Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Catching a Liar Through Facial Expression of Fear”, de Shen, X.; Fan, G.; Niu, C. y Zhencai, C. (2021), en el que los autores investigan si es posible distinguir entre verdad y mentira prestando atención a las expresiones faciales de miedo.

Una de las principales incógnitas del lenguaje no verbal es si se puede diferenciar entre la mentira y la verdad atendiendo a conductas observables, obviamente, no verbales.

Casi todos los expertos investigadores del campo de la detección del engaño están de acuerdo en que no existe una “nariz de Pinocho” que pueda servirnos como identificador clave y sencillo de la mentira.

Sin embargo, también existe la llamada “teoría de la filtración” que sostiene que si las mentiras se producen en situaciones de alto riesgo (en estos casos, tanto las recompensas como los castigos son importantes) este contexto puede provocar que haya una filtración del engaño, que se traduciría en cambios fisiológicos o conductuales.

Específicamente, serían las expresiones faciales emocionales observables (micro y macroexpresiones) las que podrían hasta cierto punto determinar quién miente y quién dice la verdad.

Sin embargo, existe un debate entre la comunidad científica en este asunto. Algunos investigadores argumentan que las microexpresiones faciales son útiles para este fin, pero otros creen que no es la mejor manera de atrapar mentirosos.

Aunque puede ser difícil detectar mentirosos basándonos en microexpresiones, existen algunas señales de comportamiento que hasta cierto punto pueden ser útiles para diferenciar entre mentira y verdad.

Por ejemplo, se ha demostrado que la dilatación y el tono de la pupila están estrechamente relacionados con la mentira.

La teoría de la filtración también dice que, al mentir y especialmente en situaciones de alto riesgo, las personas tendrían miedo de que sus mentiras fuesen detectadas y por tanto, esta emoción de miedo podría filtrarse.

Algunos expertos argumentan que las emociones de miedo también pueden aparecer al decir la verdad, sin embargo, quien dice la verdad no necesita esforzarse mucho para reprimir el miedo como lo hacen los mentirosos.

Por ello, en teoría, el grado de represión por parte de los mentirosos sería presumiblemente mayor, por lo que la duración de sus expresiones faciales de miedo sería más corta.

Además de la duración, otras características podrían variar entre expresiones faciales genuinas y falsas, como la simetría. De hecho, Ekman ya demostró que las sonrisas genuinas tienen más simetría en comparación con las deliberadas.

Del mismo modo, las expresiones faciales emocionales filtradas cuando se siente miedo al mentir, podrían mostrar diferentes grados de simetría.

Esto es un tema que desde hace unos años ha sido estudiado por los expertos a través de experimentos en los que, mayoritariamente, se utiliza el ojo humano para juzgar. Sin embargo, en comparación con los humanos, algunos trabajos anteriores con el llamado aprendizaje automático lograron una precisión superior al 70% en la detección del engaño.

Por ello, los autores eligen este método para realizar la investigación. ¿Por qué? Porque pedir que las personas descubran señales de engaño es una tarea difícil, ya que podemos no ser capaces de percibir las diferencias sutiles entre las expresiones. Y los métodos automáticos han demostrado tener el mismo o más éxito aún.

Los autores utilizaron 32 clips de vídeo de 16 personas distintas, diciendo la verdad en la mitad de ellos y mintiendo en la otra mitad. Los vídeos formaban parte de un programa de televisión de alto riesgo, en el que está en juego medio millón de dólares que los participantes pueden ganar si dicen la verdad. Para saber si mienten o no, se utiliza un polígrafo.

Los resultados obtenidos con las técnicas automáticas de detección, indicaron que las expresiones faciales emocionales de miedo podrían diferenciar la mentira de la verdad en situaciones de alto riesgo.

Las comparaciones mostraron diferencias significativas entre mentir y decir la verdad en los valores de la AU20 (unidad de acción consistente en estirar las comisuras de los labios horizontalmente hacia atrás).

Los resultados también confirmaron la hipótesis de que la duración de las unidades de acción del miedo al mentir es más corta que cuando se dice la verdad.

Y, por otro lado, también se encontraron diferencias en cuanto a simetría entre mentir y decir la verdad. Es decir, las expresiones genuinas serían más simétricas que las falsas.

Ya hemos comentado que los que dicen la verdad también experimentan miedo. Sin embargo, la dinámica del miedo experimentado es muy diferente a la de los mentirosos. Por ello, esta emoción podría considerarse “un punto caliente” para diferenciar entre verdad y mentira.

Una limitación del estudio puede ser el número de participantes, que alcanza la cifra de 16 personas y puede considerarse pequeño. Por ello, los autores prefieren denominar a este trabajo como “exploración preliminar”.

Es decir, consideran que se debe seguir explorando la posibilidad de utilizar el miedo como aspecto clave para diferenciar entre verdad y mentira, ya que los resultados de su estudio son prometedores.

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