Amigos del Club de Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Online communication and body language” de Paradisi, P.; Raglianti, M. y Sebastiani, L. (2021), en el que los autores comentan unas hipótesis e ideas sobre los cambios que la comunicación online está trayendo a la comunicación no verbal.

El progreso de las tecnologías digitales está teniendo un profundo impacto en la comunicación interpersonal.

La emergencia de la Covid-19 sacó a relucir la necesidad de explotar más las tecnologías digitales en línea para trasladar a este contexto las relaciones interpersonales. Debido a la necesidad de aislamiento físico, nos vimos obligados, además, a adaptarnos mediante un proceso muy rápido.

Por ello, la modalidad natural de la interacción cara a cara, hoy en día a menudo se reemplaza por interacciones a través de plataformas de comunicación online.

De hecho, este tipo de plataformas se utilizan ahora de manera mucho más rutinaria para reuniones, cursos, etcétera, todos ellos en diferentes contextos: entornos laborales, educativos, y en general para cualquier actividad que implique interacción social.

Incluso las personas mayores, que eran sólo usuarios marginales de estas tecnologías, se vieron obligadas a utilizarlas como su única oportunidad de mantener contacto social con sus allegados.

Esta nueva forma de comunicarnos ha traído consigo una gran mejora en las posibilidades de interacción social al superar las limitaciones del tiempo y el espacio. Sin embargo, también han modificado las reglas de la comunicación, por ejemplo, las relacionadas con la proxémica.

¿Cómo es esto? Cuando nos comunicamos mediante plataformas de vídeo online, la distancia que separa la imagen de la pantalla y al interlocutor real es de unas pocas decenas de centímetros, que es menor que la distancia entre las personas involucradas en una conversación cara a cara.

Tal cercanía, presupondría una intimidad entre personas que realmente no existe y una predisposición mutua al uso potencial del canal táctil (apretón de manos, abrazo, etcétera).

Los problemas señalados sugieren que los cambios de comunicación online son complejos y se deben estudiar en profundidad.

Los movimientos corporales y el lenguaje son cruciales tanto en comunicación no verbal basada en emociones, como en las interacciones sociales basadas en la cognición. Por ello, es previsible que el uso extensivo de tecnologías en línea pueda tener efectos importantes en los procesos cognitivos, no sólo en los relacionados con actividades educativas, sino también los relacionados con las relaciones emocionales en la vida social.

Un ejemplo que proponen los autores es la “terapia de baile”. En esta terapia se emplean los movimientos corporales para promover el bienestar personal y social. El componente social a través de la interacción corporal tiene un papel crucial en este tipo de terapia: se juega con las distancias, las perspectivas y la reciprocidad, creando un contexto comunicativo donde tiene lugar el movimiento.

Se han realizado previamente estudios que han demostrado que la meditación online es compatible con la idea de trabajar con uno mismo, pero con respecto a las interacciones con los demás miembros del grupo no ocurre lo mismo.

Los autores sugieren que el toque humano juega un papel crucial en el establecimiento de un sentido de proximidad entre las personas, además, facilita el comportamiento afiliativo y la vinculación social. De hecho, estudios previos han demostrado una estrecha relación entre un toque social agradable y la liberación de oxitocina (modulador del comportamiento social y las emociones).

El sentido del olfato también está involucrado en la comunicación social no verbal de los humanos; de hecho, a través de éste, podemos transmitir involuntariamente información personal. Y este sentido también se vería perjudicado por la comunicación online.

Por tanto, los autores concluyen con que en las interacciones sociales en línea el olfato y el tacto están ausentes, los estímulos visuales se limitan a una percepción en 2d, mientras que los auditivos prácticamente no varían; hay cambios en la relación entre las distancias percibidas y el conocimiento y no hay interacciones corporales directas.

Cuando las personas están en línea, quienes interactúan no pueden recuperar la mayoría de las características relevantes del entorno y el comportamiento corporal de los demás, adaptando el suyo en consecuencia.

Estos cambios pueden socavar los aspectos emocionales y empáticos de la comunicación interpersonal.

Una mejor comprensión de estos aspectos podría requerir una revisión parcial de las teorías clásicas de la comunicación, para considerar las nuevas modalidades introducidas por las interacciones online.

Una cuestión abierta, que los autores consideran que se merece más investigaciones, es la cuantificación de las distancias virtuales percibidas en las interacciones en línea.

Aunque parece que sólo se observan puntos negativos, los autores animan a que enfoquemos el asunto de forma diferente. No debemos pensar en lo que perdemos, sino en qué nos depara y qué hay de nuevo en este contexto inexplorado.

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