuencial de adolescentes inocentes de varias formas espectaculares y grotescas. Las sagas de Halloween, Viernes 13 y Sé lo que hicisteis el último verano son algunos ejemplos de este género. En estas películas, los personajes psicópatas en general son poco realistas, acumulando muchos rasgos y características, como el sadismo, la inteligencia y la capacidad de predecir el plan que las futuras víctimas utilizarán para escapar. Hoy en día, estas son más bien representaciones populares icónicas del mal de asesinos de ficción que de psicópatas interesantes. A la larga, la detención y la popularidad de los famosos asesinos en serie John Wayne Gacy, Jeffrey Dahmer, y Ted Bundy y la creación del “Violent Criminal Apprehension Program” (ViCAP) en 1985 condujo a un incremento adicional en la descripción (y comprensión) de cómo la psicopatía y la investigación criminal (como el perfilado criminal) eran interpretados y retratados en el cine. Este cambio llevó a la popularidad de la “élite psicópata”, o del psicópata que muestra niveles exagerados de inteligencia, sofisticados modales, y astucia, a veces hasta niveles sobrehumanos y supermediatizados (Ej.: El doctor Hannibal Lecter). Desde principios de 2000, la representación y caracterización de los psicópatas de ficción ha cambiado. De hecho, se se han vuelto más humanos y vulnerables, con verdaderas debilidades.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

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