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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Shall I Show My Emotions? The Effects of Facial Expressions in the Ultimatum Game” de Ferracci, S.; Giuliani, F.; Brancucci, A. y Pietroni, D. (2021), en el que los autores realizan un par de experimentos para saber cómo afecta la expresión de algunas emociones a los momentos más tensos de una negociación. 

En los últimos años se ha demostrado que las emociones tienen un papel esencial y central en la comunicación de las intenciones y los deseos. 

Las emociones y la información asociada a ellas se pueden transmitir a través de expresiones faciales durante interacciones sociales específicas, donde su inferencia puede influir en procesos de toma de decisiones, como por ejemplo, las negociaciones

El juego del ultimátum tiene mucho que ver con las negociaciones. Fue desarrollado hace cuarenta años como una representación de la realidad de las negociaciones. En este juego, un jugador propone cómo asignar una determinada cantidad de dinero entre él y otro jugador. Este segundo jugador puede aceptar la propuesta, en cuyo caso cada uno recibirá la cantidad decidida, o bien puede rechazarla, haciendo que ninguno de los jugadores reciba dinero. 

Según la economía clásica, el que responde tendría que aceptar cualquier oferta mayor que 0, ya que cualquier cosa es mejor que nada. Sin embargo, se ha observado que los participantes tienden a rechazar las ofertas que están, aproximadamente, por debajo del 30% del total, prefiriendo no ganar nada antes que aceptar una distribución desigual del dinero. Por tanto, frente a la teoría económica clásica, aparece el comportamiento humano y su intolerancia a la desigualdad. 

A partir de esta idea, surge la duda de cómo influye la expresión de las emociones humanas en las negociaciones, tema que ha sido estudiado con anterioridad.

En algunos de estos artículos previos, parece ser que las ofertas propuestas con una cara sonriente fueron aceptadas con mayor frecuencia en comparación con las realizadas con una expresión facial neutra. Además, solía haber tasas de aceptación más bajas si las ofertas eran realizadas por una persona con expresión facial de enfado. 

El comportamiento del respondedor, por otro lado, podría estar más impulsado por la sensación de justicia y equidad percibidas de la que ya hemos hablado antes. 

En cuanto a los estudios que hacían que el participante asumiera el papel del proponente, Van Dijk estudió los efectos de la alegría y la ira del respondedor sobre las ofertas del proponente. Encontró que el enfado del respondedor llevaba al proponente a hacer mejores ofertas.

Estos estudios señalan que los proponentes deben tener mucho cuidado en captar el estado emocional de quien responde, ya que así pueden utilizar información obtenida para modular sus respuestas posteriores.

También es interesante el papel de la ira, con resultados diferentes. Por un lado, hay estudios que demuestran que cuando el respondedor reacciona con ira, el proponente realiza más concesiones. Pero por otro lado, hay estudios que afirman lo contrario. 

Los autores deciden explorar y esta y otras cuestiones en dos experimentos. En el primero de ellos participaron 113 personas. Los autores seleccionaron imágenes de rostros que se manipularon para ofrecer cuatro expresiones: feliz, neutral, enfadado/a y asqueado/a. Los participantes, en este caso, fueron los que debían responder si aceptaban o no la oferta. 

En el segundo experimento, a todos los participantes se les asignó el rol contrario, el de proponente. Participaron 134 sujetos y la metodología y el procedimiento fueron los mismos. 

Los resultados mostraron que, en el experimento uno, para la persona que responde la decisión está fuertemente impulsada por la equidad en la oferta, tal y como los autores esperaban. 

También las emociones tuvieron efecto: la emoción neutral y la felicidad llevaron a tasas más altas de aceptación en comparación con la ira y el asco. 

Algunas teorías han intentado explicar los comportamientos irracionales en la toma de decisiones relacionadas con la equidad, como la de “la aversión a la desigualdad”, que confirma las preferencias de los individuos por resultados justos. 

Por otro lado, en el experimento dos, los participantes, en el rol de los proponentes modularon sus ofertas en función de las expresiones que vieron en los rostros de los respondedores.

Específicamente, la ira y el asco no tuvieron efectos diferenciales y se percibieron como igualmente negativos. Se propusieron ofertas más generosas a aquellos con expresiones neutrales, y más generosas aún a los que mostraban expresiones faciales de felicidad. 

Entonces ¿qué pasa con la ira y los estudios previos con ideas contrapuestas? Un trabajo realizado por Steinel y colegas propone la idea de que la ira tendrá un efecto u otro en función de hacia dónde se proyecta. 

Cuando la emoción se dirige a la oferta, puede entenderse como una estrategia para conocer los límites del oponente y, por tanto, puede dar lugar a mayores concesiones. 

Por el contrario, si la emoción se dirige a la persona, puede conducir a resultados negativos, indicando poca cooperación. 

Los autores señalan la necesidad de seguir investigando, sobre todo para conocer los efectos de la ira y el asco en profundidad, y mejorar estos experimentos, por ejemplo, con incentivos reales y más altos. 

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Amigos del Club de Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Effects of Body-Oriented Interventions on Preschoolers’ Social-emotional Competence: A systematic review” de Dias Rodrigues, A.; Cruz-Ferreira, A.; Marmeleira, J. y Veiga, G. (2022), en el que los autores realizan una revisión de la literatura previa sobre las intervenciones orientadas al cuerpo con niños de preescolar, para saber si éstas mejoran sus capacidades socioemocionales, entre otras.

La primera infancia es un período fundamental de la vida. En él hay un desarrollo muy significativo de las competencias socioemocionales, que son una base muy importante para la salud, el bienestar y el éxito de los niños. Estas competencias son también cruciales para que los niños se enfrenten a factores estresantes, desafíos actuales y futuros.

Cuando hablamos de competencias socioemocionales nos referimos a competencias sociales (capacidad de resolver problemas, ajustar la conducta según la situación social, etcétera) y emocionales (comprensión, regulación y expresión de las emociones) que trabajan juntas hacia el desarrollo adaptativo.

Estas competencias socioemocionales se desarrollan desde edades muy tempranas a través del proceso de socialización de emociones, es decir, a través del modelado, la observación y la comunicación de las emociones.

En las últimas décadas se han implementado varios programas de intervención en contextos educativos con el objetivo de promover el desarrollo de las competencias socioemocionales en niños.

Uno de estos tipos de intervenciones son las orientadas al cuerpo, que nos interesan especialmente porque asumen que las experiencias corporales y emocionales están asociadas entre sí y relacionadas con la psicomotricidad, el juego, la danza, la actividad física o la relajación. Es decir: elementos no verbales.

Todo esto serviría para tener conciencia del cuerpo, del cuerpo en relación con los demás y la conexión entre éste y la emociones.

Un fuerte grupo de evidencias respalda la efectividad de estas intervenciones en el contexto educativo. Es por ello que la investigación trata sobre este contexto específicamente.

El objetivo es saber si efectivamente hay una mejora de las competencias socioemocionales con estas intervenciones enfocadas al cuerpo que utilizan elementos no verbales de comunicación.

El proceso fue el siguiente: se escogieron una serie de artículos, recopilados de varias bases de datos, publicados entre 2000 y 2020. Era necesario que los participantes del estudio fuesen niños de entre 3 y 7 años y asistiesen a educación preescolar. Además, el estudio debía utilizar intervenciones enfocadas al cuerpo durante al menos una semana y obligatoriamente en el contexto de la escuela.

Hasta la fecha, es la primera revisión sistemática para conocer los efectos de las intervenciones enfocadas al cuerpo en los contextos educativos sobre las competencias socioemocionales de niños en edad preescolar.

A pesar de la dificultad para identificar cuál es la “dosis” de intervención ideal, el consenso emergente entre los investigadores apunta a que los niños que recibieron más sesiones demostraron mayores resultados. Sin embargo, según el análisis realizado, no hay evidencias suficientes de esta idea.

Algunos de los instrumentos de evaluación utilizados en los estudios incluidos, fueron autoinformes de padres y maestros. El uso de informes de los padres se basa en la idea que los padres ven, y en su conocimiento del niño en varios contextos, por lo tanto, pueden observarlos en situaciones muy distintas. Sin embargo, pueden dejarse llevar por el impulso de crear una imagen positiva de sus hijos y por ello, su opinión puede estar sesgada.

Hubo evidencias limitadas de los efectos positivos de este tipo de intervenciones en el reconocimiento de emociones, en las estrategias de regulación emocional y en la cooperación e independencia social. Sin embargo, los autores sí consideran que las experiencias corporales y emocionales proporcionadas por estas intervenciones posiblemente faciliten el reconocimiento y regulación de las emociones.

Estas habilidades son esenciales para las interacciones sociales y son predictoras de conductas sociales cooperativas.

También hubo evidencias, si bien limitadas, de que estas intervenciones mejoran la interacción en el juego y la habilidad en este, los problemas de conducta y la hiperactividad.

Las investigaciones futuras no deben omitir datos importantes, como ocurrió en algunas de las analizadas, sobre, por ejemplo, criterios de elegibilidad.

Los autores señalan la necesidad de conocer exactamente qué tipo de intervención orientada al cuerpo es más útil para el desarrollo de las competencias socioemocionales en niños de estas edades y lo marcan como uno de los objetivos principales de futuros estudios.

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Hong Kong women project a larger body when speaking to attractive men”, de Lee, A. y Ng, E. (2022), en el que los autores realizan un pequeño experimento para saber si las mujeres heterosexuales realizan cambios en su voz cuando hablan con hombres que les resultan atractivos.

¿Tener una voz bonita nos reporta beneficios sociales? Según algunos estudios, parece que sí. Los oyentes tienden a asociarla con una cara atractiva, una personalidad simpática, e incluso una buena salud. 

Además, percibir a una persona como atractiva y más simpática, conduce a ventajas en citas, solicitudes de empleo, ascensos en el trabajo, elecciones públicas, más apoyo social… 

Sin embargo, aunque la apariencia física no se puede alterar fácilmente, sí se puede modular la voz y con ello, influir en la percepción que los demás tienen de nuestra apariencia. 

Entonces, ¿cómo conseguir esto? ¿Cuáles son las tendencias de modulación de la voz para influir en nuestro atractivo físico?

Existen dos hipótesis, aparentemente contrapuestas, que buscan explicar la fonética de una voz atractiva. Son la hipótesis del promedio y la proyección del tamaño corporal. 

La primera hipótesis defiende el fenómeno del atractivo del promedio, y argumenta que las voces similares a la media de la población se consideran más atractivas. 

Desde el punto de vista evolutivo, la voz promedio puede indicar buenos genes ya que ha resistido a los cambios adaptativos y se ha convertido en la norma, produciendo un efecto similar al de las caras promedio, que parecen sugerir una buena condición física y de salud. 

Por otro lado, la hipótesis de proyección del tamaño del cuerpo sostiene que los animales usan su voz para proyectar diferentes tamaños corporales y cumplir con ciertas funciones comunicativas. 

Extendiendo esta idea a los humanos, un estudio descubrió que una voz masculina, en inglés, atractiva para las oyentes femeninas heterosexuales, era una que sonaba como procedente de una persona grande, ocurriendo lo contrario para una voz femenina y oyentes masculinos heterosexuales. 

En general, parece que una voz atractiva es aquella que se asemeja a la media de la población, con ciertos tamaños corporales proyectados que agregan efectos de realce, pero sin desviarse del promedio. 

Se ha visto, sin embargo, que las hablantes femeninas estadounidenses utilizan cada vez más un cierto tono chirriante en sus voces. Esto parece desviarse del principio de proyección del tamaño del cuerpo, ya que se considera que ésta característica pertenece a un cuerpo grande por su sonoridad. También hay evidencias de que el uso de la voz chirriante por parte de las mujeres estadounidenses se considera menos atractivo que una voz normal. 

Por lo tanto, parece ser que no todos los cambios que se producen en las estrategias vocales se alinean con lo que el sexo opuesto considera atractivo. 

Otros estudios realizados con población no occidental encontraron que, si bien los principios generales de la voz promedio y la proyección del tamaño del cuerpo pueden mantenerse, existen ciertas desviaciones específicas según el idioma en el que se hable. Por ejemplo, en japonés y mandarín, la proyección de un tamaño corporal muy grande no sería atractivo ni para hombres ni para mujeres. 

Partiendo de estas ideas y estudios, los autores investigan los cambios vocales en las mujeres heterosexuales cuando se dirigen a un hombre que les resulta atractivo, todo ello en el contexto del habla cantonesa. 

Un total de 19 mujeres participaron en el estudio. Primero vieron unas fotografías de hombres y tuvieron que decir cuáles les parecían atractivos, en una escala del 1 al 10. Con base en las calificaciones anteriores, se les presentaron imágenes de los más atractivos por un lado y también los menos atractivos y se les propuso a las mujeres un juego de rol: tenían que fingir que eran compañeros de universidad y hacerles una pregunta hablada, que posteriormente sería analizada. 

Incluso con las variaciones interlingüísticas, los autores esperaban que las mujeres cantonesas usaran al menos algunas señales que proyectasen un tamaño corporal pequeño. De forma inesperada, las participantes parecían tratar de proyectar una voz que sonara grande cuando hablaban con una cara atractiva.

Esto puede ser porque intentasen, de forma deliberada, sonar menos nerviosas o ansiosas frente a una pareja potencial atractiva. Sin embargo, esta idea debe interpretarse de forma cautelosa. 

Estudios futuros deberían analizar otros factores, los autores sugieren investigar si el ciclo menstrual tiene alguna influencia y también aumentar el número de sujetos del estudio. 

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Communication training is inadequate: the role of deception, non-verbal communication and cultural proficiency” de Baugh, A. D.; Vanderbilt, A. A. y Baugh, R. F. (2020), en el que los autores explican por qué consideran que es necesario mejorar el entrenamiento comunicativo en el contexto de la medicina. 

El artículo de esta semana parte de la pregunta de: ¿estamos entrenando bien a nuestros médicos para que la comunicación sea efectiva con todo tipo de paciente? 

Los sistemas de salud de todas las sociedades tienen interés en mejorar la capacidad de sus médicos para dar una atención competente a todos los usuarios del sistema, sin importar cuál sea su cultura. 

Las Naciones Unidas han reconocido que se deben abordar las desigualdades a las que se enfrentan las poblaciones marginadas y ha incluido el asunto en su agenda. 

Más del 20% de las personas desplazadas o pertenecientes a colectivos marginados afirman haber renunciado a buscar atención médica por completo, debido a las dificultades que encontraron en el camino y a malas experiencias previas, lo que demuestra la importancia de una atención culturalmente sensible. Además, identificaron el racismo como una de las principales causas de insatisfacción.

Lo que los autores defienden, teniendo todo esto en cuenta, es que los fallos en la comunicación son lo que subyace a estos problemas, y tienen sus raíces en la demografía cambiante y heterogénea de la cultura actual y las actitudes de los médicos. Además, consideran que la comunicación intercultural efectiva nace del conocimiento de las diferencias culturales y de un deseo genuino de comunicarse de forma activa y correcta.

Para ello, es importante tener en cuenta que la socialización durante la infancia imparte valores y tendencias sociales que arraigan en nosotros y guían nuestro comportamiento en la vida, a pesar de la educación, las experiencias posteriores, etcétera. 

Los estudiantes de medicina a menudo carecen de exposición intercultural, debido a la tendencia a la autosegregación residencial, económica y cultural. En ausencia de esto, predomina la tendencia a privilegiar la propia y se presagia un efecto negativo en las actitudes interculturales cuando se exponen a la diversidad. Y la creciente desigualdad sólo emporará la situación. 

La comunicación, un pilar fundamental de la interacción social humana, y por tanto también para la práctica de la medicina, requiere de la alineación y sincronización del hablante y el oyente. 

La comunicación efectiva entre dos personas requiere la superposición de señales verbales y no verbales, que pueden ser, en ocasiones, culturalmente específicas. 

La sanidad debe aspirar a algo más alto: la creación de una realidad compartida entre el médico y el paciente

Las influencias culturales surgen a raíz de muchos factores: el origen étnico, la religión, la edad, el estatus socioeconómico, o el nivel educativo entre otros. 

Tanto la aspiración a una realidad compartida, como las complejidades inherentes a la práctica de la medicina y las influencias culturales, hacen que confiar únicamente en señales verbales o no verbales sea una estrategia poco exitosa, sino que ambas son necesarias. 

Por ejemplo, debido a que la mayor parte de la comunicación no verbal es inconsciente, se pueden usar de forma predeterminada señales que quizá no sean las adecuadas y, por tanto, frustrar los intentos de mejorar la comunicación. 

También está el punto de que, los daños en las relaciones médico-paciente también se relacionan con la capacidad del paciente para percibir una comunicación deshonesta. 

El comportamiento o la comunicación no verbal incongruente es lo que subyace a la mayoría de la detección de mentiras. Por ejemplo, existen diferencias detectables a partir de la activación o no de ciertos músculos del rostro para saber si una sonrisa es falsa o es genuina (la llamada “sonrisa de Duchenne”). 

Los pacientes aprecian las incongruencias no verbales de los médicos y las pueden entender como señales de deshonestidad. 

Además, los encuentros médicos representan situaciones tensas o de riesgo, que hacen más probable la detección de falta de sinceridad. 

Para remediar todo esto, se ha visto que los estudiantes adquieren fluidez cultural de forma más lenta cuando se hace en pequeñas dosis, por ejemplo, en encuentros médicos; mientras que ocurre lo contrario si pasan un tiempo inmersos en una cultura diferente. Además, cuanto mayor y más extensa sea la exposición previa y la interacción con otra cultura, menores serán los sesgos inconscientes. 

Hay algunas escuelas que imparten cursos de lenguaje médico, reconociendo la relación del lenguaje y la cultura, sin embargo, tienen una accesibilidad limitada y sería muy positivo facilitarla más. 

Se debe entrenar a las escuelas de medicina para rediseñar la capacitación en comunicación, de manera que los estudiantes sean más conscientes de estas debilidades y se busque cómo cambiarlas.

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “The effect of optimism on the facial expression of pain: Implications for pain communication” de Basten-Günther, J.; Kunz, M.; Peters, M. y Lautenbacher, S. (2021), en el que los autores realizan un experimento para saber si influye el optimismo en la expresión facial del dolor, y si es así, cómo lo hace. 

El optimismo se define normalmente como las expectativas positivas que podemos tener sobre el futuro. Se ha demostrado que tiene numerosos efectos positivos relacionados con la salud, por ejemplo, en el tratamiento de enfermedades como el cáncer o problemas cardiovasculares. 

También hay muchos estudios que exploran la idea de que el optimismo ayude con el padecimiento del dolor. Sin embargo, no hay resultados consistentes. Hay indicios de que el optimismo conduce a una menor catastrofización cuando se siente dolor, lo que, a su vez, puede reducir los informes de éste. 

Como, aparentemente, el optimismo reporta beneficios para la salud, se ha investigado cómo inducirlo. Una de las técnicas propuestas sería “El mejor yo posible” (BPS por sus siglas en inglés). Consiste en imaginar y escribir sobre un futuro en el que todo va bien para uno mismo. Hay varios estudios donde se demuestra que esta técnica tiene éxito. 

Sin embargo, uno de los aspectos que nos resultan más interesantes, al igual que a los autores, es estudiar las reacciones faciales durante el dolor y ver si varían, y cómo lo hacen, cuando el optimismo entra en juego. 

La idea de que el optimismo afecte a la expresión facial del dolor tiene que ver con que numerosos estudios han revelado que las reacciones faciales a este último pueden verse influenciadas por factores cognitivos y afectivos, como el miedo. 

También varían con el contexto social. Por ejemplo, la función socioevolutiva de la expresión facial de dolor es advertir a otra persona, pedir ayuda o compasión. Este dato puede relacionarse con el optimismo porque el optimismo se ha asociado con una mayor búsqueda de apoyo social. En consecuencia, la expresión facial del dolor podría verse influenciada por el optimismo. 

¿Cómo? Pueden darse dos efectos contrarios entre sí. El primero, es que la expresión facial de dolor podría verse debilitada tras la inducción del estado de optimismo, como consecuencia de una disminución de la experiencia del dolor. Por otro lado, dado que el optimismo también se asocia con una mayor confianza en el entorno social, haciendo que las personas manifiesten su debilidad y pidan ayuda, el optimismo podría conducir a una mayor expresividad facial del dolor. 

Por lo tanto, el objetivo de este estudio es decidir cuál de los dos efectos prevalece. 

Para ello, se reclutó a un total de 40 personas, todos ellos sanos y sin dolores. Se les pidió que no tomasen alcohol, analgésicos o cualquier psicotrópico que pudiese apaciguar una experiencia de dolor. Se les proporcionó una recompensa monetaria al final del experimento. 

Se dividió a las personas en dos grupos: a uno de ellos se les manipularía para sentir optimismo y el otro sería el grupo de control. 

Los participantes se sometieron a una estimulación térmica en el brazo, que les provocaría un nivel de dolor suficiente como para ser notado pero no excesivamente incómodo. Se registró su actividad facial, frecuencia cardíaca y además, se realizaron autoinformes. 

El grupo que fue sometido a una manipulación para la inducción del optimismo, realizó el ejercicio de la técnica BPS, donde escribían sobre su vida futura y todo les salía bien, tal y como ellos querían. El otro grupo debía escribir sobre un día típico en su vida. 

Los rostros de los participantes fueron grabados en vídeo durante la estimulación con calor. Para evitar los efectos de la deseabilidad social en las expresiones faciales, se les dijo a los participantes que el foco de interés principal era la medición de la frecuencia cardíaca. También se les indicó que no hablasen durante la estimulación con calor.

Las expresiones faciales se codificaron a partir de grabaciones de vídeo, utilizando el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS) de Ekman y Friesen, que como ya sabemos, se basa en un análisis anatómico de los movimientos faciales y distingue una serie de unidades de acción producidas por los músculos del rostro. 

Los resultados obtenidos mostraron que el optimismo, efectivamente, afecta a la expresión facial del dolor. ¿Cómo? Soltando el freno que normalmente retiene esta expresión. Los autores encontraron que los cambios en las respuestas faciales al dolor dependen de la presencia de otras personas. Las respuestas faciales fueron significativamente más fuertes en presencia de personas con las que tenemos una relación íntima, como nuestra pareja, en comparación con las condiciones en las que los directores del experimento estuvieron presentes. 

El optimismo puede conducir así a una mayor apertura comunicativa a medida que las expectativas sobre el contexto social presente se vuelven más positivas. Al estar en un estado de optimismo, uno puede estar inclinado a esperar empatía y ayuda por parte de los demás, en lugar de rechazo, y por tanto, estaría más dispuesto a mostrar el propio dolor a través de respuestas faciales. 

Un hallazgo que vale la pena señalar es que el aumento en la expresión facial del dolor como consecuencia del optimismo inducido, se observó principalmente en dos unidades de acción: AU4 (ceño fruncido) y AU6 y 7 (ojos entrecerrados). 

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Do not think carefully? Re-examining the effect of unconscious thought on deception detection” de Wu, S.; Mei, H. y Yan, J. (2019), en el que los autores realizan un estudio para saber si el pensamiento inconsciente mejora nuestra capacidad de detectar engaños en comparación con el pensamiento consciente.

Los estudios de lenguaje no verbal sobre detección del engaño han descubierto que las personas, en realidad, no somos buenas diferenciando entre verdades y mentiras. De hecho, nuestro porcentaje de aciertos suele estar sólo ligeramente por encima del nivel de la probabilidad.

Los psicólogos han dado numerosas explicaciones a estos resultados: puede ser que los individuos no podamos procesar de forma consciente tanta información compleja en tan poco tiempo, debido a nuestros recursos cognitivos limitados; además, las diferencias entre los mentirosos y quienes dicen la verdad son muy pequeñas; por último, los individuos poseen creencias incorrectas sobre cómo detectar a los mentirosos.

Los investigadores, en uno de los muchos intentos por superar este porcentaje de precisión, han propuesto que el pensamiento inconsciente podría mejorar nuestra capacidad de detección de la mentira.

¿Por qué? Porque todas las razones anteriores están relacionadas con la consciencia, entonces, es posible que podamos mejorar la capacidad de detectar el engaño restringiendo el pensamiento consciente o promoviendo el inconsciente.

Pero ¿qué son estos términos? La teoría del pensamiento inconsciente propuso que las personas que se dedican a este, pueden obtener mejores resultados al tomar decisiones complejas.

El pensamiento consciente se refiere a procesos de pensamiento relevantes para el objetivo del momento, que ocurren cuando la atención se enfoca, también, en la tarea objetivo. El pensamiento inconsciente se refiere a procesos de pensamiento que también son relevantes para el objetivo del momento, pero que ocurren cuando la atención consciente se enfoca en tareas que distraen.

En un experimento mencionado en el artículo, se encontró que el desempeño de los individuos en una tarea objetivo mejoraba después de la tarea de distracción. Sin embargo, en otros estudios, no se encontró evidencia sustancial de este efecto. Incluso los estudios que obtuvieron efectos significativos fueron criticados por muestras muy pequeñas y otras limitaciones.

También se han realizado experimentos online, pero es difícil supervisar y controlar los comportamientos reales de los participantes en estas condiciones.

Por tanto, el primer objetivo del artículo es observar los efectos del pensamiento inconsciente en la detección del engaño mediante experimentos de laboratorio.

Para comprender mejor el efecto del pensamiento inconsciente es útil identificar señales o información específicas que éste utiliza para tomar una decisión. En un experimento citado en el artículo, se descubrió que la posición natural, la tensión vocal y la duración de las pausas eran señales efectivas que ayudaban a los participantes con la condición de pensamiento inconsciente a tomar decisiones precisas.

Dado que estas son señales no verbales, es posible que el pensamiento inconsciente sea más sensible a señales no verbales. Además, casualmente, hay algunas evidencias que apoyan lo contrario para el pensamiento consciente.

El primero de los experimentos realizados se llevó a cabo con 145 estudiantes, que serían los sujetos de investigación. Se invitó a otros 16, que serían los que producirían estímulos. A éstos se les pidió que describieran la experiencia de un viaje, algunos debían mentir y otros decir la verdad. Posteriormente, fueron grabados en vídeo mientras narraban su viaje.

A los estudiantes sujeto de investigación se les asignó al azar la condición de decisión inmediata o la condición de pensamiento inconsciente.

En el primer caso, debían hacer un juicio inmediato después de que se les presentara cada estímulo. Estos estímulos consistieron en vídeos y audios.

En el caso de los sujetos asignados a la condición de pensamiento inconsciente, primero se les pidió que escucharan los estímulos sin emitir juicios. Después, que realizasen un sudoku durante 3 minutos. Por último, debían tomar su decisión sobre las narraciones.

La precisión media de todos los participantes fue del 47,93%. Los resultados no apoyaron, en principio, la hipótesis de los autores. El pensamiento inconsciente no mostró ninguna ventaja en la detección del engaño en comparación con la decisión inmediata.

Teniendo esto en cuenta, se considera que es muy pronto para sacar conclusiones en una u otra dirección.

En el segundo estudio, se presentó el estímulo para distraer a los sujetos mientras éstos debían tomar las decisiones objetivo.

La precisión total del grupo de pensamiento inconsciente fue mayor en el segundo estudio que en el primero. Una explicación puede ser que en el segundo estudio se les dio un tiempo de 20 minutos a los sujetos para completar las tareas, en lugar de 3.

Para comprender mejor estos resultados contradictorios, los investigadores deben construir una teoría más específica que se centre en los límites y los requisitos del efecto del pensamiento inconsciente, para explicar cómo, cuándo y por qué los procesos inconscientes pueden aumentar la capacidad de detectar el engaño.

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Sorry, not sorry: Effects of Different Types of Apologies and Self-Monitoring on Non-verbal Behaviors” (2021) de Yamamoto, K.; Kimura, M. y Osaka, M., en el que las autoras realizan un experimento de laboratorio para ver en qué se diferencian las disculpas genuinas de las falsas.

Uno de los temas que se estudian con más interés dentro del lenguaje no verbal es el de la detección de mentiras. Dentro de este, muy complejo y extenso, encontramos las disculpas: ¿hay forma de saber cuándo son genuinas y cuándo son falsas?

Lo que sabemos seguro es que las disculpas cumplen con la importante función social de facilitar el perdón interpersonal. Sin embargo, no siempre son eficaces. El hecho de que resuelva o no el conflicto generalmente depende de la percepción de la disculpa: ¿es confiable, genuina y sincera? Entonces, seguramente, sea aceptada con éxito.

Podemos dividir las disculpas en dos tipos: por un lado, tenemos la disculpa sincera, hecha desde el corazón, que requiere culpa, reconocimiento y aceptación de la responsabilidad; por otro, tenemos la disculpa instrumental, hecha con un propósito, como evitar el castigo o el rechazo, sin reconocer culpa ni aceptar la responsabilidad.

Estas últimas no resuelven conflictos porque éstos se repiten una y otra vez cuando no hay aceptación de responsabilidad o consciencia de culpabilidad. Sin embargo, estas disculpas pueden ser útiles cuando se trata simplemente de apaciguar las emociones de los demás, como puede ser el caso de las relaciones entre vendedor/servidor-cliente.

Con respecto al comportamiento no verbal en las disculpas, varios estudios han demostrado que las demostraciones no verbales de tristeza y/o remordimiento facilitan los efectos positivos de la disculpa más que sonreír; además, también reducen los sentimientos negativos de la parte agraviada.

Existe la creencia social de que apartar la mirada es un indicador confiable de engaño, pero ocurre justo lo contrario. Expertos han demostrado que las personas mentirosas hacen más contacto visual que aquellos que dicen la verdad, con la intención de parecer convincentes. Teniendo esto en cuenta, y también que el sentimiento de culpa propio de una disculpa genuina está relacionado con la aversión de la mirada, las autoras consideran que en las disculpas instrumentales habrá un mayor contacto visual.

Por otro lado, las autoras investigan el autocontrol. Los individuos con un alto nivel de autocontrol están más preocupados por la adecuación de su comportamiento social según el contexto en que se encuentren, de manera que es más probable que adapten su comportamiento de acuerdo con la situación. Es decir, es lógico pensar que a estas personas les resultaría más sencillo adecuar su expresión facial para simular una disculpa genuina.

Las autoras realizan un experimento para explorar estas cuestiones. En él, reúnen a un total de 53 personas, asignando 27 de ellas a la condición de disculpa sincera y 26 a la condición de disculpa instrumental.

Se indicó a los participantes que observasen un vídeo donde un camarero ofrecía un vaso de agua a un cliente y el agua se derramaba sobre este último, haciéndolo enfadar. Para aquellos participantes asignados a la condición de disculpa sincera, la culpa fue del camarero. Para aquellos participantes asignados a la condición de disculpa instrumental, la culpa había sido del cliente. A ambos tipos de participantes se les pidió que escenificasen una disculpa.

La primera hipótesis que manejaban las autoras era que la aversión a la mirada era más probable que ocurriese en una disculpa sincera que en una disculpa instrumental. Con respecto a ello, los hallazgos sugieren que una persona con un alto autocontrol trata de transmitir una disculpa sincera manteniendo un mayor contacto visual, tanto si estamos hablando de una disculpa realmente genuina como de una disculpa instrumental.

Por otro lado, las autoras manejaban la hipótesis de que las disculpas instrumentales facilitarían expresiones faciales más duraderas que las disculpas sinceras. Esta era una de las ideas principales porque numerosos expertos han demostrado que las expresiones faciales fingidas tienen una mayor duración que aquellas que son sinceras.

En apoyo a esta hipótesis, los resultados mostraron una duración mayor de las expresiones en la mitad superior de la cara en las disculpas instrumentales que en las disculpas sinceras.

En resumen, las personas con un alto autocontrol y rendimiento den público intentaron transmitir una disculpa al cliente combinando mayor contacto visual y demostraciones faciales de remordimiento, aunque no sintiesen culpa.

Existen algunas limitaciones del estudio, por ejemplo, la conducta no verbal obtenida en un juego de rol puede ser diferente a la expresión espontánea.

Además de continuar investigando sobre esta dinámica, las autoras recomiendan ahondar en temas como la forma en que afecta la carga de una disculpa instrumental a la persona que se disculpa.

Consideran también que los hallazgos de este estudio son importantes para mejorar la relación entre vendedores o servidores y clientes, y también las relaciones interpersonales en general.

Si quieres saber más sobre el comportamiento no verbal y cómo influye en con las relaciones interpersonales, visita nuestro Máster en Comportamiento No Verbal y Detección de la Mentira o nuestro Experto Universitario en Comunicación No Verbal y Personalidad, con becas especiales para los lectores del Club del Lenguaje no Verbal.

Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Fighting Deepfakes Using Body Language Analysis”, de Yasrab, R.; Jiang, W. y Riaz, A. (2021), en el que los autores nos explican lo que son los deepfakes y cómo reconocerlos utilizando las herramientas del lenguaje no verbal.

El desarrollo de la tecnología nos ha traído cosas buenas y malas al mismo tiempo. Ahora, por ejemplo, todos tenemos acceso de internet, la mayor red de información de la historia; pero también existen peligros de los que debemos defendernos. 

Uno de ellos son los vídeos falsos, llamados “deepfakes” de ahora en adelante, que representan una amenaza para la privacidad de las personas.  

Hasta ahora sabíamos que las imágenes se podían manipular digitalmente con herramientas como Photoshop, y ya estamos entrenados para distinguir, casi siempre, las falsas de las verdaderas.

Sin embargo, los vídeos falsos cada vez son más convincentes debido al rápido desarrollo de lo que los autores llaman “método de aprendizaje profundo”, que ha extendido y popularizado los deepfakes. Actualmente, se pueden manipular los vídeos de forma que el rostro de una persona se reemplaza por otro, conservando en cierta medida las expresiones faciales y acciones originales, consiguiendo gran realismo. 

Debido a que la cantidad de datos necesarios para conseguir un modelo deepfake es enorme, resulta muy sencillo centrarse en celebridades y líderes mundiales (presidentes, vicepresidentes, etcétera), ya que existen muchas imágenes y vídeos suyos en múltiples plataformas. Por ello, son los principales objetivos de los deepfakes aparentemente reales.

La peligrosidad de los deepfakes reside en que la desinformación se difunde tan rápido como las noticias verídicas en internet y por tanto, se utilizan para engañar al público en general. Por ello, son un problema grave para la seguridad nacional y social si se utilizan con fines políticos. 

Líderes mundiales como Barack Obama y Donald Trump han provocado polémicos debates debido a esto. Por ejemplo, el ex presidente Trump compartió en Twitter unos gifs deepfake de Joe Biden en medio de la campaña por la presidencia de los Estados Unidos. 

Como hemos mencionado, también afecta a las celebridades. Hace poco el actor Tom Cruise apareció por la red social TikTok, para más tarde revelar que nunca tuvo cuenta en dicha red y en realidad fue un deepfake. 

Lo más preocupante es que esta tecnología se ha vuelto muy accesible en los últimos años, donde con una simple aplicación para el Smartphone, como Zao o FaceApp, se pueden crear vídeos y gifs muy realistas. Incluso la ya mencionada TikTok ha introducido filtros que pueden utilizarse para, como fue el caso de Tom Cruise, dañar la credibilidad de alguien o difundir desinformación. 

Por tanto, es fundamental ayudar a la audiencia a identificar los vídeos falsos y proteger a las personas de los deepfakes. 

La investigación conducida por los autores tuvo como objetivo crear un método nuevo de detección de deepfakes que pueda hacer frente a estas amenazas emergentes, así como mejorar los métodos ya existentes. 

Ya hemos mencionado que la mayoría de los objetivos de estos fraudes son personas famosas o líderes mundiales. Por ello, la investigación se centra en estos últimos, cuyas apariciones en público suelen ser tras un atril, dejando la parte superior de su cuerpo al descubierto. Los autores plantean la hipótesis de que los movimientos de esta parte del cuerpo son radicalmente distintos para cada individuo, y las redes de aprendizaje profundo pueden utilizar el lenguaje de estas zonas para identificar a las personas y exponer las falsificaciones. 

Esta zona superior del cuerpo constaría de unos puntos clave: los ojos, la nariz, el cuello, los hombros, los codos y las muñecas. Los autores plantean que estos puntos se podrían usar para entrenar una red neuronal de aprendizaje profundo, de forma que interiorice la postura y gestos de cada persona.

Los métodos que han surgido recientemente se dividen en la detección de imágenes falsas y la detección de vídeos falsos. Se utiliza el análisis de vídeos basado en inteligencia artificial, lo cual es relativamente novedoso. Sin embargo, los métodos existentes hasta la actualidad son en realidad transitorios, porque los deepfakes cada vez se perfeccionan más, corrigiendo sus errores y dificultando el trabajo de detección. Por tanto, es necesario desarrollar nuevas técnicas o mejorar las existentes, y una de las propuestas para ello es la de los autores, en la que se incluye la parte superior del cuerpo, y no únicamente el rostro. 

Proponen entrenar un software para que aprenda la pose de la persona objetivo, su lenguaje corporal, y detecte vídeos falsos. Para su estudio, eligieron vídeos de George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden. 

Los resultados fueron prometedores. El modelo de los autores, susceptible de ser mejorado, acertó con una precisión del 94,39% qué vídeos eran falsos y qué videos eran verdaderos. Esto demuestra que el lenguaje corporal de la parte superior del cuerpo es muy útil para exponer deepfakes. 

Para mejorar esta investigación, los autores proponen recopilar más vídeos, ya que entrenar el software con un conjunto de datos más grande podría mejorar su rendimiento. 

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Non-Verbal Communication and Management of Interactive Conflict in School-based violence: a Sociological Perspective” de Iyekolo, A. O. (2020), en el que el autor hace una revisión de las posibilidades que supone el no prestar atención a la conducta no verbal de los estudiantes y profesores en el entorno escolar.

Todos sabemos que la escuela, en realidad, es una proyección de la sociedad en versión pequeña.

Al final, no deja de ser un entorno en el que personas de diversos orígenes y orientaciones socioeconómicas se reúnen, con el fin de adquirir conocimientos y habilidades sociales.

La interacción social sería el método a través del cual las personas dentro de cualquier entorno (aunque nos referimos al escolar en este caso) se relacionan e intercambian ideas, utilizando para ello tanto el lenguaje verbal como el no verbal.

El lenguaje es tan importante precisamente, porque es la herramienta principal de la interacción social. Los humanos, los animales, e incluso parece que las plantas, tienen formas de comunicar su estado mediante el uso de este.

Y es importante tanto en su manifestación verbal como no verbal. Cuando el autor habla de comunicación no verbal, se refiere a las expresiones faciales, los gestos, el movimiento del cuerpo y la apariencia física, además del paralenguaje, la proxémica, los artefactos, etcétera.

En muchos casos, gran parte de las comunicaciones no verbales del entorno escolar son descuidadas o subestimadas para el correcto desarrollo de la vida en el centro. Sin embargo, se utiliza constantemente. De hecho, la interacción social y las actividades académicas pueden no generar los beneficios esperados cuando no se utilizan adecuadamente los mensajes no verbales, incluso puede aparecer la violencia escolar.

Ocurren los llamados conflictos interactivos. Se dan cuando las interacciones académicas y sociales del personal de la escuela y los estudiantes, se vuelven negativas y disfuncionales. Es decir, la interacción entre el personal y los estudiantes puede no llevarlos hacia el logro de los objetivos propuestos si hay una interrupción de la comunicación.

El autor, en este artículo, presenta desde una perspectiva sociológica cómo la mala comunicación tanto verbal como no verbal puede afectar a la relación entre los estudiantes, maestros y el centro escolar, y cómo pueden surgir conflictos de interacción si los mensajes no son bien decodificados o se subestiman por figuras de poder del entorno.

El autor explica en primera instancia la teoría del etiquetado y la teoría de las profecías autocumplidas, que considera importantes para el desarrollo de su exposición.

La teoría del etiquetado sostiene que a las personas se les asigna una etiqueta en función de lo que hacen, dicen, y la forma en que aparecen. Por tanto, la apariencia de una persona puede ser suficiente para etiquetarla como desviada, conformista, delincuente, obediente, etcétera. Según los expertos que sostienen esta teoría, si es una figura de poder la que adjudica una etiqueta (padres, maestros, etcétera), existe la tendencia a que las personas etiquetadas se vean a sí mismos como tal y actúen en consecuencia de esa etiqueta.

Las interacciones de los profesores con los alumnos se verán influenciadas por le etiqueta o la definición del comportamiento de los alumnos, los cuales se comunican de forma verbal y no verbal. Los docentes pueden, por ejemplo, dar mayores estímulos a aquellos alumnos que consideran brillantes. Esto hará que el autoconcepto de ese alumno sea moldeado por las expectativas del profesor, viéndose a sí mismo como brillante, aburrido o pasivo (en otros casos), actuando en consecuencia. Esta sería la teoría de las profecías autocumplidas aplicada a este contexto.

Por ello es tan importante un buen entendimiento de la comunicación, verbal y no verbal, de alumnos y profesores.

El autor destaca varios puntos no verbales a los que considera que los docentes deberían prestar especial atención.

Los artefactos son elementos de comunicación no verbal que consisten en ropa, maquillaje, gafas, accesorios, joyería, etcétera. Son elementos de la apariencia de la persona. En el entorno escolar se dedican esfuerzos a unificar estos artefactos a través de políticas como llevar uniforme. De esta forma, se intentan eliminar las impresiones negativas, la segregación o las desigualdades, e inculcar disciplina. Pero, igualmente, si echamos una mirada de cerca a los alumnos y profesores, podemos inferir unas cuantas cosas con respecto a su persona.

Por ejemplo, un estudiante puede comunicar a través de esta forma su disposición hacia una determinada subcultura juvenil. También puede reflejar su sentido de la disciplina o su disposición para participar en un acto violento. La forma en que los estudiantes se arremangan, dónde se colocan el cinturón, los pantalones, el nivel al que se abotonan la camisa… puede decir mucho sobre él.

El paralenguaje también es un aspecto muy interesante. Nos referimos a la voz, el volumen, el ritmo del habla, las pausas o suspiros de quien habla. Puede proporcionar una rica fuente de información para el docente, los jefes de estudios, y todo el personal del colegio que desee evitar la violencia en él.

El paralenguaje puede representar el temperamento de los estudiantes y el personal docente. Los maestros pueden decodificar cuál es el nivel de agresividad de un estudiante a través del paralenguaje; al igual que los administradores del centro pueden decodificar cómo sus empleados manejan sus emociones en el colegio.

Este canal informa de forma no verbal a los oyentes sobre las necesidades emocionales del hablante. El docente puede detectar si un alumno u otro docente está emocionalmente estable simplemente escuchándolo hablar.

También tenemos la proxémica, que es el empleo del espacio social y personal al comunicarnos. La forma en la que el estudiante se sienta, mueve las manos, la cara, puede mostrar su interés por lo que está escuchando. Por tanto, el maestro puede evaluar la disposición de sus alumnos para, por ejemplo, aprender.

El hecho de que las escuelas no decodifiquen correctamente una serie de mensajes no verbales dentro de sus entornos puede generar conflictos y violencias en ellos.

Los mensajes no verbales negativos no leídos pueden causar conflictos que obstaculicen la interacción social. Muchos estudiantes quedan aislados y son molestados en el colegio porque no se integran de la misma forma que los demás.

Desafortunadamente, un estudiante puede ser muy callado, reservado y pasivo en clase, no porque esa sea su personalidad, sino porque le resulta difícil ubicarse entre sus compañeros. Un docente que no sea consciente de esto, puede clasificar erróneamente al estudiante como pasivo y, por tanto, descuidarlo. Además, podría afectar al autoconcepto del estudiante, que se desarrolla a partir de sus interacciones con los demás.

La conclusión que obtenemos es que en la escuela no se pueden ignorar los elementos no verbales y es necesario prestarles atención igual que a los verbales. Este tipo de comunicación puede contribuir en gran medida a mejorar el bienestar de alumnos y docentes y, como tal, se deben dedicar recursos a su estudio.

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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Students’ perceptions of verbal and non-verbal communication behaviors during and after the Covid-19 pandemic”, de Dragomir, G. M.; Fărcasiu, M. A. y Simon, S. (2021), en el que los autores realizan un estudio para saber cómo la modificación de las relaciones interpersonales durante y tras la Covid-19 ha afectado a los estudiantes universitarios.

Todos sabemos que la pandemia de Covid-19 ha sacudido y perturbado la salud física y el estado emocional de todo el mundo.

Ha causado estragos en la vida de las personas y cambiado sus comportamientos en tiempo récord como nunca antes se había visto.

Como resultado del confinamiento, la separación, el aislamiento y el miedo a lo desconocido, se ha visto perjudicado no sólo el bienestar psicológico de los trabajadores de la salud en primera línea de riesgo, sino también en la población general.

Además de todo esto, quedó claro que la enfermedad también ha afectado a las relaciones entre las personas influyendo en la forma en que nos comunicamos entre nosotros tanto verbal como no verbalmente.

A nivel interpersonal, la comunicación ha sufrido mucho debido a las mascarillas, que sin duda ayudan a nuestra salud y a luchar contra el virus, pero tensan nuestra comunicación diaria cara a cara.

También ha sufrido debido a las reglas del distanciamiento social, que hizo que las personas se vieran obligadas a adaptarse a estas nuevas condiciones de vida adoptando saludos sin contacto, o cambiando la comunicación en persona por plataformas online como Zoom o Microsoft Teams.

Estudios previos han demostrado que los rasgos de personalidad como la extraversión y la introversión juegan un papel muy importante en el agotamiento resultante de trabajar desde casa y usar estas plataformas.

Por ejemplo, los extrovertidos presentaban mayor agotamiento que los introvertidos, ya que estos últimos se sentían más cómodos en esta configuración.

Además, el nivel de intimidad alcanzado en las videollamadas, con primeros planos y miradas directas, suele estar reservado para relaciones íntimas pero se ha convertido en la nueva forma de interactuar con compañeros de trabajo y conocidos, y parece perturbar nuestra productividad.

Por otro lado, a pesar de ser necesarias para proteger nuestra salud, las mascarillas tienen una gran desventaja para la comunicación interpersonal: ocultan las expresiones faciales de las personas.

Habiendo sido estudiadas desde diferentes perspectivas, estas expresiones se consideran la parte más importante de nuestro arsenal no verbal, ya que comunican emociones y, además, son una parte del cuerpo a la que prestamos mucha atención en nuestras interacciones.

El comportamiento no verbal tiene la función de ayudar a decodificar el mensaje verbal del interlocutor, así como sus sentimientos. Desafortunadamente, las mascarillas nos cubren la zona media e inferior del rostro, lo que impide parcialmente esta decodificación.

Este estudio arroja luz sobre este momento de nuestras vidas en el que las máscaras faciales y el mundo virtual se han convertido en nuestra nueva normalidad.

Se centró en los estudiantes universitarios, personas muy jóvenes, móviles y enérgicas y, por tanto, muy afectadas por la pandemia.

Analiza el impacto de ésta sobre los jóvenes y también cómo consideran que les afectará en el futuro. Es decir, si mantendrán algunos de los comportamientos adoptados durante la pandemia en el futuro o no.

Se realizó utilizando un cuestionario en línea entre el 1 de abril y el 30 de mayo de 2021.

Los resultados obtenidos respecto a la comunicación verbal, revelan que los estudiantes parecen haber adoptado muy bien las reglas al cambiar sin esfuerzo al mundo en línea, gracias a estar ya acostumbrados a utilizar la tecnología.

Al usar mascarillas, para hacerse entender mejor, los estudiantes parecen haber recurrido a repetir las oraciones en ocasiones, utilizando la voz, su tono y volumen como compensación. Además, mencionaron centrarse más en la parte superior del rostro, exagerando a veces los movimientos de estas zonas. Tratan de escuchar con mayor precisión y usar más gestos o más grandes.

Algunos de los encuestados refirieron haber disfrutado en algún momento de las reglas de distanciamiento social, lo cual es coherente con los hallazgos sobre la extraversión y la intraversión.

Por otro lado, admiten que algunas nuevas prácticas, como saludarse de distinta forma en el futuro o exagerar más los movimientos de la zona superior del rostro, probablemente dejarán huella en su comportamiento futuro.

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