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Detección de mentiras

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “A liar and a copycat: nonverbal coordination increases with lie difficulty” de Van Der Zee, S.; Taylor, P.; Wong, R.; Dixon, J. y Menacere, T. (2020), en el que los autores investigan si la coordinación interpersonal aumenta o disminuye cuando se está mintiendo.

En varias ocasiones hemos hablado de la mentira, de cómo reconocerla y de cuáles son los efectos observables que tiene en las personas.

Por ello, ya sabemos que la mayoría de los estudios sobre el engaño y el comportamiento no verbal se enfocan en la conducta de los entrevistados cuando tienen la tarea de mentir o decir la verdad, y también en el comportamiento de los entrevistadores, que tienen la tarea de determinar la veracidad del relato.

Sin embargo, pocos consideran el conjunto de la interacción.

Esto sorprende a los autores porque el impacto que el interlocutor tiene en el entrevistado forma parte de las explicaciones de por qué cambia el comportamiento cuando mentimos.

Por ejemplo, se cree que el aumento de carga cognitiva asociado al proceso de mentir, se debe en gran parte a la necesidad de crear y mantener un relato coherente mientras se presta atención a las reacciones del entrevistador.

Es decir, la mayoría de la literatura nos sugiere que las muestras conductuales de los procesos cognitivos y sociales de la mentira, probablemente se observan mejor en una dinámica de comportamiento interpersonal.

Una de estas muestras conductuales que parecen fundamentales, tanto para la interacción interpersonal como para la mentira, es la coordinación no verbal, los movimientos sincrónicos que ocurren entre dos personas que comparten una interacción.

Se cree que este tipo de coordinación puede haber evolucionado para permitir a los individuos mantener relaciones armoniosas con los miembros de un grupo, facilitando el comportamiento social.

Sin embargo, en el reino animal, la imitación de los comportamientos de las presas es una técnica engañosa que permite la supervivencia de muchos depredadores.

Podemos extrapolarlo a las relaciones humanas si pensamos en que, tal y como describe un artículo mencionado en este trabajo, habría una mayor coordinación del movimiento de la cabeza en conversaciones engañosas en comparación con las conversaciones honestas.

Los autores creen que mentir podría afectar a la coordinación no verbal interpersonal de dos formas radicalmente opuestas.

Por un lado, la mentira podría aumentar la coordinación siguiendo la idea de que las demandas cognitivas del engaño dejarían al mentiroso con menos recursos para controlar su comportamiento social.

¿Por qué? Existen estudios que sugieren que liderar la propia conducta rítmica, en lugar de seguir a la conducta del interlocutor, requeriría inhibir las acciones de éste, o al menos mejorar la representación de las propias acciones de uno. Y esto es una conducta que demanda un gran esfuerzo cognitivo.

Por lo tanto, si los mentirosos tienen menos recursos cognitivos para dedicar a la gestión de sus señales sociales, se puede esperar que demuestren una mayor coordinación.

Por el otro lado, la otra opción se relaciona con la tendencia de las personas a paralizarse en respuesta a factores estresantes o amenazas sociales. Este “congelamiento” podría conducir a una disminución de coordinación.

Las señales del engaño, como la dilatación de la pupila o el aumento de la tensión, podrían indicar que mentir es, efectivamente, estresante. Por ello, se podría esperar que los mentirosos que “se congelan” muestren una coordinación reducida en comparación con las personas que dicen la verdad.

Para comprobar esto, los autores llevaron a cabo dos experimentos en los que, básicamente, se explicó a unos participantes que debían mentir a diferentes niveles (mentiras sencillas, complejas o muy complejas), infiltrarse en un grupo, entre otras actividades. Lo interesante es que se realizó una monitorización de su conducta no verbal mientras el participante llevaba a cabo estas tareas.

Entre los resultados obtenidos, se encuentran las siguientes ideas.

Lo principal y más interesante es que parece existir evidencia de que la coordinación no verbal aumenta junto a la dificultad de mentir.

Esto sería consistente con la hipótesis primera, que sostiene que el mimetismo aumentaría cuando la carga cognitiva aparece, debido a una mayor dependencia de los procesos automáticos de la conducta interpersonal.

Además, este hallazgo es coherente con la idea de que los procesos automatizados pueden volverse más frecuentes cuando las personas se cargan cognitivamente.

El hecho de haber obtenido estos resultados convierte el mimetismo automático en una pista hasta ahora inexplorada para el engaño.

Cuando intentan parecer creíbles, los mentirosos pueden implementar contramedidas como evitar los comportamientos asociados con la mentira o mostrar deliberadamente comportamientos asociados con la honestidad. También podría ser posible que la consecuencia de estos efectos puede ser la coordinación recíproca, lo que tiene el efecto de disminuir la capacidad del entrevistador para identificar el engaño.

Esto sugeriría que mentir no siempre es más difícil que decir la verdad, especialmente cuando hablamos de mentiras simples.

En próximas investigaciones, a los autores les gustaría investigar quién es quien lidera el cambio del grado de coordinación, si el entrevistado o el entrevistador, ya que lo consideran un punto muy interesante.

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