Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Students’ Classroom Silence and Hopelessness: The impact of Teachers’ Immediacy on Mainstream Education” de Juma, O.; Husiyin, M.; Akhat, A. y Habibulla, I. (2022), en el que los autores reflexionan y analizan las implicaciones del silencio y el abatimiento o desesperanza en el contexto educativo, y cómo los profesores pueden actuar para prevenir sus efectos negativos.

Los sentimientos de los alumnos son una parte clave de su bienestar individual y, obviamente, también de su salud mental, afectando a su inspiración, su atención, su éxito escolar… 

Por un lado, tenemos los sentimientos constructivos, como la alegría, el orgullo, que elevan la inspiración de los alumnos para aprender y su interés. Por otro lado, están los sentimientos destructivos, como el estrés, la exasperación y el aburrimiento, que pueden poner en peligro la educación. 

Cuando los estudiantes se enfrentan al fracaso, pueden encontrarse con sentimientos destructivos, como la humillación, la desesperanza, y es posible que no puedan participar como otros compañeros en el aprendizaje. 

Dado que los sentimientos marcan tanto el proceso de aprendizaje, es importante obtener información sobre ellos para crear un entorno educativo que sea emocionalmente sano y que pueda mejorar la salud mental y el rendimiento de los alumnos. 

Si hablamos de los sentimientos destructivos, por un lado, tenemos el abatimiento o la desesperanza. Los alumnos que la sufren pueden evitar comprometerse con las actividades del curso, lo que lleva a un rendimiento y aprendizaje muy reducidos. También reduce la motivación por la vida, y esto puede generar conductas violentas. 

Es decir, la desesperanza aumenta cuando disminuye la convicción de que un futuro bueno espera. Provoca, además, un aumento de la negatividad sobre la vida. 

Otro tema más explorado en el aprendizaje en general, es el problema del silencio. Es un fenómeno amplio, que se ha convertido en un obstáculo para la creación de vínculos entre educadores y alumnos, lo que influye en el logro de los objetivos de la clase como conjunto y de cada alumno en particular.

El silencio puede ser positivo, pero sin duda sus interpretaciones negativas suelen ser más comunes, y un entorno negativo en el aula a menudo afecta al rendimiento. 

Los profesores han hecho grandes esfuerzos para involucrar a los alumnos en las actividades y para mejorar la eficacia de su educación, pero muchos alumnos siguen sin estar interesados en participar en las clases. Lo más habitual es que estos jóvenes duden en participar, no estén listos para responder, sean inactivos y dependan demasiado, en ocasiones, de los profesores. 

Con todo esto, llegamos a la conclusión de que los educadores quieren instruir a sus alumnos de forma exitosa, por lo que necesitan saber cómo desarrollar la inspiración en su clase y animar a sus alumnos a participar. Para lograrlo, pueden configurarse prácticas verbales y, también, no verbales. 

Aquí es donde aparece el concepto de la inmediatez. Se refiere a una amistad o familiaridad física, expresiva o afectiva que se confirma a través de comportamientos constructivos, y en el ámbito educativo, se considera un medio de interacción entre profesores y alumnos que trae muchos beneficios; de hecho, otros estudios previos han demostrado que la inmediatez es una forma de mejorar la comunicación y los vínculos entre profesores y alumnos.

La inmediatez es indispensable, por tanto, para que los educadores consigan disminuir los filtros emocionales de los estudiantes, así como cambiar y mejorar su salud y conducta a través de la enseñanza y la formación. 

Algunas de las técnicas verbales de inmediatez son proporcionar a los alumnos retroalimentación inmediata, mantener conversaciones antes y después de las clases, llamar por su propio nombre a los alumnos, compartir experiencias, dar opiniones personales, entre otras. 

Las técnicas de inmediatez verbal aluden a mensajes que muestran compasión, franqueza, amabilidad, premio, aclamación, inclusión, comedia, y sobre todo, voluntad de involucrar a los alumnos en el grupo. 

Pero además también se utiliza la simpatía, el lenguaje corporal, los gestos de amistad y apoyo, que son elementos no verbales y también influyen positivamente en la relación entre profesores y alumnos, motivando a estos últimos a ser más activos en el aula y a estar más motivados. 

La inmediatez no verbal implicaría actitudes no orales que promueven la intimidad, sobre todo emocional, y atraen la atención de los alumnos. Es decir, lo más importante de los elementos no verbales aplicados a la inmediatez, es que mejoran la cercanía emocional y mental de profesores y alumnos. 

Pueden incluir la gesticulación, las expresiones faciales, los movimientos corporales, la ropa y la apariencia, la sonrisa, la distancia física… 

Por tanto, tras revisar literatura previa, los autores llegan a la conclusión de que mejorar las prácticas de desarrollo de la inmediatez de los profesores promoverá la tolerancia al estrés de los alumnos, la confianza en sí mismos, su motivación, reduciendo así sus niveles de abatimiento y mejorando su bienestar en general.

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