Amigos del Behavioral Economics Club, esta semana presentamos el artículo “Gender differences in competitiveness: friends matter”, de Jorgensen, L. K.; Piovesan, M. y Willadsen, H. (2022), en el que los autores analizan si los hombres y las mujeres se ven igualmente afectados cuando se rodean de personas exitosas y cómo esto repercute en su competitividad.
Las diferencias de género en el mundo laboral se asocian, entre otros puntos, con las actitudes que tienen los hombres y las mujeres hacia elementos como, por ejemplo, la competencia.
Según un trabajo de 2007 de Niederle y Vesterlund, los hombres tienen el doble de probabilidades de considerarse candidatos aptos para competir con otros, mientras que en el caso de las mujeres, la tendencia general sería lo contrario.
Parece ser que las preferencias individuales en cuanto al riesgo, la autoconfianza y las creencias asociadas a los estereotipos de género pueden ser factores relevantes que ayuden a explicar por qué se dan estas diferencias en cuanto a la competitividad entre ambos sexos.
Otro factor que cobra importancia con los estudios de los últimos años es la red de amigos y conocidos. La literatura reciente ha explorado cómo la exposición a grupos de mujeres afecta a otras mujeres en sectores laborales donde la presencia masculina es mayor. Sobre esta idea, parece ser que tener una red de mujeres es importante para éstas.
Siguiendo esta línea de pensamiento, los autores de este artículo se preguntaron si las amistades del niño están asociadas con el desarrollo de su competitividad y, específicamente, si el sexo de estas amistades influye y cómo.
Antes de explicar en qué consistió el experimento realizado, conviene dar unas pinceladas sobre las ideas más importantes de artículos recientes relacionados.
Por ejemplo, en 2003 se encontró que, a medida que un entorno se vuelve competitivo, parece que los hombres aumentan su desempeño, mientras que ocurre lo contrario con las mujeres, de forma general.
En 2007, Niederle y Vesterlund llegaron a la conclusión de que los hombres compiten más, tendencia que persiste incluso cuando la aversión al riesgo está controlada.
En 2015, Sutter y Glätzle-Rützler realizaron un estudio que arrojó conclusiones como que los niños y las niñas están igualmente dispuesto a competir. Sin embargo, el desempeño de las niñas bajo incentivos es significativamente más bajo que el de los niños. Además, este mismo estudio comenta que los niños tienen mucha más confianza en sí mismos.
En el mercado laboral, los estereotipos de género asociados a un trabajo o una tarea pueden ayudar a explicar la poca representación de las mujeres en entornos competitivos. Si las mujeres perciben la competitividad como un rasgo masculino, pueden sentirse presionadas a actuar de forma contraria para cumplir con las expectativas.
Y en lo relativo a las amistades que comentábamos unas líneas más arriba, según comentaron Booth y Nolen en un estudio de 2012, las niñas en escuelas femeninas de Reino Unido tienen un 42% más de probabilidad de competir en comparación con las niñas que acuden a escuelas mixtas. Argumentan que cuando las mujeres están en grupos de iguales, sufren menos ansiedad al realizar trabajos en grupo, son más participativas y desarrollan más sus aspiraciones profesionales.
El experimento realizado por los autores de nuestro artículo se llevó a cabo con 338 niños y adolescentes de entre 7 y 16 años. Los niños recibieron una caja con 120 piezas de Lego y se les dio 3 minutos para realizar una serie de construcciones específicas.
En la primera etapa del experimento, los niños recibieron 1 punto por cada construcción correcta. En la segunda etapa, competían con otros niños. Después, tuvieron que evaluar su trabajo y, por último, se les mostraron fotografías de un niño y una niña y se les preguntó por el desempeño de éstos.
Los resultados obtenidos fueron muy interesantes. Parece ser que los niños no estaban más dispuestos a competir en comparación con las niñas en el caso de esta muestra concreta.
Sin embargo, algo llamó especialmente la atención de los autores. Se supone que los niños y niñas con un porcentaje de éxito mayor que la media, deberían ser más propensos a competir. En el caso de las niñas con mejores resultados, esto no sucedió así y tuvieron casi un 12% menos de probabilidad de elegir competir.
Sobre la idea de la red de amigos, los autores encontraron que las niñas tienen más probabilidades de participar en un torneo o actividad competitiva si uno de sus amigos posee este rasgo en su personalidad.
En general, tanto para niñas como para niños, se encontró una asociación positiva entre la competitividad de sus amigos y compañeros de clase y su propia competitividad.
Los autores consideran muy interesante continuar investigando estas ideas para ayudar a desarrollar el máximo potencial de mujeres y hombres desde edades tempranas, a través de mejorar sus entornos educativos.
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