Estimados suscriptores y seguidores del Club del Lenguaje No Verbal, en ocasión les presentamos un resumen del artículo “People automatically extracts infants’ sex from faces”, de los autores Konstantin O. Tskhay y Nicholas O. Rule, de la University of Toronto, cuyo objetivo es analizar si realmente existe una habilidad implícita para identificar el sexo a través de rasgos no evidentes.
Los humanos poseen una remarcable habilidad para extraer, de manera rápida y eficiente, información sobre otros individuos tan solo con pequeños vistazos a sus conductas o apariencias (aunque esta información no sea siempre válida). Algunos de los datos que los individuos extraen con más precisión son la edad, la raza y el sexo de los otros individuos, clasificándolos de manera espontánea y automática tras un primer vistazo.
Investigaciones previas apuntan a que los humanos pueden diferenciar el sexo de otros individuos a través de una gran variedad de edades, incluida la infancia, aunque la identificación en recién nacidos tiende a ser menos precisa. Muchos estudios plantean que la diferenciación de sexos, realizada en base a la cara de la persona que se evalúa, podría estar determinada por dos procesos: un proceso explícito (uso de claves obvias) y un proceso implícito (uso de concepciones básicas construidas a nivel mental).
Para poner a prueba si realmente existía este proceso implícito basado en concepciones construidas socialmente, los autores realizaron un experimento utilizando fotografías de las caras de niños o niñas recién nacidos, con ausencia de datos para determinar su género de manera evidente (pendientes, color de ropa, etc.). Justamente después, aparecían nombres que los participantes debían clasificar en un género u otro. La hipótesis defendida era que si realmente había un procesamiento implícito, cuando la imagen y el nombre concordasen en género los individuos reaccionarían más rápido a la hora de clasificar el nombre (debido a que el procesamiento ya estaría en marcha).
Los resultados indicaron que la velocidad de los participantes no varió en función de la cara de los niños, pero sí que categorizaron más rápido los nombres de niños que de niñas. A su vez, categorizaron más rápido los nombres de niños que de niñas cuando previamente había una imagen de niños, pero no hubo una diferencia significativa en el caso de que previamente se presentaran imágenes de niños.
¿Qué hipotetizaron los autores sobre esta diferencia? Mantienen que puede deberse a que la cara de los hombres representan la imagen básica socialmente hablando, mientras que la cara de las mujeres resultaría una modificación en la mente de los observadores (por lo cuál, la primera imagen mental siempre sería de hombre, y ciertos rasgos nos la harían cambiar por la de mujer). Esto implicaría, sin lugar a dudas, que la identificación del sexo de un individuo se realiza de manera inherente y no controlada, y por tanto reforzaría la hipótesis de una identificación implícita. De este modo, las categorías mentales socialmente construidas facilitaría el procesamiento de información, ya fuera esta obvia o ambigua.
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