Tag

prevencion

Browsing

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “A Systematic Review of Risk Factors Implicated in the Suicide of Police Officers”, de Krishnan, N.; Steene, L. M. B.; Lewis, M.; Marshall, D. e Ireland, J. L. (2022), en el que los autores realizan una investigación teniendo en cuenta la literatura previa sobre el suicidio en agentes de policía, para intentar identificar cuáles son los factores de riesgo más importantes.

Los problemas de salud mental suponen una complicación importante para aproximadamente 300 millones de personas en todo el mundo. Dentro de ellos, existen las conductas y/o ideas suicidas, que son una preocupación considerable para la población en general, con más de 700.000 muertes por suicidio al año en todo el mundo. 

En comunidades pequeñas y grupos cerrados, como las fuerzas del orden, los médicos, o trabajadores de servicios de emergencia, los impactos inmediatos y a largo plazo del suicidio pueden exacerbarse dado el efecto “onda” que puede ocurrir, producto de presenciar un trauma en primera persona. 

Datos de la Oficina de Estadística Nacional de Reino Unido, muestran que ha habido un total de 169 suicidios por parte de agentes de policía entre 2011 y 2019, con un promedio de aproximadamente 21 muertes al año. 

Teniendo en cuenta las estadísticas mundiales y comparándolas con las estadísticas de los cuerpos de seguridad de Reino Unido, algunos investigadores han descrito el fenómeno en este último contexto como una “epidemia” de gran gravedad.

A pesar de estas fuertes afirmaciones, otros autores han puesto en duda la clasificación del suicidio como la principal causa de muerte entre los agentes del orden. Los problemas en la evaluación y recopilación de estadísticas del suicidio, hacen que la estimación precisa del problema sea cada vez más difícil. 

Independientemente de si los agentes de policía experimentan tasas más altas de suicidio en comparación con la población general, también es algo que preocupa porque se supone que los oficiales reciben, al menos en Reino Unido (contexto de este estudio), el apoyo adecuado a través de capacitación, beneficios relacionados con servicios sanitarios y asesoramiento. 

Los autores decidieron, por tanto, en este estudio, investigar los factores de riesgo y predictores que sustentan el suicidio en este grupo de la población. 

Si bien el consenso general de expertos sostiene que la causalidad del suicidio es multidimensional, la literatura reporta tres claves, o tres niveles particulares de factores estresantes que se cree que están implicados en el suicidio consumado del personal encargado de hacer cumplir la ley: primero, aparecen factores estresantes personales o individuales; después, los factores ocupacionales; por último, los problemas organizacionales

Los estresores personales se refieren a factores internos del oficial, como trastornos mentales o consumo de sustancias. Los factores ocupacionales abarcan las demandas que se consideran parte del trabajo, como relacionarse con las víctimas y victimarios de los delitos e interactuar con el sistema de justicia. Y los problemas organizacionales comprenden preocupaciones sobre el poco apoyo que pueden recibir en algunos momentos, los deberes burocráticos y la falta de oportunidades de avance profesional en determinados contextos. Todo ello puede aumentar la probabilidad del comportamiento suicida. 

Para ahondar más sobre el tema, los autores deciden investigar sobre literatura previa relacionada con los suicidios y los agentes de policía, para poder ampliar más la información sobre los factores de riesgo. 

Se revelaron cinco factores aparentemente determinantes: el uso problemático de sustancias en un momento cercano a la muerte, la presencia de depresión e intentos de suicidio previos, diferencias en la respuesta a los traumas que pueden experimentar, exposición excesiva y prolongada al estrés relacionado con el trabajo, y la ausencia de una relación íntima estable. Cuando estos factores coexisten, parecen relacionarse con una mayor probabilidad de conductas suicidas. 

El 40% de los estudios incluidos identificaron el uso problemático de sustancias como omnipresente, y directamente relacionado. Más específicamente, los hallazgos indicaron una trayectoria creciente de consumo de sustancias en los días y horas anteriores al evento suicida. 

Los problemas de salud mental, más particularmente los trastornos depresivos y los intentos previos de suicidio, fueron identificados por la mayoría de los estudios policiales (50%). Es interesante mencionar que las mujeres oficiales reportaron puntuaciones más altas de depresión en comparación con los hombres.

También se encontraron hallazgos contradictorios que sugieren la necesidad de seguir investigando sobre el tema, ya que, en un estudio de 2004 se propuso la idea de que los oficiales con más años en el servicio policial eran menos susceptibles al estrés relacionado con el trauma y, por tanto, a las tendencias suicidas, pero existe otra opinión, que es la más predominante, y sostiene que las personas expuestas a múltiples episodios traumáticos tienen más probabilidades de presentar síntomas de trastorno de estrés postraumático. 

Por otro lado, parece ser que tener una pareja no es suficiente para considerarlo un factor de protección, sino que la calidad de la relación es lo determinante y lo que brinda en realidad la función protectora

Como vemos, hay algunos hallazgos que coinciden, pero otros que pueden generar gran debate, por lo que los autores sugieren continuar investigando y estudiando este tema, de forma que se pueda seguir arrojando luz sobre él y, consecuentemente, previniéndolo.

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Master of Science in Criminal Profiling o el Master of Science in Anti-Fraud Behavioral Analysis, programas 100% online, que puedes cursar en inglés o español, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forense.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “The seductions of cybercrime: Adolescence and the thrills of digital transgression”, de Goldsmith, A. y Wall, D. S. (2022), en el que los autores reflexionan sobre qué es lo que, desde el cibercrimen, seduce a los jóvenes; para finalizar proponiendo ideas sobre qué se puede hacer desde la política criminal y la educación de forma que se mitiguen los efectos negativos de las nuevas tecnologías.

Internet es una herramienta pública que nos acompaña en nuestro día a día desde hace más de 30 años. Sin embargo, en este tiempo, ha cautivado y seducido a más de la mitad de la población del planeta. Se estima que aproximadamente 4.500 millones de personas eran usuarias de internet a 30 de junio de 2019. 

Los jóvenes menores de 30 años, que han crecido junto a internet y se han criado con él, tienen más probabilidades que las personas más mayores de tener acceso a él y pasar más tiempo navegando por la red, realizando búsquedas, jugando y usando las redes sociales, entre otras actividades. 

Las posibilidades de internet son prácticamente ilimitadas, al igual que su atractivo para el entretenimiento, el ocio y la distracción. Dada su relativa novedad y su alcance global, en los últimos años se ha dedicado mucha atención a las desventajas que han comenzado a surgir. 

Sobre todo, existe gran preocupación sobre la seguridad en internet, como su uso por parte de adultos para explotar a los niños, o el uso por parte de niños para intimidar a otros menores. 

En este artículo, los autores exploran la importancia de internet en términos de atracción para los adolescentes de entre 12 y 19 años. 

Para ello, utilizan como base un estudio de Jack Katz, de 1988, sobre ladrones jóvenes y graffiteros porque los autores consideran que les ofrece algunas analogías útiles para reflexionar sobre la conexión entre los impulsos emocionales de los jóvenes y la comisión de delitos.

Pero ¿por qué los jóvenes son un grupo de población especial? Ya lo hemos comentado alguna vez en antiguos posts, pero profundicemos un poco. 

Este grupo tiene tres tareas socioemocionales principales: desarrollar una identidad, aprender sobre la intimidad y descubrir su sexualidad. Buscan información y validación, a través de la comunicación con sus compañeros en especial. Además, a menudo les llama la atención el interés por los contenidos extremos y de riesgo, pero a medida que van creciendo, también se interesan por la autonomía personal y la vida adulta. Durante la adolescencia también hay una considerable impulsividad que limita a menudo la capacidad de autocontrol de los jóvenes. 

Internet responde a estas necesidades de autonomía, competencia y relación. 

Dentro de la criminología ambiental, Clarke propone la idea de que individuos sin disposiciones preexistentes para el crimen, pueden ser arrastrados al comportamiento delictivo por la proliferación de oportunidades. Es decir, las situaciones podrían dar forma a las motivaciones a través de la sugestión y la intensificación de sentimientos, sumado a las oportunidades de cometer delitos. Y ya sabemos que internet es, ante todo, la oportunidad de oportunidades. 

Los autores se centran en varios delitos: hablan de la piratería, del acoso y otras tipologías, pero se centran en el consumo de pornografía como factor criminógeno. 

En un experimento realizado en Reino Unido, se observó durante 88 días un sitio web, aparentemente legal, que, una vez dentro, ofrecía la oportunidad de conectarse a sitios web de pornografía dura. Tuvo 803 visitantes en este tiempo, y de ellos, 457 hicieron click en el anuncio de la página de pornografía, lo que llevó a los investigadores a concluir con que la mayoría de usuarios de internet no resistirían la tentación. 

Parece haber pocas dudas de que, al menos en algunos casos de delitos sexuales graves, se involucra de una u otra forma el consumo de pornografía online. Algo muy preocupante es que la primera exposición a la pornografía online ocurre cada vez más pronto, durante los primeros años de la adolescencia o incluso en la niñez. La exposición de los menores a internet durante largos periodos de tiempo y sin supervisión, hace que sean más vulnerables a este tipo de contenido, al que a veces acceden de forma involuntaria. 

Si le sumamos esto a la idea de que los jóvenes en edad de desarrollo buscan emociones fuertes, son más impulsivos y les atraen los contenidos más extremos y transgresores, muchas veces por simple curiosidad, nos encontramos con un problema que puede ser grave. 

Para muchos jóvenes, 30 Para aquellos que son propensos a la curiosidad y la búsqueda de sensaciones, puede ser muy difícil no ceder a sus encantos.

Sin ignorar la clase, la influencia de los compañeros, los antecedentes familiares, la pobreza o las adicciones, debe haber una comprensión más profunda de la capacidad de persuasión de las tecnologías a la hora de operar en la vida de los jóvenes. 

La política debe consistir en intervenciones que tengan en cuenta, en general, la falta de experiencia vital de los jóvenes que cometen sus primeros delitos por la influencia de internet o a través de éste, y los autores sostienen que las respuestas punitivas deben aplicarse con moderación. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Master of Science in Criminal Profiling o el Master of Science in Anti-Fraud Behavioral Analysis, programas 100% online, que puedes cursar en inglés o español, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forense.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Analysis of Cybercrime on Social Media Platforms and Its Challenges”, de Almansoori, A.; Abdallah, S.; Alshamsi, M. y Salloum, S. A. (2021), en el que los autores realizan un análisis de los delitos que se han cometido en los últimos años y que están estrechamente relacionados con el desarrollo de las tecnologías, internet y las redes sociales. 

El ciberespacio ha llegado a todas las partes del planeta, y es una especie de universo accesible desde todos los puntos del globo. 

Los avances en ciberseguridad, la tecnología y los métodos para proteger los softwares, redes y datos asociados a los ordenadores, han conseguido prevenir millones de ataques de personas malintencionadas y, en general, de ciberdelincuentes. 

Lo revelador es que los mayores esfuerzos de la ciberseguridad no evitan por completo los ciberataques, y por ello la necesidad de mantenerse alerta y protegerse contra estas actividades ha cobrado gran importancia en los últimos años.

Esto puede parecer sencillo, pero entra en juego un factor que dificulta enormemente esta tarea, que, además, es un fenómeno sin precedentes: las redes sociales. 

Podemos definirlas como un grupo de aplicaciones de internet que permiten crear e intercambiar contenido generado por distintos usuarios. LinkedIn, YouTube, Facebook, Instagram, Snapchat… ayudan a construir relaciones sociales y comunidades online que pueden llegar a ser muy sólidas, lo que se considera un activo de gran valor para muchos propósitos. 

Brindan muchas oportunidades novedosas para socializar e interactuar con usuarios que han redefinido el enfoque hasta antes conocido de compartir información: desde manifestar opiniones públicamente, hasta la circulación de noticias, los negocios online, pasando por la publicidad. Todo esto, debido al alcance global de internet, permite que el contenido llegue a todas las partes posibles del mundo. 

Y, a pesar de lo bueno que es esto, tiene una parte oscura y peligrosa: las personas se convierten en objetivos sencillos y obvios para los ciberdelincuentes a través de las redes sociales. 

Para salvaguardar la integridad y seguridad de las personas, las organizaciones aumentan constantemente los presupuestos de tecnología y seguridad, de forma que se puedan proteger estas redes sociales, de manera que se selle la información disponible proveniente de ellas. 

Esta investigación tuvo como objetivo comprender las características de los delitos que se cometen a través de internet y las redes sociales, e identificar qué tipo de esfuerzos debe realizar la policía para controlarlos. ¿Qué tipos de ataques y delitos se están produciendo? ¿Cuál es la demografía de la mayoría de los delincuentes? 

Los autores realizaron un análisis de las diferentes plataformas de redes sociales centrándose en las amenazas y ofensivas, llegando a obtener 574 observaciones. Cada una de estas observaciones se identificaba con una persona sospechosa de haber cometido cualquier tipo de forma de delito cibernético en estas redes sociales. Se contabilizaron casos desde el 2014 hasta el 2018. 

La mayoría de delitos se produjeron en 2018, con el 28,1% del total; después, 2015 con un 20,1%. Según los datos, hubo 300 casos de fraude, 100 casos aproximadamente de pornografía infantil, y otros delitos significativamente menos relevantes estadísticamente, como el acoso o el grooming. 

Se vio que la mayoría de los delincuentes tenían antecedentes previos. Alrededor del 70% tenía antecedentes por algún delito, mientras que el 30% no. 

En cuanto a la formación académica de los sospechosos no tenía educación superior, alrededor del 70% tenía sólo educación básica, y el 30% se había graduado de algún tipo de educación superior. 

Alrededor del 61% de los delincuentes provenía de entornos muy pobres, mientras que aquellos de clase media y alta constituían el 39% restante. 

Por otro lado, la mayoría de delincuentes tenía entre 20 y 25 años, con un pico importante a los 22. Apenas había delincuentes mayores de 45 años. 

Los sitios de redes sociales online deben identificar los aspectos centrales de la conectividad humana y social a través de metodologías precisas y sólidas que garanticen en todo momento la privacidad, la protección, y que además construyan confianza entre la plataforma y el usuario. 

Los gobiernos, junto a los servicios de inteligencia, deben formarse para adoptar y enmarcar las tecnologías. La cantidad de datos que fluyen en las redes sociales se debe analizar de forma muy rigurosa. 

Otro punto importante es la toma de conciencia del individuo, ya que debe ser responsable con el contenido que comparte y las redes sociales que utiliza. 

El conocer aspectos demográficos de la mayoría de delincuentes cibernéticos puede ser de gran utilidad para las fuerzas de seguridad, ya que, de esta forma, pueden seguir una guía básica de dónde deben enfocar los recursos e investigaciones, de manera que ayudaría a identificar a los individuos con más probabilidades de ser victimarios de este tipo de delitos.

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Master of Science in Criminal Profiling o el Master of Science in Anti-Fraud Behavioral Analysis, programas 100% online, que puedes cursar en inglés o español, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forense.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Different places, different problems: profiles of crime and disorder at residential parcels”, de O’Brien, D. T.; Ristea, A.; Hangen, F. y Tucker, R. (2022), en el que los autores realizan un estudio para conocer cómo varía el crimen en función del lugar de la ciudad en que nos encontremos. 

En los últimos años se ha observado un interés creciente por el estudio de las zonas problemáticas de las ciudades, ya que se considera que tienen concentraciones muy altas de crimen y desorden social. 

Los trabajos hasta la fecha han revelado que existen diferencias importantes en las diferentes zonas: cómo es la delincuencia, cómo es la desorganización que existe en ellas… pero no se ha profundizado en el tema. 

Con las investigaciones más recientes se ha visto que existen muchas variaciones de desorden y criminalidad en función del barrio; por ejemplo, hay algunos con desorden social, pero sin desorden físico, y así sucesivamente. Comprender esta diversidad sería algo muy importante de cada a preparar mejor las intervenciones para mitigar las consecuencias negativas del asunto. 

En el estudio actual, se estudian parcelas distintas zonas de Boston. El primer objetivo es saber si todas exhiben el crimen y el desorden de manera similar o si se diferencian en múltiples perfiles. Por otro lado, los autores pretenden conseguir, con la tipología que se obtenga, cómo coexisten, y hasta qué punto lo hacen, los diferentes tipos de crimen y desorden. 

Una idea que mencionan los autores es que, como norma general, se le suele prestar mucha más atención a los lugares con un alto índice de delincuencia, que irónicamente, representan una proporción muy pequeña en las comunidades. 

Esto es algo que la criminología especializada en el tema ya ha mencionado en los estudios más recientes. Explica que entre el 4 y el 6% de las calles problemáticas de una ciudad, representan más del 50% de los delitos que suceden en ésta, independientemente del tipo de la ciudad o su tamaño. 

También se ha demostrado que las concentraciones de delincuencia en una calle determinada tienden a persistir en el tiempo, y cuando aumenta o decrece la delincuencia en estas calles, suele ser un indicador de tendencias de delincuencia en toda la ciudad. 

Por otro lado, según la literatura previa, parece ser que las parcelas de propiedades que experimentan muchos robos, mantienen esta tendencia a lo largo del tiempo. 

Es interesante mencionar la teoría del patrón delictivo, que argumenta que las actividades y las personas asociadas con un lugar en particular, determinan la frecuencia y la manera en que los delincuentes, las víctimas y el contexto interactúan entre sí. Esto, a su vez, da forma a la probabilidad y naturaleza del crimen y el desorden del lugar. 

Así, la prevención del crimen situacional enfatiza la necesidad de apostar por pequeñas modificaciones en estos lugares que alteren su estructura de oportunidades. Por ejemplo, proporcionar mejores líneas de visión a los encargados de la seguridad de la zona, o designar el papel de “administrador del lugar”, a dueños de propiedades de la zona. 

El estudio actual analiza la distribución de varios tipos de delincuencia y desorden en una serie de parcelas residenciales de Boston, Massachusetts (EEUU). Para ello, se utilizaron registros del número telefónico de emergencias, 911. Un total de 81.673 parcelas fueron estudiadas. 

El análisis identificó varios perfiles de desorden y delincuencia en las zonas analizadas: cuatro de los más importantes fueron la denigración pública, la negligencia privada, los conflictos privados y los eventos relacionados con armas. También se identificó la existencia de los llamados “centros violentos” que concentran muchos tipos de problemas. Estos últimos estaban aislados, casi por completo, de otros barrios conflictivos. 

Los autores comentan, como dato interesante, que los perfiles de delincuencia y desorden de cada parcela tendieron a especializarse en un solo tipo de problema, con la excepción de los centros violentos que combinaban varios problemas (pero sólo supusieron el 0,2% del total). 

Esta tendencia se puede entender en términos de actividades rutinarias y teorías relacionadas. Cada lugar se caracteriza por las personas que lo frecuentan, su propensión a delinquir, los factores contextuales del lugar… Esto hace que la especialización sea más llamativa, ya que podría ser que algo sobre los individuos involucrados, o algo en sus dinámicas, los haga propensos a experimentar un problema o a vivir unas experiencias que los hagan más vulnerables a un tipo de delincuencia. 

Los hallazgos son importantes porque manifiestan la necesidad de tomar acciones que estén hechas a la medida de los barrios donde se van a aplicar, para que su efectividad sea la esperada, y las herramientas utilizadas estén especializadas y matizadas para perfeccionar las intervenciones. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling, nuestro curso en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forense.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Sex offending among adolescents and young men with history of psychiatric inpatient care in adolescence” de Kaltiala, R., Holttinen, T. y Ellonen, N. (2022), en el que los autores realizan un estudio de seguimiento de 30 años de duración en casos de hombres y jóvenes adultos que estuvieron en centros psiquiátricos, para saber si, al ser dados de alta, cometieron algún tipo de delito, poniendo el foco en los delitos sexuales. 

Durante la adolescencia existen discrepancias entre la maduración física, la maduración cognitiva y la maduración emocional, y esto es algo que puede aumentar el riesgo de los jóvenes para formar parte, por ejemplo, de encuentros sexuales que no son seguros. En casos más extremos, incluso pueden aparecer encuentros sexuales no consensuados.

Todo esto puede estar relacionado con trastornos mentales de internalización y también de externalización. De hecho, formar parte de una actividad sexual no consentida, según mencionan los autores, sería un factor de riesgo importante para los trastornos mentales. Ser el victimario en este tipo de actos, puede guardar relación también con problemas de desarrollo.

Además de los factores de riesgo que existen para la delincuencia en general, los delincuentes sexuales jóvenes a menudo presentan un historial de sujeción al abuso sexual, intereses sexuales atípicos, aislamiento social y algún tipo de psicopatología.

Algunas condiciones psiquiátricas y de desarrollo se han asociado en jóvenes y adultos con una mayor probabilidad de cometer delitos sexuales. Por ejemplo, trastornos graves de conducta, desarrollo de una personalidad antisocial, e incluso en algunos casos (aunque no mayoritarios), trastornos del espectro autista y retraso mental. 

Hasta dos tercios de los delincuentes sexuales jóvenes cumplen los criterios diagnósticos de algunos trastornos mentales. 

Muchos trastornos mentales graves están relacionados con la sexualidad y deben ser tenidos en cuenta, ya que pueden distorsionar el desarrollo normativo hacia una sexualidad consensuada y satisfactoria, como la anhedonia, el déficit de control de impulsos, la ansiedad social o problemas de percepción y comunicación. Esto puede ser particularmente dañino en la adolescencia, cuando los jóvenes están experimentando un desarrollo decisivo en muchas y variadas áreas de su vida. 

Los autores tienen diferentes objetivos en este trabajo. Por ejemplo, conocer con qué frecuencia los jóvenes varones ingresados en atención psiquiátrica adquieren antecedentes penales por delitos sexuales en los primeros 10 años desde su alta médica, en el caso de que los adquieran. Conocer cuál de los diagnósticos conlleva el mayor riesgo de delitos sexuales posteriores también es uno de sus objetivos. 

Por otro lado, como el estudio implica un seguimiento de los casos durante 30 años, se preguntan también cuáles son las diferencias entre los jóvenes ingresados en la década de 1980, 1990 y los 2000. 

Para ello, obtuvieron una muestra de 6.749 adolescentes de entre 13 y 17 años que fueron admitidos, entre 1980 y 2010 para realizar su primer tratamiento psiquiátrico.

Los antecedentes penales posteriores se obtuvieron de registros públicos de Finlandia, el contexto del estudio. Contenían datos sobre las sentencias impuestas, las sentencias perdonadas y los cargos rechazados por los tribunales de primera instancia. 

De todos los pacientes, sólo 103 habían cometido delitos sexuales durante el seguimiento, lo cual es un número muy bajo (1,5%). Por tanto, la condena penal por delitos sexuales cometidos por adolescentes durante los 10 años posteriores a su alta de un centro psiquiátrico, es muy poco común.

La adquisición de antecedentes penales por delitos sexuales fue igualmente común entre aquellos que ingresaron en psiquiatría en la adolescencia temprana (13-14 años) y aquellos que lo hicieron en adolescencia más avanzada (15-17 años).

Los antecedentes penales por delitos sexuales fueron más comunes entre aquellos con diagnósticos primarios de consumo de sustancias, trastorno de la personalidad o de la conducta. Fue menos común entre aquellos jóvenes con trastornos del estado de ánimo. 

Además, tener antecedentes penales por violencia no sexual antes de la admisión en el centro psiquiátrico, se asoció con un mayor riesgo de cometer esos mismos delitos después de la admisión. 

Los pacientes ingresados por primera vez con diagnósticos relacionados con la esquizofrenia, tenían un riesgo bajo de cometer posteriormente delitos, tanto sexuales como no sexuales, aplicándose también a delitos no violentos. 

Sin embargo, pese a todo lo anteriormente nombrado, es importante mencionar que los delitos sexuales posteriores a la estancia en el centro psiquiátrico, fueron más comunes entre los jóvenes admitidos en los centros en la última década. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling, nuestro curso en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Female Forensic Patients May Be an atypical sub-type of Females Presenting Aggressive and Antisocial Behavior” de Hodgins, S. (2022), en el que la autora recopila información perteneciente a literatura previa sobre las mujeres que se encuentran en tratamiento psiquiátrico forense y centra su atención en los rasgos antisociales y agresivos.

En la mayoría de países, hay menos mujeres tratadas en los servicios psiquiátricos forenses que hombres, y menos son encarceladas en prisiones. 

Algunas personas señalan que esto ocurre porque hay un menor comportamiento agresivo y antisocial (de ahora en adelante, CAA) en las mujeres que en los hombres; sin embargo, no todos los expertos apoyan esta idea porque los estudios no son concluyentes. 

Por ejemplo, en un estudio donde se analizó a aproximadamente 1.000 individuos adultos, hombres y mujeres, el 7,5% de ellas y el 10,5% de ellos presentaban conductas antisociales y agresivas, que comenzaron en la infancia y se mantuvieron hasta la edad adulta. La diferencia no es significativa. 

Para comprender mejor la situación de estas mujeres y las características de su salud mental, la autora revisa artículos ya publicados sobre ello. 

Un estudio holandés utilizó una muestra de 275 pacientes forenses, mujeres, en torno a los 30 años. Antes de haber ingresado como pacientes, el 54% había sido condenada por algún delito y el 88% había sido tratada previamente por otros servicios de psiquiatría

Tres cuartas partes de ellas habían sufrido maltratos en la infancia, en algunos casos prolongados hasta la edad adulta. 

Los delitos por los que habían llegado al centro psiquiátrico forense incluían homicidio (más del 50%), incendios provocados, otros delitos violentos, delitos contra la propiedad y violencia sexual. 

Los diagnósticos que habían recibido eran esquizofrenia (en un 32,9%), trastorno de uso de drogas, depresión, trastorno de estrés postraumático y trastorno límite de la personalidad. 

78 de las mujeres de este estudio fueron seguidas durante 3 años después de recibir el alta. Muy pocas reincidieron, de ellas, sólo 6 fueron condenadas por delitos violentos en estos 3 años inmediatamente posteriores al alta. 

Otro estudio, este realizado en Ontario, Canadá, analizó todos los casos de psiquiatría forense desde 1987 a 2012, de personas que fueron declaradas no responsables penalmente por trastorno mental. El 14% eran mujeres. El 91% de ellas habían sido atendidas previamente en servicios psiquiátricos y el 36% habían sido condenadas por algún delito. 

Además, el 13% de ellas se encontraba en una situación precaria, viviendo en la calle, y el 21% estaban desempleadas. 

Por lo tanto, todo esto sugiere que las pacientes psiquiátricas forenses femeninas presentan trastornos mentales que incluyen disfunciones emocionales, cognitivas, y bajos niveles de funcionamiento psicosocial. 

Entre las mujeres que presentan CAA, es necesario mencionar que muchas de ellas no son procesadas por el sistema de justicia penal. 

En un estudio con 96 niñas y adolescentes que acudieron a una clínica buscando ayuda por abuso de sustancias, el 44,8% de ellas informó haber participado en algún acto violento (peleas callejeras, golpear a alguien, portar armas…). Casi dos tercios de estas niñas, y el 34% de aquellas que no habían sido violentas, fueron diagnosticadas con un trastorno de conducta. 

Las comparaciones de los casos de cada una de las niñas, mostró que aquellas que habían participado en actos violentos tenían cuatro veces más probabilidades de tener un trastorno por consumo de drogas y tres veces más propensas a sufrir abusos físicos y sexuales. Es decir, tenían significativamente más factores de riesgo. 

Se siguió a las niñas que participaron en este estudio durante 5 años, y aunque no cumplían con todos los criterios de un trastorno de personalidad antisocial, sí tenían una conducta más violenta que las mujeres sanas. 

Esto sugiere que tanto en la adolescencia como en la edad adulta, las mujeres con un trastorno de conducta previo tienden a mostrar niveles más altos de rasgos psicopáticos, como la agresividad, y algunos rasgos del trastorno de conducta antisocial. 

Así, se han identificado algunos factores a los que es importante prestar atención desde la infancia para prevenir y tratar estos trastornos, como un bajo rendimiento académico, la aparición de rasgos psicopáticos…, pero no conductas agresivas y antisociales, por lo tanto, esto es algo que ha permanecido oculto a la vista.

Es importante destacar que los problemas de conducta y determinados rasgos emocionales en los jóvenes pueden predecir la criminalidad. 

Además, se ha relacionado en varios estudios a la esquizofrenia y el trastorno límite de la personalidad con la conducta agresiva y antisocial en los casos de mujeres que se encuentran en tratamiento psiquiátrico forense. 

La autora propone prestar especial atención a los primeros años de las niñas, ya que muchos problemas de salud mental tienen su origen en una crianza dura, poco eficaz, o un entorno primario problemático.  

Aunque el trastorno de conducta agresiva y antisocial sea difícil de observar, las consecuencias para las niñas y su entorno son brutales y destructivas. 

Así, la autora recomienda centrar los esfuerzos en la prevención y el tratamiento de aquellas mujeres que ya sufren estos problemas. Por ejemplo, intervenir en campañas de prevención del uso de sustancias, del embarazo adolescente o de la agresividad en general. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling, nuestro curso en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Mechanisms for protecting children’s rights and the role of psychological services in the juvenile justice system of Russia against the background of international practices”, de Orsayeva, R.; Vasyaev, A. y Shestak, V. (2022), en el que los autores realizan un análisis crítico de la situación actual del sistema penal y procesal penal en Rusia aplicado a menores de edad.

La protección de los derechos del niño sigue siendo uno de los desafíos más graves a los que se enfrentan las sociedades modernas. A pesar de los esfuerzos de las autoridades y la sociedad para mejorar la protección de la infancia, no se han resuelto las estrategias dirigidas a algunos temas, como las intervenciones de los jóvenes en el sistema penal o la prevención para que éstos no sufran violencia y abandono por parte de sus familias. 

La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño ha sido ratificada por todos los países europeos y ha ayudado a fortalecer la cultura de la protección del niño. Sin embargo, los resultados obtenidos no son los esperados. 

Además, en la justicia juvenil, las violaciones de los derechos del niño son omnipresentes, y parece ser que en la última década ha habido una regresión en lugar de avances o estancamientos. Esto puede explicarse porque, quizá, la sociedad no sabe con exactitud cómo los derechos del niño pueden contribuir a una mejora del sistema judicial juvenil.

En cuanto a la protección de los derechos del niño y el sistema de justicia juvenil en Rusia, existe un problema de discrepancia entre los derechos declarados por ley y los derechos que se aplican de forma efectiva.

Un tema aparte es el factor de las características y problemas psicológicos de los adolescentes en el sistema de justicia. En los últimos 10 años, sólo en EEUU, el porcentaje de jóvenes que habían tenido contacto con el sistema penal y que, además, poseían problemas de salud mental, ascendía al 70%. 

El objetivo de este estudio es analizar el estado y la eficacia de los mecanismos de protección de los derechos del niño en Rusia, para comparar con las leyes de otros estados, haciendo lo mismo con el sistema de justicia juvenil. También se revisa brevemente la problemática de la salud mental en los jóvenes que entran en contacto con este sistema. 

En el ámbito legal, hay muchas discusiones sobre los aspectos negativos de la justicia juvenil y su implementación en Rusia. 

El principal aspecto negativo es el control estatal final sobre la familia. Los trabajadores de justicia juvenil están autorizados para alejar al niño de su familia cuando los padres son acusados de abuso, incapacidad de proporcionar una nutrición adecuada, tienen una situación financiera inadecuada, entre otros. 

Por lo tanto, la sociedad está asustada por el hecho de que las familias pueden verse privadas de sus hijos, ya que hay una gran cantidad de ellas que viven en situación de pobreza. 

Sin embargo, estos temores son exagerados. El objetivo de la justicia juvenil simplemente busca ser una garantía de los derechos básicos del niño y sólo se tomarán medidas cuando haya pruebas de esas acusaciones

Además, en Rusia, el sistema de justicia juvenil se basa en las opiniones subjetivas de los representantes de sus órganos, por tanto, en un número significativo de casos, los tribunales no satisfacen las solicitudes de internamiento en un centro de detención juvenil. Además, no hay una evaluación psicológica profesional en el tribunal, y bien es sabido que, en base a éstas, se planifican y organizan medidas sociales y psicológicas encaminadas a maximizar el éxito del desarrollo del menor. 

Con respecto al problema de la salud mental, numerosos estudios confirman que una proporción significativa de jóvenes del sistema de justicia juvenil sufren de un trastorno mental diagnosticable. Según los datos disponibles en Rusia, entre los delincuentes adolescentes, el número de personas con trastornos mentales es de mínimo el 50% de los casos. 

Los autores proponen que la prioridad del sistema debe ser dedicar recursos a los programas sociales destinados a la prevención de la delincuencia juvenil, además de proporcionar oportunidades a quienes son propensos a delinquir. Es de suma importancia apoyar tanto a la policía y las demás autoridades, como a los programas dirigidos a personas en riesgo. 

El personal escolar, los servicios sociales, las organizaciones sin ánimo de lucro y la sociedad, están obligados a hacer un gran esfuerzo. 

Es mediante el ejercicio de todos los poderes que se podrá mantener la integridad del sistema de justicia juvenil mientras se brindan alternativas apropiadas a los menores que no pueden o no quieren obtener asistencia. 

Además, para terminar de desarrollar una justicia justa, los autores creen que Rusia debe ir más allá del concepto legal de justicia, y cambiar a uno que pueda combatir las desigualdades de cualquier tipo, ya sean de naturaleza criminal o social. Esto sería particularmente importante en el contexto de la juventud, ya que se ven afectados por políticas injustas, según comentan los autores. Este sería el enfoque de justicia social que consideran puede señalar el camino a seguir. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling, nuestro curso en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Radicalization in Adolescence: the Identification of Vulnerable Groups”, de Schröder, C. P.; Bruns, J.; Lehmann, L.; Goede, L. R.; Bliesener, T. y Tomczyk, S. (2022), en el que los autores realizan un estudio para identificar los factores de riesgo de radicalización en adolescentes.

Uno de los temas que más ha preocupado a los expertos criminales en los últimos años ha sido el de la radicalización violenta

Esta se entiende como un proceso que comienza temprano en el curso de la vida y que puede conducir al extremismo, incluyendo actos terroristas. Se caracteriza por la interacción compleja de muchos factores individuales y sociales, y se manifiesta en ideas, actitudes y comportamientos distintos.

Dado que los comienzos de la radicalización se observan, a menudo, en cortas edades, muchos expertos han centrado sus análisis y su trabajo en los adolescentes. Además, los adolescentes son el grupo que más interesa estudiar, porque se encuentran en una etapa especial en su desarrollo, ya que es en la adolescencia cuando las personas comienzan a buscar su propia identidad y son más vulnerables. 

Además, desde una perspectiva evolutiva, la adolescencia representa un período especialmente relevante para el desarrollo de la identidad, así como de una serie de normas y un sistema de valores. 

Los adolescentes son, por tanto, especialmente vulnerables porque también empiezan a buscar pertenecer a algún grupo, obtener reconocimiento y así afianzar su identidad. Todo esto, sucede en torno a los 14-16 años. 

También suelen buscar aventuras, emociones, provocaciones… Y también estos años son especialmente relevantes para la socialización política y el desarrollo de actitudes relacionadas que generalmente se mantienen estables a lo largo de toda la vida. 

Por lo tanto, hay muchos factores de riesgo relacionados con la radicalización que juegan un papel importante en esta etapa de la vida.

Muchos modelos teóricos y estudios empíricos sobre radicalización se han centrado en el islamismo extremista debido a que el terrorismo yihadista ha sido la mayor amenaza terrorista de los últimos años para Europa. Sin embargo, le sigue muy de cerca el terrorismo ultraderechista. 

El extremismo de derechas es, por tanto, un problema social muy importante y representa una gran amenaza para las minorías, así como para la propia democracia. Las ideologías de extrema derecha están, a menudo, detrás de los crímenes de odio, que son altamente problemáticos porque son consecuencia de ideologías de desigualdad, exclusión y violencia, representando actitudes antisemitas, xenófobas, homófobas o sexistas, entre otras.

El objetivo de este artículo es, por tanto, analizar este tipo de extremismo examinando las condiciones de origen y otros factores de riesgo asociados. 

Lo que ocurre es que, para capturar la complejidad de los patrones de actitud, los análisis estadísticos no son suficientes. Los expertos abogan por comenzar a utilizar métodos centrados en las personas, que serían más útiles. Por ejemplo, los análisis de clases latentes pueden examinar las diferentes “constelaciones” de actitudes xenófobas o antisemitas dentro de una población. 

El estudio de los autores se centra, por tanto, en las actitudes de ultraderecha de una muestra de adolescentes, utilizando un análisis de clases latentes. 

En él, participaron un total de 6.335 jóvenes cuya edad oscilaba entre los 13 y los 19 años, aunque la gran mayoría tenía entre 14 y 15. 

La base del estudio era un cuestionario online cuantitativo de aproximadamente 90 minutos de duración, que incluía preguntas sobre varios temas; por ejemplo, actitudes políticas, religión, entorno social, actividades de ocio, actividades online, etcétera.

Más de la mitad de los adolescentes de la muestra pertenecían a una clase (o grupo) caracterizada por un fuerte desacuerdo con todas las actitudes relacionadas con la ultraderecha. 

Sin embargo, el grupo etiquetado como “los extremistas” (es decir, las personas que sí mostraron actitudes de ultraderecha) mostró algunas características: en su gran mayoría predominaba el género masculino y sentimientos muy altos de privación social. Esto sería coherente con algunas investigaciones previas. Para esta clase también aparecieron fuertes sentimientos de privación política y una tendencia hacia la perpetración de delitos violentos. 

El grupo “antiautoritario” se caracerizó por niveles muy bajos de privación política y muy poca tendencia a delitos violentos. 

Estas ideas nos dan a entender que los enfoques de prevención que se dirigen a todos los grupos no son efectivos, ya que cada uno tiene sus necesidades especiales. 

Parece necesario, por tanto, tener objetivos de prevención distintos para grupos específicos, además de tener en cuenta el género, ya que se ha visto que los jóvenes varones están en mayor riesgo. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling, nuestro curso en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Dark Triad Personalities, Self-Control, and antisocial/criminal outcomes in Youth” de Pechorro, P.; DeLisi, M.; Gonçalves, R. A.; Braga, T. y Maroco, J. (2021), en el que los autores realizan un estudio para examinar si el autocontrol media las relaciones entre la Tríada Oscura y aspectos como la delincuencia, los trastornos de conducta y la gravedad de los delitos cometidos. 

La investigación en criminología y diversas áreas de la psicología, como la psicopatología del desarrollo o la personalidad, apunta de manera consistente a la existencia de características oscuras de la personalidad y comenta que éstas están asociadas a diversos problemas de conducta. 

Dentro de estos rasgos aparecería el autocontrol, y también la famosísima Tríada Oscura compuesta por el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía. 

El narcisismo se caracteriza por ser egoísta, egocéntrico, tener baja empatía y una gran necesidad de ser admirado por los demás.

Cuando una persona es maquiavélica es astuta, intrigante y sin escrúpulos en su comportamiento, además, tiende a explotar a los demás para su beneficio. 

Por último, la psicopatía comparte muchos rasgos con el trastorno de personalidad antisocial y describe a una persona con poca empatía, conexiones emocionales con los demás muy reducidas, impulsiva, y con tendencia a involucrarse en conductas imprudentes, lo que en ocasiones les lleva a cometer delitos. 

Aunque la Tríada Oscura y el autocontrol son ideas distintas, presentan puntos en común. Ambas encarnan a un individuo que tiene una regulación emocional y una conducta muy pobres, es egocéntrico y persigue el interés propio sin tener en cuenta a los demás; además, es una persona mentirosa y manipuladora, propensa a tener problemas de conducta. 

Hasta la fecha, hay varios estudios metaanalíticos que indican que la Tríada Oscura y el autocontrol están significativamente relacionados con una variedad de resultados antisociales y con distintas patologías de personalidad. 

Es importante señalar que, aunque el autocontrol y la Tríada Oscura se asocian constantemente, hay pocas investigaciones que hayan examinado estos dos conceptos de forma conjunta: tan sólo lo hicieron el 5% de los estudios encontrados por Miller en su metaanálisis de 2019 (citado en el artículo). 

Larson realizó en 2015 un análisis en el que se vio que casi el 60% de los participantes tenían un bajo nivel de narcisismo y un alto nivel de autocontrol y, por lo tanto, exhibían un funcionamiento normativo de su personalidad; sin embargo, un 6,4% de la muestra presentó un alto narcisismo y muy bajo autocontrol.

Esta parte de la muestra tenía un perfil psiquiátrico de riesgo, más posibilidades de abusar de sustancias y sufrir violencia. Además, también tenían más riesgo de cometer delitos como violencia en la pareja, crueldad hacia los animales, robo, agresión sexual.. 

El estudio, pues, mostró que existe, aparentemente, una tendencia al crimen cuando se presentan las características del narcisismo (que es una de las características de la Tríada Oscura) y el bajo autocontrol.

En este estudio, los autores investigan si el autocontrol media las relaciones entre la Tríada Oscura y algunos trastornos de conducta en una muestra de jóvenes portugueses. Al hacerlo, se examinaron los vínculos de la Tríada Oscura con el autocontrol y la criminalidad.

La muestra estuvo formada por 567 jóvenes de entre 14 y 18 años. Se utilizaron una serie de test y escalas validadas por la comunidad científica para examinar el autocontrol, la delincuencia, los trastornos de la conducta, entre otros. 

Los análisis mostraron que la psicopatía presentó el mayor impacto en términos de vínculos con el bajo autocontrol y la delincuencia juvenil, el trastorno de la conducta y la gravedad del delito. 

Esto es consistente con la reputación de la psicopatía como uno de los impulsores más importantes de la delincuencia. 

Los hallazgos también indicaron que el bajo autocontrol medió parcialmente la asociación entre psicopatía y maquiavelismo. 

Por otro lado, el narcisismo presentó poco o ningún efecto significativo directo sobre los resultados, e incluso presentó asociaciones negativas con el bajo autocontrol. Esto es consistente con estudios previos.

Dentro de las limitaciones del estudio hay que señalar que los datos se recopilaron a través de autoinformes y por eso debemos interpretarlos con cautela y confiar en que las investigaciones futuras van a emplear datos, lo más objetivos posible, para ahondar en estas cuestiones. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling, nuestro curso en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forenses.

Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “Could Expanding and Investing in First-Episode Psychosis Services Prevent Aggressive Behaviour and Violent Crime?” de Hodgins, S. (2022), en el que la autora realiza una revisión de literatura ya existente, sobre tratamientos que han recibido personas con esquizofrenia para tratar la conducta agresiva. 

La esquizofrenia es una enfermedad mental muy compleja y difícil de tratar, que causa sufrimiento a quien la padece y a sus seres queridos. 

Algunas personas que la desarrollan o la presentan, se involucran en conductas agresivas y, en ocasiones, delictivas.

La mayoría de estos individuos sufren un primer episodio de psicosis que marca un antes y un después, pero ya antes de este episodio suelen mostrar conductas con un cierto nivel de agresividad. 

Sin embargo, los servicios destinados a atender los primeros episodios de psicosis han mejorado la atención clínica de estas personas, al intervenir temprano en el curso de la enfermedad. Esto ayudaría también con la conducta violenta, ya que algunas personas con esquizofrenia tienen antecedentes de comportamientos violentos e incluso de comportamientos antisociales desde la infancia, por lo que tendrían mayores necesidades de tratamiento. 

Aún así, la realidad es que muchos servicios de atención al primer episodio de psicosis no tratan ni evalúan la conducta agresiva, por lo que los pacientes continúan manifestándola dentro y fuera de los servicios psiquiátricos. 

En muchas ocasiones, cuando esta conducta agresiva explota y alguien sale herido, el perpetrador es acusado de un delito violento. Algunas de estas personas son juzgadas como no responsables penalmente debido al trastorno mental que sufren, y son enviados a hospitales psiquiátricos forenses. Otros, son declarados culpables y sentenciados a prisión en un centro convencional

Es decir, los costes humanos de la incapacidad para identificar y tratar a estos pacientes cuando acuden por primera vez a los servicios clínicos son enormes. 

La literatura existente indica que los servicios de atención al primer episodio psicótico tienen el potencial de prevenir muchas manifestaciones de estas conductas agresivas y, por tanto, delitos violentos por parte de personas con esquizofrenia.

Esto reduciría el sufrimiento humano de pacientes y víctimas, así como los costes policiales, de los tribunales, centros penitenciarios y otros recursos de atención social, ayudando, además, a reducir el estigma contra las personas con enfermedades mentales. 

Existen evidencias que confirman que las personas con esquizofrenia son más propensas que sus pares de misma edad y sexo a participar en conductas agresivas (lo que, a su vez, puede dar lugar a acciones penales). Tienen un mayor riesgo de ser condenados por delitos no violentos, violentos, y, en especial, de ser condenados por homicidio. Sin embargo, los servicios de salud mental para personas con esquizofrenia no evalúan ni tratan las conductas agresivas. 

Un metaanálisis demostró que el 35% de las personas que se comunicaron con los servicios de atención al primer episodio de psicosis, habían cometido previamente al menos una agresión. 

Por ejemplo, un estudio con más de 200 personas tratadas por estos servicios, realizado en Reino Unido, demostró que un tercio de los hombres y un 10% de las mujeres habían sido condenados o declarados no culpables por enfermedad mental en al menos un delito violento. Es decir, parece que la mayoría de pacientes con esquizofrenia que muestra un comportamiento agresivo está, efectivamente, en mayor riesgo de delinquir. 

En general, entre los pacientes que presentan un primer episodio de psicosis y sufren esquizofrenia, existen dos grupos: uno de ellos son personas que tienen un largo historial de problemas de conducta violenta que a veces han podido terminar convirtiéndose en delitos, y por otro lado, están las personas que recientemente manifiestan este tipo de conducta agresiva. 

Otro dato significativo lo aporta un estudio realizado en Canadá, que informa de que la mayoría de personas declaradas no responsables penalmente debido a un trastorno mental, entre los años 2000 y 2005, fueron hombres con un diagnóstico de esquizofrenia que habían cometido un delito violento

Un metaanálisis mostró que, de los pacientes atendidos en clínicas de asistencia a primeros episodios de psicosis, un 29-38% consumían cannabis de forma regular. Otro metaanálisis encontró que, entre las personas con enfermedades mentales graves, el riesgo de actitudes violentas se incrementaba entre dos y cinco veces con el consumo de cannabis. Esto sugiere que es posible que estas personas sufran también algún trastorno de adicción. 

Por otro lado, los adultos con esquizofrenia muestran niveles más altos de victimización que sus vecinos, incluso después de ser conscientes de su propia criminalidad, y tienen también más riesgo de ser víctimas de homicidio. 

Se ha demostrado que, cuando se aplica tratamiento para estos pacientes que además de estar enfocado en la esquizofrenia también se enfoca en la conducta violenta, su estado de salud mental mejora y se reducen los episodios agresivos.

Por tanto, toda la evidencia disponible sugiere que identificar y tratar esta conducta, además de la psicosis, reduciría el sufrimiento de los pacientes, y los costos humanos y económicos secundarios. Además, promovería la seguridad de los pacientes y sus seres queridos y les ayudaría con su independencia y autonomía. 

Si quieres saber más sobre Criminología, Perfilación Criminal y el ámbito de las Ciencias Forenses no te pierdas nuestro Máster de Criminal Profiling, nuestro curso en Criminal Profiling o nuestro Experto Universitario en Investigación Criminológica, programa 100% online y certificado por la Universidad a Distancia de Madrid, con becas especiales para lectores del Club de Ciencias Forenses.

Club de Ciencias Forenses