Amigos del Club de Ciencias Forenses, esta semana presentamos el artículo “A multidisciplinary investigation of chronic animal abuse: Collaboration between veterinary forensics and forensic anthropology” de Smith-Blackmore, M. y Bethard, J. D. (2020), en el cual se estudian los beneficios de la colaboración entre la veterinaria y la antropología forense en casos de maltrato animal.

En la medicina forense veterinaria, la lesión no accidental de un animal se refiere al trauma que surge del abuso físico de este.

La definición legal de maltrato animal varía entre jurisdicciones, pero una comúnmente aceptada es: aquel comportamiento socialmente inaceptable que causa dolor, sufrimiento o angustia innecesarios y/o la muerte de un animal.

El maltrato animal puede causar angustia psicológica a las personas y se sabe que está asociado con otros delitos, violentos y no violentos. En cualquier caso, los veterinarios forenses pueden trabajar con antropólogos forenses para lograr una mejor comprensión, más detallada, del patrón de lesiones de un animal. Por ejemplo, uno de los posibles beneficios podría ser comprender mejor la cronología —cuánto ha durado el abuso evidenciado en el tiempo— y otros hechos asociados con los delitos de abuso o maltrato animal.

Ahora bien, en aquellos casos en los que la causa de la lesión sea ambigua, es necesario realizar más pruebas para respaldar un diagnóstico de lesiones no accidentales. Reconociendo esta necesidad, ya se han publicado investigaciones previas que proporcionan un marco de diagnóstico en tales casos.

Entre otros, los hallazgos radiográficos revelaron cinco características que, al menos, deberían aumentar las sospechas y respaldar un diagnóstico de lesiones no accidentales: la presencia de múltiples fracturas; fracturas que ocurren en más de una región del cuerpo (miembro anterior, miembro posterior y axial); fracturas transversales; fracturas que se presentan en una etapa posterior de curación (presentación tardía); y múltiples fracturas en diferentes etapas de curación.

En otra de estas investigaciones previas sobre la materia, se encontró que las lesiones asociadas a lesiones no accidentales fueron fracturas de cráneo, dientes, vértebras y costillas, hemorragia escleral, daño en garras y evidencia de fracturas más antiguas. Por lo tanto, al reconocer e incorporar los hallazgos modelados de la literatura, los veterinarios forenses pueden diferenciar con seguridad las lesiones accidentales de los casos de lesiones no accidentales.

Así, el objetivo de la investigación de los autores radica en ilustrar la aplicación práctica de estos estudios previos mediante un estudio de caso.

En septiembre de 2013, se encontró un perro aparentemente herido de gravedad en la calle y significativamente bajo de peso. Se evaluó que el perro era una hembra pitbull joven, con politraumatismo y un pronóstico reservado para volver a caminar o moverse. Tras eutanasiarla ante dicho pronóstico, el veterinario examinador informó a las autoridades de sus sospechas de que se tratasen de lesiones no accidentales.

En el examen externo postmortem se observó que: el cuerpo pesaba 8,2 kg; un perro sano de su raza y estructura debería pesar normalmente unos 18 kg. A nivel óseo, se encontraron múltiples fracturas de cráneo y lesiones en varios estados de cicatrización, fracturas por aplastamiento de las apófisis espinosas dorsales, lesiones de piernas, de hombros y fracturas de costillas. Este patrón de lesiones era incompatible con las causadas por golpes contra automóviles o peleas con otros perros.

Las lesiones se encontraban en varios estados de curación, lo que indica que ocurrieron en distintas ocasiones.

El veterinario que realizó el examen postmortem solicitó la asistencia de un antropólogo forense para ayudar a determinar la duración y secuencia de las lesiones. El examen antropológico siguió las prácticas habituales de eliminación de tejidos blandos. Después de que se extrajeran los tejidos blandos manualmente, se examinaron todas las superficies óseas en busca de evidencia de lesiones esqueléticas diagnósticas de lesiones antemortem. Se detectaron las siguientes lesiones antemortem:

El análisis macroscópico de los tejidos esqueléticos confirmó los hallazgos del veterinario de múltiples lesiones antemortem ubicadas en todo el cuerpo del perro. Las tasas de curación se clasificaron generalmente en las etapas de inducción y callos blandos. Sin embargo, el antropólogo forense tuvo cuidado de no asignar un intervalo cronológico a estas observaciones. Para terminar de confirmar el diagnóstico, se localizó al último dueño del animal y se tomaron muestras y fotografías del último lugar donde vivió el perro antes de que se encontrase en la calle. Así, se probó la culpabilidad del último dueño, posteriormente condenado por maltrato y crueldad animal.

El análisis de casos sospechosos de abuso puede resultar un desafío para los patólogos forenses y radiógrafos que no tienen experiencia en el examen directo de huesos. En tales casos, las lesiones esqueléticas radiográficamente invisibles que documentan un historial de trauma a menudo pueden ser identificadas por un antropólogo forense que cuenta con la experiencia osteológica adecuada.

Por ende, a medida que continúan desarrollándose tanto la veterinaria forense como la antropología forense, un área emergente de superposición y oportunidad de desarrollo entre ambas son los estudios adicionales de trauma veterinario basados en el esqueleto.

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