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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Predicting Dishonesty When the Stakes are High: Physiologic Responses During Face-to-Face interactions identifies who Reneges on Promises to Cooperate”, de Zak, P. J.; Barraza, J. A.; Hu, X.; Zahedzadeh, G. y Murraya, J. (2022), en el que los autores realizan un experimento donde los sujetos participan en un juego financiero e intentan obtener pruebas de los cambios fisiológicos que, según la literatura previa, se producen en el cuerpo cuando uno miente. 

Ya sabemos que la comunicación y las interacciones cara a cara pueden influir en las decisiones que tomamos, debido a múltiples factores no verbales e incluso de distinta naturaleza que pueden activar estereotipos, como el género, la ropa, los tatuajes, el atractivo…

Esto es especialmente importante en los ámbitos estratégicos y de negociación, donde la comunicación puede aumentar la comprensión de los demás y reforzar la cooperación, mejorando los resultados para ambas partes. 

Además, un dato muy importante, es que las interacciones previas al momento de toma de decisiones, las charlas inocentes o banales, también influyen en el proceso estratégico. Se cree que, mayoritariamente, pueden aumentar la cooperación. 

Aún así, debemos tener en cuenta, en esta época en que las reuniones telemáticas sustituyen a las reuniones presenciales, que esta influencia de la comunicación se da mucho más fácilmente en las reuniones cara a cara y no tanto en las reuniones remotas. 

Sin embargo, las oportunidades de comunicarse también brindan la oportunidad de engañar y hacer trampas. El engaño y la manipulación son aspectos clave de muchas interacciones estratégicas, incluidas las operaciones militares, las negociaciones o incluso jugar al póker.

Pero hay malas noticias para los mentirosos: el ocultamiento y la distorsión requieren un esfuerzo cognitivo extra. El engaño involucra varios procesos cognitivos que son muy costosos, por ejemplo, el uso de la memoria de trabajo y la inhibición de respuestas. La excitación fisiológica, la ansiedad durante la comunicación, la dilatación de las pupilas, entre otras, son señales asociadas al engaño. 

Además, los niveles de estrés se pueden medir porque las hormonas asociadas a él aumentan su presencia en la sangre, por lo que, si mentir causa estrés, podría averiguarse cuándo está sucediendo si observamos el nivel de estas hormonas en nuestro cuerpo. 

Desde un enfoque evolucionista, se cree que las criaturas que viven en grupo, como los humanos, han tenido que desarrollar mecanismos fisiológicos para identificar a los individuos que probablemente cooperarán con el grupo o no. 

Algunos de estos mecanismos pueden ser reconocibles de forma consciente, como la sonrisa de Duchenne. Otros, sólo son percibidos de forma inconsciente. 

Las intenciones de los autores con este estudio eran evaluar la confianza entre adultos que se comunican cara a cara antes de participar en un juego donde, por parejas, y si cooperan, pueden ganar una suma importante de dinero. 

En el experimento participaron 75 sujetos. Tuvieron que participar en el llamado “juego de la confianza”. En él, un software les asignó parejas y un rol a cada una de las dos personas de  cada pareja. El jugador 1 debía transferir una cantidad de dinero al jugador 2, que saldría de su propia asignación. Lo transferido al jugador 2, se multiplicaría por un determinado valor. El jugador 2 sería avisado de la cantidad recibida y, de ésta, debería devolverle al jugador 1 una cantidad que no sería multiplicada. Si la cooperación entre ambos era buena, podían ganar hasta 500$.

Los expertos señalan que la transferencia del jugador 1 al jugador 2 mide la confianza, mientras que la transferencia del jugador 2 al jugador 1 mediría la confiabilidad. 

Sin embargo, lo más interesante de este experimento es que los jugadores tuvieron una charla de un par de minutos antes de participar en el juego. Se les comentó que podían discutir entre ambos una estrategia a seguir, aunque no era obligatorio. 

Los resultados obtenidos sugieren que, si bien casi todas las conversaciones entre las parejas del juego dieron como resultado un compromiso de cooperación, aproximadamente un tercio de los jugadores incumplieron sus promesas. La hipótesis inicial que tenían los investigadores era que se observarían niveles altos de hormonas del estrés en aquellas personas que mintiesen. Al medir los niveles hormonales antes y después de la interacción, se vio cómo quienes habían mentido tenían un aumento de este tipo de hormonas en sangre

Además, cuando los jugadores mintieron, reportaron, en autoinformes posteriores al juego, un aumento de las emociones negativas, lo que revela el coste psicológico del engaño. 

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