Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Personality Disorder Traits, Rorschach Performance, and Neuropsychological Functioning in the Case of a Serial Killer: The Importance of a Multilevel Approach in the Assessment of Personalities Associated with Extreme and Repetitive Violence”, de Schug, R. A. (2021), en el que el autor realiza un análisis multinivel, utilizando diferentes técnicas utilizadas por profesionales de la salud mental y forense, para conocer la personalidad de un asesino en serie. 

Los asesinos en serie se encuentran en el extremo más radical de la violencia y por ello llaman nuestra atención, porque pueden representar algunas de las formas más graves de trastornos de la personalidad

Por este motivo, los investigadores señalan continuamente la necesidad de evaluar de forma correcta las características de la personalidad que pueden ser exclusivas de los asesinos en serie, ya que se ha visto en estudios previos que existen ciertos rasgos que parecen repetirse en estos casos y pueden actuar como claves para la investigación. 

Algunos de los estudios enfocados en esta idea, utilizan como herramienta los autoinformes de los propios asesinos en serie o exámenes sobre la presencia de trastornos de personalidad. Esto nos ha proporcionado datos muy útiles, pero ¿qué otras técnicas se podrían utilizar?

Tenemos, por ejemplo, el test de Rorschach, que se ha utilizado para intentar dilucidar el funcionamiento psicológico y la personalidad de aquellos que matan. Cuando se ha utilizado con asesinos y agresores sexuales, ha indicado alteraciones de la personalidad y del funcionamiento psicológico en varias áreas, como la capacidad de comprometerse, el procesamiento cognitivo, la percepción, el estrés y la angustia… 

También existen los estudios neurobiológicos de la violencia, que pueden explicar cómo un individuo es capaz de perpetrar múltiples asesinatos, pero necesariamente tienen que ser complementados con algún tipo de herramienta para estudiar la personalidad.

Los investigadores, a partir del siglo XX, empezaron a proponer conceptualizaciones de la personalidad “en capas”, cada una de las cuales representaba diferentes niveles de conciencia y de accesibilidad. 

Leary fue uno de los que apoyaba esta teoría, y propuso cinco niveles en la dimensión de la personalidad: 1) la comunicación pública, 2) las descripciones conscientes, 3) la simbolización privada, 4) el inconsciente no expresado y 5) los valores.

Desde entonces, los investigadores contemporáneos han ido ampliando estos conceptos con estudios empíricos. Por ejemplo, McAdams enfatizó la importancia de estudiar la organización e integración de la personalidad, destacando la teoría de las múltiples capas de información. 

Teniendo todo esto en cuenta, parece lógico que se puedan combinar las herramientas que hemos mencionado antes para realizar análisis multinivel de la personalidad. Esto es precisamente lo que intenta conseguir el autor de este artículo: evaluar de forma integradora la personalidad de un asesino en serie, utilizando un caso real. 

El protagonista del caso era un hombre de 66 años que se encontraba cumpliendo condena en el momento de redacción del artículo. Se le realizaron una serie de entrevistas telefónicas y visitas presenciales a la cárcel. 

Primero se recopilaron datos básicos sobre su vida, especialmente su infancia y juventud. Por ejemplo, describió a su padre como bueno, aunque borracho; de su madre prácticamente no habló, además, ninguno de los dos era especialmente afectuoso con él. También recordaba conflictos verbales y físicos entre ellos. No sufrió abusos sexuales, pero sí físicos, por parte de sus padres. Consumía alcohol desde los 12 años de forma ocasional, pero no otras sustancias. En principio, no manifestaba ninguna enfermedad mental. Mató a ocho mujeres desde los 34 a los 39 años, todas fueron asfixiadas. Parecía haber algún componente sexual en sus crímenes, pero no estaba claro. 

Cuando se le pasaron diversos test de personalidad, cumplió con todos los criterios de diagnóstico para el trastorno de la personalidad antisocial (por ejemplo, aparecía en él un patrón generalizado de desprecio y violación de los derechos de los demás). 

Además, cumplió con la mayoría de criterios del trastorno de personalidad narcisista (grandiosidad, falta de empatía, arrogancia…), con algunos del trastorno esquizoide (no disfruta ni desea relaciones cercanas, elige actividades solitarias, no tiene interés por experiencias sexuales con los demás…) y del trastorno obsesivo compulsivo (dedicación excesiva al trabajo, renuencia a delegar el trabajo a menos que otros se sometan a su forma exacta de hacer las cosas, rigidez, terquedad…) y una gran dificultad de control de la ira

El test de Rorschach sugirió una actitud defensiva ante la vida, esfuerzo por complacer a los demás y límites psicológicos deficientes. Además, sus respuestas indicaron evitación emocional, una reactividad emocional muy limitada y una preferencia por la reflexión y la razón, lo que el autor tradujo en una preferencia por “vivir en su cabeza” y no “vivir en la realidad”. 

El análisis multinivel proporcionó, como vemos, muchas claves para conocer la personalidad del sujeto. Todo esto deja ver que los métodos de evaluación utilizados, combinados, podrían reportar beneficios para el diagnóstico. 

Los autores mencionan, como directriz para el futuro, que se deben mejorar estos métodos, y averiguar cuál es la forma más adecuada de combinar las diferentes herramientas. 

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