Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el resumen del estudio “Using baseline to diagnose internal state? Listen closely” de Leins; en él nos hablan de cómo se estable la línea base por parte de los entrevistadores en relación al comportamiento de los entrevistados.

El uso de la línea base puede ser un proceso válido para identificar los estados internos de los entrevistados si estos estados se corresponden de manera confiable con la conducta perceptible y los entrevistadores la perciben de manera fiable.

Este estudio tuvo dos fases, en la primera de ellas se desarrollan vídeos de estímulo para una observación posterior. Se entrevistaron a hombres adultos utilizando un estudio de protocolo. Los vídeos fueron desarrollados para provocar cambios en los estados internos. La segunda fase consistía en que los entrevistadores visionaran los videos e informaran sobre sus percepciones e interpretaran el comportamiento de los sujetos.

Como se ha dicho en la primera fase se pretendía grabar los vídeos que servirían para la segunda parte del experimento. Para ello se quería manipular los estados internos de las personas que estaban siendo entrevistadas y grabar los cambios de comportamiento que se produjeran y posteriormente solicitar que identificaran e interpretaran esos cambios de comportamiento. Para producir los cambios en el estado interno se creó un protocolo de entrevista que incluía temas que pueden provocar diferentes cogniciones y emociones. Para ello se realizó una encuesta en la que se preguntaba sobre como se sentiría contestando a preguntas relacionadas con su historial laboral, el estado de su relación, sus antecedentes penales, su educación, su afiliación política, su historial médico, su estado financiero, su consumo de drogas o alcohol o su opinión sobre temas políticos o sociales. Se comprobó que las preguntas sobre el estado financiero, sus antecedentes penales o sobre su consumo de drogas o alcohol presentaban mayor reticencia para responder que aquellas sobre su empleo, su educación o su opinión política. Gracias a esta clasificación se creó un protocolo de entrevista que incluía preguntas sobre temas generales e inocuos y otras sobre temas íntimo y más comprometidos.

Se reclutó a siete hombres de diferentes comunidades y culturas con edades entre los 20 y los 35 años del área metropolitana de Washington. Se les dijo que participarían en un experimento para mejorar las técnicas de entrevista.

Los entrevistados rellenaban primero un cuestionario previo a la entrevista. Después comenzaba la entrevista llevada a cabo por un agente especial retirado que tenía experiencia en entrevistas para autorizaciones del gobierno. Se empezaba con temas generales no amenazadores como la educación y su historial laboral. Para, a continuación, pasar a temas que fueran más amenazadores y produjeran cambios internos, como su historial médico, su salud mental o el uso de drogas o alcohol. La entrevista dura entre 45 – 60 minutos y fueron grabadas desde una vista frontal y otra de perfil. Al concluir la entrevista se revisaba el vídeo con cada entrevistado para que informara sobre sus sentimientos y emociones en cada momento.

Al final, para la siguiente fase, se utilizaron cuatro vídeos de 25 minutos de duración, de los cuales los ocho primeros minutos eran sobre temas inocuos, para a continuación pasar a los más incómodos. El promedio fue de once cambios del estado emocional y siete del estado cognitivo según los entrevistados.

En la segunda fase los vídeos fueron visionados por 18 entrevistadores profesionales con una edad media de 44 años siendo el 94% hombres y el 75% caucásicos, con trabajos en el ejército o en las fuerzas de seguridad federales. Todos ellos habían recibido capacitaciones sobre entrevista, habían realizado más de 50 a lo largo de su trayectoria profesional y contaban con más de cinco años de experiencia. Se les presentaban los vídeos grabados en un ordenador y se decidió aplicar la técnica de pensamiento en voz alta, grabándose todo lo que iban diciendo mientras visionaban las entrevistas. Posteriormente rellenaban un cuestionario sobre datos demográficos y la postvista. Se les dijo que debían ver los vídeos e informar de todo lo que percibieran que les ayudara a establecer y evaluar la línea base. Al final del vídeo debían calificar de fácil o difícil el establecer la línea base de cada entrevistado en una escala de Likert de cinco puntos. Cada entrevistador visionó dos vídeos. Las sesiones tenían una duración media de entre 75 y 90 minutos.

Se transcribió todo lo que dijeron sobre lo que habían usado para descubrir los estados internos y cuales habían sido estos. Las señales fueron codificadas en verbales, no verbales y otras. Después se calculó la tasa de aciertos y errores para cada vídeo. Las categorías de diagnóstico interno incluyen: emoción, cognición, veracidad y estrategia.

En todos los vídeos los participantes informaron de un total de 528 señales, las de tipo no verbal fueron las más identificadas. En general, los casos de señales reportados coincidían con el 27% de los estados internos destacados que identificaron los entrevistados. Se encontraron más aciertos durante el periodo de preguntas más incómodas que durante el de temas generales. Las señales verbales se revelaron como el tipo que más aciertos producía para descubrir el estado interno.

En cuanto a los estados internos encontrados que coincidían con la realidad, el 45% eran emocionales, el 33% eran cognitivos, el 14% eran relacionados con la veracidad y el 31% con los de estrategias.

Los entrevistadores informaron de varias pautas para establecer la línea base. Era de esperar que el tipo de señal más usada sea el comportamiento no verbal ya que es muy habitual que en los programas formativos para la realización de entrevista se hable de la importancia de fijarse en movimientos corporales, gestos, contacto visual, expresiones faciales, etc. A pesar de ello en este estudio se encontró que casi el 70% de las señales verbales identificadas como informativas parecían serlo realmente. Por tanto, también se encontró que los entrevistadores podían estar mejor preparados para prestar atención a lo que les dice los entrevistados de lo que se esperaba. La tasa de aciertos para los estados internos fue baja, un 27%, lo que sugiere que el uso de estados internos para establecer la línea base puede llevar a error, lo que implicaría no sólo perder oportunidades para establecer un buen rapport con el entrevistado sino también el que las entrevistas sean ineficaces.

La aplicación de procesos de referencia para diagnosticar los estados emocionales fue fructífera. Muchos diagnósticos eran relevantes y coincidían con los estados informados. La mayoría versaba sobre la comodidad frente a los temas a tratar. Muchos hicieron diagnósticos resaltando que la incomodidad no la veían como resultado de la culpa o de un sentimiento negativo sino de que hay temas que pueden ser difíciles de tratar según la cultura del sujeto. El uso de líneas base puede ser una adición práctica a los métodos para determinar cuándo profundizar en un tema y cuándo dejarlo.

Es cierto que en este estudio los estados cognitivos fueron menos detectados que los emocionales y habría que investigar en un futuro por esta línea ya que el estado cognitivo puede ayudar a la detección de mentiras.

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