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Microexpresiones

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Intentional-Deception Detection Based on Facial Muscle Movements in an Interactive Social Context”, de Dong, Z.; Wang, G.; Lu, S.; Dai, L.; Huang, S. y Liu, Y. (2022), en el que los autores realizan un estudio utilizando la técnica de la electromiografía facial para estudiar la musculatura facial de la mentira.

La detección del engaño ha sido un tema social de interés durante toda la historia de la humanidad, en el que las expresiones faciales han tenido un papel clave. 

El rostro se puede utilizar como pista para interpretar la actividad mental de una persona y, por tanto, puede ser útil para saber si estamos ante un discurso honesto o no. 

En alguna ocasión ya hemos hablado de que existen dos tipos de expresiones faciales, según su duración: las macroexpresiones y las microexpresiones. Las macroexpresiones son más frecuentes, duran más y, por tanto, se controlan y suprimen más fácilmente. Por el contrario, las microexpresiones son breves, sutiles y más discretas. Éstas surgen del intento fallido de ocultar o reprimir emociones. Por tanto, se cree que son las pistas más confiables para detectar la deshonestidad. Ekman argumentó, sobre este tema, que los movimientos musculares incontrolables y rápidos en el área de la frente pueden ser pistas importantes para detectar mentiras.

Una de las técnicas con mayor tasa de éxito para el estudio de las microexpresiones y su relación con la mentira es el análisis de expresiones faciales en vídeo. Sin embargo, en este tipo de análisis es necesario un algoritmo que clasifique las expresiones, por ejemplo, utilizando las unidades de acción facial (AU) y, por tanto, la anotación manual sigue siendo en cierto modo necesaria. 

Lo cierto es que la precisión de los humanos en la detección de mentiras no suele superar el azar, según investigaciones anteriores, llegando a poco más del 50% de aciertos. Pero ¿qué ocurre si nos ayudamos de medios computarizados? Según los expertos, la precisión puede aumentar hasta alcanzar aproximadamente el 70% de aciertos. 

Estos medios computarizados, como el polígrafo, normalmente se centran en analizar las respuestas fisiológicas como la temperatura facial, el pulso, la frecuencia cardíaca, la presión arterial… Se entiende que el mentiroso sufrirá momentos de estrés emocional porque estará asustado, nervioso y ansioso al mentir, y eso es precisamente con lo que se relacionan estos indicadores.  

El problema es que las personas inocentes que dicen la verdad también pueden estar asustadas y nerviosas en una situación en la que se está juzgando su honestidad. Por tanto, este método no es completamente fiable. 

Otros estudios de detección de mentiras se han basado en técnicas de imágenes cerebrales, como la electroencefalografía, y han tenido resultados muy positivos. Sin embargo, este método requiere de la utilización de sensores y maquinaria poco accesible. 

En los últimos años se ha propuesto la electromiografía facial como método para investigar los movimientos musculares faciales y la asociación de éstos con la mentira. Ha tenido resultados positivos, aunque debe explorarse más a fondo su utilidad en este campo. 

Precisamente es este el método de análisis que ponen a prueba los autores del artículo, realizando un experimento con 22 voluntarios a los que dividieron por parejas, en un total de 11. 

La actividad consistía en una dinámica en la que cada una de las dos personas de la pareja tomaría un rol. Una de ellas sería el informante y la otra sería el detective. El detective haría una serie de preguntas autobiográficas sencillas y otras más extensas de preferencias personales. En una segunda etapa del experimento se intercambiaron los roles para, finalmente, en una tercera, intentar reconocer quién estaba mintiendo y cuándo mentía. Mientras esto ocurría, a los participantes se les realizaba una electromiografía facial. 

Los autores obtuvieron varias ideas interesantes. En primer lugar, parece ser que los humanos tendemos a utilizar el músculo cigomático en las expresiones asociadas a emociones positivas y para ocultar emociones mientras mentimos. 

Por otro lado, el músculo corrugador se asoció con expresiones relacionadas con emociones negativas (por ejemplo, fruncir el ceño). 

Además, lo más interesante es que parece ser que quienes mintieron en este experimento tuvieron una mayor actividad del músculo cigomático.

Por tanto, dado que este músculo se asocia con las expresiones de las emociones positivas, los autores infieren que los mentirosos pueden estar experimentando una cierta alegría por haber tenido éxito en su mentira

Una idea que apoyaría esta propuesta de los autores, es la sonrisa de Duchenne, que con la activación del músculo cigomático es una indicadora de emociones felices. 

Tanto el músculo cigomático como el músculo corrugador se encuentran en la zona facial superior y los músculos de este área están sujetos a un menor control volitivo por la corteza motora que se encarga de su movimiento. Como resultado, algunos investigadores creen que cuando las personas mienten, sus músculos faciales superiores filtran las emociones con mayor facilidad. Esta idea sería apoyada por los resultados del experimento de los autores, que, si bien invitan a continuar investigando sobre el tema, arrojan información reveladora que se debe tener en cuenta. 

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Club del Lenguaje No Verbal