Amigos del Behavioral Economics Club, esta semana presentamos el artículo “Behavioral economics and coping-related drinking motives in trauma exposed drinkers: Implications for the self-medication hypothesis” de Luciano, M. T.; Acuff, S. F.; McDevitt-Murphy, M. E. y Murphy, J. G. (2021), en el que los autores aplican el punto de vista de la economía conductual para indagar en por qué las personas que han sufrido traumas tienen una mayor tendencia a utilizar el alcohol para superarlos.

En el artículo de la semana pasada vimos lo importante que es buscar explicaciones y soluciones para ayudar cuando se trata de adicciones, y también cómo la economía conductual puede aplicarse a ello.

No nos sorprende, ya que, como sabemos, la economía conductual bebe de la economía, pero también de la psicología.

Los autores del artículo son conscientes de este punto y se plantean cómo la economía conductual puede ayudar a entender las conductas complejas como las adicciones, pero, en concreto, en lo relativo al consumo de alcohol como método para superar traumas.

Investigaciones previas han demostrado que las personas que sufren un trastorno de estrés postraumático tienen niveles más altos de consumo de alcohol relacionados con el afrontamiento del trauma, que aquellas personas que también han pasado por un episodio traumático, pero no sufren del trastorno mencionado.

Esto sugiere que el consumo de alcohol puede variar en función de la angustia o la ansiedad que sientan las personas.

Los autores mencionan la llamada hipótesis de la automedicación. Esta postula que el alcohol se usa como un mecanismo de evitación para hacer frente a síntomas psicológicos de angustia.

Sin embargo, esta hipótesis no contempla multitud de factores que pueden influir también en el consumo, como serían la presencia de reforzadores de conductas alternativas en el contexto de cada individuo, los cambios en el valor económico del alcohol, o la devaluación del futuro que pueden hacer los consumidores (potenciales o no).

Desde el punto de vista de la economía conductual, el abuso de consumo de alcohol se considera una patología reforzadora, que se desarrollaría como resultado de una valoración muy alta y persistente del alcohol.

Además, se relaciona con preferir recompensas inmediatas en lugar de aquellas que tardan más, y una falta o déficit de actividades alternativas, libres de sustancias tóxicas.

La economía conductual tiene en cuenta conceptos como el valor del alcohol o el efecto de tendrá el hecho de que la recompensa por tomar una decisión tarde más o menos. Por tanto, los autores recomiendan examinar estos factores entre personas expuestas al trauma con algún tipo de psicopatología, especialmente el trastorno de estrés postraumático.

Por ejemplo, los bebedores patológicos con síntomas de estrés o depresión refieren una mayor demanda de alcohol.

Algunos estudios previos han relacionado consumir alcohol para cooperar con el trauma como un enlace entre la demanda de alcohol y los problemas de adicción para con este. Sin embargo, no se han empleado tiempo ni recursos en estudiar este aspecto desde el punto de vista de la economía conductual.

Los autores tienen dos propósitos en este estudio. Primero, explorar cómo los constructos de la economía conductual se relacionan con problemas de alcohol en personas expuestas a traumas. Segundo, evaluar si estos constructos pueden explicar si en el consumo patológico de alcohol influyen otros factores más allá de intentar afrontar un trauma vivido.

Para ello, los autores reunieron a un total de 91 participantes, a los que pasaron una serie de cuestionarios sobre eventos vividos, consumo de alcohol y gestión de emociones. Después, analizaron los resultados obtenidos.

El 43% de los participantes refirió tener niveles de depresión y ansiedad moderadas; mientras que el 52,7%, extremadamente graves.

Los autores señalan, a la vista de los resultados de los diferentes cuestionarios, que los individuos que tienen un historial de vivencias traumáticas pueden experimentar problemas con el alcohol, en parte, porque tienden a estar más enfocadas en el presente y devaluar el futuro y sus resultados.

Este estudio sugiere que beber para afrontar las situaciones complicadas es una tendencia que existe y es interesante para comprender por qué las personas expuestas al trauma a menudo desarrollan patrones de conducta dañinos, como el consumo de alcohol.

Estos patrones de comportamiento pueden reducir la disponibilidad de actividades positivas y gratificantes libres de sustancias tóxicas, y pueden cambiar el valor percibido de estas y otros entretenimientos beneficiosos.

Por tanto, estos individuos corren el riesgo de experimentar una recompensa menor por parte de las alternativas prosociales que requieren un compromiso con el entorno.

Y, por otro lado, esto los llevaría a participar en conductas impulsivas, como el consumo de alcohol, que es un reforzador inmediato y muy potente, que puede llevar un vacío y proporcionar una recompensa muy rápida.

Existen varias limitaciones en este estudio. Una de ellas es que, los resultados del estudio tendrían más fuerza si todos los participantes tuviesen algún tipo de síntoma que hiciese que buscasen refugio en el alcohol.

Los autores señalan que es muy importante seguir investigando sobre la adicción al alcohol y lo beneficioso que sería hacerlo desde la economía conductual, que ayudaría a entender mejor cómo la experiencia del trauma afecta negativamente a nuestras vidas.

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