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Prosodia emocional

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Does Self‐Reported Childhood Trauma Relate to Vocal Acoustic Measures? Preliminary Findings at Trauma Recall” de Monti, E.; D’Andrea, W.; Freed, S.; Kidd, D. C.; Feuer, S.; Carroll, L. M. y Castano, E. (2021), en el que se investiga la relación entre los traumas infantiles y la voz como indicador no verbal del mismo.

La voz es un instrumento fundamental para la comunicación y puede revelar información importante sobre un individuo. Debido a que la voz puede transmitir información muy compleja sobre un individuo, cabe preguntarse si la voz también puede servir como un marcador no verbal del trauma infantil.

El trauma infantil se ha relacionado con una multitud de resultados para los sobrevivientes de abuso y negligencia. La evidencia sugiere que existen vínculos entre el trauma infantil y la conducta no verbal, como la desconexión física o los índices de afecto. La literatura también relaciona el trauma infantil con las diferencias en las expresiones faciales de las emociones al revelar el abuso. Sobre la relación empírica entre trauma y voz, la literatura es escasa. Sin embargo, algunas líneas de investigación y hallazgos de la psicofisiología y medicina de la voz parecen sugerir que podría existir una relación entre ambos.

El aparato vocal está muy relacionado con la fisiología. El trauma se ha relacionado con cambios fisiológicos en este aparato y puede predisponer a un individuo a desarrollar un trastorno de la voz. Sin embargo, el trauma puede tener una relación con el aparato vocal incluso cuando no existe un trastorno de voz específico. En la medicina de la voz, el trauma psicológico se ha relacionado con casos de pacientes con disfunción laríngea y trastornos de la voz «psicógenos». Estos son trastornos que ocurren en ausencia de patología laríngea y que a menudo van precedidos de un evento traumático.

A menudo, el diagnóstico de estos trastornos se produce cuando se han descartado causas biológicas y el especialista en voz tiene dificultades para encontrar un factor «físico» que afecte la voz. En algunos casos, los pacientes han perdido la voz por completo, inmediatamente después del evento traumático. En otros casos la voz se ha vuelto inusualmente ronca después de dicho evento, lo que hace que la investigación psicológica sea parte del tratamiento.

Así, en el estudio de los autores se exploró la relación entre el trauma infantil autoinformado y las características de la voz. La perturbación de la voz se midió tanto al inicio como después de recordar el trauma. Además, también se incluyó en los modelos la “minimización” o negación del trauma. Esto es debido a que la evidencia sugiere que minimizar o «reprimir» las emociones puede alterar la fisiología de formas que potencialmente podrían afectar la voz.

Los autores se centraron en las medidas de frecuencia fundamental y perturbación en la fonación sostenida (sonido /a/ alargado, no tener un habla continua), para señalar la relación del trauma infantil en características específicas de la voz. De acuerdo con la mayoría de la investigación fisiológica relacionada con el trauma, la relación de este con la voz puede surgir solo, o con mayor fuerza, después de la evocación del trauma. Por ello, las características vocales se evaluaron antes y después de que los participantes respondieran a preguntas sobre el trauma en cuestión.

Se contó con 48 participantes de todos los géneros, mayores de 18 años y que dominaran el inglés. De ellos, 12 no aludieron a antecedentes de trauma, mientras que 36 participantes informaron al menos de una categoría de trauma infantil. La forma en que se publicitó el estudio podría haber tenido un impacto en atraer el interés de los participantes que se preguntan sobre su historia psicológica y cómo se puede comunicar en voz alta.

Así, se utilizó el Childhood Trauma Questionnaire-Short Form (CTQ-SF en inglés). Se trata de una escala de autoinforme de 28 ítems que consta de diferentes subescalas las cuales evalúan la gravedad de la exposición al abuso físico, emocional y sexual, así como la negligencia física y emocional en la niñez y la adolescencia. El CTQ también incluye una subescala de minimización-negación para evaluar la tendencia de los participantes a minimizar su exposición al trauma.

Junto a este se utilizó también el State-Trait Anxiety Inventory (STAI, en inglés) como medida de autoevaluación sobre el rasgo y el estado de ansiedad. Con respecto a la voz, se utilizó un medidor del nivel de sonido estándar (comúnmente utilizado para registrar el sonido y medir las variables del nivel de presión del sonido) para registrarla. Finalmente, los participantes completaron un cuestionario demográfico, así como un cuestionario sobre factores que pudieran afectar a la voz: problemas respiratorios, cirugía vocal, tabaquismo y hábitos de bebida.

A continuación, en una habitación silenciosa, se realizó la primera serie de grabaciones vocales. El análisis de voz se realizó utilizando el software lingWAVES para el análisis profesional de la voz y el habla. Se analizó la voz de cada participante para evaluar la frecuencia fundamental y los datos de perturbación acústica.

Así, los resultados mostraron lo siguiente. El trauma total informado mostró una relación marginalmente significativa con la frecuencia fundamental de la voz al inicio del estudio. Curiosamente, la minimización del trauma infantil predijo significativamente la frecuencia fundamental de la voz al inicio del estudio. Se encontró la misma relación entre el rasgo de ansiedad y frecuencia fundamental.

Es importante destacar que varios de los indicadores de perturbación de la voz tras el recuerdo traumático se relacionaron con el trauma infantil autoinformado. Estos efectos indican que, después de recordar la historia de trauma infantil, la voz puede reflejar la cantidad de exposición al trauma y no solo el «estrés» de recordarlo. En esta muestra, la relación del trauma infantil con el nerviosismo vocal y con la aspereza/irregularidad es fuerte y consistente. Esto sugiere que la reactividad específica al recuerdo del trauma infantil podría tener una relación con variaciones en los patrones vibratorios de las cuerdas vocales.

Dicho esto, ciertamente esta respuesta vocal puede que no se deba exclusivamente al recuerdo del trauma infantil. Asimismo, tampoco es probable que este tipo de respuesta vocal no sea un marcador definitivo de antecedentes de abuso y negligencia en una persona. No obstante, entre otros factores importantes, sí puede sugerirse que el historial de trauma de una persona puede estar relacionado con la voz.

La relación observada entre el trauma infantil, la minimización y la voz aporta evidencia empírica preliminar para apoyar el papel potencial de la voz como un marcador de trauma. Además, estos hallazgos son consistentes con los informes terapéuticos sobre cómo responde la voz a las experiencias traumáticas.

Cabe destacar que este estudio destaca la necesidad de combinar metodologías, sentando las bases para direcciones futuras en el estudio de la relación voz-trauma, un campo poco explorado y que debe investigarse más a fondo.

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