Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Child porn offenders, solicitation and child sexual abusers: what literatura has to say” de Johnson S. A. (2019), una amplia revisión de las investigaciones en materia de agresiones sexuales a menores y las características de los delincuentes que consumen pornografía infantil.

Generalmente, aquello que se conoce sobre los delincuentes sexuales con víctimas adultas se puede aplicar también a los que agreden a víctimas menores de edad. Muchas veces hay cierta confusión debido al desarrollo de tipologías y definiciones, que no se mantienen homogéneamente a lo largo de las investigaciones. El problema, en parte, se deriva del solapamiento de motivaciones, características y tipologías entre los diferentes agresores sexuales.

También hay cuestiones contradictorias. Por ejemplo, algunos autores consideran que aquellos que consumen y distribuyen pornografía infantil son en realidad agresores sexuales no capturados. En cambio, otros profesionales plantean que el uso de pornografía infantil no implica necesariamente el llevar a cabo agresiones sexuales.

Simplificando, por un lado, hay delincuentes sexuales que solo consumen pornografía infantil o que implica a menores (porn child ofender). Otros contactan con posibles víctimas a través de la tecnología, solicitando y convenciendo a los menores en implicarse en todo tipo de actividades sexuales. Puede ser mostrar partes del cuerpo, actividades masturbatorias, juegos de rol, etc. (solicitation offender). Estos pueden o no consumir pornografía infantil y pueden o no solicitar contacto en persona.

Cuando además de actividades en línea, utilizan pornografía infantil y/o abusan sexualmente hablaríamos de agresores duales. Y, por último, hay agresores cuya motivación principal es tener encuentros sexuales con menores. Pueden buscar a sus víctimas en la comunidad o en el medio online. Estos suelen ser los que en la literatura científica se denomina agresores sexuales infantiles o agresores de contacto (del inglés, contact offenders).

La clasificación más conocida es aquella que habla de pedofilia, hebefilia y efebofilia, donde los tres tipos sientes atracción por menores con diferentes rangos de edad. Estos no abusan necesariamente de los menores, lo definitorio es la atracción. Entre todos ellos, pueden o no haber pederastas o agresores sexuales de menores.

Los delincuentes relacionados con la pornografía infantil pueden tener diferentes motivaciones para ello. Kenneth V. Lanning, un perfilador de la FBI, identificó 4 tipos de delincuentes de pornografía con menores. Hay quienes no tienen intereses sexuales específicos en menores. Acceden a la pornografía de manera impulsiva o por curiosidad.

Otros consumen pornografía con menores para satisfacer necesidades sexuales, pero nunca agreden de manera física ni establecen contactos con posibles víctimas. En otra clasificación (Krone, 2004), estos se restringen a sus fantasías y al consumo de pornografía. La motivación principal sería el interés pedófilo.

Existen delincuentes de la pornografía infantil que la producen y la distribuyen para ganancias económicas. Pueden sentir o no atracción sexual hacia menores. La motivación se basa en la explotación comercial y ven sus actividades como un negocio.

Y, por último, aquellos que utilizan internet para acceder a víctimas y conseguir un contacto real. En el contacto suelen grabar a sus víctimas o hacerles fotos. Estos serían los agresores duales antes mencionados. Lo que buscan principalmente es conseguir el contacto sexual.

Cabe destacar que no hay perfiles puros. Un delincuente que principalmente consume pornografía infantil, puede que intente contactar en algún momento con víctimas en el medio online. Aquellos que solo consumen pornografía infantil, que no llevan a cabo agresiones físicas, ni contactan con las víctimas en internet, son delincuentes que hacen uso de material de explotación sexual infantil (CEM, Child Explotation Material).

Algunos estudios destacan que estos suelen tener un nivel educativo más alto que los agresores sexuales de menores. Suelen tener un IQ mayor, edades en 25 y 50 años y mayoritariamente caucásicos. Es más probable que convivan con menores que los agresores sexuales de menores. Aunque parece que la mayoría suelen ser hombres, los delincuentes pueden ser  mujeres entre 1 y 33% de los casos.

La mayoría tienen un trabajo estable y que requieren un título universitario. Además, suelen ser empleos que requieren poco o nada de contacto con otras personas, pero sí contacto con menores. Aproximadamente la mitad de este tipo de delincuentes están casados. En la otra mitad, la situación sentimental puede variar desde no haber tenido nunca una relación hasta cualquier otra posibilidad. En este segundo grupo, es más probable que los delincuentes vivan solos o con sus padres. También que tengan menos contacto con las personas en el contexto real.

En cuanto a historial criminal, se observó que la mayoría no lo tienen. No obstante, otros autores defienden que suele haber mínimo una historia criminal relacionada con el uso de sustancias ilegales. Lo más preocupante es que, en algunos estudios, se ha encontrado que entre 50 y 85% de los consumidores de pornografía infantil informan haber intentado contactar y/o agredir a menores, pero sin ser detectados.

Esta es una cuestión a debate muy importante. Los que solo hacen uso de la pornografía infantil, ¿realmente es solo eso o el contacto con las víctimas que no se detecta?

El historial criminal de agresiones con violencia es un fuerte predictor de todos los tipos de agresiones. Es común que la primera agresión se dé en la edad joven. Los que consumen pornografía con menores no suelen reincidir una vez pillados. De los que presentan reincidencia, un 25% de ellos suelen reincidir mientras están en libertad condicional.

A nivel psicológico, algunos estudios consideran que no hay diferencias entre los que solo consumen pornografía infantil y los pederastas. En cambio, otros estudio destacan varias cosas diferenciales. Los delincuentes relacionados con la pornografía infantil suelen tener mayores problemas psicológicos, como trastorno obsesivo-compulsivo o síntomas depresivos. Las parafilias suelen ser más marcadas, hay mayor estrés y masturbación frecuente. No se observan diferencias en cuanto a trastornos de depresión y ansiedad entre estos y los agresores sexuales de menores. En ambos casos se informa de problemas de soledad y baja autoestima, aunque muchos autores subrayan diferencias en la intensidad o gravedad de estos aspectos. En cualquier caso, en el análisis de problemas de salud mental hay alta heterogeneidad de resultados.

Aunque de modo intuitivo consideraríamos que todos los delincuentes relacionados con los menores son pedófilos, no parece que sea así. Se ha observado que solo el 25% de los implicados en pornografía infantil presentan este tipo de parafilia. La mayoría fueron diagnosticados con parafilias no especificadas. Es una categoría diagnóstica que incluye los casos que no cumplen todos los criterios necesarios para una categoría diagnóstica ya establecida. También parece ser que la mayoría de estos delincuentes presentan hebefilia (atracción sexual hacia adolescentes) y no pedofilia.

Otros datos en materia de problemas de salud mental muestran que estos delincuentes suelen presentar rasgos de exhibicionismo sexual y voyerismo. Asimismo, es probable que puntúen bajo en herramientas de evaluación de riesgo para agresiones sexuales.

Normalmente, las personas consumen material pornográfico que encaja con sus intereses sexuales. La colección de material pornográfico es el mejor indicador sobre qué quiere hacer el delincuente, pero no necesariamente sobre lo que haya hecho. Es decir, la especificidad del material pornográfico es indicador de la preferencia sexual pero no de las actividades sexuales reales.

Como ya hemos mencionado, no todos los que ven pornografía infantil son pedófilos. Muchos pedófilos encuentran este tipo de material como repugnante. Los delincuentes que ven este tipo de material pornográfico suelen coleccionar mayor material con mayores rangos de edad de menores. No obstante, también borran más a menudo ese material. Hay mucha variabilidad en cuanto al tipo de material: desde menores sin actividad sexual hasta actividad sexual extrema. Otro dato es que suelen pagar más por acceder a pornografía infantil.

Por último, la motivación para hacer uso de tal material debe ser tenida en cuenta porque no es nada homogénea. Por ejemplo, algunos utilizan el material pornográfico infantil para mantener bajo control las conductas o deseo sexuales desviados. Para otros, este material facilita la actuación en base a fantasías preexistentes. Como observamos, lo único que no estaría al debate es la gran variabilidad en todos los aspectos relacionados con las agresiones sexuales a menores.

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