Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Oral Manifestations of Poisons in View of Forensic Odontology-A Review” de Arthanari, A.; Doggalli, N.; M. A. y Rani, S. (2020), en el cual se realiza una revisión de cómo distintos tipos de tóxicos afectan a la cavidad oral de una persona, dejando signos de intoxicación.

La cavidad oral es la parte que aporta la información más importante en casos de consumo de venenos o tóxicos. La razón radica en que es relativamente fácil analizar qué tipo de tóxico se ha consumido en base a los cambios de color. Las manifestaciones orales hacen referencia, por su parte, a cambios clínicos o en la autopsia en la cavidad oral.

Así, las intoxicaciones pueden producirse mediante tóxicos que se encuentran en diversos ámbitos. En los hogares encontraríamos detergentes, desinfectantes, antisépticos… O el uso de medicamentos, dado el abuso de drogas, sobremedicación o una medicación errónea. Por otro lado, también encontramos venenos de fuentes agrícolas como pesticidas, fungicidas, etc., o de origen industrial, en las fábricas donde muchos tóxicos son producidos, tratados y manufacturados.

Una intoxicación también puede producirse mediante ingesta de comidas y bebidas, debido a una contaminación accidental o por los aditivos y preservantes de la comida. En cualquier caso, estás no son las únicas fuentes, pues son diversas (mordeduras de serpientes u otros animales, contaminación urbana, intoxicación por gas de alcantarillado, etc.).

Así, una de las clasificaciones que puede establecerse de los tóxicos es distinguiendo entre químicos y fisiológicos o farmacológicos. En los tóxicos químicos, a su vez, puede distinguirse entre aquellos de origen inorgánico (corrosivos y sales metálicas y no metálicas) y orgánico (volátiles, alcaloides…).

Los tóxicos fisiológicos/farmacológicos, por su parte, nos permiten diferenciar entre tóxicos corrosivos (fuerte álcalis —un compuesto empleado en determinados medicamentos, sobretodo efervescentes—, mineral, y ácidos orgánicos) e irritantes (de origen metálico, vegetal o gases).

Bien, tras estas breves referencias teóricas, a continuación se exponen una serie de elementos junto a los signos orales de intoxicación que cada sustancia deja.

Por un lado, los compuestos organofosforados aluden al nombre general de cualquier compuesto que contenga fósforo. Dichos compuestos se utilizan ampliamente en la agricultura para la protección de cultivos, el control de plagas y, además, en usos veterinarios, médicos y los denominados “gases nerviosos” en operaciones químicas.

En base a su toxicidad y uso clínico se clasifican en compuestos de alta, intermedia o baja toxicidad. La mayoría son agentes altamente solubles en lípidos (grasas) y se absorben bien en la piel, las membranas mucosas orales y la membrana conjuntiva (ojos). Con respecto a sus manifestaciones clínicas, si bien dependen de diversos factores, la mayoría de intoxicaciones por fósforo se caracterizan, a nivel oral, por desprender un olor a ajo.

La fostoxina y fumitoxina son componentes empleados para fumigar y el control de plagas. Su manifestación oral, cuando se ingiere, se produce al presentar un olor muy penetrante.

El plomo, en la boca, causa astringencia (desecación y contracción) y un sabor metálico. Las manifestaciones orales incluyen un “tono plomo” (gris azulado) de la piel con palidez y una línea azul a lo largo de la encía, con un borde negro azulado en los dientes (esto último síntoma de una intoxicación crónica).

Por su parte, el arsénico es un elemento que se observa principalmente en minerales. De hecho, la contaminación de aguas subterráneas por arsénico es un importante problema de salud pública global. La exposición crónica al arsénico causa varios tipos de lesiones cutáneas. Los signos y síntomas también se encuentran en la lengua, la mucosa gingival y la bucal.

Otra sustancia que podemos nombrar es el ácido bórico, el cual puede utilizarse como pesticida, en desinfectantes o en productos de higiene como pastas de dientes. Las manifestaciones, tanto generales como orales, por su intoxicación incluyen cianosis intensa por la pérdida de oxígeno en la sangre de los labios y uñas (presentan un color azulado o morado). La cavidad oral también presenta inflamaciones y manchas marrones, sufriendo sobretodo efectos corrosivos.

El último ejemplo lo encontramos en el ácido sulfúrico. Este es uno de los químicos industriales de mayor entidad. Es usado en la industria eléctrica, joyería, laboratorios químicos y la agricultura, siendo la ingesta la forma más común de intoxicación. Su manifestación oral se observa en lengua, encías, mucosa bucal y paladar esponjosos, amarillentos e insensibles.

Bien, realizando varios estudios de caso, los autores observaron los siguientes signos de intoxicación, en función del tóxico identificado.

En el primer caso se examinó a un hombre adulto por intoxicación con organofosforados. El examen de la cavidad oral reveló un engrosamiento de las mucosas orales con una decoloración blanquecina de la encía adherida. La lengua también mostraba manchas blancas.

En el segundo caso se trató a un joyero que, accidentalmente, se intoxicó ingiriendo ácido sulfúrico. Sufrió quemaduras cutáneas inmediatas de diversa extensión y profundidad. Bucalmente, tenía un trismo (contracción de los músculos de la mandíbula y boca) severo, con lengua, encías, mucosa bucal y paladar esponjosos, amarillentos e insensibles.

El tercer caso también era una intoxicación mortal por ácido sulfúrico por parte de una mujer joven. Se observó hinchazón en los labios con signos de cianosis, una decoloración amarillenta de la mucosa oral y de la lengua, así como una decoloración excesivamente blanquecina de los dientes. El análisis químico determinó la ingesta del tóxico como la causa de la muerte.

El cuarto caso examinado fue el de un mecánico fallecido, con un presunto historial de consumo de matarratas mezclado con ácido de batería, presentando las cavidades bucales un color café. El examen clínico reveló una congestión y ulceración de la boca. En la autopsia se observaron erosiones y pequeñas hemorragias en los labios y en la cara dorsal de la lengua.

El último y quinto caso presentado es el de una adolescente fallecida por la mordedura venenosa de una serpiente. Todo su cuerpo se había puesto pálido y salía espuma de su boca. Esto coincide con las manifestaciones orales más habituales producidas por el veneno de serpientes. Dichas manifestaciones incluyen: hemorragia sistémica espontánea, detectada más frecuentemente en los surcos gingivales y paralización de los músculos bucales, faciales y del cuello. También se forma localmente espuma y se produce una decoloración azulada o negruzca de la cavidad oral y la cara.

En conclusión, las encías y la lengua son las partes de la cavidad oral donde más visibles son los efectos de los diferentes tóxicos expuestos. Y, de estas observaciones, puede beneficiarse la Toxicología Forense, sin perjuicio de otras técnicas y tecnologías que permitan esclarecer la investigación forense.

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