Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “The effect of contextual information on decision-making in forensic toxicology” de Hammett, H. J. y Dror, I. E. (2020), en el que se describe la importancia de la información contextual a la hora de tomar decisiones en el ámbito de la toxicología forense.

La toxicología forense consiste en el análisis de fluidos biológicos en busca de drogas, alcohol o venenos. El fin consiste en evaluar el papel de estas sustancias en casos de actuación humana, muertes súbitas y casos penales.

Aunque a menudo se percibe como “objetiva”, muchos aspectos de la toxicología forense implican la interpretación y toma de decisiones subjetivas que dependen del examinador forense. Por tanto, es importante comprender el papel de los factores humanos cognitivos en la configuración de las decisiones en esta disciplina. El sesgo cognitivo puede surgir de diferentes fuentes. Algunas de estas fuentes pueden estar relacionadas con el caso en cuestión, como materiales de referencia o información irrelevante del caso. Otras no tienen nada que ver con el caso en cuestión, sino más bien con el examinador.

Tres aspectos clave de un caso de toxicología pueden verse afectados por el sesgo cognitivo: la selección de las pruebas o estrategia del caso; la identificación de una sustancia durante la detección de drogas; y la interpretación de los resultados de las pruebas.

Por ejemplo, la selección de pruebas puede verse influenciada por el sesgo de frecuencia esperada. Si el toxicólogo basa incorrectamente sus decisiones en experiencias pasadas y suposiciones sobre las personas involucradas en el caso, entonces el tratamiento del caso está sesgado. Durante la detección de drogas, las comparaciones pueden verse afectadas si, por ejemplo, el analista recibe información contextual sobre el caso. La interpretación en toxicología forense a menudo es subjetiva; se basa en el toxicólogo individual específico que realiza el trabajo, su propio conocimiento y experiencia personal. Esto puede crear expectativas que conduzcan a sesgos de confirmación o visión de túnel.

Sin embargo, a excepción de los autores, ningún estudio ha examinado empíricamente los posibles sesgos en la toma de decisiones de toxicología forense. El inmunoensayo se utiliza en toxicología forense para examinar rápidamente muestras biológicas en busca de grupos o “familias” de fármacos. Los resultados no proporcionan evidencia inequívoca de la presencia de un fármaco. Así, cualquier hallazgo positivo debe ser confirmado por otra técnica más sofisticada. Esto se debe a que se sabe que los inmunoensayos pueden presentar falsos positivos.

Los inmunoensayos son pruebas simples de cambio de color. En el penúltimo paso de la prueba se observa la intensidad del color producido por la muestra y se convierte a un valor numérico. Al igual que muchas pruebas en toxicología forense, el cribado de inmunoensayos se realiza en lotes. Esto es, se analizan varios casos juntos, a veces con repeticiones de muestras de cada caso, así como muestras de control positivas y negativas. También es común que el analista que realiza el inmunoensayo sea diferente al toxicólogo que informa e interpreta el caso.

Por tanto, al igual que con otras disciplinas forenses, los métodos utilizados en toxicología forense pueden producir datos ambiguos. Para los toxicólogos que deciden sobre las pruebas, puede haber un marco existente dentro de la organización que pueda guiar la elección de los análisis. Esto es más común en los laboratorios acreditados. En otros laboratorios no existe un conjunto estándar de pruebas de detección y las decisiones se toman ad hoc, caso por caso. En este escenario, la elección de las pruebas es subjetiva y, en consecuencia, puede verse afectada por el sesgo de frecuencia esperado.

Teniendo estos datos en cuenta, los autores investigaron en su estudio el efecto de la información contextual en el análisis de los datos producidos durante una prueba de inmunoensayo, concretamente para opiáceos. El estudio se centró en la elección de pruebas de drogas para cinco casos post-mortem. Los participantes fueron 58 estudiantes de tercer año de Ciencias y Química Forense. Recibieron capacitación para analizar datos de inmunoensayos y determinar la estrategia del caso antes de completar las tareas. Estos completaron la tarea de inmunoensayo (experimento 1); de estos, 53 participantes completaron la tarea de estrategia de caso (experimento 2).

Los resultados muestran que los participantes eligieron diferentes formas de abordar el siguiente paso de la prueba a partir de los mismos datos cuando contaban con diferente información contextual irrelevante.

En el experimento 1, la presencia de información del caso provocó una disminución en la precisión al analizar los datos brutos de los inmunoensayos. Esto fue incluso cuando el contexto reforzó la decisión matemáticamente correcta. Esto podría deberse a la carga cognitiva general de la tarea. Así, el acceso a la información del caso afecta a la toma de decisiones.

Aunque la respuesta matemáticamente correcta es clara, se sabe que el inmunoensayo produce tanto falsos positivos como falsos negativos. Dado esto, una estrategia científica válida podría ser repetir o confirmar todos los casos límite. No obstante, esto solo debería hacerse si es un procedimiento pre-documentado en el laboratorio, no si depende de que los resultados sean los ‘esperados’ o no.

Sin embargo, lo que es más probable que ocurra es que el analista derive el caso a un toxicólogo experimentado. Este leería las circunstancias del caso para tomar la “mejor” decisión. En este curso de acción encontramos tres problemas.

El primero es que analizar los datos de los inmunoensayos es una decisión científica, la cual debe tomarse sobre la base de criterios científicos. La exposición a la información del caso compromete esta independencia científica. La información contextual se utiliza para “llenar los vacíos” de pruebas difíciles. El segundo problema son las consecuencias de una confirmación innecesaria; esto puede hacer perder tiempo y recursos, generando costes innecesarios. En el peor de los casos, podría destruir una muestra limitada, dando un resultado incorrecto. El tercer problema son las consecuencias de que, al no producirse la confirmación, no se detecte una sustancia que está presente.

En el experimento 2, se demostró que la información demográfica (edad y origen étnico) afecta a la elección de las pruebas realizadas para los casos post-mortem, aún cuando las circunstancias entre casos son idénticas. En el estudio, las diferencias en la elección de las pruebas por parte de los participantes se basaron en sus experiencias personalespasadas, suposiciones o percepciones sobre el uso de drogas entre ciertos grupos de edad y/o etnias.

En consecuencia, no se aboga por limitar el acceso a la información contextual. En su lugar, buscar un enfoque coherente y documentado para elegir las pruebas reduciría los sesgos en estas decisiones. Los límites de edad se utilizan comúnmente en los laboratorios de toxicología forense cuando se toman decisiones sobre las pruebas, para minimizar la carga de trabajo. No obstante, es importante que estos se basen en pruebas científicas fiables y actualizadas sobre el uso de drogas en determinadas poblaciones, no en las experiencias pasadas o percepciones del toxicólogo.

Por lo tanto, los autores proponen que, cuando sea posible, los laboratorios de toxicología forense utilicen un marco coherente para elegir las pruebas, así como que las variaciones o decisiones de cada caso se documenten y justifiquen debidamente.

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