Reducción de la violencia psicopática. Club de las Ciencias Forenses
Reducción de la violencia psicopática. Club de las Ciencias Forenses

El artículo, que en esta ocasión, queridos amigos del Club de las Ciencias Forenses, nos place ofrecerles, aborda el controvertido y dificultoso camino para atajar o reducir la violencia psicopática. Se trata de una revisión de la literatura existente sobre el tratamiento de la psicopatía llevado a cabo por Dennis E. Reidy, Megan C. Kearns, y Sarah DeGue, pertenecientes a Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y a la División para la Prevención de la Violencia (Estados Unidos).

La psicopatía es una patología de la personalidad que predispone a los individuos a la comisión de actos de violencia crónica y grave, a lo largo de su vida.La violencia atribuible a personas con rasgos psicopáticos constituye una parte sustancial de los casos llevados ante el sistema judicial penal. Solo en 2011, el FBI estimó que en los Estados Unidos de América existieron alrededor de 1,2 millones de crímenes violentos. La psicopatía parece un importante factor de riesgo, particularmente pertinente y predictor de disposición a la agresión y a la violencia (Dolan y Doyle, 2000; Neuman y Hare, 2008), por lo que es fundamental para la comunidad científica su estudio, análisis e investigación.

Diferentes estudiosos de este trastorno de personalidad mantienen que un deficiente procesamiento de las emociones durante el desarrollo temprano, puede perturbar la socialización normal de una persona, favoreciendo la aparición de comportamientos psicopáticos. Con todo, la relación entre la psicopatía y la violencia se ha justificado tanto en la población forense, como en la comunidad, dando lugar a estudios en los que se observa que el 1% de la población general y el 20% de la población penitenciaria podrían ser considerados como psicópatas (Blair, Mitchell y Blair, 2005).

Analizados estos datos, es enormemente preocupante y extraño que existan tan pocos estudios científicos centrados en la búsqueda de las causas y, sobre todo, de la mejora en la detección, prevención y tratamiento de personas con trastorno psicopático. Uno de los pocos estudios de respuesta al tratamiento es el realizado por Richards y colaboradores (2003), llevado a cabo con mujeres encarceladas que fueron asignadas a una comunidad terapéutica en la que los tratamientos se centraron en el desarrollo de habilidades y empoderamiento de las participantes, aceptando la responsabilidad de sus acciones.

Esta intervención se realizó bajo una orientación cognitivo-conductual. Los investigadores observaron una tasa de deserción del 40%, ya que fueron liberadas sin regresar a prisión. Este dato coincide con el paradójico estudio de Porter, Brinke y Wilson (2009) en el que concluyen que los delincuentes encarcelados con altas puntuaciones en psicopatía, obtienen la libertad condicional mucho antes que el resto, a pesar de tener un mayor historial de violencia.

Esto puede ser debido al estilo impersonal, manipulador, astuto y locuaz por el que se categorizan los psicópatas, llegando incluso a engañar hasta a las juntas de tratamiento. Igualmente se ha observado que los psicópatas que obtienen una puntuación más alta en diferentes análisis y cortes diagnósticos, como los llevados a cabo utilizando la escala de evaluación de psicopatía (PCL: PsychopathyChecklist) de Hare (1980), la escala de evaluación de psicopatía revisada (PCL-R) de Hare (2003) así como la PCL-SV (screeningversion) (Hart, Cox y Hare, 1995), son excluidos de la muestra y de los grupos de tratamiento. Asimismo, se observa que son los individuos de menor riesgo, los más propensos a recibir tratamiento (Harris y rice, 2006).

Si realizamos un repaso de la literatura reciente sobre el tratamiento a los psicópatas y su respuesta a la intervención, los resultados no son muy esperanzadores, sobre todo si tomamos como único indicador de éxito la ausencia de conducta violenta. Por ello, son muchos los investigadores que prefieren realizar un análisis más completo de la relación entre el psicópata y la violencia, tras la intervención. Así, podemos observar que las intervenciones específicas y adaptadas, que tienen en cuenta los patrones únicos que se presentan en personas psicopáticas, y basados en el condicionamiento conductual, pueden ser de gran potencial en la reducción de la conducta violenta.

Por otro lado, los autores de la presente revisión señalan que existen ciertas intervenciones que, potencialmente, pueden exacerbar el comportamiento violento de estas personas. Con todo, una de las principales conclusiones de dicha revisión es que hay que aumentar el control metodológico en la investigación de la psicopatía y su tratamiento/intervención, incluyendo grupos de control, sin tratamiento, y aumentando de esta manera, la transparencia de las intervenciones realizadas.

Traducción: Nahikari Sánchez

Edición: Belén Alcázar

Club de las Ciencias Forenses, 2014

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