Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “The effect of optimism on the facial expression of pain: Implications for pain communication” de Basten-Günther, J.; Kunz, M.; Peters, M. y Lautenbacher, S. (2021), en el que los autores realizan un experimento para saber si influye el optimismo en la expresión facial del dolor, y si es así, cómo lo hace. 

El optimismo se define normalmente como las expectativas positivas que podemos tener sobre el futuro. Se ha demostrado que tiene numerosos efectos positivos relacionados con la salud, por ejemplo, en el tratamiento de enfermedades como el cáncer o problemas cardiovasculares. 

También hay muchos estudios que exploran la idea de que el optimismo ayude con el padecimiento del dolor. Sin embargo, no hay resultados consistentes. Hay indicios de que el optimismo conduce a una menor catastrofización cuando se siente dolor, lo que, a su vez, puede reducir los informes de éste. 

Como, aparentemente, el optimismo reporta beneficios para la salud, se ha investigado cómo inducirlo. Una de las técnicas propuestas sería “El mejor yo posible” (BPS por sus siglas en inglés). Consiste en imaginar y escribir sobre un futuro en el que todo va bien para uno mismo. Hay varios estudios donde se demuestra que esta técnica tiene éxito. 

Sin embargo, uno de los aspectos que nos resultan más interesantes, al igual que a los autores, es estudiar las reacciones faciales durante el dolor y ver si varían, y cómo lo hacen, cuando el optimismo entra en juego. 

La idea de que el optimismo afecte a la expresión facial del dolor tiene que ver con que numerosos estudios han revelado que las reacciones faciales a este último pueden verse influenciadas por factores cognitivos y afectivos, como el miedo. 

También varían con el contexto social. Por ejemplo, la función socioevolutiva de la expresión facial de dolor es advertir a otra persona, pedir ayuda o compasión. Este dato puede relacionarse con el optimismo porque el optimismo se ha asociado con una mayor búsqueda de apoyo social. En consecuencia, la expresión facial del dolor podría verse influenciada por el optimismo. 

¿Cómo? Pueden darse dos efectos contrarios entre sí. El primero, es que la expresión facial de dolor podría verse debilitada tras la inducción del estado de optimismo, como consecuencia de una disminución de la experiencia del dolor. Por otro lado, dado que el optimismo también se asocia con una mayor confianza en el entorno social, haciendo que las personas manifiesten su debilidad y pidan ayuda, el optimismo podría conducir a una mayor expresividad facial del dolor. 

Por lo tanto, el objetivo de este estudio es decidir cuál de los dos efectos prevalece. 

Para ello, se reclutó a un total de 40 personas, todos ellos sanos y sin dolores. Se les pidió que no tomasen alcohol, analgésicos o cualquier psicotrópico que pudiese apaciguar una experiencia de dolor. Se les proporcionó una recompensa monetaria al final del experimento. 

Se dividió a las personas en dos grupos: a uno de ellos se les manipularía para sentir optimismo y el otro sería el grupo de control. 

Los participantes se sometieron a una estimulación térmica en el brazo, que les provocaría un nivel de dolor suficiente como para ser notado pero no excesivamente incómodo. Se registró su actividad facial, frecuencia cardíaca y además, se realizaron autoinformes. 

El grupo que fue sometido a una manipulación para la inducción del optimismo, realizó el ejercicio de la técnica BPS, donde escribían sobre su vida futura y todo les salía bien, tal y como ellos querían. El otro grupo debía escribir sobre un día típico en su vida. 

Los rostros de los participantes fueron grabados en vídeo durante la estimulación con calor. Para evitar los efectos de la deseabilidad social en las expresiones faciales, se les dijo a los participantes que el foco de interés principal era la medición de la frecuencia cardíaca. También se les indicó que no hablasen durante la estimulación con calor.

Las expresiones faciales se codificaron a partir de grabaciones de vídeo, utilizando el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS) de Ekman y Friesen, que como ya sabemos, se basa en un análisis anatómico de los movimientos faciales y distingue una serie de unidades de acción producidas por los músculos del rostro. 

Los resultados obtenidos mostraron que el optimismo, efectivamente, afecta a la expresión facial del dolor. ¿Cómo? Soltando el freno que normalmente retiene esta expresión. Los autores encontraron que los cambios en las respuestas faciales al dolor dependen de la presencia de otras personas. Las respuestas faciales fueron significativamente más fuertes en presencia de personas con las que tenemos una relación íntima, como nuestra pareja, en comparación con las condiciones en las que los directores del experimento estuvieron presentes. 

El optimismo puede conducir así a una mayor apertura comunicativa a medida que las expectativas sobre el contexto social presente se vuelven más positivas. Al estar en un estado de optimismo, uno puede estar inclinado a esperar empatía y ayuda por parte de los demás, en lugar de rechazo, y por tanto, estaría más dispuesto a mostrar el propio dolor a través de respuestas faciales. 

Un hallazgo que vale la pena señalar es que el aumento en la expresión facial del dolor como consecuencia del optimismo inducido, se observó principalmente en dos unidades de acción: AU4 (ceño fruncido) y AU6 y 7 (ojos entrecerrados). 

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