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Trastorno de personalidad

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Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, en esta ocasión les proponemos un resumen del artículo “Mitos y realidades sobre las mujeres terroristas”, de los autores Karen Jacques y Paul J. Taylor de la Universidad Lancaster (Reino Unido), sobre las características que definen a las mujeres terroristas.

El 9 de noviembre de 2005, Muriel Degauque, una belga convertida al Islam chocó contra una patrulla de la policía iraquí y detonó una bomba que mató a cinco personas e hirió a muchas otras. Los profesionales forenses se suelen referir al ataque de Degauque como una “llamada de atención”, no solo porque fue la primera mujer europea en llevar a cabo un ataque de ese tipo, sino porque era una mujer joven con estudios, con una buena educación, y que provenía de una familia y una comunidad que le apoyaba. El historial de Degauque contradice ampliamente las previsiones sostenidas acerca de la participación femenina en el terrorismo, y plantea preguntas acerca de cuál es la mejor forma de tratar este tipo de delincuencia. Su caso evidenció lo poco que se sabe sobre los factores de riesgo asociados a las mujeres que cometen actos de terrorismo.

En este artículo, se responde a esta necesidad probando ocho hipótesis sobre la naturaleza de la implicación femenina en el terrorismo. Estas hipótesis se refieren a tres explicaciones interrelacionadas para la implicación que prevalecen en la literatura actual: en primer lugar, existe un grupo demográfico vulnerable susceptible a la participación; segundo, las circunstancias sociales actúan como motor de la participación; y tercero, la exposición previa a o la implicación en la delincuencia es un precursor dominante para la implicación.

De las hipótesis adelantadas por estas explicaciones, algunas tendrán precedentes, ya sea porque se basan en la investigación relacionada con el terrorismo masculino o porque dependen de los factores de riesgo estáticos y contextuales identificados para otros tipos de delitos. Así pues, al probar estas hipótesis se ha tratado de verificar las explicaciones predominantes sobre los factores asociados a las mujeres terroristas, y al mismo tiempo disipar algunos conceptos erróneos relacionados con este tipo de delincuencia.

Muchos intentos de explicar la implicación en el terrorismo se centran en delimitar un grupo demográfico vulnerable, es decir, un conjunto de factores estáticos y contextuales relacionados con el individuo que aumenta el riesgo de delinquir. Del mismo modo, algunas explicaciones sostienen que las mujeres sin estudios son un grupo demográfico vulnerable al terrorismo debido a su ignorancia y susceptibilidad a un “lavado de cerebro” o su creencia de que el terrorismo es la única vía para ganarse el respeto. Este enfoque sobre la educación está a menudo vinculado a la falta de empleo.

Estas hipótesis interrelacionadas de vulnerabilidad demográfica son admisibles, sin embargo no hay que aceptarlas tal cual. Se ha tratado de proporcionar una prueba más completa de la explicación de vulnerabilidad demográfica probando tres hipótesis: el historial de mujeres terroristas mostrará una prevalencia de mujeres jóvenes, sin estudios y desempleadas. Una segunda explicación acerca de la etiología del terrorismo, no se basa en el individuo sino en las circunstancias sociales. La desconexión de la sociedad y las vulnerabilidades derivadas de esta son algunos de los precursores del terrorismo fundamentales para la comprensión de la delincuencia.

Por lo tanto, se ha examinado el papel de las circunstancias sociales a través de tres hipótesis: la inmigración, la conversión religiosa y la ausencia de matrimonio, se dan con frecuencia en las mujeres terroristas. Una tercera explicación es la exposición a la delincuencia. Existe una relación entre el crimen organizado y la financiación de actividades terroristas. Normalmente, se asocia la idea de que los lazos familiares juegan un papel en la implicación en el terrorismo con esta perspectiva.

Se ha probado la hipótesis predominante de que los vínculos familiares con el activismo son frecuentes en la población femenina terrorista. Así pues, sigue existiendo una falta de comprensión de los factores predominantes en las mujeres que se involucran en el terrorismo. Por tanto, dada la falta de pruebas, se han analizado las anteriores previsiones empleando una muestra amplia y diversa de terroristas femeninas y una muestra de comparación de terroristas masculinos.

Los hallazgos desafían algunos de los estereotipos existentes sobre el terrorismo llevado a cabo por mujeres, así como algunas hipótesis de investigación sobre otros grupos de delincuentes. Por ejemplo, la descripción de una mujer terrorista como un individuo aislado que no tiene apego a un grupo social no es compatible con las bajas tasas de inmigración y soltería halladas. Del mismo modo, el estereotipo de mujer terrorista sin estudios no es consistente con la correlación positiva entre el nivel de educación alcanzado y el número de mujeres que habían alcanzado ese nivel.

Finalmente, el hallazgo de altos niveles de empleo en la muestra actual se suma a la evidencia de los estudios de terroristas masculinos que plantean que las dificultades económicas no son un factor de riesgo importante para el terrorismo. En conjunto, estos resultados se suman a los recientes esfuerzos para identificar las “circunstancias psicosociales” (en lugar de las psicopatológicas) que son comunes a la participación masculina en el terrorismo. De hecho, varios de los factores examinados aquí muestran patrones de relevancia similares en hombres y mujeres.

Tal vez lo más sorprendente es que se han encontrado asimismo muy pocos casos de una implicación previa en delitos tanto en mujeres como en hombres. Esta falta de relación entre delincuencia y terrorismo contrasta con lo que se encuentra normalmente en otros tipos de delitos. ¿Por qué esta discrepancia? Una posible razón que no puede descartarse es la metodología. Es decir, si los terroristas no estaban dispuestos a confesar más delitos, o si ocultaban su actividad criminal a los familiares que proporcionaron los informes biográficos, entonces esa actividad no era registrada en los datos.

No obstante, una segunda posibilidad es que la delincuencia no esté relacionada con el terrorismo. Esto puede deberse a que la delincuencia es una característica indeseable en un potencial terrorista, puesto que puede llamar la atención de las autoridades. O simplemente puede ser que, tener un historial criminal no es un precursor importante para el terrorismo. A pesar de las similitudes entre hombres y mujeres terroristas, sería un error considerar su etiología equivalente. En comparación con sus homólogos masculinos, las mujeres tienen menos probabilidades de estar empleadas, menos probabilidades de ser convertidas, y menos probabilidades de ser inmigrantes. En relación con el matrimonio, también se ha encontrado que las mujeres tienen más probabilidades de ser viudas o divorciadas en comparación con sus homólogos masculinos. Uno de los aspectos en que los datos fueron consistentes con las explicaciones anteriores es en relación con la edad.

Se ha descubierto que aproximadamente el 84% de la muestra tiene entre 18 y 35 años de edad, que es consistente con la idea de que el terrorismo, como muchos otros tipos de delincuencia es un “juego de jóvenes”. Es interesante, sin embargo, que siga existiendo una pequeña minoría de terroristas femeninos y masculinos que tienen más de 35 años. Otro aspecto que coincide con las explicaciones predominantes es en relación al activismo social. Casi un tercio de las mujeres terroristas de la muestra tienen vínculos familiares con el terrorismo, lo que sugiere que el activismo familiar puede desempeñar un papel en la implicación de algunas mujeres.

A pesar de que este estudio es la primera investigación a gran escala sobre terrorismo femenino, la naturaleza de los datos y el tipo de análisis realizado dejan abierta una serie de limitaciones. Una de las limitaciones se deriva del hecho de que los datos se han obtenido de fuentes secundarias. Una segunda limitación de esta investigación se deriva del hecho de que la muestra de terroristas masculinos no siempre coincide por pertenencia a un grupo. Una tercera limitación se deriva del alcance de las variables examinadas. El muestreo de ocho variables solo proporciona una breve reseña de la variedad de factores que pueden influir en la implicación en el terrorismo.

Este estudio ha demostrado que las características sociodemográficas de las mujeres terroristas varían considerablemente, y que esas características no siempre se ajustan a los estereotipos establecidos por los medios de comunicación o a las expectativas generadas por los estudios sobre terrorismo masculino y sobre otros tipos de delitos. En consecuencia, al igual que con otros grupos criminales, los resultados presentados aquí pueden informar acerca de futuros tratamientos e investigaciones que proporcionen una base para la comprensión de la naturaleza de la implicación femenina en el terrorismo.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

Cómo se enfrenta la Policía a personas con trastornos mentales en su trabajo diario.
Policía y Salud Mental. Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, esta vez les ofrecemos un resumen del artículo “Policía y Salud Mental”, de los autores H. Richard Lamb y Linda E. Weinberger de la Universidad de California del Sur (EE.UU.) y Walter J. DeCuirJr de la Unidad de Evaluación Mental del Departamento de Policía de Los Ángeles (EE.UU.), que trata acerca de cómo se enfrenta la Policía a personas con trastornos mentales en su trabajo diario.

El propósito de este artículo es repasar la bibliografía existente acerca del papel de la Policía en el trato con personas con enfermedades mentales graves que sufren crisis y las cuestiones que surgen a menudo durante la necesaria interacción entre las fuerzas del orden y los profesionales de la salud mental. Con respecto a los enfermos mentales, la Policía tiene la facultad de trasladarlos para su evaluación y tratamiento psiquiátrico cuando existe una causa probable para pensar que son un peligro para ellos mismos o para los demás debido a su condición. Ellos son los responsables ya sea del reconocimiento de la necesidad de tratamiento como de ponerlos en relación con los medios de tratamiento adecuados o determinar que el hecho cometido es la principal preocupación y la persona debe ser detenida. En consecuencia, los agentes han pasado a asumir el papel de “psiquiatras de calle”. Un problema importante que supone cumplir esta función es que la Policía tiene poco entrenamiento en este tipo de situaciones. Así pues, esta falta de formación es uno de los factores que ha contribuido a la criminalización de los enfermos mentales. La policía actúa con total discrecionalidad en el ejercicio de sus funciones, incluyendo la decisión sobre lo que debe hacerse en el caso de tener que tratar con un enfermo mental. En la mayoría de los casos, se emplean métodos informales, como tratar de “calmar” a la persona o trasladarla a su domicilio. En situaciones que no pueden ser manejadas de manera informal, la Policía puede tener que conducirlos a los hospitales o a los calabozos. Sin embargo en algunos casos, esta discrecionalidad se ve limitada, por lo que tanto la evaluación psiquiátrica como el tratamiento se llevarán a cabo mientras la persona está bajo custodia. Se han planteado una serie de factores para explicar por qué, en el caso de delitos menores, un agente de policía decide detener a una persona con problemas mentales en lugar de llevarla a un hospital. Para un agente no es tan evidente determinar si una persona padece un trastorno mental como lo es para un profesional de la salud mental, puesto que a pesar de su experiencia, no ha recibido la suficiente formación. Por otro lado, la Policía es muy consciente de que si refieren un enfermo mental al sistema judicial penal, será tratado de manera más apropiada. Cuando la interacción entre el agente y el enfermo es iniciada por la propia Policía, goza de una mayor discrecionalidad. En estos casos, actúan libremente y resuelven el problema de la forma que consideren adecuada, en base a sus conocimientos. El resultado es que algunos policías son más propensos a arrestar a estas personas, otros intentan que sean hospitalizadas y otros tienden simplemente a dejarlos libres sin otra disposición. A menudo, sin embargo, esta interacción es iniciada por los propios ciudadanos. En tales casos, las demandas de los ciudadanos también pueden entrar en juego y limitar la discrecionalidad de la Policía.

Generalmente, la violencia subyace en la mayoría de las emergencias psiquiátricas. Así pues, la evidencia sugiere que existe un subgrupo de personas con trastornos mentales graves que son significativamente más peligrosos; como son los psicóticos, los que no toman su medicación y los toxicómanos. Este subgrupo plantea un reto considerable tanto para los profesionales de la salud mental como para la Policía. Por lo tanto, es crucial que en situaciones de crisis, tanto la Policía como el sistema de salud mental de emergencia trabajen en estrecha colaboración. Se han desarrollado diferentes estrategias para proporcionar un equipo móvil de la Policía o de profesionales de la salud mental, o ambos para responder a emergencias de este tipo. Muchos partidos judiciales disponen de policías con una formación especial en salud mental que intervienen en situaciones de crisis y actúan como enlaces con el sistema de salud mental. Se denomina a este enfoque el modelo de Memphis. En efecto, estos equipos pueden intervenir en situaciones de emergencia sanitaria o actuar como consultores de los agentes en el lugar de los hechos. Otro plan de acción es la contratación por el propio Departamento de Policía de consejeros de salud mental, que en este caso no serían agentes de policía. Otra estrategia ampliamente aceptada es recurrir, mediante un acuerdo especial con el Departamento de Policía, a equipos psiquiátricos de emergencias constituidos por profesionales de la salud mental que forman parte del sistema sanitario, para responder a situaciones delicadas en el lugar de los hechos. Otro método empleado es el despliegue de equipos integrados tanto por agentes especializados como por profesionales de la salud mental. Los principales objetivos de estos equipos móviles especializados en crisis es resolver el incidente y reducir la criminalización. Una parte fundamental en el desarrollo y mantenimiento de estos equipos móviles especializados es que se debe llevar a cabo una rigurosa y continua evaluación del programa. Además de las alternativas elegidas, las tasas de detención de estos equipos deben ser evaluadas con regularidad para asegurar que se están poniendo en práctica las disposiciones adecuadas y que los centros de salud mental están cooperando en este sentido.

Se ha podido demostrar, que en general, la formación policial es insuficiente para poder identificar y hacer frente a personas con trastornos mentales. Los propios policías consideran que carecen de la formación adecuada para gestionar este segmento de la población. Por lo tanto, esta formación en salud mental es necesaria para todos los agentes, no solo para los que forman parte de los equipos móviles especializados en situaciones de crisis. Además, se debería hacer énfasis en reducir las situaciones que pudieran conllevar el uso de fuerza letal contra personas con trastornos mentales. Por otra parte, probablemente no existe otra situación más difícil para los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que el llamado “suicidio por policía” o “suicidio asistido por la Policía”. En este tipo de situaciones, un suicida inicia un comportamiento que constituye una amenaza con un arma letal, o con lo que parece ser un arma letal, con la intención de que los propios agentes le disparen en legítima defensa o para proteger a los ciudadanos. En consecuencia, ni el sistema de salud mental ni el sistema policial pueden gestionar las crisis de salud mental de manera eficaz sin la ayuda del otro. Es importante que los agentes de policía sean conscientes de que su función principal sigue siendo el cumplimiento de la ley, aunque posean una formación especial en salud mental. Asimismo, es importante que los profesionales de la salud mental, miembros de los equipos móviles de crisis, no traten de actuar como policías. Para promover aún más la colaboración entre el sistema de salud mental y los departamentos de Policía, deberían realizarse reuniones informativas de forma regular y permanente con representantes de ambas instituciones. Otro elemento importante en la resolución de crisis en las que se ven involucrados enfermos mentales, así como en la reducción de su criminalización, es la disponibilidad de recursos de salud mental apropiados. Existe igualmente la necesidad de mejorar la formación de los agentes en relación a los trastornos mentales, de satisfacer adecuadamente las necesidades de los enfermos mentales, y de saber emplear los recursos de salud mental. Evidentemente, se puede hacer mucho para que ambos sistemas atiendan mejor a las personas con trastornos mentales. En los Estados Unidos, los enfermos mentales han sido asesinados o gravemente heridos en los intentos de manejar las situaciones de crisis sobrevenidas. Estos hechos, con razón, han indignado a la ciudadanía y frustrado a los agentes de la ley y a los profesionales de la salud mental. Así pues, para lograr reducir estos trágicos errores y garantizar una mejor seguridad para todos, se debe favorecer un trabajo eficaz de colaboración entre las fuerzas del orden y el sistema de salud mental.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

1-clínicaEstimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, esta semana les presentamos un resumen del artículo “Grafología y Grafología Forense”, de los autores Nursel Yalçin y Filiz Gürbüz de la Universidad de Gazi (Turquía), que trata acerca de la relación entre un texto escrito y su autor.

La Grafología no es sólo una disciplina que analiza la personalidad a través de la escritura manuscrita, sino también una disciplina científica que utiliza la escritura en distintos campos. A pesar de ser históricamente un método antiguo, ha sido aceptado como disciplina científica edesd 1970. La grafología se emplea en muchos ámbitos, como los sistemas biométricos de seguridad en tecnologías de la información, el análisis de personalidad en psicología, la selección de personal en las organizaciones, la autentificación e identificación de delincuentes en las ciencias forenses, los servicios de orientación y prácticas similares en educación. La Grafología se basa en el movimiento de la psicología experimental. Aunque ha sido definida como una disciplina que analiza la personalidad a través de la escritura manuscrita, es un método de observación que analiza científicamente la relación entre un texto y su autor, y examina el texto como una expresión de la personalidad de su autor. La escritura es una habilidad motora compleja basada en la neurología y la fisiología. Al igual que la personalidad, la escritura también se va desarrollando. Así pues, la infancia, la adolescencia y la edad adulta se reflejan en la escritura.

En el análisis grafológico es importante identificar los hábitos de escritura. Existen diferentes alfabetos con distintos signos gráficos. Estos hábitos deben tenerse en cuenta en el análisis de la escritura manuscrita. De lo contrario, las características de la muestra pueden ser percibidas como las características personales del autor del texto. Por este motivo se examinan las características estructurales e individuales en el análisis forense de un documento. En el acto de escribir están implicados muchos factores externos que afectan a la escritura. Uno de ellos es el estado de ánimo del individuo. El estado de ánimo afecta a la escritura y puede producir cambios como la regularidad en la escritura, la mala escritura, etc. Otro de los factores que afectan a la escritura son las condiciones físicas. Por ejemplo, una persona no puede escribir de la misma manera cuando hace mucho frío o mucho calor. Incluso el estilo de expresión puede cambiar bajo estas circunstancias. La escritura revela los rasgos de la persona, y estas características no cambian a menos que varíen las condiciones físicas o psíquicas de la persona. A pesar de los múltiples campos de aplicación de la grafología, se han estudiado dos ramas generales. Por un lado, la grafología forense que analiza la autenticidad de un texto o firma y su autoría, y por otro la grafología psicológica que es capaz de determinar los rasgos y el estado mental y físico de un individuo a través de su escritura manuscrita. Aunque ambas ramas examinan las características del autor de un texto, existen diferencias entre la grafología forense y otras áreas de aplicación de la grafología en relación a los factores considerados.

La grafología forense es una de las disciplinas que más se emplea dentro de la Grafología. La grafología forense trata de determinar si un texto o firma es auténtico o quien es el autor de un texto o una firma en un documento. Al escribir un texto o al realizar una firma, los individuos actúan de manera diferente y bajo el efecto de muchos factores como la anatomía de la mano y el brazo, el movimiento de la mano, la estructura de los caracteres, la ocupación y la frecuencia con la que se escribe o firma. Al analizar estas diferencias (o semejanzas), por lo general, se puede determinar quien es el autor del texto o firma examinado o si ha sido ejecutados por la misma mano a través de distintas muestras de escritura o firmas. En los casos presentados ante las autoridades legales, se puede detectar la falsificación de una firma en un documento, en documentos utilizados en relaciones comerciales (letras de cambio, recibos, etc.), en testamentos, en contratos de alquiler de inmuebles, y muchos otros documentos privados y oficiales. Asimismo, la identificación de la autoría de un documento gana importancia en los casos que se someten a las autoridades judiciales y a las fuerzas del orden público, como cartas de suicidio, amenazas o testamentos. En los casos de secuestro o de notas de rescate, delimitar la identificación del sospechoso puede ser fundamental para las fuerzas del orden público, y esta rama de la ciencia puede emplearse en estos casos. La información acerca del género del autor de un documento escrito, para determinar la autoría en Grafología Forense, parece ser importante en la investigación criminal. Del mismo modo, es igualmente importante poder determinar la edad del autor del texto. La determinación del género se aborda discretamente en las investigaciones grafológicas. Pero resulta más complicado determinar la edad que el género. Por otro lado, para determinar la antigüedad de la tinta se tiene que calcular el tiempo transcurrido desde la realización del texto hasta el momento del análisis, pero en estos estudios no se tienen en cuenta las propiedades grafológicas. Se consideran las propiedades de la tinta utilizada en la redacción del texto.

En resumidas cuentas, la grafología es la rama de la ciencia que investiga la relación entre la escritura y su autor, y el análisis de cualquier tipo de relación entre el texto y su autor se encuentra dentro del ámbito de aplicación de esta rama. Se utiliza mayoritariamente en las ciencias forenses. El desarrollo de programas capaces de analizar los manuscritos como lo hacen las técnicas tradicionales, son extremadamente útiles para ahorrar tiempo. Los datos que revelan la relación entre el texto y su autor son muy valiosos para llevar a cabo las investigaciones con mayor rapidez en casos legales. En consecuencia, en estos casos sería necesario desarrollar sistemas biométricos de alta fiabilidad capaces de restringir el número de muestras de escritura a analizar entre las que pertenecen a la persona sospechosa.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

Autocontrol y Ciberdelincuencia. Club Ciencias Forenses.
Autocontrol y Ciberdelincuencia. Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, en esta ocasión les ofrecemos un resumen del artículo “Bajo autocontrol y ciberdelincuencia: Explorando la utilidad de la Teoría general del delito más allá de la piratería digital”, de los autores Christopher M. Donner de la Universidad Estatal de Fayetteville (EE.UU.), Catherine D. Marcum de la Universidad Estatal de los Apalaches (EE.UU.), Wesley G. Jennings de la Universidad de Florida del Sur (EE.UU.), George E. Higgins de la Universidad de Louisville (EE.UU.) y Jerry Banfield de Ban Work LLC (EE.UU.), sobre las causas de la ciberdelincuencia.

Durante las últimas tres décadas la sociedad global ha sido testigo de un número de avances en la tecnología electrónica (teléfonos móviles, ordenadores personales e Internet). Y, mientras que estos relativamente nuevos recursos se utilizan ampliamente y se han hecho muy populares en los Estados Unidos, estas herramientas también se han convertido en vías para la delincuencia y la desviación, que plantean un sinfín de preguntas para los criminólogos y una serie de problemas para el sistema de justicia penal. Además, la aparición de estas tecnologías no sólo ha hecho crímenes “preexistentes” disponibles para cometerse en otros foros (venta de drogas, acoso), pero también ha creado una serie de nuevas conductas antisociales (creación y difusión de malwares) que antes eran imposibles si no fuera por la nueva tecnología. Estos comportamientos incluyen, pero no se limitan a: la piratería informática, la piratería digital (descarga y subida ilegal de música y programas), la exclusión de la comunidad online y el acoso, y el uso de la contraseña de otra persona sin su permiso. En un intento por comprender mejor los factores que impulsan a las personas a participar en el delito cibernético y la desviación online, los criminólogos han recurrido a la teoría criminológica para obtener explicaciones para este comportamiento. En general, las investigaciones señalan que las teorías criminológicas tradicionales son útiles para explicar el delito cibernético y la desviación online. Así pues, el principal objetivo de este estudio es investigar si el nivel de autocontrol de un individuo está significativamente relacionado con su implicación en la desviación online además de la piratería digital.

El crecimiento de la tecnología de la información ha introducido una nueva forma de criminalidad en el sistema de justicia penal: el delito cibernético. La ciberdelincuencia se puede considerar como cualquier forma de desviación online utilizando la tecnología, ya sea un ordenador, teléfono inteligente o PDA. La primera generación de ciberdelincuencia supone actos desviados caracterizados por el uso ilegal de ordenadores centrales y sistemas operativos. Un ejemplo de este tipo de delitos es el uso de Internet para aprender cómo construir una bomba o hacer metanfetamina. La segunda generación de ciberdelincuencia utiliza la red y se considera delito híbrido. Hackear y crakear son formas comunes de esta generación, así como la difusión de pornografía infantil o la prostitución. Por último, la tercera generación de ciberdelincuencia se caracteriza por la naturaleza de la distribución y se desarrolló exclusivamente a raíz de la creación de Internet. La difusión de malwares (virus o troyanos), es un ejemplo de esta generación de ciberdelincuencia. En base a este continuo de cibercriminalidad, han surgido múltiples formas de desviación online y se están convirtiendo en un importante problema para el sistema de justicia penal. Estudios anteriores sobre la desviación online han descubierto varios correlatos demográficos, como la edad, el sexo biológico y la raza. Específicamente, la investigación ha encontrado que los individuos más jóvenes varones y los no blancos son más propensos a relacionarse con la desviación online. La Teoría del autocontrol de Gottfredson y Hirschi, indica que los individuos son responsables de tomar decisiones racionales. Esto significa que los individuos sopesan las consecuencias de sus acciones y eligen las acciones que les aportan mayor placer y menor dolor. Las personas que tienen bajos niveles de autocontrol (es decir, la incapacidad de ver las consecuencias de sus acciones) encontrarán el crimen y la desviación atractivos puesto que son “impulsivos, insensibles, agresivos, temerarios, cortos de miras y no verbales”. Según Gottfredson y Hirschi los que poseen un bajo autocontrol, muy probablemente se deba a un control parental ineficaz. A pesar de la atención que ha recibido la teoría general del delito en cuanto a la relación entre bajo autocontrol y conducta antisocial, existe la limitación de que gran parte de los estudios sobre desviación online se han dedicado exclusivamente a la piratería digital. Y, si bien se ha demostrado que el bajo autocontrol se relaciona positivamente con la piratería digital, es importante investigar más a fondo la hipótesis general de la teoría analizando otras formas de desviación online. El presente estudio, pretende abordar la limitada investigación sobre ciberdelincuencia en este campo, empleando una muestra de 488 estudiantes para explorar en que grado el bajo autocontrol predice la desviación online. En base a la teoría de Gottfredson y Hirschi, el estudio analiza dos hipótesis relacionadas. En primer lugar, se plantea la hipótesis de que el bajo autocontrol está significativamente relacionado con un índice de variedad de desviación online de siete ítems. En segundo lugar, ya que el principal objetivo de este estudio es examinar la ciberdelincuencia además de la piratería digital, se plantea la hipótesis de que el bajo autocontrol se relaciona significativamente con un índice de variedad de desviación online de cinco ítems que no incluye actos de piratería digital.

Respecto a la primera hipótesis, los resultados apoyan la utilidad de la teoría del autocontrol para explicar la implicación en una serie de conductas desviadas online. Los hallazgos apoyan asimismo la segunda hipótesis que aún no había sido considerada en investigaciones previas. De esta manera, la teoría del autocontrol puede servir como explicación para otras desviaciones online además de la piratería digital. A pesar de estos resultados, es importante reconocer una serie de limitaciones que vale la pena considerar. En primer lugar, el estudio se basa en datos de una muestra de gran tamaño (n = 488). En segundo lugar, la muestra se compone de un gran número de estudiantes de sexo femenino y latinos, y por tanto serían convenientes estudios adicionales para ver el grado en que estos resultados se mantienen en universidades con diferentes características demográficas. En tercer lugar, las características de la muestra para los ciberdelitos individuales se basaron en el recuento inicial de frecuencias variables de los encuestados que informaron de las veces que se dedicaban a actos individuales. Así pues, la estadística descriptiva para estas variables puede ser algo inexacta debido a errores de los encuestados. Por último, el presente estudio no ha sido capaz de responder por otras teorías criminológicas contrarias a la teoría del autocontrol para explicar la desviación online que han sido estudiadas en anteriores investigaciones sobre ciberdelincuencia. En general, el actual estudio ha sido capaz de demostrar la eficacia de la Teoría del autocontrol de Gottfredson y Hirschi como posible predictor de la desviación online en general y para una variedad de formas de desviación online en particular. Si la evidencia hallada es señal de tal relación entonces parece que la hipótesis general de la teoría de Gottfredson y Hirschi es adecuada para explicar la desviación online además de la piratería digital.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

Rasgos de personalidad y Análisis de la escritura. Club Ciencias Forenses.
Rasgos de personalidad y Análisis de la escritura. Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, esta semana les ofrecemos un resumen del artículo “La falta de pruebas para la evaluación de los rasgos de personalidad mediante el análisis de la escritura”, de la autora Barbara Gawda de la Universidad María Curie-Sklodowska (Polonia), que trata sobre la evaluación de los rasgos de personalidad a través del análisis de la escritura.

El análisis grafológico se utiliza en la selección de personal, sin embargo, la investigación científica relacionada con el análisis de la escritura ha generado datos controvertidos, y esta es la razón por la que la evaluación de la personalidad a través de la escritura sigue siendo cuestionable. La creencia de que la personalidad se refleja en la escritura manuscrita se ha visto reforzada por teorías grafológicas. El origen de las hipotéticas conexiones entre la personalidad y la escritura está relacionado con el concepto de individualización de los movimientos gráficos (gestos). Este concepto explica que los gestos gráficos son únicos, individualizados y distintivos. Todavía no existe una teoría que explique la asociación entre escritura y personalidad. Los esfuerzos científicos encaminados a identificar una relación entre ellas han revelado resultados ambiguos. La investigación correlacional se refiere al examen de la fuerza de la asociación entre las características de la escritura manuscrita y los resultados de un cuestionario de personalidad. La extra-introversión es uno de los rasgos de personalidad más analizados en relación con la escritura. A pesar de los distintos estudios que han abordado este rasgo de personalidad, es imposible confirmar la asociación. Existe asimismo un grupo de estudios que presentan el uso del análisis de la escritura en la selección de personal, las evaluaciones de competencia de trabajo en mujeres de éxito o la predicción del éxito académico. No obstante, la investigación sobre personalidad y escritura manuscrita tiene limitaciones significativas. Así pues, el propósito de los dos estudios presentados en este artículo es demostrar si existe o no una relación entre rasgos de personalidad y características de escritura manuscrita.

En el primer estudio, se empleó el cuestionario NEO-FFI para evaluar la personalidad. El NEO-FFI mide los siguientes cinco rasgos de personalidad: neuroticismo, extraversión, amabilidad, responsabilidad y apertura. Las muestras de escritura fueron analizadas por expertos forenses en documentoscopia y pericia caligráfica. No se recurrió a grafólogos, sino a expertos forenses en documentoscopia, con el fin de evaluar los parámetros gráficos de la escritura con objetividad, sin la influencia de conceptos grafológicos. Cada participante completó el NEO-FFI y un cuestionario para determinar las características relevantes para el análisis del movimiento de la mano, como edad, nivel educativo, ocupación, habla, visión, deficiencias motoras, enfermedades neurológicas, etc. Luego, cada individuo debía escribir el mismo texto en una hoja de papel sin líneas dictado a una velocidad media, con el fin de estandarizar las condiciones. El propósito de este estudio es establecer la asociación entre escritura y rasgos de personalidad. Las puntuaciones más altas en neuroticismo se relacionan con una frecuencia menor de letras de tamaño medio, presión media, tamaño medio de la zona media, e impulso de palabra. Las puntuaciones más altas en extraversión se correlacionan con una mayor frecuencia de letras de tamaño medio, presión media y tamaño medio de la zona media. La amabilidad se asocia con el tamaño medio de letras, presión media, y tamaño de la zona inferior. La responsabilidad se correlaciona con el tamaño medio de letras, presión media y dirección horizontal de la línea base. Las puntuaciones en apertura se relacionan con la forma lineal de las letras “m” y “n”, presión media e impulso de sílabas. En el segundo estudio se utilizó el cuestionario EPQ-R para evaluar las siguientes tres grandes dimensiones de personalidad: extraversión, neuroticismo y psicoticismo. Se analizaron las mismas características de escritura manuscrita que en el primer estudio y se recurrió a los mismos expertos. El procedimiento fue el mismo que en el anterior estudio, aunque se analizó una muestra diferente. Se comprobó si alguna característica de escritura se asocia con los rasgos de personalidad medidos por el EPQ-R. Las correlaciones entre la escritura y las escalas del EPQ-R no fueron significativas. No se encontró ninguna correlación estadísticamente significativa entre psicoticismo, extraversión y parámetros de escritura manuscrita. Únicamente se encontró una correlación relativamente significativa entre neuroticismo y línea base sinusoidal.

Los resultados sistematizan la diversidad de datos grafológicos en la relación entre escritura y personalidad. No se han encontrado características específicas en la escritura de individuos con extra-introversión, neuroticismo, psicoticismo, agradabilidad, responsabilidad o apertura. La investigación actual se realizó de acuerdo a las reglas científicas. Los requisitos metodológicos fueron estrictos. Se controló un conjunto de variables importantes que pueden tener impacto en la escritura manuscrita, incluyendo la lateralidad, la edad, el deterioro motor o neuropsiquiátrico, etc. Además, el análisis de la escritura se realizó con los criterios objetivos. Los resultados muestran un pequeño número de características gráficas relacionadas con los principales rasgos de personalidad. Por tanto, estos estudios mostraron que existe alguna relación entre rasgos de personalidad y escritura manuscrita, aunque no se pueden evaluar los rasgos de personalidad en base a estos parámetros gráficos. Los presentes hallazgos confirman los resultados de los estudios que planteaban la escasa utilidad del análisis de la escritura para la evaluación de la personalidad. Las correlaciones entre el cuestionario Big Five y las evaluaciones grafológicas no confirman la capacidad del análisis de la escritura para medir los cinco grandes rasgos de personalidad. La interpretación probable de estos resultados es que la personalidad y el gesto motor son independientes. La personalidad es muy difícil de explicar a nivel neuropsicológico. En consecuencia es imposible interpretar los rasgos de personalidad del Big Five a través del análisis de la escritura. No se han encontrado características específicas de escritura para cada rasgo de personalidad medido por el EPQ-R. Así pues, los estudios presentados no pueden confirmar que los rasgos de personalidad, como neuroticismo, psicoticismo, extraversión, amabilidad, responsabilidad y apertura, puedan reflejarse en la escritura manuscrita de una persona.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

Familias desestructuradas y violencia. Club Ciencias Forenses.
Familias desestructuradas y violencia. Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, en esta ocasión les sugerimos un resumen del artículo “Familias disfuncionales en la infancia y violencia en los adultos: Un análisis de los moderadores y mediadores”, de los autores Delphine Theobald del King’s College (RU), David P. Farrington de la Universidad de Cambridge (RU) y Alex R. Piquero de la Universidad de Texas Dallas (EE.UU.), acerca de las causas de la violencia.

Uno de los temas más estudiados por las teorías criminológicas es el papel de la familia en la socialización de los niños. En este trabajo se analiza el efecto de la ruptura familiar a causa de la separación/divorcio (hasta los 14 años de edad) en los hombres y su impacto en una posterior conducta criminal violenta. Dicha investigación es relevante para la investigación existente debido a la falta de investigaciones longitudinales sobre los efectos a largo plazo de las familias desestructuradas en adultos, sobre todo en relación al comportamiento criminal violento y puede ayudar a entender los mecanismos implicados. Este vínculo entre familias disfuncionales y delincuencia se ha establecido a lo largo de varias décadas a partir de datos de algunos estudios longitudinales importantes. Estudios más recientes han descubierto que el 60% de los niños que fueron separados de sus padres en su décimo cumpleaños fueron condenados a la edad de 50 años, en comparación con el 36% restante. Juby y Farrington (2001) señalaron que los índices de delincuencia eran mayores entre los niños que provenían de una familia desestructurada, antes de los 15 años, comparados con los que venían de familias “normales”, y los resultados fueron similares en sentencias condenatorias de menores, delincuencia juvenil autoinformada o sentencias condenatorias de adultos. Es importante destacar que estos autores concluyeron que gran parte de la investigación en este campo es “incompleta y poco concluyente”. Es posible que la estabilidad familiar después de un divorcio sea un factor importante. Según Mednick et al. (1990) un divorcio seguido de cambios en las figuras parentales predice el mayor índice de delincuencia en niños (65%) en comparación con un divorcio seguido de estabilidad (42%) y sin divorcio (28%). El proceso de desestructuración familiar puede ser un indicador importante de los resultados. Si el hecho se produce entre el nacimiento y los 4 años será especialmente predictivo de delincuencia, mientras que si la ruptura se produce en la adolescencia el efecto no será tan fuerte. Así pues, la evidencia plantea que las familias monoparentales podrían tener dificultades para mantener un entorno familiar estable en el que se fomente una buena relación padres-hijos.

Se han propuesto distintas perspectivas criminológicas acerca de los posibles mecanismos por los que una familia desestructurada puede afectar a la delincuencia. Las Teorías del ciclo vital se centran en el efecto perjudicial que una familia disfuncional puede tener sobre el apego de los padres que, a su vez, puede poner en peligro una socialización eficaz por parte de estos. Las Teorías de la selección argumentan que las familias desestructuradas producen niños delincuentes debido a las diferencias preexistentes con otras familias, como conflictos entre los padres, padres criminales o antisociales, bajos ingresos familiares o pobres métodos de crianza. Las Teorías del estrés/trauma plantean que la ruptura de la unidad familiar conduce a otros factores de estrés, como los conflictos entre los padres, la pérdida de estos, y la reducción de ingresos económicos, que producen una serie de emociones negativas que pueden provocar un comportamiento antisocial. Por lo tanto, existe una relación entre la exposición a la violencia parental y la victimización en la infancia y el posterior comportamiento antisocial y la delincuencia. Más recientemente, la investigación genética biosocial y conductual ha surgido como un prometedor mecanismo teórico que examina la relación entre familia y conducta antisocial. A continuación, se revisan tres de los mecanismos más sólidos identificados: las familias disfuncionales, el bajo autocontrol y los compañeros delincuentes. El entorno familiar puede ejercer un impacto significativo en el desarrollo conductual y emocional del individuo. Fergusson y Horwood (1998) encontraron que ser testigo de conflictos violentos entre los padres predice de manera significativa la violencia y los delitos contra la propiedad, incluso después de haber controlado otros factores de riesgo familiares tales como el abuso de sustancias y la criminalidad, tener una madre joven, el castigo físico y los bajos ingresos familiares. Un bajo control parental es un importante predictor de delincuencia. La manera en que los individuos aprenden a reaccionar ante los demás dependerá del modelo de conducta observado en la infancia. Otros han sugerido que la frustración conduce a la agresión. En cuanto al autocontrol, los niños que tienen temperamentos difíciles y problemas de comportamiento son a menudo agresivos y antisociales en casa y en la escuela, y es probable que sigan siéndolo en su adolescencia y en la edad adulta. El bajo autocontrol es uno de los rasgos más estables asociado con la conducta antisocial. Los individuos con bajo autocontrol suelen enfrentarse a los conflictos de manera agresiva y tienen dificultad para prever las consecuencias negativas de sus acciones/comportamientos. Por otro lado, según algunos investigadores los niños que sufren conflictos familiares tienen más probabilidades de asociarse con compañeros delincuentes. Suelen ser más susceptibles a la presión de los compañeros porque desean algo de seguridad en el grupo o pueden decidir, debido a los conflictos en el hogar, involucrarse en conductas desviadas como reacción a su inestabilidad familiar.

En este trabajo se han analizado los datos de un estudio longitudinal sobre el desarrollo de la conducta antisocial y se han valorado varios de los posibles mecanismos que pueden influir en el posterior comportamiento criminal violento de un niño tras sufrir la ruptura matrimonial de los padres en la infancia o en la adolescencia. Las preguntas clave que deben ser examinadas son: (1) ¿Puede la disfunción familiar, debida a una ruptura matrimonial de los padres, predecir una futura sentencia condenatoria después de haber controlado otros factores clave que predicen la delincuencia?; (2) ¿Está el efecto de una familia desestructurada, en un futuro comportamiento criminal violento, moderado por importantes factores de la infancia?; y, (3) ¿Tiene una familia disfuncional, debido a la ruptura matrimonial de los padres, un efecto directo o indirecto sobre una sentencia condenatoria? Las principales conclusiones de esta investigación sobre la relación entre familia desestructurada y violencia indican que, si se sufre antes de los 14 años, será predictiva de una sentencia condenatoria a los 50 años. El impacto de una familia disfuncional está mediado por diversas variables, siendo las más importantes la percepción subjetiva de la violencia y la hiperactividad, ambas medidas a los 14 años. Sin embargo, deben tenerse en cuenta varias limitaciones. En primer lugar, el análisis cuenta con un pequeño número de niños que provienen de una familia desestructurada a causa de la ruptura matrimonial. Por lo tanto, sería necesario replicar el estudio para evaluar la posibilidad de generalizar las conclusiones. En segundo lugar, futuras investigaciones deberían considerar más variables teóricas, incluyendo factores biosociales/genéticos que pueden ser importantes mediadores/moderadores de la relación entre familia disfuncional y criminalidad. En tercer lugar, no se pudo contar con ninguna medida sobre lo que sintió el individuo (como niño) cuando se produjo la desintegración de la familia. En cuarto lugar, puede haber algunos casos en que la ruptura familiar sea en realidad un hecho positivo. Los resultados del estudio también tienen igualmente implicaciones para las perspectivas teóricas que pueden ayudar a explicar la relación entre familia desestructurada y delincuencia. Otro enfoque teórico relevante es el probable papel que los factores biosociales/genéticos pueden jugar en la relación familia desestructurada y delincuencia. Existen evidencias acerca del papel que la biología y los genes desempeñan en el comportamiento humano en general, y en el comportamiento antisocial en particular. Con respecto a las implicaciones políticas, es bien sabido que un ambiente familiar conflictivo puede tener efectos muy negativos en los niños (absentismo escolar, abandono escolar, relaciones con amigos delincuentes, etc.). Así pues sería conveniente facilitar el acceso a los servicios de apoyo y asesoramiento para ayudar a resolver las tensiones familiares debidas al conflicto marital y la separación. En consecuencia, nunca es demasiado pronto para poner en marcha tales medidas de prevención, puesto que tal y como han demostrado varios estudios, los primeros programas de formación para familias/padres no sólo ayudan a los padres a socializar de manera más adecuada a sus hijos, sino también ayudan a los niños en los diferentes ámbitos de la vida.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

Etiología de la Psicopatía. Club Ciencias Forenses.
Etiología de la Psicopatía. Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, esta semana les sugerimos un resumen del artículo “La etiología de la psicopatía: Una perspectiva neuropsicológica”, de la autora Pamela R. Perez de la Universidad de Loma Linda (EE.UU.), sobre los patrones biológicos básicos de disfunción cerebral observados en psicópatas.

La psicopatía ha sido definida como un trastorno de la personalidad que se caracteriza por un comportamiento antisocial abierto, así como una serie de rasgos desviados de personalidad; como la falta de empatía, la falta de remordimiento, la insensibilidad, el afecto superficial, la baja tolerancia a la frustración o agresión y la manipulación. A pesar de que existe diferencia entre un psicópata y un sociópata, los términos psicopatía y sociopatía se utilizan a menudo indistintamente. Y por ello sigue habiendo confusión entre estos términos, aunque existen diferencias notables. Según Ramsland (2007), mientras que el psicópata no siente remordimiento por sus actos, el sociópata es capaz de sentir culpa y arrepentimiento, al menos en el contexto de grupo (pandilla) o relaciones familiares. Al sociópata, sin embargo, no le importan nada las normas sociales, y las infringirá sin dudarlo si al hacerlo satisface sus propios deseos o propósitos. Lykken (1995) diferencia entre el sociópata “común” y el psicópata señalando que la sociopatía suele ser resultado de factores ambientales, como la crianza, la ausencia del padre, y la falta de socialización, mientras que la psicopatía se debe a factores biológicos como el temperamento. Hare (1996) denominó a los psicópatas “depredadores intraespecies”, capaces de emplear los medios necesarios, incluida la violencia, para controlar a los demás y satisfacer sus deseos y necesidades. Se sabe muy poco acerca de las causas reales de la psicopatía. Sin embargo, existe cierto acuerdo en “que los factores sociales, especialmente las situaciones adversas en la infancia, como el abuso, juegan un papel en el posterior desarrollo de trastornos de la personalidad”.

Tal y como se ha podido demostrar, los vínculos afectivos formados en la infancia son fundamentales en el desarrollo de la personalidad. Lo que se sabe acerca de los antecedentes familiares de muchos delincuentes violentos, es que la mayoría han tenido historias de abuso y/o negligencia en la infancia, o han sido criados en entornos en los que la violencia era habitual. Existe un fuerte componente tanto ambiental como biológico en la psicopatía, que no debe pasarse por alto. Numerosos estudios han revelado una correlación entre la función del lóbulo frontal y el deterioro en tareas ejecutivas y de discriminación de inhibición conductual en delincuentes. Un primer síntoma importante de psicopatía es un “comportamiento asocial y antisocial persistente, frecuente y variado en edad temprana”. La correlación entre crimen violento y psicopatía es muy fuerte. No obstante, a pesar de ello poco se sabe acerca de por qué algunos individuos se vuelven asesinos en serie con una clara predisposición hacia la psicopatía y otros no. Fonagy et al. (1997), que han realizado un gran estudio sobre el caso de Aileen Wuornos y otros asesinos en serie depredadores, argumentan que la violencia y la delincuencia son en realidad trastornos del sistema de apego. A través del apego los seres humanos desarrollan las habilidades mentales necesarias para reflejar sus propios estados internos así como los de los demás. Sin esta capacidad, la violencia y los actos criminales son una manera de hacer frente a la falta de representación mental de otro. Otra cuestión importante que cabe mencionar, es que los psicópatas no solo son antisociales, sino que tienen claros marcadores neurocognitivos que indican un problema para procesar señales de angustia en otros. Mientras que biológicamente no hay una “causa” universalmente aceptada de la psicopatía, se han observado patrones básicos de disfunción cerebral en individuos que manifiestan tendencias psicopáticas.

La disfunción del lóbulo frontal, junto con la disfunción ejecutiva que resulta de ello, ha sido vinculada durante mucho tiempo a la psicopatía. De acuerdo con las investigaciones en este campo, las regiones específicas de la corteza frontal pueden estar implicadas en la psicopatía. Los individuos psicópatas muestran un deterioro significativo de la función de la corteza frontal orbital (CFO). La CFO se encuentra justo detrás de los ojos. Esta parte del cerebro está involucrada en los procesos cognitivos, incluyendo todo el proceso de toma de decisiones importantes. Se ha sugerido que la CFO podría estar implicada en la planificación de la conducta asociada con el refuerzo y el castigo, las emociones, el comportamiento social, y el aprendizaje de normas. Fallon (2006) declara que la psicopatología violenta en los jóvenes podría estar asociada con un daño estructural y funcional en la CFO, lo que podría afectar a los circuitos relacionados (amígdala, ganglios basales, y circuito córtico-subcortical estríado). Por otra parte, una reacción galvánica anormal ante la anticipación de situaciones aversivas es una reacción común tanto en psicópatas como en sociópatas. En estudios previos se ha observado que la región dorsolateral de la corteza frontal está relacionada con la agresión física. Estudios neuropsicológicos con sujetos con personalidad Grupo B (trastornos borderline, antisocial, histriónico y narcisista) indican que estos individuos presentan una variedad de déficits funcionales ejecutivos (prefrontal) y de memoria (temporal).

Además de regular las funciones ejecutivas, la región prefrontal del cerebro también parece jugar un papel fundamental en el razonamiento abstracto, el control de la atención, la memoria de trabajo, la integración a través del espacio y del tiempo, la anticipación y la planificación. Mientras que la amígdala, por ejemplo, estimula comportamientos instintivos como el hambre, el sexo, la agresión y otras emociones fuertes, la corteza orbital los inhibe. La clave es el equilibrio y un ajuste positivo. Aquí es donde entra en juego la neuroquímica. Los niveles de dopamina (DA) seguramente se verán afectados en esta interacción que tiene lugar en el cerebro, al igual que otros neurotransmisores. La principal preocupación para los neurocientíficos en el estudio de los efectos de estos procesos hormonales/químicos en el cerebro es cuando los niveles de neurotransmisores se desequilibran. Este desequilibrio parece ser el problema en muchos trastornos psicológicos, patológicos, y de la personalidad (incluido el trastorno antisocial de la personalidad). Según Palmer (2005), que trabaja en el ámbito de la criminología psicobiológica, existe un apetitivo (depredador), la fase de búsqueda del psicópata, y luego una fase de consumación (satisfacción). El psicópata buscará la excitación/reacción hormonal por sí mismo o a través de la víctima. Aquí es donde entran en juego las feromonas. La testosterona y los andrógenos son las hormonas más importantes que se han estudiado en criminología, y la serotonina es, probablemente, el principal neurotransmisor estudiado. Del mismo modo, la serotonina (5-HT), la dopamina (DA) y la noradrenalina (NA) son los tres neurotransmisores más comúnmente estudiados por criminólogos, puesto que los individuos antisociales tienden a tener niveles más bajos de serotonina.

Para las personas corrientes, la idea de vivir sin conciencia, sin sentimientos de remordimiento o culpa o vergüenza, y especialmente por el dolor y sufrimiento infligido a los demás, es inimaginable. La incidencia de la psicopatía tiene un impacto tan profundo y terrible en la sociedad que es sorprendente lo poco que la mayoría de la población sabe acerca de ella.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

¿Cómo distinguir la verdad en los testimonios infantiles? Club Ciencias Forenses.
¿Cómo distinguir la verdad en los testimonios infantiles? Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, esta semana les sugerimos un resumen del artículo “¿Está la verdad en sus palabras? Distinguiendo la declaraciones veraces y engañosas de los niños”, de los autores Shanna Mary Williams y Victoria Talwar de la Universidad McGill (Canadá), R. C. L. Lindsay y Nicholas Bala de la Universidad de Queen (Canadá) y Kang Lee de la Universidad de Toronto (Canadá), que trata sobre el testimonio de los niños.

En las últimas décadas, se ha incrementado el número de niños que deben testificar en los tribunales, lo que ha llevado a un mayor interés en investigar la fiabilidad y la credibilidad de los testigos infantiles. Puesto que los niños pueden ser entrenados para contar historias falsas, es necesario analizar métodos fiables para que los adultos puedan distinguir con precisión entre las declaraciones veraces y engañosas de los niños. El objetivo del presente estudio es analizar la eficacia de un software, el Buscador Lingüístico y Contador de Palabras, en inglés Linguistic Inquiry Word Count (LIWC), para distinguir entre las narraciones inventadas y veraces de los niños. Además, el análisis computarizado de testimonios de niños se comparó con el análisis computarizado de testimonios de adultos. Los niños empiezan a contar mentiras alrededor de los 3 años de edad. Sin embargo, con el fin de tener éxito y para evitar la detección, los niños deben aprender a controlar su comportamiento expresivo no verbal. Incluso los niños en edad preescolar son capaces de controlar su comportamiento no verbal para parecer sinceros, y esta capacidad mejora con la edad. Además de controlar la conducta expresiva no verbal, el buen mentiroso debe asimismo controlar sus manifestaciones verbales con el fin de evitar inconsistencias en sus falsas declaraciones. Se ha demostrado que la habilidad de los niños para mantener sus mentiras y evitar la detección se incrementa con la edad. A medida que los niños crecen, su habilidad para elaborar mentiras y mantener la coherencia en sus declaraciones falsas aumenta. Cuando testifican en un juicio, los niños suelen tener que proporcionar muchos detalles acerca de los hechos. Por lo tanto, en términos de relevancia forense, es más importante investigar las habilidades del niño para elaborar narraciones libres verídicas e inventadas sobre los hechos.

Puesto que en general los adultos son incapaces de reconocer las técnicas de engaño de los niños, se han desarrollado métodos más sistemáticos de análisis del engaño, como el Reality Monitoring (RM) o el Análisis de Contenido Basado en Criterios (CBCA). El Análisis de Contenido Basado en Criterios examina las declaraciones en base a 19 criterios (por ejemplo: estructura lógica y correcciones espontáneas) y la presencia de cada criterio en una declaración aumenta la probabilidad de que sea veraz. Este procedimiento logra calificar correctamente relatos veraces en un 65%-90% de las veces. El Reality Monitoring (RM) también se ha desarrollado en un intento de calificar correctamente verdades y mentiras, con algunos estudios que demuestran ser más eficaz que el CBCA. El RM se basa en el principio de que las declaraciones veraces contienen más información sensorial, contextual, y temporal, mientras que los relatos falsos contienen más referencias a mecanismos cognitivos. Mediante el uso de esta técnica, se puede calificar correctamente la veracidad de las declaraciones en un 64%-85%. A pesar de que estos dos métodos han sido utilizados con éxito para detectar relatos veraces, inducidos y falsos, existen algunas limitaciones para el uso de estas técnicas con niños pequeños. En general, tanto el RM como el CBCA se pueden utilizar para discriminar declaraciones veraces y falsas cuando son largas. Sin embargo, ambos métodos requieren instrucción. Para solucionar esto, los investigadores han logrado desarrollar un software para analizar la veracidad de las declaraciones de adultos. Uno de ellos es el Buscador Lingüístico y Contador de Palabras (LIWC). Este programa detecta los patrones semánticos del lenguaje mediante el análisis de texto y el cálculo de la frecuencia de las palabras empleadas en relación al recuento total.

El programa LIWC permite analizar el contenido de una declaración en base a una narración escrita. El LIWC analiza las palabras de un relato y las compara con más de 2.000 palabras de un diccionario almacenado. Gracias a este diccionario, se ha descubierto que las declaraciones falsas se caracterizan por contener menos pronombres en primera persona del singular (yo, mi, mio), menos pronombres en tercera persona (él, ella, ellos), más palabras negativas (odio, ira, enemigo), menos palabras excluyentes (pero, excepto, sin), y más verbos de movimiento (caminar, moverse, ir). Se ha planteado que este patrón lingüístico disminuye la carga cognitiva, permitiendo al mentiroso mantener la consistencia y alejarse de la mentira. El engaño requiere más carga cognitiva y mayores habilidades de procesamiento que decir la verdad. Dadas las diferencias de desarrollo en el comportamiento engañoso de los niños y sus habilidades cognitivas y lingüísticas con los adultos, no está claro si los marcadores lingüísticos del LIWC discriminarán los relatos veraces e inventados de los niños. El estudio analizó narraciones veraces e inventadas tanto de niños (4 a 7 años) como de adultos (18 a 25 años) mediante el LIWC para detectar las diferencias en los patrones lingüísticos de los relatos. Se examinaron relatos más extensos de niños obtenidos de testimonios en simulacros de juicio. Niños y adultos testificaron sobre los detalles de un hecho realmente experimentado o un evento que nunca habían vivido realmente. Junto con el análisis de veracidad proporcionado por el LIWC, se examinaron asimismo las habilidades “intuitivas” de adultos no expertos en la detección de relatos verdaderos e inventados de niños y adultos. A continuación, se compararon las opiniones proporcionadas por los adultos no expertos con las tasas de engaño obtenidos a través del análisis del LIWC.

Los hallazgos del estudio revelan diferencias lingüísticas significativas entre los relatos veraces y falsos, así como entre los diferentes grupos de edad dentro de la muestra. En cuanto a las diferencias entre las declaraciones veraces e inventadas, en su conjunto los resultados son consistentes con investigaciones previas, lo que sugiere que con la edad la habilidad de los niños para mantener sus mentiras mejora. Lo que en general sugiere que los marcadores verbales de engaño de los niños pueden ser resultado de sus intentos por disminuir la carga cognitiva y el efecto de la edad (la elaboración de relatos inventados mejora con la edad). Además, en comparación con los adultos, los niños pueden utilizar estrategias diferentes cuando elaboran las declaraciones inventadas y estas pueden cambiar durante el desarrollo. Los resultados avalan igualmente el uso del programa LIWC en la generación de marcadores lingüísticos para determinar la veracidad de las declaraciones de los niños. El uso del LIWC puede ser un método de evaluación más eficaz que otros métodos de análisis (por ejemplo: el RM) ya que este permite un examen más rápido de las declaraciones y una mayor objetividad. El LIWC puede ser una técnica viable alternativa para calificar las declaraciones veraces e inventadas. No obstante, existen algunas limitaciones en este estudio. En primer lugar, el desarrollo del lenguaje en los niños no se evaluó adecuadamente. En futuros estudios se debería proporcionar un análisis de las habilidades verbales de los niños como una posible covariable. Una cuestión particularmente importante será determinar la edad en la que los efectos del patrón observado en los niños cambia al de los adultos. Para apoyar aún más este hallazgo, debería llevarse a cabo un estudio complementario con una muestra de mayor tamaño. Las futuras investigaciones deberían asimismo comparar y medir directamente la precisión del método LIWC con otros enfoques analizados en este trabajo (CBCA y RM). La habilidad para detectar eficazmente las declaraciones engañosas de los niños tiene posibles implicaciones para los profesionales del sistema judicial (policías, abogados, trabajadores sociales, y jueces). A medida que los niños son, cada vez más, llamados a declarar en juicio, es importante determinar los métodos eficaces para analizar sus declaraciones. Este estudio es el primero que ofrece un análisis de los relatos de los niños empleando este software. El LIWC discrimina eficazmente las declaraciones veraces e inventadas de los niños. No obstante, una investigación y replicación adicional serían necesarias para valorar su utilidad en otras situaciones y edades. El estudio proporciona un punto de partida para el desarrollo de softwares de análisis lingüístico que pueden ser utilizados para determinar la veracidad de las declaraciones de niños.

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Traducción y edición: Leticia Moreno

Criminología Biosocial y prevención de la delincuencia. Club Ciencias Forenses.
Criminología Biosocial y prevención de la delincuencia. Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, en esta ocasión les ofrecemos un resumen del artículo “Criminología Biosocial y prevención del crimen moderno”, de los autores Michael Rocque de la Universidad de Maine y de la Universidad del Noreste (EE.UU.), Brandon C. Welsh de la Universidad del Noreste (EE.UU.) y Adrian Raine de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), acerca de la aplicación de la biología a la prevención del crimen.

En los últimos años, se ha centrado el interés en la prevención del delito. Este artículo, trata de demostrar que la nueva prevención biológica del crimen es muy diferente de los enfoques biológicos del pasado. Lejos de abogar por medidas eugenésicas poco éticas, este trabajo se centra en la mejora del entorno para promover un desarrollo biológico sano en la infancia. Por lo tanto, en cierto sentido, este trabajo de prevención del delito es integrador en el reconocimiento de la importancia del entorno como del organismo. El interés académico por el estudio de la prevención ambiental del delito ha crecido en los últimos años. Los programas para niños que buscan mejorar el desarrollo comenzaron a recopilar datos sobre la delincuencia y la conducta antisocial, ayudando a demostrar el potencial de la prevención temprana del delito. Un enfoque de prevención básico aboga por determinar qué facilita el comportamiento criminal y aborda esos factores antes de que se produzca el delito. En este caso, los médicos no se basan en la identificación de las víctimas de una enfermedad como su único medio para tratar la enfermedad; sino que comparten su conocimiento acerca de los factores de riesgo que pueden llegar a producir ciertas enfermedades y orientan a las personas en riesgo con el fin de evitar la enfermedad antes de que se manifieste. La prevención del desarrollo se refiere a las intervenciones diseñadas para prevenir el desarrollo del potencial criminal de los individuos, especialmente los factores de riesgo de victimización y de protección descubiertos en los estudios sobre desarrollo humano. La prevención comunitaria se refiere a las intervenciones diseñadas para modificar las condiciones sociales y las instituciones que influyen en la delincuencia en zonas residenciales. La prevención situacional se refiere a las intervenciones diseñadas para prevenir la ocurrencia de delitos mediante la reducción de oportunidades y el aumento del riesgo y la dificultad de delinquir. La prevención judicial penal se refiere a las estrategias de rehabilitación, de incapacitación y de disuasión tradicionales aplicadas por las fuerzas del orden y los organismos del sistema judicial penal. La prevención del desarrollo es la nueva forma de prevención del delito. Es asimismo la más relevante para la prevención del delito desde una perspectiva biológica y, posiblemente, el enfoque que puede dar lugar a dilemas neuroéticos.

El trabajo de Raine y sus colegas ha demostrado cómo la tecnología (por ejemplo, imágenes de resonancia magnética funcional) puede ilustrar la relación entre los déficits de funcionamiento del cerebro y el comportamiento criminal/antisocial. Uno de los correlatos más fuertes de la conducta criminal tardía son los déficits neuropsicológicos o cognitivos en la infancia. Lo más probable es que existan varias causas para el deterioro de las funciones cognitivas dentro de las cuales se incluyen las predisposiciones genéticas, biológicas, psicológicas y sociales. Mientras que los criminólogos a menudo consideran la impulsividad y la emocionalidad negativa como rasgos de la personalidad, la investigación ha indicado que tienen base biológica. Algunos teóricos sostienen que la impulsividad es más importante que cualquier otro rasgo en el desarrollo de la delincuencia. El temperamento negativo también puede asociarse con una mala conducta dadas las respuestas sociales que “provoca”. La investigación ha demostrado que la agresión temprana o el diagnóstico de trastornos conductuales en niños son predictores significativos de un comportamiento antisocial o criminal posterior. Mientras que el comportamiento agresivo en los niños se puede considerar como una conducta antisocial, la investigación ha demostrado que está relacionado con la violencia y el delito en la posterior edad adulta. La investigación también ha señalado que la salud física y mental (o enfermedad) se relaciona con la conducta delictiva y antisocial. Sin embargo, cabe mencionar que la relación entre la enfermedad mental y la delincuencia es compleja, y la evidencia muestra que no todas las enfermedades mentales están asociadas con un aumento del riesgo de manifestar un comportamiento criminal. La mala salud se ha asociado con una conducta criminal posterior, debido a una mala alimentación de la madre y del niño.

La mayoría de los enfoques modernos que incorporan la biología a la prevención del delito reconocen que factores tales como los genes o la personalidad interaccionan con el medio ambiente y la mejor forma de abordarlos es alterando este último. Los Biocriminólogos e investigadores de diversas disciplinas están empezando a hacer recomendaciones para la prevención de la delincuencia compatibles con los enfoques sociológicos tradicionales. Los estudiosos que defienden la integración de la biología en la criminología argumentan que la conducta antisocial se puede evitar mediante la aplicación de programas específicos, y no tienen que implicar “intervenciones estatales represivas”. Además, algunos trabajos experimentales muestran cómo tratar los factores biológicos que pueden conducir a una reducción del comportamiento antisocial. Se ha evidenciado que los programas de salud y nutrición para mujeres embarazadas y sus hijos pueden influir en una posterior conducta antisocial. Estos programas, que por lo general se concentran en la mejora de las habilidades de crianza, han sido revisados por numerosos académicos y en general muestran un impacto positivo en el desarrollo del niño. Desafortunadamente, muchas evaluaciones de programas de prevención del desarrollo no incluyen medidas de conducta antisocial, crimen, o delincuencia. Algunos programas que tratan de alterar el desarrollo de los factores de riesgo biológicos de comportamiento antisocial se han llevado a cabo en un contexto escolar. Los programas preescolares enriquecidos están diseñados para proporcionar “a los niños económicamente desfavorecidos una estimulación cognitiva y experiencias enriquecedoras que sus padres no pueden aportarles en casa”. Sus principales objetivos son la mejora de las habilidades cognitivas, la preparación para la escuela, y el desarrollo social y emocional. Existen asimismo una serie de programas de prevención del delito en las escuelas desarrollados para jóvenes con factores de riesgo biológicos identificados. Existe cierta evidencia que señala que los programas pueden ayudar a la prevención de ciertas enfermedades mentales graves o trastornos. En la medida en que ciertos tipos de enfermedades mentales son un factor de riesgo para la delincuencia, prevenir la enfermedad debería reducir el comportamiento criminal posterior. La evidencia más reciente hasta la fecha sugiere que la relación entre la salud y el delito radica en que la delincuencia habitual conlleva un deterioro de la salud. Sin embargo, parece que poco se sabe sobre la relación entre salud y delincuencia en la infancia. Debido al creciente número de investigaciones que han demostrado la existencia de una relación entre el déficit cognitivo, el funcionamiento del cerebro y la delincuencia, tal vez no sea sorprendente que estudios recientes hayan demostrado que la nutrición puede ayudar a prevenir la conducta antisocial. Parece que la nutrición puede tener incluso un efecto significativo en el comportamiento. De esta manera, las investigaciones experimentales han demostrado que los suplementos nutricionales pueden afectar significativamente al comportamiento, incluyendo la delincuencia. Lo que plantea otro importante vínculo entre la biología y el comportamiento que aún no ha sido estudiado por la criminología convencional o la prevención del delito.

La actual bibliografía sobre prevención del delito se caracteriza por diversos enfoques, desde estrategias comunitarias y de espacio construido, a estrategias de desarrollo infantil. Con respecto a las causas biológicas de la delincuencia, una estrategia relevante de prevención del delito es la estrategia del desarrollo. Este enfoque reconoce la interacción entre el individuo y el entorno. El enfoque del desarrollo tiende a centrarse en la identificación de factores de riesgo en niños o familias y trata de mejorar las condiciones ambientales con el fin de facilitar el desarrollo saludable del niño. Existe una gran cantidad de literatura acerca de cómo un entorno desfavorable en la infancia tiene un efecto negativo en el desarrollo cognitivo. En el futuro, es razonable suponer que surgirán más programas o estrategias centrados en los factores de riesgo biológicos. Es importante destacar que, estos enfoques no buscan alterar la biología del individuo de forma radical, sino más bien mejorar su funcionamiento en el mundo social. En cuanto a la prevención del desarrollo de la delincuencia, las investigaciones señalan que cuanto antes sea la intervención, mejor. Por lo tanto, la intervención temprana es fundamental para el tratamiento de algunas causas biológicas de la delincuencia. Con respecto al sistema judicial penal, es probable que prevalezca un enfoque más limitado, pero no cabe esperar que los programas que se dirigen a las “necesidades criminógenas” aborden factores biológicos/genéticos en el futuro. Será igualmente importante para los investigadores asegurar que con el nuevo conocimiento sobre el papel del organismo en el comportamiento criminal, los enfoques de prevención no participen en conductas poco éticas. Tal vez el mayor peligro asociado al estudio de la prevención del delito desde una perspectiva biológica es el “mal uso” por los líderes políticos o los medios de comunicación de dicha información. Sin embargo, tal y como se ha demostrado en este artículo, se puede utilizar un enfoque biológico de una manera eficaz y no discriminatoria para prevenir la delincuencia. El actual enfoque de prevención de la bio-delincuencia reconoce la importancia del medio ambiente y de la intervención temprana. Estas estrategias tratan de mejorar la vida en lugar de eliminar a los individuos de la sociedad. En este sentido, la prevención de la bio-delincuencia es una evolución positiva que merece más atención por parte de la comunidad criminológica.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

Percepción de las pruebas forenses presentadas en juicio por los miembros del Jurado. Club Ciencias Forenses.
Percepción de las pruebas forenses presentadas en juicio por los miembros del Jurado. Club Ciencias Forenses.

Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, esta vez les presentamos un resumen del artículo “Comprensión de la apreciación de las evidencias forenses por los miembros del Jurado: Investigación sobre el impacto del contexto del caso en la estimación de la solidez de las evidencias forenses“, de los autores Lisa L. Smith, Ray Bull y Robyn Holliday de la Universidad de Leicester (UK), que trata sobre las percepciones que tienen de los miembros de un jurado sobre las evidencias presentadas en un juicio.

En las últimas décadas, los tribunales han visto un asombroso incremento en la aplicación de técnicas científicas. Las actuales técnicas de las ciencias forenses son capaces de recuperar y analizar una amplia gama de materiales (por ejemplo: vidrio, fibras, pintura, residuos de pólvora) y pueden utilizarse para establecer la conexión entre una causa y un acto criminal o la escena de un delito. Aunque estos métodos de detección extremadamente sensibles pueden ser muy beneficiosos para la investigación criminal, la interpretación de tales evidencias requiere explicaciones alternativas de la presencia de pequeñas trazas de material. La función del Jurado es la interpretación contextual final de las evidencias forenses presentadas en juicio; por lo tanto, es fundamental entender de que manera los miembros del jurado perciben y evalúan esas evidencias ante los avances tecnológicos en las técnicas de análisis de evidencias ya que estos han aportado una mayor ambigüedad en la interpretación del valor probatorio. La compleja información que se presenta a los miembros del jurado en un juicio es inevitablemente asimilada en base a las creencias previas y conocimiento de cada miembro acerca de las ciencias forenses y del Sistema de Justicia Penal en general.

El modelo de toma de decisiones del jurado más ampliamente aceptado es el modelo del relato, que propone que los miembros del jurado organizan la información presentada durante un juicio en representaciones narrativas que luego utilizan para evaluar las pruebas y, finalmente, llegar a un veredicto. La construcción narrativa de los acontecimientos presentados en el juicio se basa tanto en las evidencias relacionadas con los hechos y los sujetos involucrados como en los conocimientos generales acerca de situaciones similares enjuiciadas por el jurado. Schoemaker describe el proceso del modelo del relato como un medio “para conectar los nuevos estímulos con los modelos mentales en nuestras cabezas”. Esta incorporación de nuevos estímulos (las evidencias) en los modelos mentales existentes puede ayudar a los miembros del jurado a dar sentido a una gran cantidad de información que suele ser bastante ambigua. Sin embargo, esta dependencia de los modelos mentales también puede conducir a un razonamiento y una toma de decisiones poco óptimos. Los miembros del jurado pueden llegar a depender excesivamente de estos esquemas, y esto puede dar lugar a una resistencia a cambiar la narración en base a evidencias que no encajan en el esquema preferente. El enfoque de la actual investigación ha sido el uso de modelos teóricos de probabilidad para determinar la comprensión del jurado de la estadística del testimonio que a menudo acompaña a este tipo de pruebas. Los modelos de la teoría de la probabilidad son, según algunos investigadores, especialmente útiles para evaluar la toma de decisiones del jurado, en particular en los casos en que se les presentan pruebas estadísticas o probabilísticas en forma de testimonio de testigos expertos. Generalmente, la evidencia es asociativa por su naturaleza (también conocida como prueba de identificación), es decir que puede coincidir con una muestra comparativa del acusado o de otra persona relevante para el caso. Así pues, un jurado se enfrenta tanto a pruebas físicas como a testimonios de expertos que aportan probabilidades relevantes con el fin de colaborar con el análisis del valor probatorio de las pruebas. Uno de los enfoques de la bibliografía de investigación es el teorema de Bayes, utilizado como cálculo normativo para comparar tomas de decisiones de jurados simulados relativas a la probabilidad de culpabilidad de un sospechoso. El objetivo de estos estudios es investigar el peso relativo asignado por los miembros del jurado a los distintos elementos de prueba, y el posterior impacto que esto tiene en la percepción definitiva de la culpabilidad del sospechoso. Este enfoque acerca de la interpretación probabilística de la información proporciona una explicación acerca de una posible fuente de error de los jurados al evaluar pruebas forenses. Otra potencial fuente de error que no se aborda en anteriores investigaciones, es la medida en que los miembros del jurado comprenden el valor probatorio de los distintos tipos de pruebas materiales.

El valor probatorio de las pruebas forenses se determina en base a varias características de las pruebas en el contexto de una escena del crimen en particular. La ubicación, la orientación, la singularidad y la movilidad son factores que pueden contribuir al posible valor probatorio de las pruebas. Los dos estudios presentados en este trabajo utilizan variaciones sistemáticas en dos características de la evidencia, la movilidad, y la relevancia, para cuantificar el valor probatorio de los distintos tipos de pruebas forenses. Al definir el valor probatorio en base a estos dos factores, es posible determinar si estos aspectos de las pruebas son considerados por los potenciales miembros del jurado cuando se toman decisiones sobre el valor probatorio. En el primer estudio, los potenciales jurados evaluaron la solidez de la evidencia forense en ausencia de contexto del caso para determinar si la movilidad y relevancia juegan un papel en la percepción del valor probatorio. El segundo estudio tiene como objetivo determinar el impacto del contexto del caso sobre la evaluación de la solidez de las pruebas, y por lo tanto, cómo afecta la propuesta de integración de la información del caso en una narración a la percepción de la fuerza probatoria (tal y como describe el modelo del relato).

Los hallazgos del primer estudio respecto a la capacidad de los participantes para evaluar la solidez de los distintos elementos de prueba parecen prometedores, ya que sugieren que la movilidad y la relevancia son factores importantes en el proceso de evaluación. Al demostrar que los potenciales jurados son sensibles a dos importantes factores de la solidez de las pruebas (movilidad y relevancia) en ausencia de cualquier información contextual y que en este estudio no estaban haciendo juicios basados únicamente en el tipo de prueba (ADN, huellas dactilares, calzado), los resultados plantean que los jurados son capaces de entender algunos de los entresijos que determinan teóricamente el valor probatorio de las pruebas forenses. Esto parece contrario a algunas investigaciones previas, que han señalado que los jurados simulados no razonan de manera eficiente en situaciones judiciales. El enfoque del modelo del relato, considera que la conducta de los miembros del jurado está influida tanto por la situación (el juicio y las pruebas recogidas) como por el individuo (personalidad, creencias, actitudes, etc.). En el caso de un juicio con pruebas sólidas, los factores situacionales serán especialmente relevantes, y por lo tanto, este enfoque podría predecir que las diferencias individuales de los jurados juegan un papel relativamente insignificante en las decisiones del jurado. Sin embargo, en los casos en que las evidencias son inconsistentes o ambiguas, la falta de señales situacionales claras dará lugar a una mayor influencia de los prejuicios y experiencias del jurado. Es igualmente importante discutir el impacto de estos resultados sobre los veredictos dictados por los participantes, puesto que es la decisión final tomada por los miembros reales del jurado en un juicio. Los resultados de esta investigación indican que, aunque el peso de las pruebas forenses inconsistentes mejora cuando se acompaña del contexto del caso, no se ve reflejado en un correspondiente aumento de los veredictos de culpabilidad en estas condiciones. Esta investigación tiene algunas limitaciones importantes. El proceso de toma de decisiones de jurados reales en casos reales está en gran medida fuera del alcance de los investigadores, por lo que hay que recurrir a la simulación como metodología de investigación. El uso de situaciones artificiales es un problema para la generalización de los resultados a jurados reales. La investigación presentada en este artículo intenta solucionar este problema recurriendo a ciudadanos potencialmente elegibles para formar parte de un jurado como participantes. En consecuencia, sería conveniente que las futuras investigaciones en este campo se llevaran a cabo con sujetos que hayan ejercido de jurados reales para mejorar la generalización de los resultados.

Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses

Traducción y edición: Leticia Moreno

Club de Ciencias Forenses