Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Sex offending among adolescents and young men with history of psychiatric inpatient care in adolescence” de Kaltiala, R., Holttinen, T. y Ellonen, N. (2022), en el que los autores realizan un estudio de seguimiento de 30 años de duración en casos de hombres y jóvenes adultos que estuvieron en centros psiquiátricos, para saber si, al ser dados de alta, cometieron algún tipo de delito, poniendo el foco en los delitos sexuales. 

Durante la adolescencia existen discrepancias entre la maduración física, la maduración cognitiva y la maduración emocional, y esto es algo que puede aumentar el riesgo de los jóvenes para formar parte, por ejemplo, de encuentros sexuales que no son seguros. En casos más extremos, incluso pueden aparecer encuentros sexuales no consensuados.

Todo esto puede estar relacionado con trastornos mentales de internalización y también de externalización. De hecho, formar parte de una actividad sexual no consentida, según mencionan los autores, sería un factor de riesgo importante para los trastornos mentales. Ser el victimario en este tipo de actos, puede guardar relación también con problemas de desarrollo.

Además de los factores de riesgo que existen para la delincuencia en general, los delincuentes sexuales jóvenes a menudo presentan un historial de sujeción al abuso sexual, intereses sexuales atípicos, aislamiento social y algún tipo de psicopatología.

Algunas condiciones psiquiátricas y de desarrollo se han asociado en jóvenes y adultos con una mayor probabilidad de cometer delitos sexuales. Por ejemplo, trastornos graves de conducta, desarrollo de una personalidad antisocial, e incluso en algunos casos (aunque no mayoritarios), trastornos del espectro autista y retraso mental. 

Hasta dos tercios de los delincuentes sexuales jóvenes cumplen los criterios diagnósticos de algunos trastornos mentales. 

Muchos trastornos mentales graves están relacionados con la sexualidad y deben ser tenidos en cuenta, ya que pueden distorsionar el desarrollo normativo hacia una sexualidad consensuada y satisfactoria, como la anhedonia, el déficit de control de impulsos, la ansiedad social o problemas de percepción y comunicación. Esto puede ser particularmente dañino en la adolescencia, cuando los jóvenes están experimentando un desarrollo decisivo en muchas y variadas áreas de su vida. 

Los autores tienen diferentes objetivos en este trabajo. Por ejemplo, conocer con qué frecuencia los jóvenes varones ingresados en atención psiquiátrica adquieren antecedentes penales por delitos sexuales en los primeros 10 años desde su alta médica, en el caso de que los adquieran. Conocer cuál de los diagnósticos conlleva el mayor riesgo de delitos sexuales posteriores también es uno de sus objetivos. 

Por otro lado, como el estudio implica un seguimiento de los casos durante 30 años, se preguntan también cuáles son las diferencias entre los jóvenes ingresados en la década de 1980, 1990 y los 2000. 

Para ello, obtuvieron una muestra de 6.749 adolescentes de entre 13 y 17 años que fueron admitidos, entre 1980 y 2010 para realizar su primer tratamiento psiquiátrico.

Los antecedentes penales posteriores se obtuvieron de registros públicos de Finlandia, el contexto del estudio. Contenían datos sobre las sentencias impuestas, las sentencias perdonadas y los cargos rechazados por los tribunales de primera instancia. 

De todos los pacientes, sólo 103 habían cometido delitos sexuales durante el seguimiento, lo cual es un número muy bajo (1,5%). Por tanto, la condena penal por delitos sexuales cometidos por adolescentes durante los 10 años posteriores a su alta de un centro psiquiátrico, es muy poco común.

La adquisición de antecedentes penales por delitos sexuales fue igualmente común entre aquellos que ingresaron en psiquiatría en la adolescencia temprana (13-14 años) y aquellos que lo hicieron en adolescencia más avanzada (15-17 años).

Los antecedentes penales por delitos sexuales fueron más comunes entre aquellos con diagnósticos primarios de consumo de sustancias, trastorno de la personalidad o de la conducta. Fue menos común entre aquellos jóvenes con trastornos del estado de ánimo. 

Además, tener antecedentes penales por violencia no sexual antes de la admisión en el centro psiquiátrico, se asoció con un mayor riesgo de cometer esos mismos delitos después de la admisión. 

Los pacientes ingresados por primera vez con diagnósticos relacionados con la esquizofrenia, tenían un riesgo bajo de cometer posteriormente delitos, tanto sexuales como no sexuales, aplicándose también a delitos no violentos. 

Sin embargo, pese a todo lo anteriormente nombrado, es importante mencionar que los delitos sexuales posteriores a la estancia en el centro psiquiátrico, fueron más comunes entre los jóvenes admitidos en los centros en la última década. 

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