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Sara Carreno

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Patterns of nonverbal rapport behaviors across time in investigative interviews with children” de Johnston, Brubache, Powell y Fuller. En este artículo evalúan si las conductas no verbales de los niños (expresividad, atención y coordinación) estaban relacionadas con las de los entrevistadores en función de la condición de la propia entrevista.

El objetivo del presente estudio era determinar si los componentes no verbales de los niños cambian a lo largo de la entrevista y si estos cambios pueden explicarse por los cambios en el examinador.

Se utilizó a 123 niños de cuatro escuelas de primaria de una ciudad australiana. La edad media de los niños era de siete años.  El experimento se desarrolló de la siguiente manera: los niños participaban por parejas en un evento científico con Mr. Science. Previamente un asistente de la investigación les informaba de las normas: no podía tocarse entre ellos ni a Mr. Science para evitar el contagio de gérmenes y no podían coger los artículos que estaban debajo de una sábana.  Los niños realizaban actividades educativas sobre la transmisión de los gérmenes y cómo evitarlo mientras Mr. Science proponía a los mismos cometer transgresiones de las reglas que iban subiendo en intensidad: buscar una caja secreta (estaba debajo de la sábana prohibida), jugar con una barra que había dentro de la caja, tomarse de la mano con él o con el otro niño, encender la barra y hacer ruidos con ella y lavarse las manos para eliminar los gérmenes. Todos los niños participaron pasivamente en el quebrantamiento de las normas y al final el asistente de investigación les dijo que no contaran a nadie de la universidad que habían infringido las reglas.

Después de tres o cuatro días fueron entrevistados para que contaran todo lo que recordaban del experimento. Los entrevistadores eran alumnos graduados en psicología y habían sido entrenados en entrevista semiestructurada basada en el Protocolo de Entrevista del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano. El protocolo de entrevista tenía dos partes. La primera fase fue la pre – substantiva donde el entrevistador se presentaba, explicaba las reglas básicas de la misma (entre ellas no mentir) y establecer la relación con el niño. La segunda fase era la substantiva que empezaba con una invitación a que hablará del día del experimento para ir haciendo indicaciones sobre que continuará más sobre el mismo tema y señalar que se centrará en algún detalle concreto.

Se dieron dos condiciones diferentes en cuanto al tipo de entrevista, podía ser de apoyo o neutral. Los niños fueron elegidos para uno u otro tipo de manera pseudoaleatoria, intentando equilibrar sexo y edad en ambas condiciones. En cuando a la condición de apoyo en las conductas verbales desarrolladas durante la misma se les pidió que se dirigieran al niño por su nombre y que proporcionaran un refuerzo positivo por el esfuerzo. En cuanto a las condiciones no verbales tenían que inclinarse hacía delante, mantener el contacto visual apropiado, sonreír y asentir. En la condición neutral se adoptó un enfoque más de tipo empresarial y se les pidió que no realizarán ninguna de las conductas mencionadas en la otra condición. Todas las entrevistas fueron grabadas en video.

Posteriormente se realiza una serie de cortes de 20 segundos de cada entrevista para codificar indicaciones de comportamiento no verbal. Los cortes fueron del comienzo y el final de la fase de construcción del rapport, del punto medio de la explicación de las normas y de los puntos inicial, medio y final de la fase substantiva, ya que se consideran como puntos clave en toda entrevista.

Dos asistentes de investigación que no conocían la finalidad de la misma codificaron el comportamiento no verbal de los videos con el audio silenciado. Se codificaron tres indicaciones de comportamiento de forma independiente: expresividad, atención y coordinación.

La expresividad era el grado en que expresaban la positividad entre sí, caracterizado por sonreír, inclinar la cabeza, inclinarse hacía delante, el afecto y el gesto facial o con la mano como manifestación óptima de la misma. La atención es el grado en que los participantes se enfocan en unos y otros y demuestran el compromiso y el interés interpersonal. El nivel óptimo se muestra a través del contacto visual adecuado, la proximidad y la orientación corporal de los participantes. En cuanto a la coordinación es el nivel de sincronicidad y armonía en los comportamientos no verbales de cada miembro de la diada. El nivel óptimo está representado por un mimetismo postural no consciente, movimientos sincronizados y posturas coordinadas.

Primero se realizaron modelos nulos con intercepciones aleatorias para evaluar la variabilidad de los comportamientos no verbales identificados con la expresividad, la atención y la coordinación infantil. En un segundo paso se modeló la forma de relación entre el tiempo y los comportamientos.  Por último, se ingresaron variables de predictor adicionales (expresiones del entrevistador y componentes del comportamiento verbal del mismo).

Los resultados muestran que no hubo un efecto principal de tiempo en la atención infantil, pero se observó una variación significativa entre individuos entre la relación del tiempo y la atención del niño cuando se permitía que la relación variara. Por tanto, el efecto fijo no significativo para la relación atención – niño no es representativo de todos los individuos en el conjunto de datos. Cuando el entrevistador obtuvo puntuaciones óptimas en los puntos de tiempo para la expresividad y la atención, la atención de los niños se acercó a nivel óptimo. Los niños entrevistados en la condición de apoyo mostraron puntuaciones más bajas en atención que aquellos entrevistados en la condición neutral. Ninguna característica del entrevistador moderó la atención infantil durante la entrevista.

Se observó una relación entre el tiempo y la coordinación infantil, una vez se permitió que la relación variará. Cuando el entrevistador se acercó a niveles óptimos de atención, la coordinación de los niños se acercó a niveles subóptimos en el punto final de la entrevista. Cuando el entrevistador obtuvo puntuaciones más altas que el promedio, las puntuaciones de coordinación infantil disminuye con el tiempo y viceversa.

En lo relativo a la expresividad muestra que los comportamientos del entrevistador modelan la expresividad del niño. Cuando los entrevistadores tenían puntos de expresividad altos los niños tendían a tener puntuaciones más altas en la condición de apoyo. Los niños entrevistados en la condición de apoyo tenían niveles iguales a aquellos de la condición neutral al inicio de la entrevista, pero a lo largo de la misma cambiaba. Esto se debía seguramente al proceso mismo de la entrevista. Cuando los entrevistadores tuvieron puntuaciones más altas para la atención la expresividad de los niños presentó mayores niveles.

En conclusión, se probó que la forma funcional del comportamiento no verbal de los niños a lo largo de la entrevista está representada por una trayectoria de crecimiento lineal. Esto muestra que el comportamiento no verbal de los niños fluctúa de manera variable para cada uno de los correlatos de comportamiento no verbal. Las conductas no verbales del entrevistador y la condición de apoyo de la entrevista explican algunas de estas variables. Además, se descubrió que los comportamientos de apoyo del experimentador explícitamente manipulados redujeron el comportamiento no verbal deseado en los niños, mientras que los más naturales aumentaron el compromiso de los niños. Esto puede significar que cuando los entrevistadores fuerzan los comportamientos no actúan de manera natural y tiene el impacto opuesto al esperado en el niño.

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Voice of authority: professionals lower their vocal frequencies when giving expert advice” de Sorokowski, Puts, Johnson, Zolkiewiez, Sorokowska, Kowal, Borkwska, Pisanski. En este artículo nos hablan de cómo las personas modulamos nuestra voz en entornos profesionales y cómo esto afecta a las evaluaciones de los oyentes sobre la competencia y autoridad de los oradores.

Los hombres generalmente tienen un tono de voz más bajo que las mujeres, esto es debido al dimorfismo sexual en la anatomía vocal. Dentro del mismo género, los sujetos más grandes o más dominantes producen frecuencias fundamentales y formantes más bajos en relación a los sujetos más pequeños. Esto produce una asociación entre voces de baja frecuencia y mayor tamaño, fuerza, masculinidad y dominio, además de rasgos psicológicos positivos como la competencia y la inteligencia. Las personas con un tono de voz relativamente bajo en contextos profesionales suelen ser juzgados como más competentes y dominantes. Por tanto, una voz grave parece beneficiar a los hombres en una gran gama de contextos desde el sexual al político o al económico. En cambio, en la mujer puede dar una imagen de más masculinas y poco atractivas.

A pesar de la facilidad que presentan las personas para modificar tanto su frecuencia fundamental como sus formantes pocos estudios han analizado las variaciones intrasujetos y su influencia en los oyentes. Los pocos estudios existentes han sido aplicados al contexto del apareamiento.

El presente estudio se diseñó para comprobar si los hombres y las mujeres modifican sus frecuencias cuando hablan con autoridad sobre un tema de su especialización frente a cuando contestan a cualquier tipo de pregunta. Además, se pretende comprobar si los oyentes juzgan las voces como más competentes y autorizadas cuando hablan del tema especializado a cuando lo hacen del normal y, por último, se pretende describir si esto varía dependiendo del sexo del orador. Para ello se realizaron dos experimentos.

En el primer experimento se utilizó una muestra de 51 participantes (27 hombres y 24 mujeres) con edades comprendidas entre los 30 y los 55. Todos ellos eran profesores universitarios y científicos con el doctorado realizado. Dos asistentes de investigación acudieron a la universidad haciéndose pasar por conductores de un programa de radio. En la condición de control se les pedían indicaciones a los profesores y científicos de cómo llegar a las oficinas de administración. En la condición experimental se les decía que estaban haciendo un programa para jóvenes sobre cómo convertirse en científicos y si valía la pena. Además, durante la charla se le repetía en varias ocasiones “Dr. (apellido) usted es un experto y una autoridad en esta área. Por favor díganos…”.

Las mediciones se realizaron en Praat V.6.0.17. Para cada grabación se midió: la frecuencia fundamental (Fo), tanto mínimo como máxima, la desviación estándar de la frecuencia fundamental, la posición del formante, el espaciamiento del formante y la longitud aparente del tracto vocal. El espaciamiento de los formantes predice efectivamente la longitud del tracto vocal y el tamaño de hombres y mujeres.

Para probar las diferencias en los parámetros de voz entre las condiciones del habla se realizó una prueba MANOVA de medidas repetidas con la condición del habla como una variable dentro del sujeto y del sexo del hablante y el orden de condición como entre variables del sujeto.  Las comparaciones por pares confirmaron valores más altos para todos los parámetros de voz entre las mujeres en comparación con los hombres y la longitud aparente del tracto vocal fue más larga en hombres que en mujeres como era de esperar debido al dimorfismo sexual. En ambos el habla de autoridad tuvo una medida de frecuencia fundamental más baja y una posición de formante más baja también en comparación con la condición de control. Las mujeres, además, bajaron más su tono de voz en la condición experimental que los hombres. Cuando los sujetos participaron por primera vez en la condición de autoridad seguida por la condición control, el rango de frecuencia fundamental fue más bajo que en el orden opuesto. La duración del habla no parecía influir.

Para el segundo experimento se utilizaron 39 sujetos (31 varones y 8 mujeres) con edades comprendidas entre los 20 y los 49 años. Todos eran extranjeros que no entendían el polaco, lengua en la que se llevó a cabo el experimento. Los países de origen de la muestrea era: Bulgaria (1), Canadá (2), Croacia (1), Finlandia (2), Francia (2), Alemania (4), Iraq (1), Italia (4), Corea (1), Luxemburgo (1), España (8), Turquía (1), Reino Unido (4), Estados Unidos (3) e inespecífico (1). Se utilizaron las grabaciones del primer experimento donde se borraron las voces múltiples, los ruidos agudos o las vocalizaciones no verbales. Se extrajeron los primeros cinco segundos de cada grabación para que todas fueran homogéneas. Se les pidió a los participantes que escucharan pares de voces y de cada par que eligieran cual les parecía más competente y autoritaria.

Los modelos lineales mixtos con el sexo del hablante incluido como un factor fijo indicaron que los oyentes eligieron los estímulos de voz de la condición de habla de autoridad como relativamente más competente que los estímulos de habla de control en el 62% de los casos, sin efecto del sexo del orador. Además, en el 57% eligieron como más autoritario la condición experimental que la de control, siendo elegidos más veces en el caso de los hombres que en el de las mujeres.

Por tanto, los resultados de ambos experimentos muestran que ambos sexos bajan el tono de voz en un contexto autoritario, especialmente las mujeres. Además, el experimento de reproducción muestra que los oyentes juzgaron las voces como más autoritarias y competentes cuando estaban hablando de su área de conocimiento. Esto está en línea con la creencia de que las personas modulamos los parámetros no verbales de la voz en contextos sociales para obtener evoluciones positivas.

El hallazgo de que las mujeres bajan más el tono que los hombres en un contexto autoritario puede reflejar factores anatómicos y culturales. El tono de la voz es dos veces más alto en las mujeres que en los hombres, y, por tanto, estas reducirían más su tono para conseguir resultados similares. A la vez las mujeres son más conscientes de los estereotipos vocales y pueden modular varios parámetros de voz para asumir una presentación más masculina en contextos profesionales. A pesar de ello parece que la ventaja obtenida es mayor en los hombres.

Se necesita mucha más investigación para comprender qué parámetros vocales modulan las personas y bajo qué condiciones sociales y de qué manera estas modifican la influencia en el juicio de los oyentes.

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Pointing to visible and invisible targets” de Flack, Naylor y Leavens. En este artículo se habla sobre cómo se señala con la mano dependiendo de si el lugar al que se señala es visible o no en ese momento.

Los humanos utilizan una gran variedad de gestos deícticos que puede ir desde señalar con los labios, pasando por señalar con el índice o con la mano entera, ya que poseemos una gran cantidad de dispositivos gestuales para adjuntos paralingüísticos al discurso en curso. Para analizar como varían los gestos cuando se dan indicaciones para llegar a un lugar visible o no en ese momento se realizan dos experimentos.

En el primer experimento se reprodujeron dos condiciones, a la vista y fuera de la vista. En la condición a la vista se les preguntaba a los transeúntes cómo llegar a una ubicación local que estaba justo detrás del investigador. En la condición fuera de la vista era lo mismo pero la ubicación quedaba fuera del alcance de la vista en ese momento oculta por otros edificios. Para cada caso se registraron la orientación de la palma y el número de dedos extendidos de la mano con la que se apuntaba. Se reprodujo en tres localizaciones: en un campus universitario del sur de Inglaterra, en una gran ciudad y en una pequeña ciudad inglesas. El segundo experimento era similar, pero grabando el audio y el vídeo de manera oculta para que la observación fuera más natural y pidiendo el consentimiento a posteriori.

Para el primer experimento se utilizaron 605 participantes: 200 participantes en Brighton, 205 en Devries y 200 en el campus. En todos los casos, 100 eran para cada condición, siendo paritaria la división por sexos. Todos los sujetos eran adultos que se encontraban en las proximidades de la ubicación de destino. No hubo criterios de exclusión ni de participación y la composición racial aparentemente era representativa de cada comunidad, aunque no se hizo una recopilación sistemática de la misma. La ubicación del investigador era equidistante del objetivo en ambas condiciones y en ningún caso superó los 200 metros de separación.  Se preguntaba a los transeúntes por el lugar de destino y era el propio investigador quien hacía de interlocutor y observador apuntando en una hoja los gestos realizados.

En un principio se midieron cinco tipos de gestos: índice con la palma hacía abajo (el antebrazo pronaba, palma hacía abajo y dedo índice extendido), índice con la palma en vertical (antebrazo extendido en posición neutra, palma en vertical y dedo extendido), palma con la mano entera hacia arriba (la mano estaba completamente abierta y la palma supina), toda la mano oblicua (la mano estaba abierta en ángulo) y la mano en vertical (la palma de la mano abierta y en posición vertical). La confiabilidad para las cinco categorías fue pobre y se dividió en dos grupos: apuntar con el índice y apuntar con la mano entera.

Los resultados obtenidos fueron: se utilizaron entre uno y tres gestos para señalar, siendo la secuencia más larga en la condición fuera de la vista, la media fue de dos gestos mientras que en la condición a la vista fue de uno. El 97% de los participantes en la condición fuera de vista se acercaban y solo un 6% en la condición de a la vista lo hacían. En la condición fuera de la vista utilizaban puntos subsiguientes para indicar la ruta a seguir. En cuanto al tipo de gesto fueron más los gestos con la mano entera en la condición de fuera de la vista. Señalar con toda la mano se hizo más prominente en los repertorios gestuales de la muestra a medida que aumentaba su aparente necesidad de elaboración. El 27,3% de las personas que mostraron secuencias de dos gestos mostraron dos puntos con el dedo índice evitando usar toda la mano, pero la mayor parte de la gente al hacer dos secuencias de esto al menos en una utilizaban la mano entera (72,7%).

Por tanto, se encontró evidencia de que el contexto influye en la producción de gestos. Los adultos produjeron menos gestos cuando la ubicación del objetivo era visible que cuando no lo era. También, se puede decir que se realizan menos gestos con la mano entera cuando el objetivo es visible. Además, era más posible empezar utilizando solo el dedo y al necesitar más gestos para las indicaciones se incluiría la mano entera.

En el segundo experimento se utilizó el mismo procedimiento salvo que se usaron equipos ocultos para grabar audio y video para así confirmar los resultados obtenido en el primer experimento y ver su relación con el habla.

Se utilizó una muestra de 113 participantes (67 mujeres y 46 hombres) de un campus universitario del sur de Inglaterra, a los cuales se les preguntaba por la biblioteca del mismo. Las edades estaban comprendidas entre los 18 y los 67 años, siendo la edad media de 23 años. No hubo criterios de exclusión y la composición étnica fue representativa de la población universitaria, siendo altamente multinacional.

Se registró el número y el tipo de gesto, así como la mano utilizada para cada interacción. La división de los gestos fue igual que en el primer estudio: señalar con el dedo o señalar con la mano entera. El discurso se clasificó como: descripción de la ruta (“ir por este camino”, “girar a la izquierda”, etc.), puntos específicos de la ubicación (“allá”, “detrás de este edificio”, etc.), puntos de la ruta (“girar a la derecha donde están los chicos”, “ves la plaza”, etc.), una combinación de los anteriores y otros tipos de habla.

Cada participante produjo al menos un gesto manual. Se registró un total de 174 gestos, 35 fueron con la mano entera, 27 con el índice y 12 otros gestos. En los primeros gestos, el 91% fueron con el índice, el 4% con la mano y el 5% otros. En los segundos gestos, el 56% fue con la mano, el 33% con el índice y el 1% otros. En los terceros gestos un 44% fueron con la mano y un 56% con el índice.

Al igual que en el primer estudio la secuencia fue más larga en la condición de fuera de la vista, el 76% de los participantes realizaba un segundo gesto frente al 2% de los de la condición de a la vista. Además, el 29% realizó un tercer gesto en la condición fuera de la vista y nadie lo hizo en la de a la vista. También fue coincidente con el primer estudio que el señalar con el dedo fue más común en la condición a la vista. Además, en los segundos gestos fue más habitual señalar con la mano (44%) que con el dedo (34%).

En cuanto al habla, ocho de los 55 participantes de la condición de a la vista no acompañaron con habla los gestos. Todos los de la condición fuera de la vista hablaron al mismo tiempo que señalaban. Cuando el objetivo era visible no describían la ruta y cuando no lo era no era probable que verbalizaran la ubicación de la biblioteca con el primer gesto y adoptaron una gama más diversa de tácticas verbales en combinación con sus gestos.

En conclusión, en el segundo experimento los resultados fueron concordantes con los del primero siendo más largas las secuencias gestuales cuando la ubicación objetivo no era visible. Señalar con la mano entera era más común en la condición fuera de la vista. Además, se comprobó que cuando el objetivo estaba fuera de la vista se hablaba más que cuando se veía, y que la variedad del habla fue mayor. Aunque no se pudo asociar directamente un tipo de gesto y un tipo de habla.

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “The Association of children’s locus control orientation and emotion recognition abilities at 8 years of age and teacher’s rating of their personal and social difficulties at 10 years” de Nowicki, Bliwise y Joinson. En este artículo nos hablan de la relación entre los problemas de reconocimiento de las emociones en la expresión facial, la orientación del locus de control y los problemas conductuales y emocionales en niños.

En el presente estudio se hipotetizaba que los niños de ocho años que son menos exactos en el reconocimiento emocional de rostros y voces, cuyo locus de control sea externo y que sean de sexo masculino, tendrán más posibilidades de que sus maestros los señalen como que tienen mayores dificultades emocionales y conductuales a la edad de diez años.

La muestra se obtuvo del Estudio Longitudinal de Avon para Padres e Hijos (ALSPAC) que era un estudio prospectivo de cohorte de nacimiento basado en la población y diseñado para investigar la interacción del medio ambiente y el genotipo en la salud y el desarrollo de los niños. Se mantiene el contacto activo con unos 10.000 niños de la región de Avon (suroeste de Inglaterra) que nacieron entre 1991 y 1992.

La información sobre el reconocimiento de la expresión fácil se recogió basándose en el Análisis de Diagnóstico de Precisión No Verbal 2 (DANVAC 2), en el cual había pruebas de rostros y de voces de niños. La de rostros constaba de 24 fotografía de caras de niños, cada rostro mostraba una de las siguientes emociones: miedo, felicidad, tristeza e ira. Las imágenes eran a color de niños y niñas en edad escolar, cada una de ellas se mostraba durante dos segundos. Después el niño tenía que identificar la emoción que se mostraba. Las imágenes incluyen tres estímulos de alta intensidad y tres de baja intensidad para cada emoción. La prueba de voces eran 24 grabaciones donde los niños decían la frase: “Voy a salir de la habitación, pero volveré más tarde”. Las emociones representadas eran la felicidad, la tristeza, la ira y el miedo, mostraba tres estímulos de alta intensidad y tres de baja intensidad para cada emoción.

Para medir el locus de control se utilizó la versión inglesa de la Escala de Control Interno – Externo de Nowicki y Stickland (CNSIE). Una persona que obtenga la calificación de “interno” tiene más resultados donde los eventos están bajo su control que una persona “externa”.

Se utilizó el WICS – II para evaluar la función cognitiva, que era la versión más actualizada de la Escala de Inteligencia para niños e Wecksler. Se usó una versión corta ya que se utilizaban solo los elementos aleatorios, excepto en la prueba de codificación que se usó entera.

Los profesores completaron el Cuestionario de Fortalezas y Debilidades (SDQ) que es una prueba muy utilizada en salud mental de niños y adolescentes. Mide cuatro constructos de salud mental: dificultad de atención/ hiperactividad, problemas de conducta, síntomas emocionales y comportamiento prosocial. Cada uno de ellos se mide a través de cinco ítems calificados con una escala de Likert de tres puntos. Cada constructo se valora del 1 al 10 siendo la puntuación más alta la que indica graves problemas de salud y un comportamiento prosocial más bajo.

La literatura previa sugiere que las habilidades de procesamiento no verbal son importantes para el bienestar de los niños y niñas, pero existen diferencias de género para estas habilidades, así como para los problemas emocionales y de comportamiento que se experimentan. Los resultados de este estudio son consistentes con la literatura previa, ya que se encuentra diferencias en el número total de emociones y de comportamientos. Los maestros informaron de un número mayor de problemas en los chicos que en las chicas y de un locus de control externo mayor en niñas que en niños. Además, los chicos tenían más errores en el reconocimiento de caras felices, voces tristes, caras enfadadas y voces con miedo, mientras que las niñas tuvieron más errores en el reconocimiento de las voces felices.

El coeficiente intelectual verbal, el género, la cantidad de errores de reconocimiento de la emoción en los rostros tristes, enfadados y con miedo y el locus de control surgieron de los análisis como predictores estadísticamente significativos de las dificultades emocionales y los problemas conductuales.

Para evaluar si los errores en la identificación de emociones en caras y voces reflejaban un sesgo específico o se distribuían de forma más aleatoria, los análisis se repitieron con un enfoque en un patrón específico de errores. Estos análisis revelaron efectos principales estadísticamente significativos para clasificar incorrectamente las expresiones como felices, tristes o temerosas a los ocho años en relación a un mayor número de calificaciones por parte de los profesores de tener problemas emocionales y conductuales a los diez años. También fueron factores predictivos de estos problemas el CI verbal, el género y el locus de control externo.

Por tanto, como se había hipotetizado los niños que fueron menos precisos en la identificación de emociones tuvieron más dificultades según las evaluaciones de sus profesores. Esto es así porque para un buen funcionamiento los niños necesitan saber como se sienten sus compañeros y las expresiones faciales son una buena fuente de información. Aquellos niños que tengan dificultades en el procesamiento de las caras tendrán mayores dificultades a la hora de hacer amigos que es un objetivo importante en esa etapa de la vida. Los niños tuvieron más errores en el reconocimiento de la ira que las niñas, aunque no mostraban un sesgo de atribución errónea hacía esa emoción. Los errores con las caras enfadadas se asociarán con dificultades emocionales y de comportamiento social, ya que no identificar bien esa emoción aumenta las posibilidades de dificultades sociales. El reconocimiento de la voz se presentó como menos importante ya que los niños dependen más de lo que ven que de lo que escuchan.

En relación al locus de control mostraron más problemas aquellos que tenían uno externo. La existencia de una fala de conexión entre el comportamiento y los resultados interfieren con que los niños aprendan de sus malos comportamientos. Además, hace menos probable que persistan en alcanzar una meta o en que acepten la responsabilidad de sus acciones o en la recopilación de información, ya que ven los resultados como productos de la suerte o del destino. El poseer un locus externo está asociado a resultados negativos de personalidad, sociales y emocionales.

Como se había hipotetizado los maestros señalaron que presentarían más dificultades los niños que las niñas. Estos resultados hay que tomarlos con cautela porque la mayor parte de los maestros son mujeres. Las maestras pueden ser más propensas a ver el comportamiento típico de los niños como un mal comportamiento en niños varones. Además, también puede ser que los malos comportamientos más visibles en el aula sean los de los niños ya que las niñas suelen enfocar esos problemas a su interior y no hacerlos tan visibles.

En conclusión, los niños varones de ocho años que eran peores en el reconocimiento de las emociones y tenían un locus de control externo eran calificados como poseedores de mayores dificultades emocionales y conductuales por sus profesores a los diez años. No se encontraron interacciones entre los tres factores predictivos y los resultados. Los efectos fueron aditivos y no condicionales.

Las intervenciones para mejorar las habilidades de reconocimiento de emociones y para guiar el aprendizaje apropiado de los niños en la orientación del control pueden ayudar a reducir el número de dificultades en el colegio. Los ejercicios enfocados en grupos pequeños en la lectura de expresiones faciales durante seis semanas mejoraron la capacidad de los niños para identificar la emoción en las caras de adultos y niños. Se requiere una investigación más profunda en este aspecto al igual que en comprobar si se puede realizar una intervención para volver más interno el locus de control.

 

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Gestural communication in Children with autism spectrum disorders during mother-child interaction” de Mastrogiuseppe, Capirci, Cuva y Venuti. En este artículo nos hablan de cómo es la comunicación gestual, uno de los aspectos más afectados por el autismo, en los niños durante la interacción con sus madres.

Este estudio se llevó a cabo con un grupo de 20 niños con un trastorno del espectro autista y sus respectivas madres. Se combinó con otros dos grupos, uno formado por 20 niños con Síndrome de Down y sus madres y el otro grupo lo formaban 20 niños con un desarrollo típico y sus progenitoras. La edad mental media en los tres grupos era de 24,16 meses en los tres grupos mientras que la edad real fue diferente entre ellos siendo: de 25 meses en el grupo de desarrollo normal, de 41 meses en el de Síndrome de Down y de 42 en el de autismo.

Los datos fueron recogidos durante una sesión de juego de diez minutos de duración. En ella se pidió a la madre que jugará con su hijo como lo haría si estuviera en casa. Se les proporcionó un conjunto de juguetes estándar donde había: una muñeca, un juego de té, una pelota, dos libros, un teléfono y un trenecito.

Todas las sesiones se grabaron en vídeo y se analizaron posteriormente. Por un lado, se transcribió el audio y, por otro lado, se usó un esquema de codificación específico que permitió el análisis cuantitativo y cualitativo de la producción gestual.

Los gestos fueron clasificados en diferentes categorías. La primera de ellas fue los gestos deícticos, que son aquellos que se refieren a un objeto o cuento que tocan o indican. Su significado solo se puede comprender en base al contexto. Incluyen gestos como: señalar, mostrar, dar o solicitar.

Otra categoría son los gestos ideativos, que están formados por varias subcategorías: gestos representativos – icónicos, gestos convencionales – interactivos y gestos pragmáticos. Los primeros son aquellos que se refieren a un objeto, persona, ubicación o evento a través del movimiento de la mano, el movimiento del cuerpo o la expresión facial. Dentro de estos se incluyen aquellos relacionados con acción realizan por o con el referente, gestos que muestran cualidades o características de un objeto o situación y gesto que representan acciones intransitivas. Los gestos interactivos – convencionales son aquellos que son definidos culturalmente y se usan para regular la interacción, como, por ejemplo, asentir con la cabeza para decir sí. Los gestos pragmáticos son aquellos que sirven para resaltar aspectos de la estructura del discurso y con el contenido del mismo.

Otra categoría son los gestos per se que son aquellos producidos por un estado, pero no están dirigidos a la pareja comunicativa. La siguiente son los gestos corporales instrumentales, estos sirven para usar a la pareja como herramienta para lograr un objetivo. Un ejemplo sería tomar de la mano a la madre y acercarla al objeto deseado.

Una última categoría son los gestos nominales o de acción y son aquellos que se producen con el referente del objeto en la mano. Existen varios tipos: nominal – uno mismo (produce una acción con un objeto referente en la mano), nominal – compañero (realizar la acción con el cuerpo del compañero) y nominal – objeto (produce un gesto de acción sobre un objeto).

Los resultados muestran que la edad cronológica del niño se asoció negativamente con la frecuencia de los gestos totales, de señalar, de mostrar y de dar. No hubo ninguna asociación entre la frecuencia de gestos y la edad de la madre o del desarrollo del niño.

Los resultados también revelaran que los niños con autismo mostraran un número menor de gestos totales que los niños con Síndrome de Down o con un desarrollo típico. Si se analiza cada categoría de gestos se comprobó que, dentro de los gestos deícticos, los relacionados con apuntar fueron mostrados en una proporción significativamente menor en los niños autistas que en los otros dos grupos. Los gestos de solicitud, por el contrario, fueron realizados en mayor medida por los niños con autismo. En lo referente a los gestos de mostrar el porcentaje fue significativamente menor. Y, por último, no se encontraron diferencias para los gestos de dar.

En relación a los gestos ideativos, los niños con autismo produjeron una proporción menor de estos gestos que los otros dos grupos. En cuanto a los gestos nominales, los niños con autismo producían menos gestos de estos tipos que los niños con Síndrome de Down, a su vez estos presentan una mayor cantidad de estos gestos que los niños con desarrollo típico.

En general se puede decir que los niños con autismo producen menos gestos que los niños con Síndrome de Down o con un desarrollo típico, lo que es consistente con la literatura previa, así como los criterios diagnósticos del DSM – V donde el deterioro en el uso de los gestos es uno de ellos.

Los niños con autismo muestran un perfil específico de comportamiento gestual que es diferente de los niños con Síndrome de Down o con desarrollo típico. Tienen impedimentos en el uso de gestos interactivos convencionales, ósea con aquellos que vienen definidos culturalmente. A pesar de no existir literatura previa directamente relacionada, se puede enlazar con los estudios que afirman que los niños con Síndrome de Down producen más gestos convencionales para compensar sus limitaciones lingüísticas.

Por el contrario, los niños con autismo producen una cantidad significativamente mayor de gestos relacionados con solicitar. Sin embargo, muestra impedimentos en la producción de gestos relacionados con mostrar. También eran escasos sus gestos nominales – compañero, que son aquellos en los que el niño realiza una acción sobre el cuerpo de la pareja. Esto está relacionado con deficiencias de compromiso conjunto y de capacidad de atención conjunto que muestran estos niños.

Las correlaciones obtenidas sugieren una relación informal entre las habilidades de interacción lingüística y social y la producción de gestos ideativos y nominales. Estos gestos están estrictamente relacionados con factores cognitivos.

 

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Pain expressions in dementia: validity of observer’s pain judgments as a function of angle of observation” de Browne, Hadjistavropoulos, Prkachin, Asfraf y Taati. En este artículo nos hablan sobre la importancia del ángulo mediante el que se ve la expresión facial de dolor en pacientes con demencia.

Las expresiones faciales nos dan mucha información, en el caso clínico son muy reveladoras frente al dolor que pueden estar sintiendo los pacientes. Estas expresiones son más importantes si cabe en el caso de los pacientes con demencia ya que sufren graves limitaciones comunicativas pudiendo ser su único canal de comunicación. Se asume que la vista frontal de la cara permite las evaluaciones observacionales más válidas y confiables pero el impacto del ángulo de visión no ha sido nunca investigado.

Para comprobarlo se realizaron dos estudios. En el primero de ellos se reunió una muestra de 102 adultos mayores de 65 años (con una edad media de 78 años). De esta muestra, 48 personas (13 hombres y 35 mujeres) fueron reclutados de centros de atención de larga instancia donde residían por tener demencia y graves limitaciones en la comunicación verbal. Otras 52 personas (19 hombres y 33 mujeres) fueron seleccionados en una clínica de fisioterapia donde recibían tratamiento para el dolor.

Cada participante fue grabado en video acostado en una cama durante un periodo de referencia de cinco minutos y durante un examen de fisioterapia basado en el movimiento para identificar las áreas dolorosas. El examen consistía en que el fisioterapeuta guiaba al paciente para: cerrar cada mano, levantar cada brazo, doblar cada rodilla hacía el pecho, extender cada pie y sentarse en la cama. Esta fase también duró unos cinco minutos. Los participantes provenientes de la clínica de fisioterapia fueron capaces de autoinformar sobre el dolor en una escala del uno al diez (siendo la media de 5,45). Se filmó a cada paciente tanto durante la fase de referencia como durante el examen, de manera simultanea con una vista frontal y otra de perfil.

Posteriormente, se codificaron todas las grabaciones por un experto de frente con el FACS para evaluar el dolor. Se buscaban cuatro categorías relacionadas con el dolor: bajar las cejas (AU4), levantar la mejilla y párpados tensos (AU6 y AU7), arrugar la nariz y levantar labio superior (AU9 y AU 10) y cerrar los ojos (AU43). Para cada frame de video se asignó una puntuación para cada AU analizada. La suma total de todas iba de 0 al 16. Después un codificador diferente repitió el proceso con la vista de perfil.

Además se usó la PACSLAC – II (Pain Assessment Checklist for Seniors with Limited Ability to Communicate – II, Lista de Verificación de la evaluación del dolor para personas mayores con capacidad limitada para comunicarse – II) que es una herramienta de evaluación observacional validada para ser utilizada por profesionales de la salud en el ámbito clínico, que consiste en una lista de 31 comportamientos asociados al dolor como son: verbalizaciones, movimientos corporales, expresiones faciales, cambios en la actividad, cabios interpersonales o cambios en el estado mental.

Los resultados muestran que la confiabilidad de la codificación PACSLAC -II fue algo mayor usando la vista frontal en lugar de la de perfil. No hubo un efecto significativo dentro del sujeto con respecto al ángulo de observación en las puntuaciones basadas en el FACS y el efecto de interacción tampoco fue significativo para observadores entrenados.

Un segundo estudio se centró en el análisis de la precisión de los juicios de dolor de observadores no entrenados basados en la vista de perfil y de frente. Para ello se utilizaron a 61 estudiantes, con una edad media de 22 años, siendo 41 mujeres y 20 hombres, que visualizaron 80 fragmentos de 10 segundos de duración en orden aleatorio de los pacientes mayores con o sin demencia que se sometieron al examen del fisioterapeuta en el primer estudio. Cada participante vio los 80 fragmentos correspondientes a 40 personas. Primero vio el fragmento de perfil durante 10 segundos, después frontal durante el mismo tiempo, a continuación, se le mostraba un mensaje para que calificará el dolor percibido y por último salía una pantalla blanca durante 15 segundos.

Los resultados muestran que hay un efecto principal significativo que confirmó que los codificadores no entrenados identificaron más comportamientos de dolor durante el examen de fisioterapia que durante el video de referencia. El análisis indicó que había una diferencia significativa en las puntuaciones de la intensidad del dolor entre la vista frontal y la de perfil durante el examen, pero no durante el video de referencia. El género de las personas no tuvo repercusión en los juicios o expresiones. Las puntuaciones obtenidas también sugieren que los observadores entrenados tienden a calificar el dolor como más bajo que los observadores no entrenados. Además, se descubrió que estos últimos fueron significativamente más precisos al evaluar la intensidad del dolor viéndolo de perfil que con la vista frontal en los dos sistemas de codificación.

En relación a las AUs analizadas con el FACS el cierre de ojos se asoció significativamente con los juicios de los observadores entrenados y no entrenados desde la vista de perfil. Los jueces no entrenados también confían más en el levantamiento de las mejillas y la tensión en los párpados (AU6 y AU7) y en arrugar la nariz y levantar el labio superior (AU9 y AU10) desde la vista de perfil que desde la vista frontal. En relación al PACSLAC – II los jueces entrenados tuvieron una confianza mayor en la vista frontal para: P1 (hacer muecas), P2 (cara apretada), P3 (expresión de dolor) y P5 (contracción por dolor). No hay diferencias para observadores no entrenados entre la vista de perfil y la frontal.

En resumen, los observadores no entrenados tendían a calificar la intensidad del dolor como más alta durante un examen de fisioterapia al evaluar la expresión facial desde una vista de perfil. También fueron más precisos en calificar el dolor desde una vista frontal que los observadores entrenados.

En conclusión, las diferencias medias entre las vistas frontal y lateral fueron significativamente pequeñas para las medidas basadas tanto en FACS como en PACSLAC – II. La vista de perfil diferenció los segmentos relacionados con el dolor de los no relacionados, lo mismo ocurrió con la vista frontal. Los observadores no entrenados asignaron calificaciones de mayor intensidad del dolor a los individuos que se sometieron a un examen de fisioterapia cuando lo vieron desde una vista de perfil. Esta vista admitió realmente una correspondencia superior entre las calificaciones de perfil de los observadores y el índice de comportamiento directo de la expresión del dolor en relación a la vista frontal.

Por tanto, el principal hallazgo es que sorprendentemente la vista de perfil tiene ventajas sobre la vista frontal. Se cree que esto es así porque los escenarios actuales donde se necesita que sea eficaz la comunicación del dolor rara vez se producen con una visión frontal perfecta de la cara y, por tanto, se ha ido evolucionando para hacer que otras vistas menos favorables, como la de perfil, comuniquen de manera óptima ese estado interno de dolor.

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Nonverbal Behavior and communication in the workplace: a reivew and an agenda for Research” de Bonaccio, O’Reilly, O’Sullivan y Chiocchio. En este artículo se revisan cómo aplicar la comunicación no verbal en las organizaciones.

A día de hoy nadie niega la importancia de la comunicación no verbal en general y, además, hay una gran dedicación por parte de la prensa no especializada en hablar del tema. Sin embargo, el mundo empresarial se ha quedado más rezagado en el entendimiento y aplicación de este tipo de comunicación. Por ello en el presente estudio se pretende hacer una revisión de la literatura de la comunicación no verbal a través del prisma de la organización empresarial.

Los comportamientos no verbales son socialmente pragmáticos ya que de manera implícita o explícita sirven para lograr objetivos sociales y estas demostraciones emocionales son piezas de información social. El comportamiento no verbal nos sirve para coordinar y aportar claridad a las interacciones sociales. Hay cinco funciones de los comportamientos no verbales que tienen implicaciones para la vida organizacional: mostrar los atributos personales, ejercer dominación y establecer una jerarquía, promover el funcionamiento social, fomentar relaciones de alta calidad y mostrar expresiones emocionales.

La primera de las funciones, mostrar los atributos personales, sirve para revisar la información sobre personalidad, interacciones y actitudes de una persona. Estamos constantemente emitiendo señales a través de nuestro comportamiento no verbal y estas son interpretadas con más o menos exactitud por las personas que nos rodean como expresión de nuestros atributos ocultos. Siempre estamos interpretando, incluso una aparente falta de comunicación no verbal será interpretada como indicadora de algún riesgo. Por ejemplo, una falta de expresión que se está realizando para mostrar neutralidad puede ser interpretada como indiferencia o desinterés. Estos comportamientos son muy importantes en la formación de impresiones y en el manejo de las mismas. Esto es fácilmente aplicable en el campo de la selección de personal y evaluación de desempeño. Algunas investigaciones en este campo nos dejan como conclusiones que los individuos tienden a ser más precisos cuando confían en comportamientos no verbales para evaluar habilidades sociales que para evaluar la motivación laboral. En relación al proceso de selección un firme y breve apretón de manos puede conferir sociabilidad, amistad y confianza y está asociado a la contratación.

Otros comportamientos relacionados son: las sonrisas, el contacto visual, la expresividad, los gestos con las manos, la apariencia facial y el asentir con la cabeza. Durante este proceso tanto el entrevistador como el entrevistado se ven influidos mutuamente. Los académicos han conceptualizado el comportamiento no verbal como un contaminante en los procesos de selección y apuestan por entrevistas más estructuradas para evitar el sesgo de manejo de impresiones.

La segunda función, ejercer dominancia y establecer una jerarquía, nos dice que las señales de poder no verbales se responden con señales no verbales de sumisión. Estos conceptos de dominancia y jerarquía son de gran importancia en las organizaciones porque normalmente están establecidas en relación a una estructura jerárquica. Algunos de los comportamientos relacionados con el poder y la jerarquía son: la postura de poder (estar de pie con el pecho abierto y las manos en las caderas), el tiempo de conversación y la interrupción, el contacto visual, el tono vocal, la apariencia facial, el tamaño y la fuerza.

Se ha demostrado que hay ciertos comportamientos no verbales de poder que son universales en todas las culturas, pero otros dependerán de la misma. Por ejemplo, el poner los pies encima del escritorio es una postura de poder en EE.UU.  no así en los asiático – orientales. Estos comportamientos relacionados con el poder también varían con el género, no son iguales en hombre y en mujeres. La explicación a este fenómeno tiene dos vías, por un lado, se piensa que puede deberse a los estereotipos y expectativos diversas que tiene cada género y, por otro lado, en las diferentes oportunidades relacionadas con sus distintos roles estratificados dentro de la sociedad.

La tercera función, promover el funcionamiento social, busca influenciar a los demás para lograr seguimiento y coordinación social a través de demostraciones no verbales de competencia, prestigio y persuasión, ya que es más probable que la gente siga a aquella persona que muestra carisma, entusiasmo y capacidad. La comunicación no verbal puede aumentar el mensaje de un líder carismático y fortalecer su influencia a través de una comunicación fuerte, que viene caracterizado por: el contacto visual, la fluidez verbal, la expresión facial y corporal, el tono vocal y la variedad. Un mensaje débil con una comunicación fuerte calará más hondo que un mensaje potente con una comunicación débil.

Para poder considerarse un líder carismático también es importante mostrarse cercano y mimético. La cercanía incluiría comportamientos como sonreír e inclinarse hacía la otra persona ya que trasmite simpatía y acercamiento. La mimética sería la imitación de la comunicación no verbal de nuestro interlocutor. Si se consigue manejar estas dos características se conseguirán intercambios suaves y recíprocos. Además, hay que tener en cuenta que la pasión se trasmite a través del lenguaje no verbal con los gestos corporales animados, el tono de voz adecuado y el mensaje apropiado.

La cuarta función, fomentar relaciones de alta calidad, gracias a la comunicación no verbal podemos generar y mantener relaciones interpersonales confiables y comprometidos. ¿Cómo? Ayudándonos a prestarnos atención mutua y una respuesta perfecta a las intenciones, estados emocionales y actitudes de los demás. También los comportamientos antes analizados de cercanía e imitación ayudan a establecer una relación mediante la creación de afiliación y confianza y promueve el comportamiento prosocial. Esto puede tener una clara aplicación en el mundo de la empresa sirviendo para afianzar compromisos, confianza y cohesión, pero ha recibido poca atención académica. Sí que ha quedado demostrada la importancia de la intimidad psicológica en una relación mentor – aprendiz, aunque tampoco ha sido muy investigado el papel de la comunicación no verbal en ella. La faceta que ha recibido un poco más de atención ha sido la compasión en el lugar de trabajo. Una relación recíproca producirá comportamientos no verbales más compasivos, que a su vez reforzará dicha relación. La compasión no verbal se muestra principalmente a través del “toque compasivo” (un toque suave no amenazador que puede producir una conexión instantánea incluso entre extraños).

La última función, mostrar emociones, está interconectada con las otras funciones antes mencionadas, pero merecía ser destacada de manera individual porque influye en procesos sociales únicos como, las exhibiciones emocionales de los demás, siendo especialmente relevante para fenómenos como el contagio y los ciclos emocionales. Esto puede llegar a tener una gran influencia en una organización ya que las emociones positivas pueden ampliar el pensamiento de los individuos y extenderse a todos los miembros haciendo que el funcionamiento mejore en las organizaciones. También las emociones pueden ser interpretadas para extraer información del contexto y poder hacer una interpretación del entorno laboral.

Aquí encontramos un pequeño resumen de cómo puede influenciar la comunicación no verbal en el entorno empresarial, pero aun queda mucho por investigar en este campo, como, por ejemplo, el desarrollo de mejores instrumentos de selección y programas de capacitación para entrevistadores que incluyan la comunicación no verbal en los conflictos interpersonales y la discriminación, mejorar el liderazgo o la comunicación entre culturas.

 

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Intrasexual competitiveness and non – verbal seduction strategies to attract males: a study among teenage girls from Curaçao” de Van Brummen y Buunk. En este artículo se hablan de la competitividad intrasexual y las estrategias de seducción no verbal que llevan a cabo los adolescentes de Curazao.

Hay bastantes estudios previos que indican como las mujeres modifican su atuendo (ropa, complementos, peinados o maquillaje) en función de sus intenciones de cortejo. En el presente estudio se añadió una variable más, la ausencia o presencia durante su infancia de la figura paterna y como influía en la competitividad que tenían con el resto de mujeres y en qué estrategias no verbales de seducción ponían en marcha con los hombres.

En Curazao el 40% de la población se cría en hogares donde el padre no está presente. Esta ausencia paterna, en concreto en algunos momentos de la vida, puede llevar aparejado unas determinadas consecuencias para las niñas, entre las que destacan la búsqueda de atención masculina.  Estudios anteriores mencionaban que aquellas niñas que fueron abandonadas antes de los cinco años buscaban una mayor atención por parte de hombres adultos en comparación con aquellas a las que había abandonado a una edad más tardía. También se demostró que aquellas abandonadas de más pequeñas tenían una tendencia mayor a comenzar a tener relaciones sexuales a una edad más temprana y no estaban tan interesadas en casarse y tener descendencia que aquellas que tenían un padre presente o fueron abandonadas a edad más avanzada.

La hipótesis de este estudio es que aquellas niñas que no tengan padre estarán más interesadas en atraer a los hombres a una edad más temprana, en especial para mantener una relación sexual esporádica. Por ello, será más competitivas con el resto de mujeres y pondrán en marcha un mayor número de estrategias no verbales de seducción.

La competitividad intrasexual se medirá con la escala de Buunk y Fisher que evalúa, entre otras cosas: el deseo de derrotar a otra mujer en vez de mejorar su propio rendimiento, el deseo de verse a sí misma mejor que el resto, los sentimientos de envidia y frustración que experimentan cuando otra chica recibe la atención masculina o la envidia que sienten si otra chica tiene un coche o una casa más bonitos.

Para comprobar dicha hipótesis, primeramente, se realizó un estudio piloto en el que varios observadores acudieron a un lugar de ocio donde se reunían los adolescentes después de la jornada lectiva para evaluar sus relaciones. De sus observaciones extrajeron cuarenta comportamientos no verbales relacionados con la seducción.

Después de descubrir estas conductas en el estudio piloto, se pasó a realizar otro donde poder clasificar dichas conductas de seducción no verbal en estrategias de seducción no verbales. Para ello se utilizó una muestra de 105 adolescentes con una edad media de 16 años. Para llevar a cabo el estudio se observó a las chicas y después se les abordó para obtener sus datos sociodemográficos como edad, lugar de nacimiento, nivel educativo y la ausencia/presencia del padre.

Después se analizaron las conductas observadas a través de un análisis factorial. De esos resultados se dividieron las conductas en nueve estrategias diferentes. La primera de ellas estaba formada por los comportamientos de coqueteo directo donde incluyen conductas como: “reaccionar de manera constante al coqueteo de los hombres”, “reírse constantemente”, “presumir de tener un iPhone o una BlackBerry” o “contonear exageradamente las caderas al andar”. La segunda estrategia era la llamada comportamiento del pavo real que contaba con conductas como: “usar lápiz labial” o “uso de joyas brillantes y coloridas”. La tercera estrategia era el comportamiento inquieto y activo que consistía en: “hablar en voz alta”, “reír a carcajadas”, “mirar para ver si la observan”, entre otros. La cuarta estrategia se llamó dulce tentación donde destacaban conductas como: “usar ropa sintética”, “usar tacones altos” o “comer gominolas”. La quinta estrategia se denominó peinados con ondas y maquillaje, donde destaca el uso de peinados con ondas para dar mayor volumen al pelo, el uso de una gran cantidad de maquillaje fácil o el uso excesivo de brillo de labios. La sexta estrategia era el uso de joyas y accesorios donde se analizaba el uso de gafas de sol o de numerosas pulseras. La séptima estrategia era “lollypop” donde se hacía referencia a ir comiendo chupa – chups, pero también, a usar recogedores de pelo con la misma forma. La octava estrategia era la relacionada con el cuidado de las uñas y la novena la relacionada con el uso de ropa sexy. La confiabilidad de todas las estrategias fue buena a excepción de la novena que fue excluida del estudio posterior.

En el estudio dos se examinó la relación entre la presencia/ausencia del padre y la competitividad intrasexual que presentaban, así como el uso de las estrategias de seducción que usaban. Se obtuvo una nueva muestra de 123 chicas con una edad media de 18 años, dividiéndolas en dos grupos: aquellas que habían crecido con un padre (76) y aquellas que fueron abandonadas por el mismo antes de los 14 años (47).

Para desarrollarlo se utilizaron las ocho estrategias establecidas en el estudio uno y se examinó los resultados en función de la ausencia/presencia del padre. También se analizaron las variables de color de piel, figura corporal y tipo de cabello. Además, se utilizaron los datos extraídos de la Escala de Competitividad Intrasexual de Buunk y Fisher.

La ausencia/presencia del padre no mostró diferencias en lo relacionado con nivel educativo, percepción de la seguridad de su vecindario, color de piel, figura corporal o tipo de cabello. Por el contrario, las niñas con padres ausentes mostraron mayores niveles de competitividad intrasexual que aquellas que habían crecido con un padre presente. En esta línea, también estuvieron los resultados relacionados con las estrategias no verbales de seducción. Las niñas ausentes de padre tenían índices más altos que las de padre presentes. Es decir, las niñas ausentes de padre usaban más a menudo peinados con ondas, maquillaje facial, joyas, accesorios, tenían unas uñas más cuidadas, mostraban más coqueteo directo y un comportamiento más activo, inquieto y de pavo real en presencia de chicos que las niñas con un padre presente.

También se obtuvieron correlaciones más altas entre las diferentes estrategias analizadas y una mayor competitividad intrasexual a excepción de la estrategia “lollypop”. Además, se estableció que la competitividad intrasexual funciona como un mediador entre la ausencia de padre y las estrategias de seducción no verbal analizadas.

Por tanto, estos resultados se pueden relacionar con los estudios previos que afirmaban que las niñas con un padre ausente comenzaban a mantener relaciones sexuales a edades más tempranas y estaban menos interesadas en mantener relaciones estables y tener descendencia, ya que este estilo de vida se veía favorecido con el mayor empleo de estrategias de seducción y una mayor competitividad intrasexual, ya que esto serviría para mostrarse más disponibles sexualmente.

 

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “What basic emotion Theory really says for the twenty First century study of emotion” de Keltner, Tracy, Sauter y Cowen. En este artículo se comentan las críticas recibidas a la teoría básica de la emoción y los avances que se han producido en los últimos tiempos.

La emoción es un estado breve que surge por la evaluación de eventos interpersonales o intrapersonales. Presenta antecedentes, señalizaciones, fisiología y tendencia de acción y evaluación que demuestran cierta coherencia. Además, se observan de forma relacionada en nuestros parientes primates. Esta ha sido la definición utilizada para la investigación sobre la regulación de emociones, los patrones de emoción en el cerebro, las influencias específicas de la emoción sobre la cognición y las respuestas fisiológicas periféricas relacionadas con las emociones.

La Teoría Básica de la Emoción (BET) proporciona un marco generativo que guía el estudio de diferentes facetas de la emoción. Además, ofrece criterios empíricos abiertos para incursionar en cualquier estado que un ser humano pueda vivir en las diferentes tradiciones culturales.  La BET ha inspirado nuevos enfoques de estudio como el de los primates (por ejemplo: el tacto puede ser una señal de gratitud) o cómo las emociones influyen en el juicio y la toma de decisiones o los nuevos enfoques para estudiar la universalidad de la sensación físicas relacionada con las emociones.

Las experiencias emocionales son complejas, e involucran procesos subconscientes, representaciones de las sensaciones corporales, interpretación del contexto social, asociaciones, memoria y conocimiento semántico. Debido a esta complejidad la técnica utilizada para su estudio ha sido el autoinforme, que obviamente tiene sus limitaciones, pero es la opción más simple ya que hay una ligazón innegable entre las emociones y los sentimientos de las personas. A pesar de las limitaciones que puede tener esto no invalida, como afirman los críticos, el estudio empírico de la emoción a través del mismo, ya que facilita información sobre el estado interno de las personas.

Por otro lado, se ha criticado la taxonomía de las emociones donde se ha llegado a descubrir hasta 20 estados diferentes. Justamente la crítica indica que no se pueden comparar estos estados con las seis emociones básicas descritas por Ekman. Los nuevos descubrimientos son signos inigualables de la idoneidad de la teoría que permite ir generando nuevos conocimientos. En los últimos tiempos, los investigadores de la teoría BET se han centrado especialmente en las funciones sociales de las emociones que parten de dos supuestos básicos. El primero de ellos es que las emociones nos permiten enfrentar los desafíos y oportunidades que definen aquellas relaciones que son críticas para nuestra vida. Ejemplos de ello son: las investigaciones relacionadas con la jerarquía humana y no humana; el análisis teórico de la vergüenza, el orgullo, la culpa y la envidia o el estudio de las emociones que permiten los apegos interpersonales de diferentes tipos. El segundo supuesto es que las emociones cumplen tres funciones importantes dentro de las interacciones sociales: proporcionar información a los demás, sirven de incentivo para el comportamiento social y evocan respuestas específicas en los observadores.

La investigación de la expresión emocional también se ha desarrollado y ha establecido que es posible que cada emoción puede expresarse de varias maneras. Ya Ekman en 1992 adelantó que la ira podría expresarse de 60 formas diferentes. Desde ese momento los diferentes estudios han documentado variantes de risa, orgullo, vergüenza, amor, deseo y contacto táctil relacionado con las más de veinte emociones.

El conocimiento que poseemos sobre los procesos de atribución de significado a la expresión emocional también ha aumentado. Ahora sabemos que estas comunican: el sentimiento actual, lo que esta sucediendo en el contexto presente, las intenciones o tendencias de acción, las reacciones deseadas en otros y las características de la relación social. Cualquier expresión emocional puede comunicar alguna o todas las informaciones ante mencionadas ya que los conceptos emocionales en sí mismos implican secuencias de causa, sensaciones, cursos de acción, reacciones anticipadas y normas culturales.

Las críticas a la BET suelen centrarse solamente en si las personas relacionan las palabras emocionales con las expresiones faciales prototípicas de la emoción, lo que hace que se produzcan varios errores inferenciales. Hay que tener en cuenta que las palabras en sí mismas son intrínsicamente ambiguas y no logran abarcar toda la estructura conceptual en que basan las personas sus experiencias emocionales.

Como ya se ha mencionado la BET plantea que las personas pueden expresar una emoción de diferentes maneras. Incluso ya se ha estudiado la compatibilidad con los múltiples tipos de variabilidad en la respuesta relacionada con las emociones y su significado contextual, conceptual e interactivo para los observadores. También hay estudios que indican que el significado de la expresión facial puede verse modificado por otros canales que se presentan de manera simultánea como puede ser la postura o el gesto.

Se ha criticado mucho la universalidad de las emociones. Es cierto que varias expresiones emocionales no verbales no están respaldadas por pruebas de universalidad intercultural, pero en esos casos los investigadores han concluido que esa expresión concreta no es generalizable a todas las culturas. La BET reconoce que la evidencia de similitud entre culturas puede explicarse por procesos culturales comunes a todo el mundo, que hoy es más probable gracias a la posibilidad de compartir por internet.

En lo referente a sí la expresión está conformada por la propia evolución o se construye culturalmente. Los nuevos métodos empíricos y estadísticos nos ayudan en el avance de la investigación emocional, especialmente en lo relativo a la cultura. Los miembros de una cultura desarrollan dialectos específicos en los que expresan emociones en formas que solamente son reconocidas por los miembros de dicha cultura. Un estudio reciente afirma que el 50% de los comportamientos multimodales específicos de una determinada expresión emocional se comparten entre culturas, dejando otro 50% al dialecto propio de esa cultura específica. Otros estudios afirman que ciertas expresiones vocales emocionales como la risa, son más universales que otras, como la ira. La universalidad de las emociones puede variar dependiendo de la modalidad estudiada.

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal esta semana presentamos el artículo “Speaker sex perception from spontaneous and volitional nonverbal vocalizations” de Lavan, Domone, Fisher, Kenigzstein, Kerttu y McGettigan. En este artículo se habla sobre cómo a través de dos experimentos analizaron si era posible adivinar el sexo de una persona simplemente escuchando vocalizaciones como la risa o el llanto.

Las personas somos capaces de distinguir el sexo de los hablantes rápidamente, con menos de dos ciclos glóticos. Lo que nos permite realizar esta diferenciación son las características anatómicas diversas que tienen los dos sexos en su laringe y en sus cuerdas vocales. Los hombres tienen las cuerdas vocales más largas y gruesas que las mujeres y unas vías vocales más largas. Estas diferencias hacen que las voces de los dos sexos sean diferentes. En el presente estudio lo que se busca es comprobar si las personas somos capaces de distinguir el sexo del hablante solo con una vocalización emocional y comprobar si afecta a la precisión la naturaleza, espontánea o volitiva, de la misma.

El primer experimento tuvo 44 participantes de los cuales 24 eran mujeres y 20 hombres con una edad media de 21 años. Para la realización del experimento se grabaron en una cámara anecoica risas, llantos y registros vocales de 5 oradores (tres hombres y dos mujeres con edades comprendidas entre los 23 y los 46 años). Para generar la risa les pusieron vídeos divertidos y para el llanto se les pedía que recordasen algún evento triste. También grabaron series vocálicas cortas. Se realizó un estudio piloto para clasificar la risa y el llanto espontáneo y el volitivo. Con los resultados del estudio piloto se escogieron 25 estímulos de cada tipo, cinco por orador.

Los participantes se sentaban frente al ordenador y se les presentaban 75 estímulos a través de unos auriculares. En la pantalla tenían una cruz que después de escuchar cada estímulo se convertía en un mensaje donde debían elegir si era un hombre o una mujer el que había producido el estímulo. Tenían la instrucción de contestar lo más rápido que pudieran, siendo el tiempo máximo para cada uno de 2,5 segundos.

El fin era evaluar si la vocalización emocional con un control volitivo reducido afectaba a la percepción del sexo del hablante. Como resultado se obtuvo que el rendimiento se vio afectado por las vocalizaciones masculinas espontáneas (llanto y risas) frente a las vocales. En el caso de las mujeres no fue tan aparente. El tiempo de reacción también fue superior en las vocalizaciones emocionales masculinas que en las vocales. Esto indica que es más complicado adivinar el sexo de una persona a través de las vocalizaciones espontáneas.

Las dificultades que se presentan con las vocalizaciones espontáneas se producen porque este tipo de vocalización hace que se sobrescriban o sean menos evidentes las propiedades acústicas que ayudan a codificar el sexo del hablante. Investigaciones previas habían demostrado que las medidas de la Frecuencia Fundamental (F0) y las de los formantes son muy relevantes para la identificación de sexo; pero en el caso de la risa y el llanto espontáneo están menos marcadas. Esto llega hasta el punto de que la F0 en la risa o el llanto espontáneo masculino puede llegar a sobrepasar los niveles asociados a las vocalizaciones durante el habla femeninas. Lo que hace que sea más probable decir que una risa o un llanto es femenino cuando en verdad corresponden a un hombre.

El rendimiento de las risas fue menor que el del llanto. Las risas fueron significativamente más altas en la excitación percibida que en los llantos. A pesar de las pequeñas diferencias presentadas la mayoría de vocalizaciones fueron clasificadas correctamente. Se obtuvo un 70% de precisión media, llegando al 100% en algunos casos. Por tanto, se puede concluir que es una medida robusta. Queda por determinar si los cambios en el rendimiento se deben a diferencias en el grado de control volitivo sobre la producción de voz, en el tipo de vocalización o en la percepción de la excitación.

En lo relativo al segundo experimento que realizaron, se utilizó una muestra de 43 participantes, siendo 39 mujeres y cuatro hombres con una edad media de 19 años. El material que se utilizó fueron las risas grabadas para el primer experimento más otras risas que tenían que hacer conscientemente sin provocar en los oradores ningún estado de ánimo concreto, con un total control volitivo. El procedimiento fue similar al primer experimento, cada participante fue expuesto a 75 estímulos, 25 por cada tipo (vocales, risas volitivas, risas espontáneas), en un orden aleatorio.

Los resultados confirmaron que la interacción entre el tipo de vocalización y el sexo de hablante fue significativa. La precisión fue bastante menor para la risa espontánea que para la volitiva y las vocalizaciones para los oradores masculinos. También se obtuvieron puntuaciones diferentes entre las vocalizaciones y las risas volitivas. En relación a los oradores femeninos la predicción con un nivel más alto fue para las risas volitivas, mientras que para las risas espontáneas y para las vocalizaciones se obtuvieron los mismos niveles. Además, se encontró que los tiempos de reacción fueron similares para las vocalizaciones como para las risas volitivas, mientras que para las risas espontáneas fueron un poco más largos para todos los oradores.

Se encontró, también, una relación entre la F0 y la precisión del reconocimiento del sexo del hablante. Los oyentes fueron más propensos a juzgar las vocalizaciones como producidas por una mujer cuando aumentaba la FO siendo más pronunciado en las vocalizaciones de los hombres.

En conclusión, para los oradores masculinos la precisión fue menor para las risas espontáneas que para las volitivas con diferentes grados dependiendo del tipo de vocalización. Estos resultados están en línea con otros estudios recientes. Además, se encontró una relación entre la F0 y la percepción del sexo, las vocalizaciones con una F0 más alta, aunque fueran producidas por hombres se percibían como realizadas por mujeres, en sentido contrario también ocurría aunque en menor medida.

 

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Club del Lenguaje No Verbal