Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Frequency of Gesture Use and Language in Typically Developing Prelinguistic Children” de Stewart, J. R.; Vigil, D. C. y Carlson, R. (2021), en el que se examina la relación entre la frecuencia del uso de los gestos y el lenguaje teniendo en cuenta el efecto de la edad y el establecimiento de la frecuencia del uso de los gestos en los niños prelingüísticos con un desarrollo típico.

El período prelingüístico se define como el «período de desarrollo antes de que un niño tenga un sistema lingüístico para adquirir el lenguaje»; abarca entre los 9 meses y los 18-24 meses de edad.

Si bien los niños con desarrollo típico comienzan a usar palabras sueltas alrededor de los 12 meses de edad, los gestos son la forma dominante de comunicación durante todo el período prelingüístico. Los niños utilizan los gestos de forma intencionada y comunicativa como una forma de compartir experiencias en contextos interpersonales. Los gestos son laprimera forma de comunicación intencional, y significan que un niño ha comenzado a comprender el hito cognitivo del simbolismo.

Está bien establecido que los gestos y el lenguaje están estrechamente relacionados en los niños con un desarrollo típico. El uso temprano de gestos puede predecir el léxico verbal temprano de los niños, el inicio de combinaciones de dos palabras, la capacidad para producir oraciones complejas y la competencia de vocabulario posterior. Hay muchas variables que, potencialmente, podrían afectar la frecuencia del uso de gestos en niños prelingüísticos. Estos incluyen, entre otros, el participante, la edad del niño, los procedimientos de muestreo, el género, la cultura y el estado socioeconómico.

Los autores exploran en el artículo cómo la edad y los procedimientos de muestreo influyen en la frecuencia del uso de gestos. Así, participaron en este estudio un total de 54 niños con desarrollo típico, 34 hombres y 20 mujeres, entre las edades de 9 y 15 meses.

La recopilación de datos se llevó a cabo en una habitación tranquila en varios lugares diferentes dependiendo de la preferencia de los padres, que incluían: el hogar del niño, la guardería, preescolar o centro de aprendizaje temprano del niño, o una clínica universitaria.

La recopilación de datos se realizó en dos sesiones separadas, cada una con una duración de unos 45 minutos. La primera consistió en obtener el consentimiento, completar un cuestionario para los padres y administrar las Escalas de Aprendizaje Temprano de Mullen. La segunda sesión consistió en el muestreo de gestos. Se obtuvieron dos grabaciones de video: una observación no estructurada y otra estructurada.

La observación no estructurada se llevó a cabo primero para permitir que el niño se aclimatara, ya que no estaba familiarizado con los examinadores y pudo encontrarse en un entorno desconocido. La observación estructurada se realizó en segundo lugar. Esta se aseguró de que todos los participantes tuvieran las mismas oportunidades para mostrar los diferentes tipos de gestos examinados.

Asimismo, se examinaron tres tipos de gestos: regulación del comportamiento, interacción social y atención conjunta. Los gestos de regulación del comportamiento se definieron como gestos utilizados para regular el comportamiento de otra persona; por ejemplo, peticiones y protestas señalando objetos o golpeando una mesa. Los gestos de interacción social se entendieron como gestos utilizados para ganar y/o mantener la atención de otra persona. Un ejemplo de estos sería agitar la mano para saludar o despedirse, o sacudir la cabeza sí/no y aplaudir. Los gestos de atención conjunta comprendieron gestos utilizados para dirigir la atención de otra persona a un objeto o evento, como hacer gestos de interrogación o sostener un objeto para mostrarlo.

Los resultados obtenidos fueron los siguientes. Los niños de 9 a 15 meses de edad tenían frecuencias significativamente más bajas de gestos totales en comparación con los niños de 12 a 15 meses. Estos hallazgos son consistentes con los hallazgos de investigaciones previas. Así, la frecuencia de la comunicación prelingüística de los niños, una combinación de gestos y verbalizaciones, aumenta a medida que avanzan en el desarrollo desde la etapa prelingüística hasta la etapa de una palabra y, luego, de varias palabras. Los hallazgos agregan a la literatura que lo mismo ocurre cuando se examinan los gestos como una variable independiente.

Aunque no hubo una diferencia significativa en la frecuencia entre los dos rangos de edad para la interacción social y los gestos de atención conjunta, sí hubo una tendencia a que los niños en el rango de edad de 9 a 12 meses tuvieran frecuencias más bajas de estos dos tipos de gestos. Desde el punto de vista del desarrollo, esto podría significar que los niños todavía están en el proceso de aprender a expresar la interacción social y la intención de atención conjunta mediante gestos. El estudio demostró que los niños usaban significativamente menos gestos totales en un entorno no estructurado comparado con un entorno estructurado. Esto también se cumplió al examinar los tipos de gestos individuales.

Al examinar la relación entre la frecuencia del uso de gestos y el lenguaje, el indicador más sólido del lenguaje receptivo y expresivo fue la frecuencia total del uso de gestos. Con respecto a la frecuencia de los tipos de gestos individuales en un entorno estructurado, ninguno de los tipos explicó una proporción significativa de la variación en las habilidades del lenguaje receptivo o expresivo. Esto es plausible porque, en un entorno estructurado, el interlocutor está manipulando el entorno para fomentar la interacción, lo que resulta en oportunidades y frecuencias más uniformes entre los participantes.

En el entorno no estructurado, donde los niños pueden comunicarse a su propio ritmo, los gestos de interacción socialeran indicativos de las habilidades del lenguaje receptivo, y los gestos de regulación del comportamiento eran indicativos de las habilidades del lenguaje expresivo. La relación positiva entre los gestos de interacción social y el lenguaje receptivo es interesante, pues apoya la noción de que la cognición social y los gestos están estrechamente relacionados durante las primeras etapas del desarrollo.

Los hallazgos insignificantes de la relación entre el lenguaje y el gesto de atención conjunta podrían deberse al desarrollo de este tipo de gesto. Los niños todavía están en el proceso de desarrollar gestos conjuntos de atención a esas edades, por lo que esta variable puede no ser un buen predictor de las habilidades del lenguaje. Una explicación alternativa es que los procedimientos de muestreo, de alguna manera, no capturaron adecuadamente la capacidad de los niños para usar gestos de atención conjunta, y/o no brindaron suficientes oportunidades para que los niños realizaran este tipo de gesto.

En el futuro, las investigaciones deberían examinar más de cerca las diferencias en el uso de estos tres tipos de gestos y cómo se relacionan con el desarrollo del lenguaje.

En suma, los resultados apoyan la idea de que la frecuencia del uso de gestos está relacionada con las habilidades del lenguaje, tanto receptivo como expresivo, en niños prelingüísticos con un desarrollo típico. Estos hallazgos son de particular importancia, dado que los gestos son una de las primeras instancias de comunicación intencional.

La identificación de las deficiencias en esta etapa del desarrollo podría brindar a los niños la oportunidad de recibir las intervenciones necesarias durante el primer o primeros años de vida.

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