Estimados suscriptores y seguidores del Club de las Ciencias Forenses, en esta ocasión les proponemos un resumen del artículo “Mitos y realidades sobre las mujeres terroristas”, de los autores Karen Jacques y Paul J. Taylor de la Universidad Lancaster (Reino Unido), sobre las características que definen a las mujeres terroristas.
El 9 de noviembre de 2005, Muriel Degauque, una belga convertida al Islam chocó contra una patrulla de la policía iraquí y detonó una bomba que mató a cinco personas e hirió a muchas otras. Los profesionales forenses se suelen referir al ataque de Degauque como una “llamada de atención”, no solo porque fue la primera mujer europea en llevar a cabo un ataque de ese tipo, sino porque era una mujer joven con estudios, con una buena educación, y que provenía de una familia y una comunidad que le apoyaba. El historial de Degauque contradice ampliamente las previsiones sostenidas acerca de la participación femenina en el terrorismo, y plantea preguntas acerca de cuál es la mejor forma de tratar este tipo de delincuencia. Su caso evidenció lo poco que se sabe sobre los factores de riesgo asociados a las mujeres que cometen actos de terrorismo.
En este artículo, se responde a esta necesidad probando ocho hipótesis sobre la naturaleza de la implicación femenina en el terrorismo. Estas hipótesis se refieren a tres explicaciones interrelacionadas para la implicación que prevalecen en la literatura actual: en primer lugar, existe un grupo demográfico vulnerable susceptible a la participación; segundo, las circunstancias sociales actúan como motor de la participación; y tercero, la exposición previa a o la implicación en la delincuencia es un precursor dominante para la implicación.
De las hipótesis adelantadas por estas explicaciones, algunas tendrán precedentes, ya sea porque se basan en la investigación relacionada con el terrorismo masculino o porque dependen de los factores de riesgo estáticos y contextuales identificados para otros tipos de delitos. Así pues, al probar estas hipótesis se ha tratado de verificar las explicaciones predominantes sobre los factores asociados a las mujeres terroristas, y al mismo tiempo disipar algunos conceptos erróneos relacionados con este tipo de delincuencia.
Muchos intentos de explicar la implicación en el terrorismo se centran en delimitar un grupo demográfico vulnerable, es decir, un conjunto de factores estáticos y contextuales relacionados con el individuo que aumenta el riesgo de delinquir. Del mismo modo, algunas explicaciones sostienen que las mujeres sin estudios son un grupo demográfico vulnerable al terrorismo debido a su ignorancia y susceptibilidad a un “lavado de cerebro” o su creencia de que el terrorismo es la única vía para ganarse el respeto. Este enfoque sobre la educación está a menudo vinculado a la falta de empleo.
Estas hipótesis interrelacionadas de vulnerabilidad demográfica son admisibles, sin embargo no hay que aceptarlas tal cual. Se ha tratado de proporcionar una prueba más completa de la explicación de vulnerabilidad demográfica probando tres hipótesis: el historial de mujeres terroristas mostrará una prevalencia de mujeres jóvenes, sin estudios y desempleadas. Una segunda explicación acerca de la etiología del terrorismo, no se basa en el individuo sino en las circunstancias sociales. La desconexión de la sociedad y las vulnerabilidades derivadas de esta son algunos de los precursores del terrorismo fundamentales para la comprensión de la delincuencia.
Por lo tanto, se ha examinado el papel de las circunstancias sociales a través de tres hipótesis: la inmigración, la conversión religiosa y la ausencia de matrimonio, se dan con frecuencia en las mujeres terroristas. Una tercera explicación es la exposición a la delincuencia. Existe una relación entre el crimen organizado y la financiación de actividades terroristas. Normalmente, se asocia la idea de que los lazos familiares juegan un papel en la implicación en el terrorismo con esta perspectiva.
Se ha probado la hipótesis predominante de que los vínculos familiares con el activismo son frecuentes en la población femenina terrorista. Así pues, sigue existiendo una falta de comprensión de los factores predominantes en las mujeres que se involucran en el terrorismo. Por tanto, dada la falta de pruebas, se han analizado las anteriores previsiones empleando una muestra amplia y diversa de terroristas femeninas y una muestra de comparación de terroristas masculinos.
Los hallazgos desafían algunos de los estereotipos existentes sobre el terrorismo llevado a cabo por mujeres, así como algunas hipótesis de investigación sobre otros grupos de delincuentes. Por ejemplo, la descripción de una mujer terrorista como un individuo aislado que no tiene apego a un grupo social no es compatible con las bajas tasas de inmigración y soltería halladas. Del mismo modo, el estereotipo de mujer terrorista sin estudios no es consistente con la correlación positiva entre el nivel de educación alcanzado y el número de mujeres que habían alcanzado ese nivel.
Finalmente, el hallazgo de altos niveles de empleo en la muestra actual se suma a la evidencia de los estudios de terroristas masculinos que plantean que las dificultades económicas no son un factor de riesgo importante para el terrorismo. En conjunto, estos resultados se suman a los recientes esfuerzos para identificar las “circunstancias psicosociales” (en lugar de las psicopatológicas) que son comunes a la participación masculina en el terrorismo. De hecho, varios de los factores examinados aquí muestran patrones de relevancia similares en hombres y mujeres.
Tal vez lo más sorprendente es que se han encontrado asimismo muy pocos casos de una implicación previa en delitos tanto en mujeres como en hombres. Esta falta de relación entre delincuencia y terrorismo contrasta con lo que se encuentra normalmente en otros tipos de delitos. ¿Por qué esta discrepancia? Una posible razón que no puede descartarse es la metodología. Es decir, si los terroristas no estaban dispuestos a confesar más delitos, o si ocultaban su actividad criminal a los familiares que proporcionaron los informes biográficos, entonces esa actividad no era registrada en los datos.
No obstante, una segunda posibilidad es que la delincuencia no esté relacionada con el terrorismo. Esto puede deberse a que la delincuencia es una característica indeseable en un potencial terrorista, puesto que puede llamar la atención de las autoridades. O simplemente puede ser que, tener un historial criminal no es un precursor importante para el terrorismo. A pesar de las similitudes entre hombres y mujeres terroristas, sería un error considerar su etiología equivalente. En comparación con sus homólogos masculinos, las mujeres tienen menos probabilidades de estar empleadas, menos probabilidades de ser convertidas, y menos probabilidades de ser inmigrantes. En relación con el matrimonio, también se ha encontrado que las mujeres tienen más probabilidades de ser viudas o divorciadas en comparación con sus homólogos masculinos. Uno de los aspectos en que los datos fueron consistentes con las explicaciones anteriores es en relación con la edad.
Se ha descubierto que aproximadamente el 84% de la muestra tiene entre 18 y 35 años de edad, que es consistente con la idea de que el terrorismo, como muchos otros tipos de delincuencia es un “juego de jóvenes”. Es interesante, sin embargo, que siga existiendo una pequeña minoría de terroristas femeninos y masculinos que tienen más de 35 años. Otro aspecto que coincide con las explicaciones predominantes es en relación al activismo social. Casi un tercio de las mujeres terroristas de la muestra tienen vínculos familiares con el terrorismo, lo que sugiere que el activismo familiar puede desempeñar un papel en la implicación de algunas mujeres.
A pesar de que este estudio es la primera investigación a gran escala sobre terrorismo femenino, la naturaleza de los datos y el tipo de análisis realizado dejan abierta una serie de limitaciones. Una de las limitaciones se deriva del hecho de que los datos se han obtenido de fuentes secundarias. Una segunda limitación de esta investigación se deriva del hecho de que la muestra de terroristas masculinos no siempre coincide por pertenencia a un grupo. Una tercera limitación se deriva del alcance de las variables examinadas. El muestreo de ocho variables solo proporciona una breve reseña de la variedad de factores que pueden influir en la implicación en el terrorismo.
Este estudio ha demostrado que las características sociodemográficas de las mujeres terroristas varían considerablemente, y que esas características no siempre se ajustan a los estereotipos establecidos por los medios de comunicación o a las expectativas generadas por los estudios sobre terrorismo masculino y sobre otros tipos de delitos. En consecuencia, al igual que con otros grupos criminales, los resultados presentados aquí pueden informar acerca de futuros tratamientos e investigaciones que proporcionen una base para la comprensión de la naturaleza de la implicación femenina en el terrorismo.
Fundación Universitaria Behavior & Law – Club de Ciencias Forenses
Traducción y edición: Leticia Moreno