Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Has COVID-19 Changed Crime? Crime Rates in the United States during the Pandemic” de Boman IV, J. H. y Gallupe, O. (2020), en el que se investiga la influencia de la influencia de la pandemia en la criminalidad de EE.UU.

¿Ha cambiado el crimen en los EE.UU como consecuencia de los confinamientos en casa por el COVID-19? Si es así, ¿ha disminuido o aumentado?

Casi todos los noticieros importantes que informaron sobre este tema desde que comenzaron los confinamientos han encontrado un fenómeno similar. Esto es, el crimen ha disminuido en EE.UU. La métrica más común de estos informes son las llamadas de servicio a la policía (al 911). Sin embargo, en dichas noticias, la medida en que la delincuencia ha disminuido desde el inicio de los confinamientos varía drásticamente.

Si bien casi toda la evidencia anecdótica apunta a que el crimen está disminuyendo, es importante darse cuenta de que todavía hay muchas incógnitas acerca de en qué medida el crimen ha disminuido en EE.UU. Tres factores complican esto más. Primero, para determinar definitivamente que la delincuencia ha disminuido en todo el país, se necesitan datos nacionales. O al menos datos representativos a nivel nacional.

En segundo lugar, las llamadas de servicio son una de muchas métricas para determinar si la delincuencia ha disminuido. En tercer lugar, la mayoría de los medios se centran en las grandes ciudades. Así, se necesitan análisis en ciudades pequeñas y medianas y áreas rurales para determinar si dicha disminución está sucediendo en todas las áreas de EE.UU.

A pesar de las evidencias de disminución del crimen, hay un estudio científico de Ashby que se publicó recientemente. Se enfoca en cómo el crimen pudo haber cambiado durante el COVID-19. Los hallazgos no mostraron un patrón consistente en cuanto a si el crimen había disminuido, aumentado o permanecido igual durante la pandemia. De hecho, su hallazgo más común fue que no hubo cambios en las tasas de criminalidad antes y después del COVID-19. Cuando hubo cambios, fueron aleatorios y parecían muy dependientes de qué ciudad o condado en particular se estaba analizando. Casi todas las pruebas de las llamadas de servicio en todo el país demuestran que la delincuencia ha disminuido. Sin embargo, Ashby descubrió que los delitos graves no han cambiado demasiado, dependiendo también en gran medida de la ubicación. ¿Cuál es la razón de esta diferencia?

La explicación más probable radica en los tipos de delitos investigados: la mayoría son delitos graves y delitos índice; por ello estaban en datos policiales disponibles públicamente. La naturaleza grave de estos delitos puede hacer que se comporten de manera diferente a los delitos menores más comunes o “cotidiano”.

Esto llama la atención sobre la distinción de Warr entre lo que él llama delitos grupales y no grupales. Los delitos grupales son en su mayoría delitos menores que se cometen en grupos que generalmente consisten en delincuentes más jóvenes. El propósito de estos delitos es aliviar el aburrimiento y ganar status y capital social. Por ejemplo: el vandalismo, allanamiento de morada y uso de sustancias.

Por otro lado, los delitos no grupales tienden a ser cometidos por individuos que actúan solos como los robos o agresiones graves o el homicidio. Así, los delitos estudiados por Ashby fueron casi todos delitos no grupales y graves que, generalmente, se cometen en solitario, no en presencia de otros, en redes o en grupos de pares.

Durante la pandemia, las dinámicas sociales entre amigos, conocidos, etc, claramente se ha visto alterada debido a los confinamientos y requisitos de distanciamiento social. Estas alteraciones de los patrones sociales son la fuerza impulsora detrás de la reducción de la delincuencia durante el curso de la pandemia. Sin acceso a grupos de pares, se elimina el contexto en el que ocurre gran parte del comportamiento delictivo.

Ahora, si bien estos requisitos han tenido un impacto claro en la delincuencia grupal, es poco probable que tengan relación con los actos delictivos que generalmente ocurren en situaciones en las que los grupos de pares no están presentes. En otras palabras, es poco probable que los confinamientos afecten a los delitos no grupales. En este caso, tendría sentido que delitos graves como el homicidio y la violencia de género no cambiaran durante un confinamiento. Especialmente al tratarse de un clima cargado de estrés mental y ansiedad.

Si esto fuera cierto, esperaríamos ver una estabilidad relativa en las cifras de homicidios de 2020 en comparación con 2019. Usando datos de dos ciudades que recientemente han sido puntos calientes de homicidios, Chicago y Filadelfia, no parece haber cambios notables en los homicidios en comparación con 2019. En consecuencia, los datos sugieren que los confinamientos no parecen haber tenido ningún efecto en los homicidios de Chicago. De hecho, pueden haber contribuido a un aumento del 15% en los homicidios en Filadelfia en 2020 en comparación con 2019. Así pues, también hay evidencia anecdótica de que la violencia de género puede haber empeorado como resultado de los confinamientos por la pandemia.

Los encierros han obligado a quienes cohabitan a permanecer en estrecha proximidad entre sí. Por tanto, han aumentado las oportunidades para cometer violencia doméstica y de género. Además, existen abundantes oportunidades de acceso a las víctimas y opciones limitadas para estas. Esto se debe a que la posibilidad de fuga y la probabilidad de intervención de las agencias de servicios sociales, muchas de las cuales están cerradas, ya no es una opción viable.

En resumen, los delitos menores, muchos de los cuales ocurren en grupos de pares, son bastante comunes en los EE.UU. Los comportamientos individualistas como la violencia de género y el homicidio son más infrecuentes, pero son mucho más perjudiciales para la sociedad. En consecuencia, las reducciones de los delitos menores terminarán haciendo que la tasa general de delitos disminuya también, incluso a pesar de los aumentos de delitos más graves.

Si bien la delincuencia en general ha disminuido, la razón por la que ha disminuido es probable que se deba a una disminución en los delitos menores, cometidos en gran parte por personas en grupos de pares. Al decretar confinamientos a raíz de la pandemia del COVID-19, los grupos de pares desviados –gente relativamente joven que cometen delitos menores por el capital social– fueron efectivamente eliminados durante la duración de los confinamientos.

Si la delincuencia en el lugar y el espacio disminuye, generalmente se considera algo bueno. Sin embargo, dada la posibilidad de que los confinamientos puedan haber hecho que los infractores menores tengan nuevas oportunidades de cometer delitos graves, es recomendable tener precaución contra una interpretación generalizada de que la caída del crimen durante el COVID-19 ha sido beneficiosa para sociedad.

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