Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Eye size affects cuteness in different facial expressions and ages”, de Yao, L.; Dai, Q.; Wu, Q.; Liu, Y.; Yu, Y.; Guo, T.; Zhou, M.; Yang, J.; Takahashi, S.; Ejima, Y. y Wu, J. (2022), en el que los autores realizan dos experimentos para investigar cómo influye el tamaño de los ojos en la percepción de ternura. 

El rostro es un estímulo visual especial, con el que estamos familiarizados, y que es capaz de transmitir información emocional a los demás, como la ternura y la belleza. 

La ternura es un estímulo positivo que es provocado, a menudo, por observar bebés humanos o crías de animales. Y esto puede estar relacionado con que la razón de ser de la ternura es la búsqueda de la empatía y la compasión de los observadores, debido a que bebés humanos y animales necesitan de mayores cuidados en edades tempranas. Esto es coherente con los hallazgos de algunos estudios, que han demostrado que la percepción de la ternura de los niños disminuye a medida que crecen y se hacen más autónomos e independientes. 

Lorenz describió, en torno a los años 40, la existencia de un “esquema del bebé”, que sería un mecanismo innato para generar comportamientos de cuidado, y estaría formado por un conjunto de rasgos infantiles, tales como una cabeza y ojos grandes, mejillas y forma corporal regordetas, nariz y boca pequeñas y extremidades cortas y gruesas. Estas características pondrían en funcionamiento el mecanismo, considerando más bonitos a los niños que las poseen y atrayendo la atención y el cuidado de los adultos. 

Otro estudio añadió que la ternura provocada por el “esquema del bebé” no se limitaba sólo a los bebés, sino que los adultos que poseen esos rasgos son también considerados más tiernos. 

Pero, dentro del rostro ¿cuál es el rasgo que más nos suele llamar la atención? Efectivamente, los ojos. Son una característica facial tremendamente importante. Emery argumentó que los ojos contienen la información más importante sobre la identidad y el estado emocional de las personas. 

En un estudio realizado en 2014 y citado en el artículo, se dividieron fotografías de caras de bebés en tres zonas: ojos, nariz y boca. Se midió el número de fijaciones y la duración de éstas, y los resultados mostraron que los observadores se centraron más tiempo y con más frecuencia en los ojos. 

Además, otros estudios han demostrado que lo primero en lo que se fijan los bebés al ver a las personas es en los ojos, lo que les ayuda a reconocer los rostros. 

Esto despertó el interés de los autores y, en este artículo, decidieron investigar si el tamaño de los ojos influye en el nivel de ternura que una persona despierta en otra. 

Para ello se realizaron dos experimentos, en los que intervinieron un total de 24 estudiantes universitarios a los que se mostraron 229 fotografías que se configuraron en escala de grises.

En ellas, aparecían, por un lado, rostros de adultos de 20 a 30 años, con tres expresiones distintas: positiva (sonriendo), neutral y negativa (tristes). Por otro lado, se observaron el mismo tipo de imágenes, divididas en positivas, neutrales y negativas, de rostros de bebés de entre 4 meses y 1 año. Además, tanto a adultos como a bebés se les modificó el tamaño de los ojos, de manera que dentro de cada categoría (expresión positiva, neutral o negativa), había tres variaciones: ojos pequeños, medianos y grandes. 

Es decir, para las fotografías de los adultos, los sujetos se encontraron con: rostros con expresión positiva y ojos pequeños, con expresión positiva y ojos medianos, con expresión positiva y ojos grandes, y así sucesivamente con el resto de expresiones. 

En el primero de los experimentos, los sujetos tuvieron que realizar una comparación, por un lado, entre los rostros de los adultos con la diferenciación del tamaño de los ojos, y decir cuál les resultaba más agradable o les provocaba más ternura. Hicieron lo mismo con las fotografías de los rostros de los bebés. 

En el segundo experimento, compararon las fotografías de los adultos con las fotografías de los bebés y calificaron la ternura

El principal hallazgo del estudio es que, tanto en adultos como en bebés, el tamaño de los ojos tiene un efecto significativo en la ternura, en los tres tipos de expresiones: cuanto más grandes, más ternura. 

En la comparación entre únicamente adultos mostró que sólo cambiando el tamaño de los ojos, la percepción de la ternura cambia. 

Sin embargo, los resultados parecieron indicar que el cambio en la ternura producido por el tamaño de los ojos, no hizo que los adultos resultasen más tiernos que los bebés. 

Como antes se ha indicado, la ternura es un mecanismo de protección para bebés y niños para atraer la atención y los cuidados, por lo que esta última idea cobra sentido. 

También hemos mencionado que en otros estudios se vio que los ojos son la parte del rostro a la que más atención prestamos. Entonces, parece lógico que cuando aumente el tamaño de éstos también lo haga la atención del observador. 

Los autores señalan que sería interesante continuar avanzando en la investigación sobre este tema, para solventar algunas de las limitaciones de estos experimentos, como el pequeño número de sujetos participantes. 

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