Amigos del Behavioral Economics Club, esta semana presentamos el artículo “Getting high to cope with Covid-19: Modelling the associations between cannabis demand, coping motives, and cannabis use and problems”, de Vedelago, L.; Wardell, J. D.; Kempe, T.; Patel, H.; Amlung, M.; MacKillop, J. y Keough, M. T. (2022), en el que los autores analizan cómo el consumo de cannabinoides se ha utilizado para afrontar los efectos de la pandemia que seguimos sufriendo a día de hoy desde hace casi dos años.

En medio de la pandemia provocada por la Covid-19, países de todo el mundo se vieron obligados a tomar medidas restrictivas muy exigentes para salvaguardar la salud pública y frenar la propagación del virus.

En Canadá, contexto del estudio del artículo, se tomaron medidas de emergencia a gran escala desde marzo de 2020. Estas medidas afectaron gravemente la capacidad de los canadienses para participar en actividades laborales, educativas, recreativas y sociales, igual que ocurrió en cientos de países en esos mismos momentos. Fueron meses de mucho estrés, ansiedad, aislamiento social y limitaciones.

Al restringir las actividades fuera del hogar, no es una locura pensar que el consumo de drogas aumentó, para lidiar con el aburrimiento y el malestar general.

Una de estas drogas es el cannabis. Es la sustancia psicoactiva más consumida, además del alcohol, en Canadá, y su uso va acompañado del riesgo de desarrollar trastornos mentales a corto y largo plazo.

Una encuesta de Statistics Canada informó de un fuerte aumento de las ventas de cannabis en marzo y abril de 2020, comparándolos con los meses anteriores. Además, una encuesta realizada a personas adultas de forma posterior, reveló que aquellos que eran consumidores de cannabis afirmaron haber aumentado su consumo con la llegada de la pandemia.

Un determinante clave del abuso de una sustancia es su valor de refuerzo. Esto se refiere a las propiedades del fortalecimiento y el mantenimiento de la conducta. El valor de refuerzo de una sustancia sería la demanda económica de este comportamiento, o la relación entre el precio de una sustancia y su consumo.

La demanda de una sustancia se mide en laboratorio mediante las llamadas “tareas de compra hipotéticas”. En ellas, se pide a una persona que estime su consumo de una sustancia si esta estuviese a diferentes precios, por ejemplo: “¿cuántas caladas de marihuana darías si cada una costase 2$?”.

Se ha demostrado que las respuestas sobre tareas de compra hipotéticas son un reflejo bastante preciso de la demanda real de la sustancia, además de un determinante clave de los patrones de consumo y abuso.

Específicamente para el cannabis, una amplitud más alta (es decir, un consumo con un costo ilimitado) se asocia con una mayor cantidad y frecuencia de consumo, un mayor deseo y más síntomas de dependencia. Y una mayor persistencia del consumo se asocia con menos intentos de reducirlo.

El aumento de la demanda de cannabis también se ha relacionado con conductas peligrosas, como conducir estando bajo los efectos de esta droga.

Se han realizado esfuerzos para identificar y comprender mejor los factores que originan y mantienen los trastornos por consumo de sustancias, pero hay muy poca investigación sobre qué mecanismos explican la relación entre una mayor demanda de cannabis, su abuso y problemas asociados.

Comprender los motivos específicos para el uso de drogas puede arrojar luz sobre cuándo, cuánto y cómo es probable que alguien las consuma, además de las posibles consecuencias derivadas.

El estudio actual es el primero que investiga el consumo de cannabis como un factor potencialmente mediador de la situación de emergencia de la Covid-19 y el afrontamiento de ésta, además de los problemas del consumo de marihuana.

Los autores consiguieron una muestra de 137 participantes a los que se les pasó una serie de tests aprobados por la comunidad científica psicológica.

Los resultados indicaron que, efectivamente, tanto la persistencia como la amplitud se relacionaron con el aumento de los problemas de cannabis, con el motivo de hacer frente a la pandemia de Covid-19.

El hallazgo indica que aquellos individuos con una alta demanda de cannabis, que tienden a consumirlo de forma rutinaria, tienen un mayor riesgo de experimentar consecuencias negativas relacionadas con esta droga, como es lógico.

Además, el aumento de la demanda del cannabis, aumentaría también la ansiedad por consumirlo, la cantidad y frecuencia de uso y los síntomas de dependencia.

La pandemia de Covid-19 continúa, con sus niveles asociados de estrés y ansiedad, tanto por el virus como por las medidas restrictivas. Por ello se debe prestar atención al consumo de cannabis en el momento actual, ya que muchas personas ya lo utilizaban previamente para lidiar con situaciones tensas y tiene sentido que el consumo se haya incrementado por la emergencia sanitaria mundial.

Terapias para saber gestionar mejor el estrés, fomentar actividades como el deporte para afrontar de una forma más sana las tensiones, entre otras medidas, podrían intentar potenciarse para revertir estos efectos.

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