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Amigos del Club del Lenguaje No Verbal, esta semana presentamos el artículo “Atypical behaviours found in some mental health conditions negatively affect judgements of deception and credibility” de Lim, A.; Young, R. L. y Brewer, N. (2022), en el que los autores realizan un estudio para examinar algunas conductas visibles que asociamos con un discurso poco creíble, que, a su vez, son conductas que pueden presentar algunas personas que padezcan ciertas enfermedades de salud mental. 

Existe la creencia generalizada de que no importa tanto lo que dice la gente, como su comportamiento cuando lo dice, puesto que podría indicarnos culpa, engaño, arrepentimiento…, etcétera.

En un estudio de 2006, se hizo a 58 participantes la pregunta de cuándo sabían que alguien estaba mintiendo. Las respuestas más comunes fueron: cuando hay una aversión a la mirada, incoherencia, movimientos corporales exagerados, ciertas expresiones faciales… 

Tan sólo uno de los elementos estaba relacionado con el contenido del mensaje: la incoherencia. Lo que lleva a pensar que nos centramos mucho más en los elementos no verbales que en los verbales, idea consistente con numerosos estudios previos sobre el tema. 

Si bien el uso de señales poco confiables en la detección de la mentira es preocupante en sí mismo, es probable que también sea problemático para las personas que tienen alguna discapacidad o condición de salud mental. 

Por ejemplo, algunas personas con ansiedad social y trastornos de la comunicación social tienen dificultades para mantener el contacto visual, lo cual, en lugar de ser un mecanismo de evitación por la culpa, se relaciona más con el miedo a la interacción social.

Por otro lado, los movimientos corporales repetitivos pueden ser maneras de comportarse de las personas con trastornos de desarrollo neurológico o trastornos del espectro autista. 

Sin embargo, para un observador que no sepa mucho sobre el tema, estas conductas pueden interpretarse mal, como signos de nerviosismo o culpa. 

Otro indicador de la confiabilidad son las expresiones emocionales. Por ejemplo, hay estudios que muestran que, en un juicio, tanto las víctimas como los acusados son percibidos como más creíbles cuando muestran emociones negativas (como llorar) antes que emociones neutrales (afecto plano) o positivas (sonreír). 

A pesar de que muchos estudios han señalado que hay que prestar atención a señales verbales especialmente, el estereotipo de que lo más importante son las no verbales está muy extendido, incluso para profesionales como policías o jueces. 

Esto puede explicarse por la teoría de la atribución, que se basa en la premisa de que los individuos buscan de forma inherente comprender y explicar los comportamientos observados, y le atribuyen, así, una causa al comportamiento. 

En este estudio los autores examinan el efecto de cuatro señales asociadas comúnmente a la mentira: la aversión a la mirada, movimientos corporales repetitivos, monólogos y afecto plano. Se seleccionaron estos comportamientos porque se asocian con la mentira y porque, además, a menudo aparecen en personas con problemas de salud mental. 

Se planteó la hipótesis de que los individuos que mostrasen estos comportamientos serían percibidos como más mentirosos y menos creíbles. 

La muestra total estuvo compuesta por 392 personas mayores de edad, reunidas gracias a herramientas online. 

Se les mostró un vídeo de un juego, en el que una persona tenía que elegir si robar o no una pequeña cantidad de dinero y después convencer a otra persona de que lo había hecho o no. Si se salían con la suya, recibían 50$; si no, sólo 10$. Las personas de estos vídeos eran actores profesionales con un guión estandarizado. 

Los resultados revelaron efectos significativos de los movimientos corporales repetitivos y los monólogos sobre el engaño percibido, y efectos significativos del afecto plano sobre la credibilidad. Es importante, ya que podría tener implicaciones prácticas importantes para las personas que comúnmente muestran estos comportamientos, por ejemplo, personas con esquizofrenia o trastornos del estado de ánimo, personas con trastornos del neurodesarrollo, del espectro autista, entre otros. 

Sin embargo, contrario a lo que se esperaba, y también contrario a estudios previos, la aversión a la mirada no tuvo un efecto significativo en los juicios de engaño o credibilidad. Es posible que sea porque en este estudio se estudió este rasgo de forma aislada, mientras que en la mayoría de estudios se interpreta dentro de un contexto o acompañado de otras conductas que pueden dar fuerza al “efecto mentira”. 

Una limitación el estudio es que no se realizó con personas con enfermedades de salud mental, por lo que los autores recomiendan la participación de estas poblaciones de forma directa. 

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